domingo, 9 de agosto de 2009

Vacaciones para el espíritu

Como recordarán, hace un mes aproximadamente tuve que tomar unas vacaciones forzosas en el hospital a causa de una angina de pecho, felizmente superada gracias a Dios.

Pero ahora nos tocan unas vacaciones a mi esposa y a mí para recomponer un poquito el espíritu que a nosotros y a todos, aunque no lo parezca, nos hace falta. Mucha falta. Salimos el martes día 11 camino de Zaragoza a Quinta Julieta, Casa de Espiritualidad, con la sana intención de hacer Ejercicios Espirituales Ignacianos durante diez días.

Ya tuvimos esa experiencia el año anterior y el provecho obtenido fue enorme, tanto que este año nos vamos con más ganas e ilusión que el anterior.

Se trata de centrarnos en Dios y repasar lo que ha sido este año para renovar nuestro compromiso con Él y con la Iglesia. Hacer una introspección personal, encomendarnos a la Virgen y, a golpes de Espíritu, tener una enorme apertura a la voz del LOGOS: ‘Señor. Aquí estoy de nuevo. ¿Qué quieres de mí? ¿Qué me pides ahora? ¿Qué caminos debo recomponer para cumplir tu voluntad, para seguir siendo instrumento Tuyo a través del cual actúes en esta doliente Humanidad?

Son diez días de profundización en la Palabra y en la vida personal de cara a la búsqueda y captura de la verdadera Vida, que todos, por Gracia y Misericordia de Dios, anhelamos conseguir.




Sin embargo en esta ocasión no vamos a ir nosotros solos. Nos vamos a tomar la libertad de que todos ustedes nos acompañen. Diariamente en la Eucaristía, en la oración personal y en la comunitaria, todos ustedes que tienen la atención de leer o haber leído estos escritos van a estar presentes en nuestro interior. Y si acaso a ustedes se les ocurre pedir algo a Dios, háganlo por todos los asistentes a los Ejercicios, tanto por el sacerdote jesuita que los imparte, como por la Comunidad de Religiosas que nos atiende y por todos los asistentes. Es una manera de poner en funcionamiento la Comunión de los Santos, en la que todos creemos.

Después ya les comentaré algo de los mismos y reanudaré el tratamiento del resto de los Mandamientos que comencé. Mientras tanto… el Espíritu que actúe, la Virgen, Madre y Señora de la Creación entera, interceda por todos, Jesucristo nos hable directamente al corazón para remover nuestra esencia de cristianos y el Padre que nos bendiga a todos.



Hasta siempre y, desde luego, en la Comunión nos encontraremos.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde España oramos por esa tanda de Ejercicios Espirituales. Que Dios les bendiga a todos.

euterpe dijo...

Estimado señor Maset:
Los ejercicios espirituales constituyen una parada en nuestra acelerada vida cotidiana para pararse y reflexionar, aunque si sabemos estar atentos, son muchas y variadas las ocasiones en que la misma vida nos obliga a parar (un accidente, una enfermedad, inconvenientes de otra índole). Ese tiempo, que generalmente ocupamos en lamentarnos por la pérdida de control ante lo que creemos imprescindible, puede convertirse en una oportunidad para centrarnos en nosotros mismos y valorar la dirección que lleva nuestra vida, nuestro orden de prioridades... También para abrirnos a la trascendencia y mirar al Corazón del absolutamente Otro; quizá enmudecer ante la inmensidad de su Amor y, sencillamente, contemplarlo y agradecerlo.
Hay también quien, ante la imposibilidad de retirarse durante un tiempo a una Casa de Ejercicios, opta por hacerlos en la vida corriente, experiencia densa e interesante que puede dar mucho de sí.
No hay que tener miedo. Dios no pide imposibles. El acomoda Su Gracia a nuestras circunstancias y limitaciones. A nnosotros sólo nos toca buscar un rato y abrirnos con humildad a El. Le aseguro que estar con Él nos transforma.
Celebro su experiencia, que seguramente compartirá con los que seguimos su siempre interesante blog.
Un cordial saludo.