domingo, 28 de octubre de 2012

…muerto… (I)

GIL DE SILOÉ.-GÓTICO.-Burgos.-Miraflores.-Retablo


Ya está. Ya lo habían conseguido. Pendiente del madero, con su atroz tormento, el Señor de la Historia y de la Creación hacía realidad la frase dicha un tiempo atrás: ´’A la manera que Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es preciso que sea levantado el Hijo del hombre, para que todo el que crea en Él tenga la vida eterna’. (Jn. 3, 14-15). Juan también nos recuerda otra frase suya, aclarando por qué la dijo: ‘…y yo, si fuere levantado de la tierra, atraeré a todos a mí. Esto lo decía indicando de qué muerte iba a morir’. (Jn. 12, 32-33). Ese era el momento sublime de la Redención que se estaba realizando, aunque nadie era consciente de ello.

LA SERPIENTE DE BRONCE. 1841.-FEODOR BRUNI.-S. XIX
Jesús tenía claro que el momento culminante había llegado y se había entregado a él sin condiciones ni paliativos, como estamos viendo. A poco que nos detengamos en pensarlo podremos deducir la dureza del momento para todos, pero de forma especial para su Madre. No se trata de explotar el sentimentalismo de nadie ni tampoco de chantajear emocionalmente a ninguna persona, pero es que realmente María estaría muriendo con Él, viendo cómo a su Hijo se le escapaba la vida por todos los agujeros que tenía en su cuerpo.

ALBERTO DURERO.-RENACIMIENTO
Ciertamente no estaba sola. La solidaridad femenina de aquellas mujeres que con ella y con su Hijo habían compartido tantas cosas, permanecían abrazadas a María como un solo cuerpo, como una sola vida, como un solo sufrimiento. También Juan, el discípulo amado, aguantaba a pie firme, aunque en ocasiones el momento que vivía le aturdiera, tragándose las lágrimas de la impotencia que suponía perder al Maestro y Amigo.

ANDREA DA FIRENZE.-GÓTICO
De vez en cuando surgía alguna frase del prepotente de turno, de quien se creía ganador de una inexistente situación de conflicto: ‘Tú que destruías el templo y lo reedificabas en tres días, sálvate ahora a ti mismo; si eres hijo de Dios, baja de esa cruz’. (Mt. 27, 40). Eran latigazos para los oídos y el corazón de la Madre. Además, las burlas procedentes de los oficialmente buenos aún resonaban peores: ‘E igualmente los príncipes de los sacerdotes, con los escribas y los ancianos, se burlaban y decían: -Salvó a otros y a sí mismo no puede salvarse. Si es el rey de Israel, que baje ahora de la cruz y creeremos en Él’. (Mt. 27, 41-42).

 MUNKÁCSY MIHÁLY.-S. XIX.-REALISMO
Las manos de la Madre iban inconscientemente a los oídos intentando ignorar aquellos dislates. Era inútil. El delirio colectivo de su aparente triunfo sobre el Nazareno les hacía proferir inútiles barbaridades con su lengua. ‘Ha puesto su confianza en Dios; que Él le libre ahora, si es que le quiere, puesto que ha dicho: -Soy el Hijo de Dios’. (Mt. 14, 43).

Sin esperarlo nadie, oyeron el esfuerzo de una voz que apenas salía de la garganta intentando decir algo. En un esfuerzo sobrehumano consiguió clamar: ‘Padre. Perdónalos porque no saben lo que hacen’. (Lc. 23, 34). Cuando la Madre oyó su voz, rota y desfigurada, no se pudo reprimir más y se lanzó sobre la cruz de su Hijo, abrazándose a ella, así como las personas que la acompañaban. Los soldados no se lo impidieron. Acaso al presenciar aquellas escenas surgió en ellos los restos de humanidad que les pudieran quedar.

SIMON VOUET.-BARROCO
De aquella locura inconmensurable también quedó contagiado uno de los compañeros de suplicio de Jesús. Con una voz rebosando desesperación también se unió a los insultos y provocaciones: ‘¿No eres tú el Mesías? Sálvate, pues, a ti mismo y a nosotros’. Aquello no era normal. También estaba sufriendo mucho, pero eligió una especie de protesta inadecuada. El mismo sufrimiento estaba soportando el otro ladrón, que viendo la serenidad de Jesús con sus verdugos y la angustia de su Madre y de sus amigos, respondió a su antiguo amigo: ‘¿Ni tú, que estás sufriendo el mismo suplicio, temes a Dios? En  nosotros se cumple la justicia, pues recibimos el digno castigo de nuestras obras; pero éste nada malo ha hecho’.

EL MAL LADRÓN INCREPA A CRISTO.-JAMES TISSOT.-S. XIX
Luego calló. Como si tuviera que coger aire, porque su silencio fue muy breve. Se dirigió al Redentor, pareciendo querer transmitirle un consuelo que aliviase en algo su amargo padecimiento: ‘Jesús. Acuérdate de mi cuando llegues a tu reino’. Y sí. Es muy probable que lo consiguiese a juzgar por la actitud inmediata del Salvador, absolutamente inesperada para Dimas y cuantos estaban presenciando esta escena, ya que volviendo el rostro hacia él le lanzó el mensaje de una firme promesa colmada de dulzura: ‘En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso’. (Lc. 23, 39-43).

CRISTO Y EL BUEN LADRON.-TIZIANO.-RENACIMIENTO
Eso no eran palabras huecas y en labios de Jesús menos todavía. Dimas se encontró cubierto de un manto de ternura y su interior rebosaba paz. El suplicio ya no importaba. Sí. Había comprobado en sí mismo dentro del sufrimiento, que realmente era el Hijo de Dios quien así le había hablado y a quien acompañaría en unos momentos al reino que había predicado a las gentes. Era una firme promesa que sabía cierta. Dios en persona le había perdonado como antes había hecho con tantos otros. Conoció el sabor del perdón.

LO QUE XTO VIO DESDE LA CRUZ.-JAMES TISSOT.- c. 1895

Los minutos pasaban y pesaban. Interminables. Jesús desde lo alto de la cruz miró las personas que le acompañaban desde su impotencia y congoja. Y allí la vio. Sostenida por Juan y por las otras mujeres: María la de Cleofás y María Magdalena. Se tragó el dolor para pensar en ella, a quien tanto debía, a quien tanto quería, a quien desde su libertad había optado, muchos años atrás, a colaborar con Él en su misión. ‘Jesús, viendo a su Madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a la Madre: -Mujer, he ahí a tu hijo. Luego dijo al discípulo: -He ahí a tu Madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa’. (Jn. 19, 25-27).

MUJER, AHÍ TIENES A TU HIJO.-WILLIAM HOLE.-S. XIX - XX
Que Nuestra Señora desde su dolor y su Hijo nos bendigan a todos.





jueves, 11 de octubre de 2012

Fue crucificado… (I)

CRUCIFIXIÓN DE XTO.-ALTICHIERO.-GÓTICO.-Padua.-Basilica San Antonio


‘Entonces ataron una cuerda al brazo izquierdo de Jesús y tiraron de él con toda la fuerza hasta lograr que la mano coincidiera con el agujero. Esta brutal dislocación de sus brazos lo atormentó horriblemente, su pecho se levantó y sus piernas se contrajeron. Los esbirros se arrodillaron de nuevo sobre su cuerpo y hundieron otro clavo en la mano izquierda: los gemidos se oían en medio de los martillazos, pero no despertaron en los verdugos ninguna piedad’. (BEATA ANA CATALINA EMERICH. ‘La amarga pasión de Cristo’).  

El texto no es mío, como pueden ver, pero he querido encabezar la entrada con él porque me impactó, y no poco, la lectura del libro de esta religiosa beatificada por el papa Juan Pablo II el 3 de octubre de 2004. Tuvo los estigmas de la Pasión de Cristo y tuvo también visiones de ésta, que el poeta Clemente Brentano recogió durante las visitas que le hacía. 

ANA CATALINA EMERICK

Esto, amigos, también entra en el rezo del Credo. Este año, no lo olvidemos, es el Año de la Fe y comienza precisamente hoy. El Papa ha querido que los cristianos católicos nos detengamos en esta oración, entre otras cosas, para profundizar en los motivos y fundamentos de nuestra credibilidad. Y dentro de mis limitaciones, estas entradas del blog son mi modesta aportación a las orientaciones papales.

En la entrada anterior, veíamos un Jesucristo roto físicamente pero con una fuerza interior, ante la trascendencia  del momento que estaba viviendo, porque se trataba, ni más ni menos, que de la salvación y rescate de la Humanidad en pleno, en su totalidad, de las garras del mal. En este punto retomo el tema que necesariamente va a tener varios momentos, a cual peor para el Salvador, pero que no obstante hemos de profundizar en ellos para darnos cuenta del papel y corresponsabilidad que cada uno tenemos con Jesús.

‘Llegado al sitio llamado Gólgota, que quiere decir el lugar de la Calavera, diéronle a beber vino mezclado con hiel; pero en cuanto lo probó, no quiso beberlo’ (Mt. 27, 33-34). No hay más explicación de ese momento. Los Evangelios son muy sucintos y parcos, pero realmente lo que les interesa es el protagonista de los hechos. Lo demás queda para los estudiosos, para los devotos que se detienen a meditar y analizar cada momento.

EXPOLIO DE XTO.-EL GRECO.-MANIERISMO.-CATEDRAL DE TOLEDO

¿Por qué nos cuentan tanto Mateo como Marcos que le dan esta bebida? A los condenados a este suplicio se lo daban para aliviar algo los dolores de la crucifixión. Parece ser que era algo así como un anestésico, pero Jesús lo rechazó. Quiso apurar la Redención hasta el límite. ¿Así de importantes somos nosotros para Él? Pues sí. Aunque no lo entendamos, ni falta que nos hace, porque el Amor no necesita explicaciones. Y Dios es Amor puro e infinito. Así es como ama a sus criaturas.

EXPOLIO DE XTO.-Francesco di Giorgio .- RENACIMIENTO


San Marcos nos cuenta que ‘le crucificaron y se repartieron sus vestidos, echando suerte sobre ellos para saber qué llevaría cada uno’. (Mc.15, 24). San Juan es más explícito en los detalles de este momento, recordando, incluso que la Escritura ya predijo esto en el Salmo 22 (21), versículo 19: ‘Los soldados, una vez que hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y la túnica. 

EXPOLIO DE JESÚS.-TIÉPOLO.-BARROCO

La túnica era sin costura, tejida toda desde arriba. Dijéronse, pues, unos a otros: -No la  rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para ver a quién le toca-, a fin de que se cumpliese la Escritura: -Dividiéronse mis vestidos y sobre mi túnica echaron suertes-. Es lo que hicieron los soldados’. (Jn. 19, 23-24). Eso significa que después de rechazar la bebida empezarían a desnudarlo.

SORTEO DE LA TÚNICA DE JESÚS.-HANS MEMLING.-RENACIMIENTO

Nada trajo en Belén y con nada se quedó en el Calvario. Era el expolio. Cabe suponer que sería después de esto cuando lo pusieron sobre la áspera cruz para iniciar el proceso de clavarlo a ella. La Beata Ana Catalina Emerich nos relata cómo fue, según su visión del texto que encabeza la entrada. De cualquier manera, horrible. Y lo aceptó.

CRUCIFIXIÓN DE XTO.-James Tissot.-S. XIX - XX

Cabe pensar, teniendo en cuenta el Documento que supone la Sábana Santa, que los clavos, en contra de lo que aparece en la mayoría de las representaciones artísticas, fueron clavados en las muñecas, no en las manos. El testimonio de varios médicos nos dice que de haberlos clavado en ellas se habría producido un desgarramiento y hubiese caído. El médico cirujano Pierre Barbet lo experimentó y comprobó que fue así, según el libro ‘El Hombre de la Sábana Santa’, de María Grazia Siliato, en el capítulo XVII.

MANOS DEL HOMBRE DE LA SÁNTA SÍNDONE
A continuación, los pies. ‘En cuanto Nuestro Señor estuvo clavado a los maderos, los esbirros ataron cuerdas a la parte superior de la cruz pasándolas por una anilla fijada en la parte posterior de la cruz, y con ellas unos alzaron la cruz, mientras otros la sostenían y otros empujaban el pie hasta el hoyo en donde se hundió con todo su peso y un estremecimiento espantoso. Jesús dio un grito de dolor a causa de la sacudida, sus heridas se abrieron, su sangre corrió abundantemente y sus huesos dislocados chocaban unos con otros’. (BEATA ANA CATALINA EMERICH. ‘La amarga pasión de Cristo’). 

ELEVACIÓN DE LA CRUZ. TRIPTICO.-Peter Paul Rubens.-BARROCO

Créanme. No me complazco en absoluto reproduciendo textos de esta Beata. Ignoro si realmente ocurrieron exactamente así los hechos, pero si la Iglesia la ha beatificado significa que es de fiar. En cualquier caso, si no fueron así, serían muy aproximados y lo que realmente vale es que nos detengamos en estimar el valor que tenemos para un Dios, capaz de crear un universo con lo que contiene, y que no duda en sufrir esos tormentos con tal de no perdernos y que vivamos en su Reino para siempre.

 Es nuestra imaginación de adultos la que debe trasladarse a ese momento y analizarlo. Conozco quien meditando la crucifixión se le ha puesto el vello de punta y ha llorado con amargura. No es para menos. Todos huimos del dolor por insignificante que sea. Él lo aceptó sabiendo lo que le aguardaba, al menos en Getsemaní. San Pablo debió sentirse aludido muy directamente y asumir el significado de la Crucifixión cuando escribió  a los cristianos de Colosas: ‘Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros y suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia’. (Col. 1, 24). Y pienso que también el sentido del dolor humano en la enfermedad o en cualquier otro, unido al de Cristo en la Cruz.

CRUCIFIXIÓN DE CRISTO.-Jacopo Tintoretto.-MANIERISMO

La crucifixión es un tema que los Santos Padres no obviaron y la tuvieron siempre presente en su vida y su predicación. San Cirilo dice: “Jesús fue crucificado por ti a pesar de su inocencia, ¿no serás crucificado por Aquél que fue crucificado por ti? No concedes un favor, pagas tu deuda a Aquél que fue crucificado por ti sobre el Gólgota”.  Para llegar a esta conclusión tuvo que haberlo meditado mucho, como cualquier cristiano que se tome mínimamente en serio a Jesús de Nazaret.

No obstante la crucifixión no quedó ahí. Aún tuvo unos detalles que merecen un comentario específico en la próxima entrada.

NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS.-JUAN DE JUNI.-RENACIMIENTO

Que Cristo Doliente, solidario con toda la Humanidad, y su Madre, Nuestra Señora de las Angustias nos bendigan y protejan.