viernes, 16 de septiembre de 2011

Avaricia (I)


EL AVARO.-MARIANO FORTUNY.-ECLECTICISMO ESPAÑOL.

Los demás hombres son dueños de su fortuna; el avaro es esclavo de la suya’
(Décimo Junio Juvenal. Poeta romano de finales del siglo I y comienzos del siglo II).

Es detestable esa avaricia espiritual que tienen los que sabiendo algo, no procuran la transmisión de esos conocimientos’ (Miguel de Unamuno. Filósofo español del S. XX)

Como punto de arranque para tratar este pecado capital me han venido como anillo al dedo los pensamientos o máximas de estos dos personajes que vivieron en siglos tan distantes el uno del otro, y que demuestran que en sus tiempos respectivos la avaricia ya causaba estragos entre las personas de sus tiempos. Por extensión, podremos decir que también en las de todos los tiempos.

AVARO.-CAPITEL ROMÁNICO

Ambos rebosan acierto y veracidad sea cual fuere el punto de vista del que los queramos ver o analizar y a través de ellos podemos observar dos tipos diferentes de avaricia: la material y la intelectual. Normalmente solemos referirnos a la de tipo material en lo que a dinero y riquezas se refiere y que iremos viendo a lo largo de esta entrada y de la siguiente, pero aunque sea de pasada, también quiero nombrar a la de este otro tipo.

No sé si alguno de los que lean estas líneas habrá tenido esta experiencia o conocerá casos concretos sobre la misma. Personalmente la he vivido y padecido. Cuando la informática comenzaba a caminar con paso firme y decidido en todos los ámbitos sociales (industria, comercio, centros docentes,…) en mi lugar de trabajo recibimos un PC. No teníamos ninguna noción sobre el funcionamiento del mismo pero sí vino acompañado de unas instrucciones concretas: había que informatizar la burocracia oficial, los documentos, las notas de los alumnos, etc.

Ciertamente no sabíamos qué hacer. Recurrimos a compañeros y amigos con conocimientos en este campo y a excepción de alguno que nos enseñó algo elemental y básico sobre su funcionamiento, otros, la mayoría, se limitaban a explicar algo verbalmente o lo hacían ellos en el PC sin explicar nada, marchándose con las excusas más peregrinas que imaginarse pueden. Alguno había que nos remitía a libros informáticos y alguno más a decir que no sabían ‘eso’ cómo hacerlo, cuando en su oficina trabajaban con ordenador.

¿Por qué?, me preguntaba yo. Al final tuvimos que pedir los permisos pertinentes a nuestros superiores para acudir a cursos de formación sobre este tema. Con ellos y los amigos y padres de algunos alumnos que se armaban de paciencia y generosidad para explicarnos las dudas fuimos saliendo del paso. La práctica y los apuntes que iba tomando de cuanto me explicaban hicieron el resto.

Vengo a decir lo de este Padre de la Iglesia: ‘Quien es esclavo de las riquezas, las guarda como esclavo; pero quien sacude el yugo de su esclavitud, las distribuye como señor’ (SAN JERONIMO. Catena Aurea). Aun hoy sigo sin entender también esa carencia de ‘enseñar al que no sabe’, de ‘gratis lo recibisteis, dadlo gratis’. Estas circunstancias y condicionantes marcaron un reto que cuando me llegó el momento de la jubilación me matriculé en la Universidad en unos cursos durante siete años para aprender a manejarme en este terreno. Fue como un desafío personal contra mí mismo. Y lo conseguí con cierta holgura.

SAN JERÓNIMO.-GHIRLANDAIO.-RENACIMIENTO

Incluso en esos casos bastante más sencillos en los que se juntan amigos a comer y la anfitriona prepara algún plato exquisito que invita a ‘chuparse los dedos’, y alguna de sus amigas le pide la receta, he oído, en distintas ocasiones la misma respuesta: ‘Esto es secreto de familia que pasa de padres a hijos. No te la puedo dar’. Pues será así, pero para mí es francamente incomprensible.

AVARICIA.-PIETER BRUEGHEL, EL VIEJO.-RENACIMIENTO

Vistos estos casos, mínimos y tal vez sin importancia según nos parezca a cada uno, vamos a ir ahondando en este pecado capital.

Mirando a nuestro alrededor, no es necesario forzar mucho la vista para darnos cuenta de que nuestra sociedad invita e impulsa a un consumismo feroz a cuantos pertenecemos a ella. Se planifica todo cuidadosamente para crearnos necesidades que realmente no tenemos, pero es el campo de avituallamiento de los amasadores de fortunas que no se contentan con sacar unos beneficios legítimos, sino que acumulan dinero para tener un estatus social con altas cotas de poder y de decisión, prescindiendo de todo lo que no sea ellos mismos.

En el Antiguo Testamento se recoge: ‘El hombre mezquino es detestable, aparta el rostro y desprecia a los demás. El mezquino no se contenta con lo suyo, la codicia malsana seca el alma. El avaro hasta con el pan es cicatero, y en su mesa todo es escasez’, (Eclesiástico, 14, 3-10). De esta cita solamente he puesto tres versículos para no hacerlo largo, pero leyendo toda ella se puede ver lo que dice de este tipo de personas.

MUERTE DE ANANÍAS Y SAFIRA.-MASACCIO.-RENACIMIENTO

San Pablo es especialmente fuerte cuando dice: ‘Ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los difamadores, ni los estafadores tendrán parte en el reino de Dios’. (I Cor. 6, 10). Es conocido el caso de Ananías y de su esposa Safira que quisieron engañar, no a los apóstoles sino al Espíritu Santo, y tuvieron su castigo como se recoge en Hechos 5, 1-11. No pongo el texto por su extensión, pero sí pongo la cita por si desean releerlo.

JUDAS RECIBE LAS MONEDAS DE PLATA.-DUCCIO DI BUONINSEGNA.-GÓTICO

Así aparecieron en distintas épocas personas a las que se les calificaba como ‘avaros’ porque almacenaban dinero solamente por el ¿placer? de tenerlo sin disfrutarlo, para su atesoramiento, ya que no lo gastaban en nada y, en algunos casos, ni para comer lo necesario, capaces de llevar el atesoramiento de dinero a situaciones verdaderamente grotescas convirtiendo lo que realmente es un medio, en un fin en sí mismo. Es prácticamente imposible que un avaro haga alguna de las obras de misericordia, porque para vestir al desnudo, dar de comer al hambriento, etc, tendría que bajar el nivel de su ‘bolsillo’ y eso es impensable que lo haga.

¿No es cierto que la avaricia es la principal protagonista del principio de la Pasión de Jesucristo? Fijémonos para finalizar este primera parte en estas citas: ‘Entonces uno de los doce, el llamado Judas Iscariote, fue a ver al jefe de los sacerdotes, y les dijo “¿Qué me dais si os lo entrego?” Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. Y desde ese momento andaba buscando ocasión para entregarlo’. (Mt. 26, 14-16). ‘Entró Satanás en Judas, no violentamente, sino encontrando abierta una puerta; entró por medio de la avaricia’.(TITO BOSTRENSE. Catena Aurea).

Que el Espíritu de Dios nos asista y Nuestra Señora de Belén de Huaraz interceda por todos nosotros y por la Humanidad.