domingo, 31 de agosto de 2014

Santo Lugar de Espera (I)

VISIÓN DE SAN VICENTE FERRER PREDICANDO EL JUICIO FINAL.-
JOSÉ BENLLIURE GIL.-S. XIX
      Tenía ganas de terminar con el tema del Infierno. Es muy desagradable y, por supuesto, nada deseable en cuanto a lo que es (sufrimiento eterno) y a lo que supone (estar eternamente con el Maligno y también eternamente alejados de Dios, que es puro Amor). Me las prometía muy felices pensando que ya tocaría hablar del Cielo, de la Gloria,...pero ¡caramba! Me di cuenta que antes de tratar el Reino de Dios faltaba otro tema que no podía obviarlo por la importancia que tiene: el Purgatorio. Es más grato hablar de él que del anterior tema, pero es que...Bueno. No adelantemos acontecimientos porque tiene muchos aspectos que tratar y me he convencido de ello a medida que he ido documentándome para completar mis conocimientos. Intentaré escribir lo más ordenadamente que pueda, cuanto he leído, oído, meditado para exponer mi modesta opinión que, ya lo digo desde ahora, está en consonancia con la Doctrina de la Iglesia Católica.
     

      Voy a partir del hecho de que creo firmemente en la existencia del Purgatorio. Sí que existe. Estoy convencido de ello. Además, me lo dice la Fe, la lógica y el largo camino recorrido por la Iglesia, Madre y Maestra. 

DUOMO DE FLORENCIA. 
      Es Dogma definido en el Concilio de Florencia entre 1438 y 1442: 'Si los verdaderos penitentes salieren de este mundo antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por lo cometido y omitido, sus almas son purgadas con penas purificatorias después de la muerte, y para ser aliviadas de estas penas, les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, tales como el sacrificio de la Misa, oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad, que los fieles acostumbran practicar por los otros fieles, según las instituciones de la Iglesia'. No viene mal conocer lo que se acordó hace unos 572 años y sigue vigente en la actualidad. Pero pienso que deben ser asumidos unos puntos que son evidentes:
      a) Todos ansiamos la felicidad. Deseamos pasarlo bien, tanto como podamos, aquí en la tierra. Para ello luchamos, nos sacrificamos en nuestro trabajo, en el medio de vida que tenemos. Procuramos tener las máximas comodidades en nuestro hogar, sin que sean necesariamente lujosas y que en los momentos de ocio podamos divertirnos. Y eso está bien. Me parece algo objetivamente  justo.

    b) Esa felicidad que deseamos no es perfecta ni total en este mundo, aunque en ocasiones tengamos temporadas buenas, incluso muy buenas. Siempre surge algo verdaderamente inoportuno (enfermedad, accidente de tráfico o laboral, disgusto familiar o donde ejercemos nuestra profesión,...) que empaña nuestra felicidad y nos lleva a tener momentos realmente malos.

      c) No nos resignamos a perder esa felicidad que anhelamos y procuramos por todos los medios a nuestro alcance volver al estado sereno y feliz que teníamos. Para ello hay algunas personas que optan por refugiarse en unas actividades equivocadas que no conducen a ninguna parte y son nocivas para la salud, aunque momentánea y engañosamente, se pase bien con ellas (droga, alcohol,...). También eso pasa y luego nos encontramos mucho peor que antes, tanto física como psíquicamente.
      d) Al final, si nos empeñamos y somos sinceros y honestos con nosotros mismos, podremos llegar a la misma conclusión, absolutamente cierta, que llegó una persona hace ya un montón de siglos y que continúa siendo válida en nuestros días del siglo XXI: 'Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti'. Lo han adivinado, ¿verdad? Fue San Agustín de Hipona  que así concluyó su búsqueda de felicidad.
     

     En ocasiones anteriores se ha tratado esto si bien de una manera sutil, pero ahora hay que detenerse algo más en este aspecto de la felicidad.

    Si verdaderamente queremos tenerla para siempre, solamente será posible cuando 'nuestro corazón descanse en Dios', como concluyó el santo citado, pero deberemos ganarlo a pulso. Día a día. Minuto a minuto. Cayendo y levantándonos en numerosas ocasiones, pero manteniendo una línea de fidelidad a Dios. Teniendo permanentemente abierta nuestra disponibilidad con Él, que nos facilita, poniéndolos a nuestro alcance, los medios necesarios: oración y Sacramentos básicamente, así como otras muchas cosas más.
       Pero nos tenemos que 'mojar'. 'Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti'. También es de San Agustín esta cita y lleva un contenido digno de ser desmenuzado por cada uno en privado. La Redención fue para todos sin excepción alguna, pero nosotros hemos de dar una respuesta a nivel personal.Nadie puede sustituirnos porque es nuestra felicidad absoluta la que está en juego. Y aun así existen muchos ciegos que consideran estar muy bien en su ceguera, como los escribas y los fariseos del tiempo de Jesús.
     

      Ahora vemos otro aspecto. Sigue habiendo gente que prescinde de Dios. Incluso niega su existencia. Y aunque en su interior esté convencido de ella, su propia cerrazón le impide apreciar su enorme cercanía a cualquier persona. Si muere en su estéril e inútil empeño de permanecer apartado de Él, hace que su alejamiento sea para siempre, pero no por parte del Creador que se aparta, sino por el propio pecador que lo aparta de su vida, con lo cual, aparta de sí mismo su propia  felicidad a la que aspira. Y ese alejamiento ya es para siempre. Eternamente. Él solito se abre las puertas del Infierno. No me detengo más en esto porque me parece suficientemente tratado en las tres entradas anteriores.

      Sin embargo existe otro grupo de personas que desean, ansían la Felicidad absoluta. Anhelan fervientemente su salvación porque son conscientes de la llamada que han recibido y desean corresponder a Quien en un determinado momento los llamó a la vida en este mundo. Toda su vida la enfocan en este sentido. Oran convencidos de que están hablando y tratando con su Padre Celestial, reciben los Sacramentos conscientes de que en ellos, especialmente en la Eucaristía, está el mismo Cristo y que en el de la Reconciliación es Él quien les está perdonando los pecados a través del sacerdote, pone todo su empeño en agradar a Dios, en cumplir su voluntad y en llevar adelante sus planes en lo que a su persona se refiere. Son buenos, e incluso magníficos cristianos. Pero...somos humanos y, por tanto, frágiles. Hay pequeñas cosas, incluso omisiones, que no acaban de cuajar en su actuación y eso impide que su fidelidad sea total.
      Recuerdo que en las clases de Religión de mi época de estudiante nos decían que cuando nos confesamos se nos perdonan los pecados, pero no la culpa que merecemos por ellos. Eso se nos puede perdonar, por ejemplo, con las indulgencias.
     

      El Reino de Dios es como Él: perfecto. Sin mancha de pecado, aunque sea venial, ni de culpa alguna por pequeña que sea. Si una persona con esa vida de dedicación y entrega a Dios muere, ¿tiene que condenarse por tener algún pequeño fallo que le impida ir directamente al Cielo por el que tanto luchó y se entregó? Pues no. Eso se contradice con la actitud del mismo Dios que como Padre entrañable de toda la humanidad desea la salvación de todos y no le duele esperar para perdonar. Como vamos a ver en la siguiente cita, que ya he anotado en otras ocasiones, no vale ni sirve para nada la actitud de aquellos que dicen 'Dios ya no me quiere': 'Venid, discutamos, dice el Señor. Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos como púrpura, se volverán como lana blanca' (Is. 1, 18). La cita es preciosa y nos presenta un retrato de la Misericordia de Dios verdaderamente magnífico. A una persona así no la deja sola como a ninguna otra, pero tiene que estar totalmente purificada. A las personas que piensen otra cosa, como las que he citado que se creen abandonadas por su Creador, lo único que les puede impedir la amistad con Dios es olvidarse (o no querer) de acudir al Sacramento de la Reconciliación y procurar mantener después su acercamiento a Dios que siempre le acoge. Pues bien. Ahí entra en función el Purgatorio.

      El Doctor Angélico incide en esto que acabo de anotar y lo manifiesta en estos términos: 'Se ha de tener en cuenta que, por parte de los buenos, puede haber algún impedimento para que sus almas reciban, una vez salidas del cuerpo, el último premio consistente en la visión de Dios. Efectivamente, la criatura racional no puede ser elevada a dicha visión si no está totalmente purificada. Pero a veces acontece que tal purificación no se realiza totalmente en esta vida, permaneciendo el hombre deudor de la pena, ya por pura negligencia o también porque es sorprendido por la muerte. Mas no por eso merece ser excluido totalmente del premio, porque pueden darse tales cosas sin pecado mortal, que es el único que quita la caridad. Luego es preciso que sean purgadas después de esta vida antes de alcanzar el premio'. (SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma contra gentiles, 4).
      Los Padres de la Iglesia tratan el tema que nos ocupa en diversas ocasiones. Esta es una de ellas: 'Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el futuro (Mt. 12, 32). En esta frase podemos entender que algunas faltas  pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro'. (SAN GREGORIO MAGNO. Dialogi, 4, 41).

      A lo largo de los siglos se ha hablado mucho del tema y han surgido dispares opiniones, no en el seno de la Iglesia sino entre los mismos fieles que en ocasiones pretenden saber más que la misma Iglesia. ¿Dónde está el Purgatorio? ¿Cómo es? ¿Qué ocurre allí?
      Son unas preguntas  cuyas respuestas intentaré responder la próxima entrada. Que nuestra Madre, bajo la advocación de Virgen de la Estrella y su Hijo, Jesús del Gran Poder, nos bendigan y acompañen siempre.
VIRGEN DE LA ESTRELLA.-NICOLÁS DE LEÓN.-1530.-CATEDRAL DE SEVILLA

domingo, 10 de agosto de 2014

El infierno (y III)

JUICIO FINAL.-FRANS FRANCKEN, EL JOVEN.-BARROCO
      Llegando a este punto de la entrada me parece que se podrían sacar algunas conclusiones: a) Nadie va al infierno si no se lo merece en su totalidad. b) Una persona que en su vida terrenal no hace ningún caso de Dios ni del contenido de las Escrituras, que no se preocupa en plantearse si sus esquemas de vida son los correctos en lo que a Dios se refiere, que con el fin de vivir como a él le da la real gana prescindiendo de todo cuanto puede significar los conceptos 'Dios', 'Jesucristo', 'Iglesia', 'Redención',...(e incluso persigue o amenaza a los que quieren cumplir la voluntad de Dios), desde su libertad y su propia elección está eligiendo permanecer para siempre en ese estado o forma de vida y tiene asegurado el pasaje a su condenación eterna para sufrir la justa indignación de Dios con él. c) Que en cualquier momento de su existencia, si acepta la luz del Espíritu que a todos desea iluminar, y desea dar un vuelco a su vida comenzando a dar la cara por Cristo, se va a tropezar de frente con la inagotable Misericordia de Dios, por mucho que lo haya perseguido y combatido con toda la saña imaginable. (Y si no, que se lo preguntes a un tal Saulo de Tarso).  d) Los conceptos que más se repiten  en los textos sobre los castigos para los condenados al infierno, son: el fuego inextinguible, el llanto y el crujir de dientes eternos, los gusanos que roen sin acabar jamás.

      No he puesto todavía ninguna cita del Antiguo Testamento y me parece que ahora es el momento oportuno. Uno de los Libros Sapienciales escrito por Jesús ben Sirac, nos da este consejo: 'Humilla hondamente tu alma, que el castigo de los impíos será el fuego y los gusanos'. (Sirácida, 7, 19). Pero hay un profeta que nos dice 'algo' más, con mucho mensaje en su interior. Con esta cita finaliza el Libro de Isaías. Atención. Está hablando de Dios: 'De novilunio en novilunio, de sábado en sábado, vendrán a postrarse ante mí todos los vivientes -dice el Señor-. Y cuando salgan, verán los cadáveres de los que rebelaron contra mí. El gusano que los roe no morirá, el fuego que los devora no se apagará, todos quedarán horrorizados al verlos'. )Is. 66, 23-24). Ignoro por qué termina con este tema sus escritos, pero alguna razón muy poderosa tuvo que haber. Y si tenemos en cuenta que en el fondo de todas las Escrituras late la presencia del Espíritu Divino, podremos sacar todas las conclusiones que queramos.
PUERTAS DEL INFIERNO.-GATES OF HELL

      Santa Teresa de Jesús también visitó el infierno por expreso deseo de Dios, según nos cuenta. Solamente voy a poner un fragmento, pero puede darnos una mediana idea de lo que puede haber allí y del sufrimiento de quienes allí se encuentran. He respetado la ortografía de la época de la Santa: 'Parecíame la entrada a manera de un callejón muy largo y estrcho, a manera de un horno muy bajo y oscuro y angosto. El suelo me parecía de una agua como de lodo muy sucio y pestilencial olor, y muchas sabandijas malas en él...
REPRESENTACIÓN DEL INFIERNO.-PARÍS.-L'ENFER

      Sentí fuego en el alma, que yo no puedo entender cómo poder decir de la manera que es, los dolores corporales tan incomportables, que por haberlos pasado en esta vida gravísimos, y según dicen los médicos, los mayores que se pueden pasar, porque fue encogérseme todos los nervios, cuando me tullí, sin otros muchos de muchas maneras que he tenido, y aun algunos, como he dicho, causados del demonio, no es todo nada en comparación de lo que allí sentí, y ver de que había de ser sin fin y sin jamás cesar...
      El caso es que yo no sé cómo encarezca aquel fuego interior, y aquel desesperamiento sobre tan gravísimos tormentos y dolores. No veía yo quién me los daba, mas sentíame quemar y desmenuzar, a lo que me parece, y digo que aquel fuego y desesperación interior es lo peor.
EL INFIERNO.-HIERONYMUS BOSCH.-GÓTICO

      Yo quedé tan espantada, y aun lo estoy ahora escribiéndolo, con que ha casi seis años, y es así, que me parece el calor natural me falta de temor, aquí donde estoy.; y así no me acuerdo vez, que tenga trabajos ni dolores, que no me parezca nonada todo lo que acá se pueda pasar; y así me parece en parte que nos quejamos sin propósito'. (Santa Teresa de Jesús. -Vida)
      No me gustaría terminar sin darle trabajo a la imaginación. Y a eso voy. Verán ustedes: Cada persona puede creer lo que quiera y razonarlo como le venga en gana, pero es lo que nos dicen las Sagradas Escrituras y las opiniones de los Santos y de los Padres de la Iglesia desde su reconocida autoridad por parte de la Iglesia, como se puede ver en las diferentes citas que he puesto y en las que me apoyo. Hay quien dice que nadie ha vuelto jamás del más allá para contarlo, pero ¿es eso un argumento de peso, con suficiente solidez? Pienso que no, porque los autores de los Evangelios nos cuentan el caso de tres muertos que Jesús hizo volver a la vida: la hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naím y Lázaro, el amigo de Jesús, que llevaba muerto tres días y enterrado en un sepulcro. Y además, el mismo Jesucristo.
ÁNGELES CAÍDOS.-DOMENICO BECCAFUMI.-MANIERISMO

     A pesar de todo continúan empecinados en sus tercas opiniones o en opiniones semejantes. En estos casos suelo apoyarme en la parábola del rico epulón y Lázaro el mendigo. (Ver Lc. 16, 19-31). Cuando llega el caso, basándome en la respuesta que Abraham da al antaño rico cuando le pide que avisen a sus hermanos, planteo: En la época actual, ¿qué diría a un condenado al  infierno si pidiese a Dios lo mismo? Poniendo en acción la imaginación, como les he comentado anteriormente, pienso que podría ser algo semejante a esto: 'Ya envié a mi Hijo para que escucharais su mensaje porque Él es la Palabra con la que toda la Creación fue hecha y lo ninguneasteis. Él fundó la Iglesia, instituyó los Sacramentos, entre ellos la Reconciliación y la Eucaristía, y llegasteis, incluso, a profanarla. Los coetáneos de mi Hijo lo crucificaron y Yo lo resucité para que todas las personas de todos los tiempos siguieran sus enseñanzas, practicaran el bien y la justicia, pero muchos de vosotros no lo volvisteis a crucificar porque no pudisteis, pero lo ignorasteis, os construisteis vuestros propios baales a los que adorasteis e incluso ahora perseguís su Iglesia y matáis a los que confiesan el Nombre de mi Hijo, ante quien toda rodilla se dobla.

      Tenéis los Evangelios y el resto de la Biblia y los pisoteáis. Tenéis el Magisterio de la Iglesia a quien asiste mi Santo Espíritu y os mofáis. Os he estado esperando siempre para reencontrarnos de nuevo cada vez que reconocíais vuestros pecados en el Sacramento de la Reconciliación, en el que he volcado mi Misericordia, mi perdón y mi Gracia para volver a empezar de nuevo, porque no me resigno a perderos a nadie, pero vuestro desprecio, vuestra ignorancia culpable hacia mí, me duele. Vosotros solos os habéis abocado al lugar de perdición donde os encontráis.
      Ahora ya es tarde. El tiempo de gracia que a cada uno le regalo cuando lo llamo a la vida ya lo habéis pasado y no habéis sabido o querido emplear los talentos que os di. Los enterrasteis o los empleasteis con otros señores: dinero fraudulenta e injustamente adquirido, poder que habéis empleado en vuestro servicio y provecho propio en vez de servir a vuestros semejantes que pasaban necesidad, influencias ineficaces banales egoistamente empleadas,...aparentar en definitiva sin dar un sentido trascendente a vuestra vida... Sí. Ahora ya es tarde.Tenéis lo que vosotros mismos os habéis ganado a pulso'.

      Ya ven. La imaginación también tiene trabajo, pero como les decía, podría ser lo que nos echaría en cara si le abandonamos y elegimos otros caminos que no sean los suyos. No se trata de ser axhaustivo.  No tengo por qué serlo en ésta ni en ninguna entrada del blog y menos en un tema tan desagradable como éste, pero si estoy tratando sobre las Postrimerías, me guste o no el infierno forma parte de ellas y, por el bien de todos he intentado escribir, como les decía al comenzar, desde lo que dicen los Evangelios sobre el mismo así como los Padres de la Iglesia y algunos Santos. 
      Ojalá todos podamos alcanzar la posesión del Reino de Dios por la Misericordia de la Santísima Trinidad, la intercesión de Santa María, Madre de Dios, y poniendo cuanto podamos de nuestra parte. Que ellos nos bendigan, protejan y ayuden.
OMOPHORION THEOTOKOS