miércoles, 30 de abril de 2014

Las Postrimerías II: la muerte. Parte primera

FINIS GLORIAE MUNDI.-JUAN VALDÉS LEAL.-BARROCO
      Tras la exposición, necesariamente breve, de las causas que dieron lugar a los cuatro componentes de los Novísimos o Postrimerías, comienzo la exposición, también necesariamente breve, de cada uno de ellos, si bien debemos considerar que cada uno de ellos forma parte de un todo. Todos están íntimamente relacionados entre sí como iremos viendo. El primero es la muerte necesariamente, ya que es la entrada en la otra vida, sea la que fuere, pero en cualquier caso ya es para la eternidad. Los otros tres ocurren después de ella.
      ¿Qué se puede decir de la muerte? Es un hecho real y cotidiano. Diariamente en todos los lugares del mundo mueren personas. Podríamos decir sin temor a error alguno que tiene dos características propias: es cierta por lo que he nombrado anteriormente; pero a la vez es incierta en el sentido de que nadie conoce el cuándo ni el cómo deba suceder. Lo mismo mueren ancianos que niños y en distintas circunstancias. No obstante, ¿ya se acaba todo? ¿Todo lo que hemos vivido, sufrido, amado,...se acaba? Desde mi punto de vista de cristiano católico, no. Rotundamente, no. Negar esto supone la negación del Credo, especialmente de los puntos finales donde decimos creer en la resurrección de los muertos y en la vida eterna.
      Estamos viviendo tiempos difíciles en los que solemos pasar de largo o de puntillas sobre este tipo de cosas. Va discurriendo nuestra existencia inmersa en los problemas de la vida diaria: el trabajo, la familia, las preocupaciones sociales,...pero de temas trascendentes como el que ahora nos ocupa así como de lo que hay detrás de ella, se suelen evitar de plano como si no existieran o no tuvieran nada que ver con cada uno de nosotros, lo cual no es impedimento para que algunos deriven sus inquietudes , su vocación de eternidad, por caminos equivocados: espiritismo, magia, sectas, etc. Son errores de bulto. El anterior Papa Benedicto XVI dijo en una ocasión el año 2008: 'También hoy es necesario evangelizar sobre la muerte y la vida eterna, realidades particularmente sujetas  a supersticiones y sincretismos, para que la verdad cristiana no corra el riesgo de mezclarse con mitologías de diferentes tipos'.
      La muerte vista desde el aspecto positivo del cristianismo, tiene un sentido trascendente que nos permite asumirla sin temor alguno, si la vida también la hemos desarrollado desde ese positivismo cristiano y evangélico. San Pablo se refiere a ella en diversas ocasiones, pero destaco dos de ellas contenidas en sus Cartas. Una la dirige a los filipenses: 'Para mí la vida es Cristo y la muerte una ganancia'. (Fil. 1, 21). La otra va dirigida a Timoteo: 'Es doctrina segura: si morimos con Él, viviremos con Él. Si perseveramos, reinaremos con Él. Si lo negamos, también Él nos negará. Si somos infieles, Él permanecerá fiel, porque no puede negarse a sí mismo'. (2Tim. 2, 11-13).       ¿Recuerdan el Evangelio de Juan? En él nos expone los deseos de Jesús de tenernos a todos junto a Él en la Eternidad y así se lo pide al Padre en esa oración tan hermosa cuando sabe que ha llegado su hora: 'Padre, yo deseo que todos estos que tú me has dado puedan estar conmigo donde esté yo,para que contemplen la gloria que me has dado, porque tú me amaste antes de la creación del mundo'. (Jn. 17, 24).
      Pienso que la muerte debemos mirarla de frente sin preocuparnos excesivamente del día y de las circunstancias. ('En cuanto al día y la hora, nadie lo sabe, ni aun los ángeles del cielo, ni el Hijo. Solamente lo sabe el Padre'. Mt. 24, 36), aunque sí deberíamos pensar que podemos asumirla como hizo Jesucristo con la suya: 'Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: -Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu. Y dicho esto, expiró'. (Lc. 23, 46). 
      Me refiero a que ese momento trascendente lo podemos transformar en un acto de obediencia al padre, ya que nos dirigimos a su encuentro. ¿Recuerdan la parábola de las vírgenes prudentes y de las necias? (Mt. 25, 1-13). Es una llamada de atención de nuestro Maestro a cada uno. Debemos imitar a las vírgenes prudentes y mantener llena nuestra lámpara con el aceite de la Gracia. En definitiva se traduce en intentar estar siempre dispuestos para este Encuentro y los Sacramentos son unos magníficos apoyos y ayudas para conseguirlo. Incluso, desde cualquier momento de nuestra existencia, ofrecerle a Dios ese momento culminante por la persona o intención que deseemos, por cualquier problema familiar, social o del tipo que fuere, etc.
      Dentro de su aspecto positivo podemos verla con los mismos ojos del pensamiento de Santa Teresita del Niño Jesús: 'Yo no muero, entro en la Vida'. Si hemos ido desarrollando una Fe viva, madura, sin fisuras en nuestro Redentor Jesucristo como Él desea, aceptaremos la muerte con un paso sereno, seguro, sin traumatismos estériles, porque sabremos que vamos a un encuentro personal con el Jesús del Evangelio y de la Historia que estará esperándonos para recibirnos con el abrazo de bienvenida a su Reino.
      Es verdad que morir supone, humanamente hablando, dejar esposo o esposa, hijos, nietos o nietas, amigos y otros seres queridos, pero jamás puede ser considerada como un camino sin esperanza alguna. Al contrario. La muerte supone el final de nuestro camino peregrino, pero además, fijándonos en algunos detalles. Por ejemplo: Ya se habrán dado cuenta que cada vez que rezamos el Ave María a la Virgen y le decimos '...ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte', estamos manifestando una confianza sin límites en su intercesión y valimiento ante la Santísima Trinidad. ¿A qué temer si nos encomendamos a su poder maternal? En la Salve también le rezamos diciendo: 'Ea pues, Señora, Abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre'. Más adelante culmina la petición: 'Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo'. El resto, que no será poco, lo hará Ella sin lugar a dudas. Especialmente en ese momento decisivo. Pero ciertamente también debemos implicarnos con la forma de vida que elijamos vivir. Si a pesar de nuestros pecados, de nuestros fallos, queremos aceptar los el cumplimiento de los planes y de la voluntad de Dios en nosotros, Él y Ella responderán. ¡Ya lo creo! A generosidad nadie les gana.
      Continuaremos este tema en la próxima entrada. Que nuestro Maestro, Jesús de Nazaret, y Nuestra Señora la Virgen del Saliente nos bendigan y acompañen.

domingo, 13 de abril de 2014

Las Postrimerías (I).-Preámbulo

LAS POSTRIMERÍAS DE FERNANDO III EL SANTO.-VIRGILIO MATTONI.-S. XIX
      O Novísimos. De las dos maneras se les llama. Después de terminar el comentario al contenido de los puntos finales del Credo y acabar diciendo que creemos 'en la resurrección de los muertos y en la Vida Eterna', parece de obligado cumplimiento tratar el contenido de lo que hay incluido en ese final por dos razones.
      La primera, porque al hablar de esos puntos finales del Credo hay que referirse necesariamente a la muerte, óbito, fallecimiento (démosle el nombre que queramos) de cualquier persona, independientemente de los años que haya vivido. Ese es el momento que finaliza el funcionamiento de nuestro organismo y, por consiguiente, de la vida en este mundo. Es algo que por todos está admitido como algo irremediable ya que que diariamente se está demostrando su existencia por la evidencia cotidiana de que cada día del año muere alguien.
     
La muerte, al encerrar en sí misma un matiz aparentemente tétrico, que equívocamente produce un cierto miedo o temor al dejar traslucir la presencia de un 'más allá' del que apenas sabemos nada, casi tenemos el deber de bucear  en su interior desde el aspecto positivo que tiene, que no es poco,  buscando despertar en cada uno de nosotros una fuerte esperanza en ese 'más allá' desde el fundamento de la fe y del Amor que Dios nos tiene. 
LA MUERTE.-EL BOSCO.-GÓTICO
      La segunda razón viene dada porque los respeto humanos personales y las corrientes laicistas que vivimos en el mundo de hoy, incluido el afán de determinadas personas y estamentos que niegan una Vida posterior, así como los valores que sustentan su consecución, nos van apartando cada vez más del sentido trascendente e inmortal que tenemos los seres humanos. O al menos lo intentan.
      Sí, amigos. Estamos destinados a la Eternidad mal que les pese a quienes quieran negarlo. Dios, autor de la Creación y por consiguiente del género humano, nos tenía destinados a ella después de pasar una etapa más o menos larga o breve en este planeta creado  para albergar su proyecto de felicidad en los hombres y mujeres, desde la primera pareja inicial hasta el final de este período, digamos de prueba o de conocimiento y trato con su Creador. La muerte NO entraba en los planes de Dios ni tampoco la desobediencia hacia Él, ni el sufrimiento o cuanto se pudiese oponer a su proyecto de vida.
     
Pero Dios también quiso que esa felicidad se la ganasen a pulso aquellos primeros seres humanos para que con su esfuerzo, obediencia y acatamiento consiguiesen el premio que su Creador les tenía preparado. La Creación entera se inclinaba ante la luminosa belleza  de aquella primera pareja humana recién creada. Dios se recreaba paseando con ellos en aquel Edén  y tanto la confianza como la naturalidad en el trato era mutuo. En uno de esos paseos llegó el momento vital y trascendente de conocer su lealtad y fidelidad  hacia Quien tantas esperanzas había puesto en ellos: 'Así que el Señor Dios tomó al hombre y lo puso en el huerto de Edén para que lo cultivara y lo guardara. Y dio al hombre este mandato: -Puedes comer de todos los árboles del huerto; pero no comas del árbol del conocimiento del bien y del mal, porque si comes de él morirás sin remedio'. (Gén. 2, 15-16).
      Podemos comprobar, como he dicho más arriba, que la muerte no existía entonces. Ni tampoco conocían lo que realmente significaba y contenía en sí mismo ese concepto. La palabra 'muerte' no les decía nada en absoluto y por eso hubo quien falazmente les explicó un significado falso, como padre de la mentira que era y lo sigue siendo en la actualidad. Primero plantea a Eva (divide y vencerás, por eso no les dijo nada a los dos conjuntamente) que Dios les ha prohibido comer de todos los árboles, y cuando Eva, incautamente, le expone la verdad, viene la andanada diabólica bajo la apariencia de un 'sano y amistoso' consejo: '¡No moriréis! Lo que pasa es que Dios sabe que en el momento que comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal'. Gén. 3, 4-5).
     
Hasta ahí tenemos la exposición de 'sanas razones' y falsos argumentos expuestos por la serpiente. Realmente Eva no tenía razones para pensar en la maldad de aquel animal que formaba parte, como ella, de la Creación de Dios. Ni tampoco de imaginar quién le hablaba realmente. Pero le faltó pensar, razonar y valorar el discurso de Dios y el de la serpiente, establecer una escala de valores y dilucidar en su elección quién estaba en primer lugar; si el Creador o la criatura. 
TENTACIÓN DE ADÁN Y EVA.-MASOLINO DA PANICALE.-RENACIMIENTO
       'La mujer se dio cuenta entonces de que el árbol era bueno para comer, hermoso de ve y deseable para adquirir sabiduría. así que tomó de su fruto y comió; se lo dio también a su marido, que estaba junto a ella, y él también comió. Entonces se les abrieron los ojos, se dieron cuenta de que estaban desnudos, entrelazaron hojas de higuera y se hicieron unos ceñidores'. (Gén. 3, 6-7).
      Ya no había solución. Ahora había que enfrentarse a las consecuencias. El objetivo de la serpiente estaba conseguido, pero su 'hazaña' también iba a tener su 'premio'. 'Oyeron después los pasos del Señor Dios que se paseaba por el huerto al fresco de la tarde, y el hombre y la mujer se escondieron de su vista entre los árboles del huerto'. (Gén. 3, 8)
EVA OFRECE EL FRUTO PROHIBIDO A SU MARIDO.-TINTORETTO.-MANIERISMO
      Conocemos bien el diálogo que siguió , con ellos y con la serpiente, a quien maldijo. Era lógico, ya que había desbaratado el proyecto inicial divino. Pero Él tenía, tiene y tendrá siempre infinitos recursos para reconducir situaciones. Y no resignándose a perder esa obra que con tanto mimo y esperanza había creado, ciertamente los expulsó del paraíso, pero no los dejó solos en ningún momento. No los abandonó. Y se lo dejó muy claro a la serpiente: 'Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, pero tú sólo herirás su talón'. (Gén. 3, 15). Esto es lo que conocemos como la primera promesa mesiánica.
EXPULSIÓN DEL PARAÍSO.-HENDRICK FRANS VERBRUGGEN.-BARROCO
      En este relato está expuesto el origen de estos cuatro contenidos de las Postrimerías de las personas. Ahora se irá analizando cada uno de ellos en distintas entradas.
        En estos momentos debemos disponernos a vivir en los días que seguirán, el Memorial de la realización de aquella primera Promesa Redentora del género humano. Ante nosotros se van a exponer todos aquellos sucesos que vivió el Enviado del Padre para redimirnos de aquella desobediencia por la que vino el pecado y la muerte. Veremos a Jesús de Nazaret en esos momento cruciales vividos como hombre y como Dios por Amor absoluto hacia los hombres y mujeres de todos los tiempos. En su núcleo, el Triduo Pascual, contemplaremos nuestra salvación si queremos seguir a Quien lo dio todo por nosotros. 
      Que Jesucristo Redentor y su Santísima Madre Nuestra Señora de la Redención, nos bendigan y ayuden en nuestro camino hacia el Padre.
NUESTRA SEÑORA DE LA REDENCIÓN.-FRANCESCO COZZA.-BARROCO