jueves, 12 de abril de 2012

La pereza (y III)

HUIDA A EGIPTO.-ANNIBALE CARRACCI.-BARROCO

Antes de meterme en alguna que otra definición, no vendrá mal un recordatorio. Es algo más que probable que ustedes, como yo, conozcamos alguna persona diligente. Una persona que sabe ser fiel con sus compromisos ante los demás en el momento preciso, oportunamente. Que no guarda para mañana lo que pueda realizar el día presente. Una persona que dentro de la seguridad en sí mismo, dentro de su madurez personal, nos transmite responsabilidad en sus actuaciones con alegría y optimismo.

Tenemos el caso concreto de San José, esposo de la Virgen María, que cuando recibió el anuncio del ángel de que tenía que huir a Egipto porque Herodes quería matar al Niño, no esperó a nada. Con prontitud se puso a cumplir el mandato Dios que por medio del Ángel le llegó. No en vano era sobre quien recaía el cuidado del Hijo de Dios y el de su esposa. ‘Levántate. Toma al Niño y a su Madre y huye a Egipto. Estate allí hasta que yo te avise porque Herodes buscará al Niño para quitarle la vida.- Levantándose de noche, tomo al niño y a la madre y partió para Egipto’. (Mt. 2, 13-14). Así nos lo han transmitido. No hubo dilación alguna, sino diligencia. De acuerdo que las circunstancias tampoco permitían otra cosa, pero no le resta ningún mérito.

Las personas diligentes son capaces de saber entregarse a los demás, como San José, a través de su profesión haciendo de su vida un constante acto de servicio, sin dejar paso a egoísmos personales o a perezas del momento que pueden traducirse en omisiones del deber profesional, por ejemplo, cuando por no mover un músculo de la mano o unas neuronas del cerebro, hacen volver otro día a las personas que deben atender para tramitar el asunto que les concierne, a ver si entonces ya están más motivados para el trabajo.

No puedo dejar de citar el ejemplo de la mismísima Virgen, nuestra Madre. Apenas realizada la Anunciación, sabiendo que su prima Isabel está esperando un niño, según Gabriel le había comunicado, piensa en lo útil que podía serle y se dirige sin vacilación y con prontitud, sin pensar en ella misma, a pasar una temporada con ella para ayudarla en cuanto pudiese necesitar. ‘En aquellos días se puso María en camino, Y CON PRESTEZA se fue a la montaña, a una ciudad de Judá, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel’. (Lc. 1, 39-40).

VISITACIÓN A SANTA ISABEL.-PAUL TROGER.-ROCOCÓ

Todas las personas, incluidos nosotros mismos, estamos llamados a ser diligentes. Todos estamos llamados a ser buenos profesionales, buenos esposos, buenos padres, buenos sacerdotes, buenas religiosas y religiosos, porque si Jesucristo todo lo hizo bien: ‘En el colmo del asombro decían: Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos’. (Mc. 7, 37), nosotros tenemos el deber moral y real de ser como Él, que las curaciones que hacía eran en el acto.

CRISTO DE LA SONRISA

Es difícil entender esta virtud de la diligencia, aislada de otras virtudes como pueden ser la fortaleza, para mantenerse en línea y sin desmayo en esta línea de vida; de la prudencia, para no caer en falsos triunfalismos y personalismos cuando conseguimos cubrir los objetivos que nos proponemos; de la caridad, al emplearnos a fondo en ayudar al prójimo;…lo cual supone la adquisición de hábitos buenos, un entrenamiento personal constante diario, con los sacrificios que se nos puedan presentar, con la ayuda inestimable de nuestro Padre Dios, ‘por quien somos, nos movemos y existimos’. (Hech. 17, 28).

Así es. A través de la diligencia debemos hilar muy fino en cuanto nos propongamos con temple de ánimo, con coraje, con agilidad de pensamiento y de actuación, con la puntualidad necesaria en los trabajos que se nos encomienden o con los que nos comprometamos a nivel personal. No hacerlo así sería tanto como caer en la omisión, en la apatía, en la desgana, …en la pereza, en definitiva.

CRISTO BENDICIENDO.- MOSAICO.- SAN APOLINAR NUEVO.-RÁVENA

Un Padre de la Iglesia dice: ‘Al perezoso se le ha de hacer saber que muchas veces, cuando no queremos hacer oportunamente las cosas que podemos, poco después, cuando queremos, ya no podemos; porque la desidia del alma, si no se sacude con el oportuno ardor, aumenta furtivamente con el sopor, el cual hace decaer todo deseo de bien’. (San Gregorio Magno.-Regla Pastoral)

LA JERUSALÉN CELESTIAL

En el Antiguo Testamento se recogen varias citas manifestadas de muchos modos, entre ellos el de los ejemplos o los consejos. Así vemos en el Eclesiastés: ‘Todo el bien que puedas hacer, hazlo alegremente, porque no hay en el sepulcro, adonde vas, ni obra, ni industria, ni ciencia, ni sabiduría’. (Ec. 9, 10). Es una invitación formal a trabajar con prontitud cuanto tengamos que hacer en esta vida. Con ello nos estamos preparando para la otra vida, la definitiva, llevándonos estas cosas como testigos de nuestra labor: ‘Acumulad mejor tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la carcoma echan a perder las cosas y donde los ladrones no socavan ni roban’. (Mt. 6, 20).

El primer Papa de la Historia, San Pedro, tenía muy clara la actitud a adoptar: ‘Poned todo vuestro empeño en unir a vuestra fe una vida honrada; a la vida honrada, el conocimiento; al conocimiento, el dominio de sí mismo; al dominio de sí mismo, la paciencia; a la paciencia, la religiosidad sincera; a la religiosidad sincera, el aprecio fraterno; al aprecio fraterno, el amor’. (2 Pe. 1, 5-7). Toda esta consideración entra en el campo que nos estamos moviendo, ¿no?

PREDICACIÓN DE SAN PEDRO.-FRA ANGÉLICO.-RENACIMIENTO

Porque no nos quepa la menor duda que la virtud de la diligencia tiene mucho que ver con nuestra relación con Dios, como decíamos anteriormente, y esa relación se manifiesta a través de un contacto diario con Él con la oración, con la Eucaristía semanal o entre la semana cuando se pueda acudir a ella y con todo aquello que cada uno en su interior se proponga para no defraudar a Quien tanto nos ha dado.

Cada persona puede conseguir a largo o medio plazo, según casos y personas, mayor madurez y seriedad en cuanto nos propongamos, mejor actuación en la familia y en la profesión, mejores relaciones interpersonales en los ambientes que nos podamos desenvolver…desde su diligencia y prontitud para la ejecución de cuanto haga. ¿Saben lo que decía San Juan Casiano, Padre de la Iglesia? Fíjense: ‘Para aquellos que tiendan hacia la santidad, cualquier dilación es peligrosa’. (‘Colaciones’). Y si todos los cristianos debemos tener inclinación (incluso obligación) a ser santos, la diligencia nos ayudará en cuanto hagamos.

Siempre teniendo en cuenta que la vida de cada persona ha de llenarse de ideales sin fecha de caducidad. Cuando el Duque de Gandía recibió en encargo del Emperador Carlos I de presidir la comitiva que trasladaba los restos mortales de la Emperatriz Isabel a Granada, antes de proceder al entierro se cumplió el requisito de reconocer el cadáver. Al abrir el féretro, se vio irreconocible el rostro de la Emperatriz por la descomposición y el hedor era insoportable.

CONVERSIÓN DEL DUQUE DE GANDÍA.-JOSÉ MORENO CARBONERO.-S. XIX

La impresión que recibió fue tremenda. Hasta el extremo que llegó a decir una frase que pasó a la Historia: ‘No más servir a señor que se me pueda morir’. Ahí murió el Duque de Gandía como noble y nació San Francisco de Borja, como santo. Su nuevo ideal le llevó a la santidad e incluso llegó a ser el tercer General de la Compañía de Jesús.

Este es uno de tantos y tantos ejemplos de cristianos que a través de su actividad, de su compromiso con Jesucristo, les ha llevado a cultivar una vida de virtudes, valores y entrega en la que no han dado entrada a la pereza en ninguna de sus manifestaciones. Al contrario. Siempre han estado prestos a cuanto fuere con tal de que los planes y la voluntad de Dios se hiciese presente en sus vidas.


Pienso que todos nosotros tenemos las ideas muy claras en este sentido y en quien hemos puesto nuestra Fe, nuestra Esperanza y nuestro Amor. Que Jesucristo Redentor y su Madre, bajo la advocación de Nuestra Señora de las Nieves, nos acojan, ayuden y bendigan.