jueves, 25 de julio de 2013

Creo en el Espíritu Santo (I)

ESPÍRITU SANTO.-Corrado Giaquinto.-ROCOCÓ
Eso decimos cada vez que rezamos el Credo. Y es cierto que creemos en Él, pero ¿qué sabemos de Él?
El día 31 de mayo de 2009 publicaba una entrada en la que decía: ‘Ignoro si Vds. son observadores o no, pero ¿se han dado cuenta que al rezar el Credo, cuando nombramos al Espíritu Santo decimos ‘Creo en el Espíritu Santo’ y ya no decimos nada más de Él? A continuación pasamos a ‘Creo en la Santa Iglesia Católica, etc...’. Si nos damos cuenta, al principio de esa oración se nombra al Padre, Primera Persona de la Santísima Trinidad, diciendo algo de Él aunque sea un poco. Se nombra a Jesucristo, Segunda Persona de la Trinidad, que tomó nuestra carne mortal y recordamos muy brevemente esa gesta inmensa, infinita, de la Redención….’
Al empezar a escribir esta entrada me ha venido a la cabeza el mismo interrogante, porque a pesar de los cuatro años transcurridos continuamos prácticamente igual: Creemos que el Espíritu Santo es la Tercera Persona de la Santísima Trinidad. Sabemos que Jesús ‘fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo’. (Estas son también palabras del Credo).
ESPÍRITU SANTO CONSOLADOR.-MICHAEL DUDASH.-S.XX
Antes del Cónclave que debía realizarse para la elección de nuevo Papa, por la renuncia de Benedicto XVI,  todo el mundo tenía sus ‘candidatos’. La prensa de todo tipo hacía sus estudios sobre la personalidad de los papables y, como es habitual, nadie acertó. ¿Por qué? Muy sencillo. La gran mayoría obviaba un factor fundamental y básico en ese y en todos los Cónclaves habidos y por haber. Se tenía en cuenta la preparación y cualidades de los cardenales, pero ¿cuántos hablaron del Espíritu Santo, auténtico protagonista de todos los Cónclaves?
Todo el mundo sabe que al comienzo de todos ellos se entona el ‘Veni creator Spiritus’. Con este canto se invoca al Espíritu Santo para que esté presente en todos. 
CÓNCLAVE ELECCIÓN PAPA FRANCISCO
Todos ellos tienen la grave responsabilidad de elegir el nuevo Sumo Pontífice de la Iglesia Católica y los ilumine, pero a la hora de la verdad, nadie, o muy pocos, lo colocan en sus escritos periodísticos o en sus comentarios. Es como si no existiera o nada dependiera de Él. Y es lo contrario. TODO depende de Él.  
Cuando el hoy Papa Francisco hacía su aparición en la logia de las bendiciones de San Pedro del Vaticano, caían por los suelos todas las especulaciones. ¿Cómo era posible? ¿Quién era el nuevo Papa? También muy sencillo: precisamente el elegido por el Espíritu Santo, Tercera persona de la Santísima Trinidad, que ‘procede del Padre y del Hijo, y que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas’. (También son palabras del Credo), había demostrado quién era el auténtico protagonista de los Cónclaves.
Les confieso que cuando esto sucedió e impartió su primera bendición ‘Urbi et orbe’, no pude menos que dar gracias al Altísimo por este nuevo y perenne regalo que hacía a su Iglesia, como cada vez que elige a quien sabe que es el que en ese momento debe llevar el timón de la Barca de Pedro. 
EL PAPA FRANCISCO EN  LA LOGIA DE LAS BENDICIONES 
Después…los hechos de Francisco han demostrado, una vez más, que el Espíritu no se equivoca y sabe lo que quiere y a quien quiere en cada momento. Aunque humanamente no lo podamos entender. Ni falta que nos hace. Nuestra fe debe ser la respuesta personal de cada uno con la esperanza puesta en Aquel para ‘quien no hay nada imposible’. (Lc. 1, 37). Para eso son virtudes que, junto con el amor, forman el trípode que Dios nos da para, entre otras cosas, nuestra perfección y su mejor seguimiento.
Pero también debemos tener en cuenta otras muchas cosas del Espíritu divino, entre ellas que desde el principio del Libro de los libros, La Biblia, que contiene la Palabra de Dios, está presente de muy diversa maneras, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, bien sea por su acción al principio: ‘La tierra era una soledad caótica y las tinieblas cubrían el abismo, mientras el espíritu de Dios aleteaba sobre las aguas’ (Gen. 1, 2), bien sea por boca de los profetas cuando dicen ‘Después de esto yo derramaré mi espíritu sobre todo hombre. Vuestro hijos e hijas profetizarán, vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros jóvenes, visiones. Y hasta sobre los siervos y las siervas derramaré mi espíritu en aquellos días’. (Jl, 3, 1-2). También Ezequiel refiere: ‘Infundiré mi espíritu en vosotros y haré que viváis según mis mandamientos, observando y guardando mis leyes’. (Ez. 36, 27).
PROFETA EZEQUIEL.-VISIÓN.-FRANCISCO COLLANTES.-BARROCO 
Así es. Desgraciadamente todavía es un gran desconocido. En una homilía dominical, el sacerdote dijo entre otras cosas, que cuando en un funeral rociaba con agua bendita el féretro con el difunto, era porque hacía presentes las palabras de San Pablo: ‘¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo que habéis recibido de Dios y que habita en vosotros?’ (I Cor. 6,19).  Explicaba que el difunto estaba bautizado, había recibido el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía, Dios había hecho morada en él,…Ahora que iba camino del Padre, era lógico que se le aspergiese con el hisopo.
Aunque Dios sea Trinitario, esto es, tiene tres Personas, pero solamente hay un Dios verdadero, eso no obsta que a cada una de las Personas se le atribuya una función. Así, el Padre se ha dicho que es Creador; el Hijo, Redentor; el Espíritu Santo, Santificador. Es una manera de expresarnos según el vocabulario y las estructuras lingüísticas de cada lengua, pero todas ellas son humanas y, por tanto, insuficientes, cortas, limitadas. Por ejemplo.
Acabo de decir que el Espíritu Santo es Santificador, pero realmente nuestra santificación es una obra de la Trinidad Santísima.
El beato Juan Pablo II exponía: ‘La primera fuente a la que podemos dirigirnos es un texto joaneo contenido en el «discurso de despedida» de Cristo el día antes de la pasión y muerte en cruz. Jesús habla de la venida del Espíritu Santo en conexión con la propia «partida», anunciando su venida (o descenso) sobre los Apóstoles. «Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Paráclito; pero si me voy os lo enviaré» (Jn 16, 7).
El contenido de este texto puede parecer paradójico. Jesús, que tiene que subrayar: «Pero yo os digo la verdad», presenta la propia «partida» (y por tanto la pasión y muerte en cruz) como algo bueno: «Os conviene que yo me vaya ... ». Pero enseguida explica en qué consiste el valor de su muerte: por ser una muerte redentora, constituye la condición para que se cumpla el plan salvífico de Dios que tendrá su coronación en la venida del Espíritu
Santo; constituye por ello la condición de todo lo que, con esta venida, se verificará para los Apóstoles y para la Iglesia futura a medida que, acogiendo el Espíritu, los hombres reciban la nueva vida. La venida del Espíritu y todo lo que de ella se derivará en el mundo serán fruto de la redención de Cristo’. (Catequesis 26 de abril de 1989)
Constantemente Jesucristo va haciendo presente el Espíritu Santo en su predicación dándolo a conocer, especialmente a sus discípulos. Pero ellos todavía no lo entendían. Eso sería a partir de Pentecostés. La presencia del Espíritu Santo también está presente, de forma más o menos velada, en el Antiguo Testamento, como he dicho anteriormente.
No me resisto a citar un pasaje en el que lo podemos comprobar. Imaginémonos la situación: José, hijo de Jacob, ha sido vendido por sus hermanos. Está en prisión. El Faraón tiene un sueño con unas vacas gordas y otras flacas. No entiende su significado. Sus sacerdotes y adivinos no consiguen averiguar nada y su agitación aumenta. Su copero mayor le habla de José, Faraón ordena que vaya a su presencia y el joven hebreo no solamente interpreta su sueño, aclarándole que ‘No soy yo, sino Dios, quien dará al faraón una respuesta favorable’, sino que le aconseja lo que debe hacer para solucionarlo. La respuesta del mandatario egipcio no se hace esperar, y fijémonos en ella, en el ‘pequeño’ detalle de su respuesta: ‘¿Dónde vamos a encontrar un hombre como éste en quien esté el espíritu de Dios?’ (Gen. 41, 1-43).
JOSÉ INTERPRETA LOS SUEÑOS DE FARAÓN.-REGINALD ARTHUR.-S. XIX
 Efectivamente. ¿Dónde vamos a encontrar Alguien que esté cuidando de nosotros, dándonos a conocer sutil y delicadamente cuanto debemos hacer cada día, morando en nosotros cuando por nuestra parte nos abrimos a Él? Pero esa es la cuestión. Muchísima gente de hoy no se lo acaba de creer. O incluso persigue o ridiculiza esas creencias. ¡Qué pena! La humanidad está tan materializada que no deja resquicio alguno para la espiritualidad. No se detiene ningún momento para pensar un poquito en ese Dios que saben que está ahí, pero lo consideran cosas de niños o ‘de beatos’.
Dejo aquí esta primera parte, si no, sería demasiado extenso, ya que hablar del Espíritu Santo sería como para no acabar nunca. Pero les doy mi palabra que en la próxima entrada lo termino. Al menos, por ahora. Más adelante…Dios dirá.
Que la Santísima Trinidad y nuestra Madre, la Virgen de Oñate, nos bendigan



domingo, 7 de julio de 2013

Vendrá a juzgarnos…(y II)

JUICIO FINAL.-JEAN COUSIN EL JOVEN.-RENACIMIENTO
Dejamos la entrada anterior con el profeta Isaías. Seguimos con él. Sigue diciendo Dios por medio del profeta: ‘Si obedecéis y hacéis el bien, comeréis los frutos de la tierra, si os resistís y sois rebeldes, os devorará la espada. Lo ha dicho el Señor’ (Is.1, 19). En definitiva, San Juan recoge esto en su primera carta: ‘Quien no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor. Dios nos ha manifestado el amor que nos tiene enviando al mundo a su Hijo único, para que vivamos por Él. El amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo para librarnos de nuestros pecados’. (1Jn. 4, 8-10). ¿No es esto un canto al Amor de Dios hacia nosotros?
JUICIO UNIVERSAL.-FRA ANGELICO.-RENACIMIENTO
 Del Amor (así, con mayúscula) viene necesariamente todo bien. Si se cumple, la voluntad y los planes de Dios son fiel reflejo en nosotros, que nadie dude que nada habrá que temer a ese juicio personal que tendremos al finalizar nuestra existencia.  El amor será quien marcará nuestro destino. Como dice San Juan de la Cruz, ‘Al atardecer de tu vida te examinarán en el amor; aprende a amar como Dios quiere ser amado y deja tu condición’.
 Es así de sencillo, pero en muchos casos, cuesta. Nos cuesta mantener la fidelidad a Dios y surgen ocasiones en las que hablamos más de la cuenta, por ejemplo, enjuiciando a otras personas. Sin darnos cuenta pasamos a emitir juicios sobre la actuación de alguien que conocemos diciendo lo que ha hecho bien o mal. 
JUICIO FINAL.-Bernaert van Orley.-RENACIMIENTO
¿Tenemos algún derecho a ello? Podremos, en cualquier caso, juzgar hechos, situaciones problemas,…pero nunca a las personas. Con ello no haríamos otra cosa que faltar a la caridad. Y a eso no tenemos derecho.
Cuando nos reconocemos pecadores de algo, no nos gusta que se airee y se conozca. Pasaríamos mucha vergüenza, ¿verdad? Pero que no nos quepa duda alguna que cuando muramos y vayamos a presencia del Todopoderoso, además de encontrarnos con Él también nos encontraremos, como decía más arriba, todos nuestros hechos, pensamientos, palabras ofensivas pronunciadas, omisiones que tuvimos cuando debiendo hacer algo no quisimos por comodidad u otra circunstancia. Todo estará al descubierto. Luego recibiremos lo que, según la justicia divina, ya inapelable, la recompensa merecida por nuestros actos y actitudes: el Reino de Dios si le hemos sido fieles o el castigo eterno reservado a quienes han servido al Mal, a las tinieblas.
 Jesús, en la cruz, cuando Dimas le pide que se acuerde de él cuando llegue a su Reino, no tiene ningún problema, a pesar del tremendo suplicio, los dolores y las angustias que padecía, en darle su respuesta ante ese arrepentimiento del último momento: ‘Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso’. (Lc. 23, 43).
JESÚS Y DIMAS, EL BUEN LADRÓN.-TIZIANO.-RENACIMIENTO 
Y eso es un consuelo para todos. Jesús siempre está al quite ante el verdadero arrepentimiento de cualquier pecador y su cambio de vida. Nadie le gana en generosidad ni en misericordia.
Pero tengamos claro todos que si nadie le gana en misericordia, tampoco le gana nadie en justicia. Él es infinitamente justo y nadie le puede engañar. Con Él no sirven subterfugios  ni engaños. Lo conoce todo. Lo sabe todo. Y con Él nadie puede jugar ni tomárselo a la ligera. Lleva las de perder. Seguro. Pero la banalización de estas realidades eternas es excesivamente frecuente en nuestros días. ¡Cuántas personas conozco que ante la idea de ser juzgadas después de su muerte trivializan esta realidad! ‘Yo como soy de buenos sentimientos, no mato ni robo a nadie y voy a Misa muchos domingos, ¿qué miedo voy a tener? Iré al cielo’. Con estas y otras palabras, pero con idéntico significado e intención, se autojustifican o, al menos, lo intentan.
Es inútil. No es suficiente. Eso es lo que creen que hacen, pero ¿cuál es la realidad? ¿Y las omisiones? ¿Y los juicios temerarios? ¿Y los muchos otros pecados, mortales o veniales, que existen? En un pueblecito donde residí unos años, solían acudir al Sacramento de la Reconciliación una vez al año. Cuando salían del templo solían decir que ‘ya habían cumplido con la Parroquia’. Y ya se despedían hasta el año siguiente. Cada uno puede sacar sus propias conclusiones, pero es un tema con la suficiente seriedad como para no tomárselo a broma.
Otros piensan en divertirse y vivir bien pensando que ya tendrán tiempo de arrepentirse y confesarse. ¿Es que conocen el momento y la hora que les va a tocar?
JUICIO FINAL.-WILLIAM BLAKE.-NEOCLASICISMO
 Estarán cayendo en la actitud del rico que pensó destruir sus graneros y construir otros más grandes. No pensaba en la muerte, pero ya hemos visto su insensatez, en palabras de Cristo, porque le había llegado su hora.  De verdad que Dios nos quiere con locura, pero no lo tomemos a la ligera. Dios aguanta lo indecible, pero cuando le parece llama ante Él a la persona que quiere, hombre o mujer, niño o niña, joven o anciano, y para esa persona comienza su juicio particular
 ‘Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos’, dice el Credo. Pero, ¿es esa la idea de Dios? Dice el Catecismo de la Iglesia Católica: ‘El Hijo no ha venido para juzgar, sino para salvar y para dar la vida que hay en Él. Es por el rechazo de la Gracia en esta vida por lo que cada uno se juzga ya a sí mismo; es retribuido según sus obras y puede incluso condenarse eternamente al rechazar el Espíritu de amor’. (Cat. de la Iglesia Católica, punto número 679).
 Claro, que…precisamente porque Dios es justo, tiene una vía intermedia. Está clarísimo que Dios no desea perder a nadie.
PURGATORIO.-HERMANOS LIMBOURG.-GÓTICO INTERNACIONAL
 Quiere la salvación de todos. Y hay muchísimos casos de cristianos que habiendo intentado seguir los planes del Creador en sus vidas, tienen alguna mancha (por llamarlo de alguna manera) que impide la entrada en la Gloria pero no justifica tampoco la condenación eterna. Su destino es el Purgatorio. Una vez purificada su alma irá a gozar de la plenitud de Dios en su Reino. Ya sé que se cuestiona la existencia del Purgatorio, pero me ciño a las enseñanzas de la Iglesia Católica. Y, personalmente, lo creo.
‘Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo’. (Catecismo de la Iglesia Católica. Punto número 1030)
Aunque no está todo concluido. Al final de los tiempos vendrá el Juicio Universal. El de todos. ‘La resurrección de todos los muertos, de los justos y de los pecadores, precederá al juicio final. Esta será la hora en la que todos los que estén en los sepulcros oirán su voz y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación’. (Catecismo de la Iglesia Católica. Punto número 1038).
JUICIO FINAL .-TRÍPTICO.-FRA ANGÉLICO.-RENACIMIENTO
Aquí tiene la lógica explicación evangélica del momento, enseñada por el mismo Jesucristo: ‘Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria rodeado de todos sus ángeles, se sentará en el trono de gloria, que es suyo. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y separará a unos de otros, al igual que el pastor separa las ovejas de los cabritos. y pondrá a aquellas a su derecha y a estos a su izquierda. Entonces el Rey dirá a los que están a su derecha: «Venid, benditos de mi Padre, y tomad posesión del reino que ha sido preparado para vosotros desde el principio del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber. Fui forastero y me recibisteis en vuestra casa. Anduve sin ropas y me vestisteis. Estuve enfermo y me visitasteis. Estuve en la cárcel y me visitasteis.»
            Entonces los justos dirán: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te dimos de comer, o sediento y te dimos de beber? ¿Cuándo te vimos forastero y te recibimos, o sin ropa y te vestimos?  ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?  El Rey responderá: «En verdad les digo que, cuando lo hicisteis con alguno de los más pequeños de estos mis hermanos, me lo hicisteis a mí.»
Dirá después a los que estén a la izquierda: «¡Malditos, alejaos de mí, id al fuego eterno, que ha sido preparado para el diablo y para sus ángeles! Porque tuve hambre y no me disteis de comer; tuve sed y no me disteis de beber;  era forastero y no me recibisteis en vuestra casa; estaba sin ropa y no me vestisteis; estuve enfermo y encarcelado y no me visitasteis.»
JUICIO FINAL.-Joos van Cleve .-RENACIMIENTO
Estos preguntarán también: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento, desnudo o forastero, enfermo o encarcelado, y no te ayudamos?» El Rey les responderá: «En verdad os digo: siempre que no lo hicisteis con alguno de estos más pequeños, dejasteis de hacérmelo a mí.»  Y éstos irán a un suplicio eterno, y los buenos a la vida eterna’. (Mt. 25, 31-46)
Lo conocen, ¿verdad? Es irrefutable. Es Palabra de Dios.
Que Jesús, triunfante y glorioso, y su Madre, la Virgen del Carmen, patrona de la almas del Purgatorio y de los marinos, cuya Novena estamos realizando, nos bendigan y asistan constantemente.