jueves, 19 de junio de 2014

El juicio seguirá a la muerte (y II)

JUICIO FINAL.-FRANCISCO PACHECO.-MANIERISMO
      Debemos partir de un hecho: Dios no desea condenar a nadie. Su mayor ilusión es acoger al pecador arrepentido de su vida pasada que acude al Sacramento de la Reconciliación. A partir de ese instante comienza una batalla sin cuartel para intentar vivir en él la vida de Dios. Eso Él lo valora y siempre lo tiene en cuenta. Anteriormente he comentado que  en ese juicio ante Dios presenciaremos nuestra vida de tal manera que reconoceremos que aquello que veamos ha ocurrido tal como fue si error alguno. Si es para bien, no nos preocupemos porque estamos ante el Dios de la Misericordia.
      Por eso precisamente, porque deseaba ardientemente dárnosla a conocer, eligió a una humilde monja, hoy santa, Santa Faustina Kowalska, de la Congregación de Nuestra Señora de la Misericordia, para que llegara a todos los rincones del mundo. A esta santa le dijo Jesucristo: 'Escribe que antes de venir como Juez, abriré de par en par la puerta de mi Misericordia. Quien no quiera pasar por esta puerta, tendrá que pasar por aquella de mi Justicia'.

      Para que nos demos cuenta de cómo es Jesucristo con cada uno de nosotros, anoto otro mensaje dado a la santa: 'Los mayores pecadores, ellos antes que los demás,tienen derecho a la confianza en el abismo de mi Misericordia. La mayor consolación la recibo de aquellas almas que se confían en mi Misericordia. A ellas concedo gracia por encima de sus deseos. No puedo castigar a aquel que, aun siendo un gran pecador, y el peor de todos, se confía a mi bondad: lo justificaré en mi inescrutable e inmensa Misericordia'. Analizando estos textos nos daremos cuenta que podemos tener fácil nuestro juicio particular.

      Nos manifiesta muy claro que desea la salvación de todos, empezando por los que sean más pecadores, si se vuelven a Él y se entregan con una inmensa fe a su infinita Misericordia. 
JESÚS Y EL BUEN LADRÓN.-TIZIANO.-RENACIMIENTO
Es el mismo mensaje que transmitió cuando estuvo predicando los años de su vida pública: 'No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a penitencia'. (Lc. 5, 32). El mismo evangelista nos transmite otro momento en que Jesús vuelve a manifestar  su llamada a los pecadores: 'Yo os digo que en el cielo será mayor la alegría por un pecador que haga penitencia  que noventa y nueve justos que no necesiten de penitencia'. (Lc. 15, 7).
      Uno de su discípulos experimentó en su propia carne lo que significaba la misericordia de Jesús. Mateo estaba sentado en su puesto de recaudador de impuestos. Era pecador a los ojos de todos, pero cuando el Maestro le comunicó que iría a su casa a cenar con él, hizo una gran fiesta e invitó a sus amigos, también pecadores. La gente murmuraba y hacía comentarios. Preguntaron a los apóstoles: 'Viendo esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: -¿Por qué vuestro Maestro come con publicanos y pecadores? Él, que los oyó, dijo: -No tienen los sanos necesidad de médico, sino los enfermos. Id y aprended lo que significa 'Prefiero la misericordia al sacrificio'. Porque no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores'. (Mt. 9, 11-13).
Podríamos estar poniendo más citas en este sentido, pero creo que a estas alturas queda claro el mensaje de Jesús de cara a la salvación y a llevar una vida acorde con la voluntad divina. Pero si alguien aún no lo acaba de ver y de asimilar, hay que darse cuenta de algo meridianamente claro: Dios quiere nuestra salvación eterna, sí, pero pero no violenta la libertad de las personas. Dios nos hizo libres y esa misma libertad que nos entregó es la que debemos emplear para elegir entre el bien y el mal, la salvación o la condenación. Quien se equivoque (y equivocarse es tremendamente humano y pedir perdón por el error, también), se da cuenta del error cometido, siempre tiene la posibilidad de emprender una vida según los deseos de la Divinidad. Precisamente para eso instituyó el Sacramento de la Reconciliación o del Perdón. Pero siempre con nuestra libertad para elegir por delante.

      Uno de los Padres de la Iglesia dice: 'Ved cuánto pesa todo lo que hacéis cada día: queráis o no, os aproximáis más al juicio; el tiempo no perdona. ¿Por qué, pues, se ama lo que se ha de abandonar? ¿Por qué no se hace caso del fin a donde se va va a llegar? (San Gregorio Magno. Homilía 15 sobre los Evangelios). No va muy descaminado, ¿no creen?

      Pero no queda así. Ciertamente tendremos ese juicio particular, personal, y recibiremos el justo premio o castigo al que el buen o mal empleo de la libertad que nos dio el Creador nos ha hecho acreedores. 
JUICIO FINAL.-WILLIAM BLAKE.-NEOCLASICISMO
Y la pregunta sigue siendo la misma: ¿Cómo será esto? Obviamente ni yo ni nadie lo sabe, ni siquiera Jesucristo sabía cuándo había de realizarse eso  el día que termine la existencia del mundo: 'En cuanto al día y la hora, nadie sabe nada, ni los ángeles del cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre.Cuando venga el Hijo del hombre sucederá lo mismo que que en tiempos de Noé. En los días que precedieron al diluvio, la gente comía, bebía y se casaba, hasta el día en que entró Noé en el arca; y no se dieron cuenta hasta que no vino el diluvio y los arrasó a todos. Pues así será también la venida del Hijo del hombre'. (Mt. 24, 36-38).
      Está referido al final del mundo: igual que en el juicio particular y después de la resurrección de los muertos, vendrá el Juicio Universal. Nuestro espíritu se unirá nuestro propio cuerpo y delante de todos se renovará el premio o castigo que teníamos, pero ahora será todo el 'ser' de cada persona quien sufrirá eternamente o vivirá la bienaventuranza eterna. En este aspecto sí que nos advierte el mismo Jesucristo: 'Cuando venga el Hijo del hombre en su gloria con todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria. Todas las naciones se reunirán delante de Él y Él separará unos de otros,como el pastor separa las ovejas de los cabritos, y pondrá las ovejas a un lado y los cabritos a otro'. (Mt. 25, 31-33) A continuación el evangelista nos describe qué dirá a los componente de cada uno de los dos grupos (Mt. 25,34-45) para concluir en lo definitivo: 'E irán éstos al castigo eterno y los justos a la vida eterna'. (Mt. 25, 46).

      El evangelio lucano nos ha transmitido en la perícopa de la puerta estrecha una expresión de Jesucristo aplicable a quienes en ese momento se vean condenados por haber prescindido de Cristo y de su Iglesia: 'Él os dirá : -¡No sé de dónde sois! ¡Apartaos de mí, malvados! Entonces lloraréis y os rechinarán los dientes, cuando veáis a Abraham, a Isaac y a Jacob y a todos los profetas en el reino de Dios, mientras vosotros sois arrojados fuera'. (Lc. 13, 27-28). Es triste, pero es así.
      El Papa Francisco, en la audiencia general del 24 de abril de 2013, decía: 'Con la Ascensión, el Hijo de Dios ha llevado al Padre nuestra humanidad que Él asumió y quiere atraernos a todos hacia sí mismo, llamar a todo el mundo para ser recibidos en los brazos abiertos de Dios, para que al final de la Historia, toda la realidad sea entregada al Padre. Hay, sin embargo, este 'tiempo intermedio'  entre la primera venida de Cristo y la última, que es precisamente el momento que estamos viviendo. En este contexto se coloca la parábola de las diez vírgenes'. Y así es. Tal vez hayamos oído muchísimas veces la predicación de la Parusía, la segunda venida de Jesucristo a la tierra con toda su gloria y majestad. Y hay personas que se lo toman como un cuento infantil. Hasta el día que lo vivamos. Podemos creerlo o no, pero al menos los cristianos sabemos que es cierto y tenemos el deber de estar preparados porque 'no sabemos el día ni la hora'. 

       APOTEOSIS DEL CORDERO.-JUICIO FINAL.-TAPIZ
De cualquier modo pienso que, teniendo en cuenta lo que el mismo Jesucristo nos ha dicho en su vida pública y lo que le dijo a Santa Faustina Kowalska sobre su infinita Misericordia, debemos ser moderadamente optimistas e intentar cumplir lo que Dios espera de cada uno de nosotros. Además. ¿Nos hemos dado cuenta que Jesucristo es nuestro intercesor ante el Padre? ¿Somos conscientes que al asumir nuestra naturaleza humana es un Hombre, el Hombre por excelencia, y que siendo Dios como es, nos conoce hasta lo más íntimo de nuestro ser y esto le hace estar continuamente intercediendo por el género humano, por quien murió y resucitó? 
      Y pidió al Padre por todas las personas cuando sabía que se acercaba el momento de morir por nosotros: 'Yo te he dado a conocer a todos aquellos que tú me diste de entre el mundo. Eran tuyos, tú me los diste, y ellos han aceptado tu palabra. Ahora han llegado a comprender que todo lo que me diste viene de tí. Yo les he enseñado lo que aprendí de ti y ellos han aceptado mi enseñanza. Ahora saben con absoluta certeza, que yo he venido de ti y han creído que fuiste tú quien me envió. Yo te ruego por ellos. No ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque te pertenecen'. (Jn. 17, 6-9).

      JUICIO FINAL.-VÍCTOR VASNETSOV.-1904
¿Es difícil? Somos las personas quienes le interesamos. Todas. ¿Cómo no va a interceder por nosotros? Si vivimos intentando colaborar con Él y luchando contra todas las trampas puestas por el Maligno, que desea nuestra perdición, ¿qué vamos a temer de nuestro juicio personal que tendremos cuando nos llame a su presencia? Él y su Madre están siempre dispuestos para acogernos en la Casa del Padre. ¡Claro que sí!
      Y si surge el cansancio en el camino, no olvidemos lo que Dios contestó a San Pablo en algún momento de desánimo o tentación fuerte, según contaba a su auditorio:  'Precisamente para que no me sobreestime, tengo un aguijón clavado en mi carne, un agente de Satanás encargado de abofetearme para que no me enorgullezca. He rogado tres veces al Señor para que apartase esto de mí y otras tantas me ha dicho:  -Te basta mi gracia, ya que la  fuerza se pone de manifiesto en  la debilidad'.  Gustosamente, pues,  seguiré presumiendo  de mis debilidades, para  que  habite en mí la  fuerza de Cristo'. (2Cor. 12, 7-9).

      JUICIO FINAL.-JOOS VAN CLEVE.-RENACIMIENTO
Seamos prudentes. Contemos con su Gracia, pero sin olvidar la Esperanza en Quien padeció, murió y resucitó por cada persona. Eso no lo perdamos jamás de vista. Y la confianza en su Misericordia, tampoco. De esta manera podremos comparecer ante Jesucristo  recibiendo su abrazo de bienvenida en el Reino que nos prometió.

      Que él y su Santísima Madre, Nuestra Señora de Chernigov, nos bendigan y fortalezcan  las Virtudes Teologales.

domingo, 1 de junio de 2014

El juicio seguirá a la muerte (I)

JUICIO UNIVERSAL
      'Bueno, todo esto está muy bien, pero ¿qué pasa después de morirnos? Eso del Juicio, ¿cómo va a ser? ¡Caramba! Vamos a dejarlo para la próxima entrada e intentaré comentarlo a la luz de los Evangelios y de las enseñanzas de la Iglesia.'
      ¿Lo recuerdan? Pues ya llegó el momento. Que el Espíritu Divino nos ilumine a todos. 
      A los doce años de edad hice mis primeros Ejercicios Espirituales. Estudiaba el Bachillerato y para todos los alumnos se programó una tanda de ellos. Marcaron una huella indeleble en mi vida. Por primera vez oí hablar de las Postrimerías, pero tal vez los temas que más me impactaron fueron el juicio que todos tendríamos después de la muerte, que era inevitable, y el tema del infierno, terrible ya por sí mismo. Imaginen a un adolescente que empezaba a conocer algo del mismo, cómo sería la experiencia. Pero me quedé con una expresión que me serenó: se podía evitar, en cuyo caso podíamos alcanzar la gloria de Dios si llevábamos una vida digna humanamente y si cumplíamos con nuestros deberes como cristianos.
      Sí, amigos. Disculpen esta pequeña confidencia, lejana ya,que me ayudó mucho en mi formación cristiana. El tiempo que estamos viviendo ahora no parece que le haga mucho caso al juicio que Dios nos hará a cada uno cuando muramos, sobre la forma que hemos tenido de enfocar nuestra existencia. Transcurren nuestros días y, a pesar de estar viendo a diario que la muerte existe y que en ocasiones salpica a seres queridos nuestros, se suele tomar como una cosa normal con la que todo acaba, cuando en realidad es cuando todo comienza, porque es para siempre. Para la Eternidad. Y esa naturalidad superficial con la tratamos la muerte resulta inaudita. Al menos para mí.
DIOS JUEZ.-WILLIAM BLAKE.-NEOCLASICISMO
      ¿Cómo es posible contemplar seres humanos que asesinan a sus semejantes? ¿Dónde queda el quinto Mandamiento de Dios para todos? Cuando cometen esos delitos intentan posteriormente burlar la Justicia y cuando la policía los detiene, las personas honradas esperamos que cumplan el justo castigo que el Juez les imponga, pero ¿y si consiguen escapar a la justicia de la sociedad? Es frecuente escuchar ante la impotencia que se siente, frases como 'Hay otra justicia de la que no escaparán', 'Se ríen de la Justicia , pero de Dios no podrán escaparse. Entonces pagarán con creces lo que ahora han evitado', y otras semejantes.
      Es decir. Que cuando se llega a un extremo como el que les comento, nos acordamos y necesitamos del Dios que sabemos que está ahí para darle lo que pueda merecer. Pero si todo se soluciona por los cauces normales, se le da una sentencia condenatoria y sea cual sea la sentencia la cumple, ya no se suele acordar nadie de Dios. Pero sí. Ese juicio divino lo vamos a tener todos, primero de forma individual cuando morimos. Ese es el Juicio particular en el que daremos cuenta de cuanto hemos hecho (o de lo que no hicimos por omisión) en nuestra vida. Tanto bueno como malo. La Carta a los Hebreos nos dice: 'Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, después de lo cual vendrá el juicio'. (Heb. 9, 27).
     
Nuestro cuerpo quedará en la cama, en el quirófano, en la carretera,...¡quién sabe! Nuestro espíritu irá a presentarse a su Creador. El Cristo que tantas veces hemos contemplado en templos, en cruceiros o en las procesiones de la Semana Santa, en esas imágenes que el arte del escultor ha concebido para la veneración de los cristianos intentando transmitir el sufrimiento del Salvador en distintos momentos de su Pasión, aparece ante el alma que contemplará todos y cada uno de los actos de su vida en todas las edades, momentos y circunstancias, ya sin disimulos ni intentos de justificación vanos e inútiles para ese momento. 
JUICIO PARTICULAR
      Todo lo bueno y todo lo malo podremos contemplarlo. ¿Cómo será ésto? Realmente no podemos emplear expresiones o descripciones de las que hemos empleado en nuestra vida en algo que será absolutamente diferente de cuanto estamos acostumbrados a ver o tratar, pero Agustín de Hipona parece que tenía muy claro lo fundamental: 'Por el poder divino se hará que a cada uno se le representen en su memoria todas sus obras, buenas o malas' (San Agustín. Catena Áurea, vol. III).
      El legislador ruin que ha concebido leyes inicuas verá clarísimamente el daño y las consecuencias nefastas que ha tenido para sus conciudadanos. El que incita a la violencia y al odio sin respeto a las personas de su alrededor y lanza veladas amenazas de muerte a sus semejantes (se están dando casos), acaso porque no piensan como él, lo contemplará con tanta claridad que no tendrá más remedio que asumir su responsabilidad. El que haya ganado dinero de forma ilícita con el sudor del trabajo ajeno, también tendrá que rendir cuentas de su villanía.
     
'No debe entenderse que únicamente sean ladrones los que cortan las bolsas o roban en los baños, sino también los que están constituidos en jefes de los ejércitos, y aquellos a quienes se confía el gobierno de las ciudades y de los pueblos, cuando toman furtivamente alguna cosa o la exigen injustamente por la fuerza'. Esto lo decía San Basilio, uno de los Padres de la Iglesia griega, que vivió en el siglo IV de nuestra Era. Por lo visto ya existía esa tendencia en sus tiempos. Pues tanto las personas de entonces como las de hoy, habrán de escuchar lo que Dios les diga. Y eso ya no tendrá vuelta atrás. 
JUICIO FINAL.-HIERONYMUS FRANCKEN.-S. XVI - XVII
      También el cristiano que ha concebido su vida según la voluntad de Dios, volcándose en las necesidades de sus semejantes, dando a su vida un contenido fundamentado en las palabras de Jesucristo: 'El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y dar su vida en rescate por todos'. (Mt. 20, 28), transformando su actividad en constante servicio a la Humanidad a pesar de las constantes dificultades y zancadillas que quien sea le ponga para evitar que haga el bien, y que a pesar de todo ello y con la mirada de su corazón puesta en Dios y en su Madre, ha luchado contra las adversidades que le han surgido y ha seguido por los caminos de Dios, no se verá defraudado. Ese también tendrá que comparecer ante Dios, pero ¡qué diferencia! Una persona así, no temerá morir ni presentarse ante Dios. Al contrario. Dirá como la Santa de Ávila: 'Vivo sin vivir en mí, / y de tal manera espero, / que muero porque no muero'.
     
En esa auténtica Justicia se contemplarán el uno y el otro. Mientras el primero verá inevitable su condenación, el segundo sentirá el gozo de comenzar su nueva existencia desde la plenitud de la Vida que el Creador tiene preparada para los que han optado por vivir de cara a la honradez, con la rectitud de su conciencia, en comunicación constante con su Creador mediante la oración y la recepción frecuente de los Sacramentos. Me parece que no existen palabras capaces de describir la auténtica realidad de lo que las almas protagonizarán en ese inevitable juicio divino porque trasciende todo cuanto podamos imaginar. Acaso puede haber alguien que dude de ese juicio porque estamos acostumbrados a la incredulidad, pero San Pablo lo escribió hace unos cuantos años (lo hizo el año 56 de nuestra Era) y lo dejó muy claro: 'Todos nosotros hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba el premio o castigo que le corresponda por lo que hizo durante su existencia corporal'. (2Cor. 5, 10).
      El mismo Jesucristo no perdía la ocasión de hablar de este tema cuando la ocasión se le presentaba: 'Os aseguro que está llegando la hora, mejor aún, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y todos los que la oigan vivirán. El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder. Le ha dado también autoridad para juzgar porque es el Hijo del hombre. No os admiréis de lo que os estoy diciendo, porque llegará el momento en el que todos los muertos oirán su voz, y saldrán de sus sepulcros. Los que hicieron el bien, resucitarán para la Vida eterna; pero los que hicieron el mal resucitarán para su condenación'. (Jn. 5, 25-29).
DIOS PADRE
       Miren ustedes. Cualquiera es dueño de creer lo que cualquier persona le cuente sobre un tema concreto o de no creerlo. Pero cuando es el mismo Jesucristo , verdadero Dios y Hombre, quien habla y dice las cosas, no se puede jugar ni dudar. Y si alguno se empeña en en fiarse de su propia 'sabiduría', allá él. Veremos cómo y qué responde cuando presencie sus propios errores en ese momento.
      Personalmente, varias veces y en diversas ocasiones, he oído, leído o meditado una frase de San Juan de la Cruz: 'Al atardecer de la vida seremos examinados en el amor'. A la pregunta de Jesús ¿Cuánto amaste a tus semejantes? o ¿Qué has hecho con tu hermano? (como le preguntó a Caín después de asesinar a su hermano Abel) (Gén. 4, 9-11), ¿tendrán una respuesta adecuada a lo que el Redentor espera de cada uno? ¿Habrán hecho fracasar la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret en sus vidas o por el contrario podrán presentar sus manos llenas de buenas obras, sacrificios, entregas, servicios a la Iglesia fundada por Él, imitando la actitud del Maestro?
JUICIO UNIVERSAL.-MUSEO NACIONAL DEL VIRREINATO.-TEPOTZOTLÁN
      Desgraciadamente hay muchas personas que piensan que como 'no roban, ni matan, ni hacen daño a nadie' no se condenarán. Bueno. ¿Y las omisiones? ¿Y las calumnias? ¿Y esos criterios favorables al aborto con la excusa del 'progreso'? Existen muchas más cosas que proceden de una carencia de formación  de la recta conciencia que conducen a su laxitud o a la formación de criterios basados en la propia conveniencia y no en el bien común.
     
Es cierto que solamente tenemos nuestros parámetros humanos, los conceptos, vocabulario y criterios propios de nuestra condición de personas y eso nos conduce a imaginar el juicio de Dios como cualquier juicio efectuado en una de las Salas de los Juzgados.
JUICIO FINAL.-GIOTTO.-GÓTICO 
Pero cuidado. No trivialicemos a Dios comparándolo su actuación como Juez a la de cualquier Magistrado de nuestra sociedad. Las diferencias son obvias, pero para Dios no existen pruebas que le podamos presentar como las que estamos acostumbrados a conocer  en nuestro mundo, ni tampoco existen apelaciones a la sentencia que oiremos. Lo sabe todo. Lo conoce todo incluso mejor que nosotros mismos.
       San Juan Pablo II,  refiriéndose a este tema, dijo: '...ese modo de concebir el juicio de Dios, visto como fría justicia, o incluso como venganza. En realidad dicha expresión, que tiene una clara derivación bíblica, aparece como el último anillo del Amor de Dios. Dios juzga porque ama y en vistas al Amor. El juicio que el Padre confía a Cristo es según la medida del Amor del Padre y de nuestra libertad'.
      La próxima entrada seguiremos con este tema. Que Jesucristo, Varón de Dolores y Nuestra Señora de Czestochowa nos bendigan y acompañen en todo momento.