domingo, 23 de noviembre de 2014

El Cielo, el Reino de Dios, la Gloria Divina,...(I)

LA APOTEOSIS DEL CORDERO. EL JUICIO FINAL.-BERNARDO VAN ORLEY.-RENACIMIENTO
     El título de la entrada son unas palabras o expresiones que encierran en sí  mismas un mismo significado: 'Allí no habrá noche, y los que allí vivan no necesitarán luz de lámpara ni luz del sol, porque Dios el Señor les dará su luz, y ellos reinarán por todos los siglos' (Ap. 22, 5).
     Me ha parecido la mejor forma de comenzar este tema, ya que expresa la manera de gozar de ese Estado, semejante a Dios, viviendo su misma Vida divina. Todos deseamos alcanzar la felicidad, la plenitud de nuestro ser, y el único que nos lo puede dar, y desea hacerlo, es el mismísimo Dios.
      No debemos olvidar que cuando creó el primer hombre y la primera mujer, fue con el propósito de darles la felicidad desde el primer momento. No pudo ser porque se metió por en medio el padre de la mentira y engañó a nuestros primeros padres con sus falacias, entorpeciendo los planes del Creador. Pero como éste seguía fiel con su objetivo, envió a su Hijo Unigénito para restaurar su Plan y redimir al género humano. De esa manera podríamos disfrutar de todo cuanto Dios nos tenía y sigue teniendo reservado.
     

      Pero exactamente igual que en los tiempos paradisíacos de Adán y Eva, el maligno sigue pendiente del engaño y de la trampa con buenas palabras, buenos engaños, buenas tomaduras de pelo a los mortales que se dejan engañar y no aprovechan la lección de nuestros primero padres. 

THEOTOKOS.-ICONO DE LA VIRGEN CON EL NIÑO.
      Pero la paciencia divina no tiene límites y, además, nos destinó una Madre que nos ayude a conseguir lo que el Todopoderoso desea para nosotros.
      Es cierto que no hemos presenciado cómo es el Cielo o como lo queramos llamar, pero tenemos lo que nos dice la Biblia y lo que Jesucristo nos reveló: 'En la Casa de mi Padre hay muchas estancias, si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos un sitio? Cuando vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo, estéis también vosotros'. (Jn. 14, 1-3).
      Generalmente tenemos la tendencia a pensar o creer que el Cielo o la Gloria viene a ser como un lugar, más o menos físico, en el que viviremos como lo hacemos ahora en este mundo, sin problemas ni enfermedades. Por favor. No trivialicemos el tema. Ciertamente la Biblia no la menciona como tal, pero sí que lo hace mencionando 'la gloria de Dios': 'Moisés y Aarón dijeron a los israelitas: -Esta tarde sabréis que es el Señor quien os ha sacado de Egipto, y mañana veréis la gloria del Señor'. (Ex. 16, 6-7). Y ya en el Nuevo Testamento, Jesús también hace referencia a la misma: 'Jesús le dice (a Marta): -¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?' (Jn. 11, 40).
TRIUNFO DEL CORDERO MÍSTICO.-BERNARDO VAN ORLEY.-RENACIMIENTO
      El 15 de agosto de 2010, el entonces Sumo Pontífice Benedicto XVI dijo en su homilía: 'Hoy, todos somos bien conscientes de que, con el término cielo, no nos referimos a un lugar cualquiera del universo, a una estrella o algo parecido. No. Nos referimos a algo mucho mayor y difícil de definir con nuestros limitados conceptos humanos. Con este término 'cielo', queremos afirmar que Dios , el Dios que se ha hecho cercano a nosotros, no nos abandona ni siquiera en la muerte y más allá de ella, sino que nos tiene reservado un lugar y nos da la eternidad; queremos afirmar que en Dios hay un lugar para nosotros. Nada de lo que para nosotros es valioso y querido se corromperá sino que encontrará plenitud en Dios'.
     

      Eso significa que en la vida eterna podremos conocer realmente cómo es Dios, tanto su naturaleza como su sustancia, lo cual nos llevará a la plenitud de nuestro ser y a la perfección en nuestra adoración a la Santísima Trinidad. 

A TRAVÉS DEL ESPEJO DEL APOCALIPSIS.- VITALY  LINITSKY.- S. XX.
 'Ahora vemos confusamente en un espejo; entonces veremos cara a cara. Mi conocer es por ahora limitado; entonces podré conocer como Dios me conoce'. (ICor. 13, 12).
      ¿No nos vamos a fiar de lo que dice San Pablo y, especialmente, Jesús de Nazaret? Hemos visto anteriormente lo que nos dice sobre 'la Casa del Padre', pero no se detiene solamente en eso. ¿Les suena este otro comentario que conocemos a través del San Mateo? 'No amontonéis tesoros en la tierra, donde la polilla y la carcoma los roen, donde los ladrones abren boquetes y los roban. Amontonad tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni carcoma que los roan, ni ladrones que abran boquetes y los roben. Porque donde está tu tesoro, allí está tu corazón'. (Mt. 6, 19-21)
      '¡Qué necedad tan grande es amontonar donde se ha de dejar, y no enviar allí donde se ha de ir! Coloca tus riquezas donde tienes tu patria'. (SAN JUAN CRISÓSTOMO.-Catena Áurea, Volumen I).
LA GLORIA.-TIZIANO.-RENACIMIENTO
      Parece que nos está diciendo que nuestras obras buenas nos acompañarán y adornarán nuestra estancia en la Casa del Padre, según nuestros parámetros humanos, pero de cualquier modo puede ayudar a nuestro pobre entendimiento para comprender, muy básicamente, lo que podremos alcanzar.
      Así y todo, no  podemos evitar que la idea de la muerte se enseñoree en algún momento de nuestra imaginación y que ese trago, que sabemos que todos tenemos que pasar, nos produzca algún desasosiego, pero ¡caramba! Tengamos la entereza de cambiar el chip y pensemos en positivo: Dios no creó la muerte. No la quería.  'Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo imagen de su propio ser; pero la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo y los de su partido pasarán por ella'. (Sab. 2, 23-24). El siglo I antes de Cristo, cuando se supone que fue escrito el Libro de la Sabiduría, ya se pensaba de esa manera y se esperaba una vida mejor: 'La gente pensaba que cumplía una pena, pero ellos esperaban de lleno en la inmortalidad, sufrieron pequeños castigos, recibirán grandes favores, porque Dios los puso a prueba y los halló dignos de sí'. (Sab. 3, 4-5).
LOS DOS PROFETAS. LA MUJER VESTIDA DE SOL.-BERNARDO VAN ORLEY.-RENACIMIENTO
      ¿Por qué quiere Dios lo mejor para nosotros? Sencillamente, porque nos amó primero. El motor de la Creación, especialmente de la creación del género humano, fue motivado por el Amor desbordante de Dios que se proyecta en la cumbre de la Creación: Adán y Eva. Y ese Amor es el que le impulsa al anuncio de la Redención a través de otra mujer: María de Nazaret. Fue elegida para que a través de ella naciera Jesucristo, el cual, mediante su predicación nos hizo patente el Amor de Dios y nos lo descubrió como Padre amante de sus criaturas, por eso 'nosotros amamos a Dios porque Él nos amó primero'. (I Jn., 4 19).
La próxima entrada finalizaremos este tema. Que el Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora la Virgen de Guadalupe nos bendigan y ayuden en todo.