viernes, 14 de febrero de 2014

Creo en el perdón de los pecados

SACRAMENTO DE LA RECONCILIACIÓN.-JOSÉ BENLLIURE Y GIL.-S. XIX - XX
      Si hay alguna cosa que no se le puede negar a Jesucristo es su actuación con las gentes que le escuchaban, que le presentaban o a quienes se dirigía 'perdonando sus pecados'. Aunque no se lo pidieran expresamente.
      Realmente aquellas personas no podían imaginar que aquel hombre joven, a quien muchos de ellos habían visto crecer, podía perdonar los pecados, porque eso está reservado únicamente a Dios. Y ellos veían en Jesús una persona absolutamente normal como ellos mismos lo eran.
      Solamente con el paso del tiempo , oyéndolo predicar y presenciando sus curaciones milagrosas (cuando no era verlo resucitar un muerto), empezaron a vislumbrar en Él algo más. Incluso algunos, como Nicodemo, pudieron intuir que el Mesías esperado podía ser aquel hombre, a pesar de que su figura se alejaba totalmente de la concepción que los hebreos tenían del Mesías, pues pensaban que sería como un  nuevo Rey David o un guerrero poderoso. En el caso de Jesús, encajaba mucho más en Él que fuese el Señor del Perdón y de la Misericordia.
EN CASA DE SIMÓN EL FARISEO.-PAOLO CALIARI, EL VERONÉS.-RENACIMIENTO
      En la comida celebrada en la casa de Simón el fariseo,que lo invitó para hablar con Él y conocerlo mejor, quedó patente este hecho, pues una pecadora arrepentida, al parecer conocida por todos los presentes, se coloca detrás del Maestro llorando y con sus propias lágrimas bañándole los pies a la vez que se los ungía con el ungüento que llevaba.
      El pasaje puede leerse en el Evangelio de San Lucas, capítulo 7, versículos 36 a 50. De él pueden sacarse muchas conclusiones pero lo importante en este momento es la actitud de Jesús con el arrepentimiento de aquella mujer. Tras ponerle un ejemplo a Simón y forzando una respuesta por parte suya, se dirige a la mujer para decirle: '-Tus pecados te son perdonados'. Esto provocó una reacción interna  entre los comensales que se dijeron para sus adentros: '¿Quién es este que hasta perdona los pecados?' Pero es en la despedida que da a la mujer donde quedan totalmente zanjadas las dudas de los presentes: 'Jesús dijo a la mujer: -Tu fe te ha salvado. Vete en paz'.
      Actualmente existe mucha gente  que incluso cuando va al templo para asistir a la celebración dominical de la Eucaristía, ciertamente recita el Credo, pero ¿sabe lo que está diciendo? ¿Es consciente, por ejemplo, en lo que supone decir en voz alta 'creo en el perdón de los pecados'? 

EL PERDÓN DE LOS PECADOS.-ÓLEO 
Digo esto porque conozco muchas personas que no le dan la importancia que merece el Sacramento de la Reconciliación en nuestras vidas y se contentan con ir a confesarse una vez al año. Y eso si es que lo hacen.
      Estoy casi seguro que será una actitud inadvertida la que tienen, pero ¡ojo! Podría ser un desprecio a Dios que para devolvernos la Vida no dudó en enviarnos a su Hijo para rescatarnos de las garras del Mal en las que estábamos desde el primer pecado de nuestros primeros padres y que pudiéramos gozar de la misma Vida de Dios a través de la Gracia. En ese objetivo conforma Jesucristo su predicación, sus enseñanzas, sus mensajes,... Conoce perfectamente la inclinación al pecado que tiene nuestra naturaleza y desea dotarnos de los medios necesarios para vencer al Padre de la Mentira.

      Pienso que sería absurdo haber estado predicando el perdón, perdonando Él mismo a los pecadores, y luego dejarnos solos ante nuestras limitaciones e impotencias. 
JESÚS RESUCITADO ENTRE LOS APÓSTOLES.-HARRY ANDERSON.-S. XX
Si eligió doce hombres para que lo acompañaran en su misión fue precisamente para hacerlos continuadores de su misión y transmitirles el poder de seguir perdonando los pecados en su Nombre.
      De eso no existe duda alguna para nadie,pues sería necio negarlo cuando existen en los Evangelios testimonios suficientes de esto. Por ejemplo, el de Juan: 'Al atardecer de aquel día, el primero de la semana, estando cerradas, por miedo de los judíos, las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, se presentó Jesús en medio de ellos y les dijo: "La paz con vosotros. Como el Padre me envió también yo os envío". Dicho ésto sopló sobre ellos y les dijo: "-Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos".
      El Papa, en la audiencia general del miércoles 20 de noviembre de 2013, hablando del perdón de los pecados, dijo: 'El soplo de Jesús, acompañado por las palabras con las que comunica el Espíritu, indica la transmisión de la vida, la vida nueva regenerada por el perdón. Pero antes de hacer el gesto de soplar y donar el Espíritu, Jesús muestra sus llagas, en las manos y en el costado: estas heridas representan el precio de nuestra salvación.
El Espíritu Santo nos trae el perdón de Dios "pasando a través" de las llagas de Jesús. Estas llagas que Él quiso conservar. También en este momento Él, en el Cielo, muestra al Padre las llagas  con las cuales nos rescató.

     Por la fuerza de estas llagas, nuestros pecados son perdonados: así Jesús dio su vida para nuestra paz, para nuestra alegría, para el don de la Gracia en nuestra alma, para el perdón de nuestros pecados. Es muy bello contemplar a Jesús de este modo'.
      Sí, señores. Les da el poder de perdonar en su Nombre. Es decir, Dios perdona al hombre a través de otros hombres, en este caso los Apóstoles y sus sucesores los sacerdotes. Les da el poder de atar y desatar, como le dijo a Pedro: 'Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos. Todo lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y todo lo que desates en la tierra, quedará desatado en el cielo'. (Mt. 16, 19).
      Es también el Papa quien nos explica este poder: 'Jesús da a los Apóstoles el poder de perdonar los pecados. Es un poco difícil comprender cómo un hombre puede perdonar los pecados, pero Jesús da ese poder. La Iglesia es depositaria del poder de las llaves, de abrir o cerrar al perdón. Dios perdona a todo hombre en su soberana misericordia, pero Él mismo quiso que quienes pertenecen a Cristo y a la Iglesia reciban el perdón mediante los ministros de la comunidad.' Esto lo dice el Vicario de Cristo en la tierra, el sucesor de Pedro.

     Entonces está totalmente fuera de la voluntad de Dios lo que algunas personas dicen que ellos 'se confiesan directamente con Dios', lo cual no resulta válido según estamos viendo, porque el perdón divino tiene que llegar precisamente a través del Sacramento de la Reconciliación y recibiendo la absolución de los pecados a través de un hombre, también pecador, pero que ha recibido el Sacramento del Orden Sacerdotal y que al ser una persona como nosotros los penitentes, puede entender perfectamente nuestras limitaciones y flaquezas. Además. Si nos 'confesamos con Dios', ¿qué garantía tenemos de haber recibido el perdón por su parte? ¿Cómo sabemos que Dios nos ha perdonado?
Les confieso que cuando mi director espiritual, tras oírme en confesión y hacerme las recomendaciones pertinentes, me dice: 'Escucha cómo Dios te perdona', se me eriza la piel, porque es el mismo Dios el que va a abrazarme en ese momento con su perdón. Continúa el sacerdote diciendo: 'Dios Padre misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y resurrección de su Hijo, y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz, Y YO TE ABSUELVO DE TUS PECADOS EN EL NOMBRE DEL PADRE, DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO'.
   Los sentimientos internos que se producen son inenarrables. ¿Cómo se puede explicar que en ese preciso momento el Dios Creador del Universo nos está enviando a vivir su amistad y a trabajar por Él, con Él y en Él, teniendo la seguridad de nos ha otorgado su perdón, de que nos va a ayudar en cuanto necesitemos, de que si volvemos a caer, Él estará dispuesto de nuevo a ayudarnos, a levantarnos, con su perdón y su Gracia,...
      ¿Que si creo en el perdón de los pecados? ¡¡Pues claro que sí!! Con todo mi corazón, con toda mi fuerza, con toda mi mente, con todo mi ser,...Contamos con la ayuda de Jesucristo y con su Misericordia. ¿Qué más queremos? Permítanme finalizar con las palabras que empleó el Santo Padre para terminar su Catequesis: 'Queridos hermanos, como miembros de la Iglesia, ¿somos conscientes de la belleza de este don que nos ofrece Dios mismo? ¿Sentimos la alegría de este interés, de esa atención maternal que la Iglesia tiene hacia nosotros? ¿Sabemos valorarla con sencillez y asiduidad?
      No olvidemos que Dios no se cansa de perdonarnos. Mediante el ministerio del sacerdote nos estrecha en un nuevo abrazo que nos regenera y nos permite volver a levantarnos y retomar de nuevo el camino. Porque ésta es nuestra vida: volver a levantarnos continuamente y retomar el camino'.
NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO.-MELCHOR PÉREZ DE HOLGUÍN.-BARROCO COLONIAL
      Que Nuestro Señor Crucificado  y su bendita Madre Nuestra Señora del Rosario nos bendigan.