sábado, 28 de mayo de 2011

El pecado


No lo podemos evitar. Nuestra naturaleza humana está inclinada hacia él, a pesar de que cuando caemos en la cuenta hacemos lo posible, y en ocasiones lo imposible, para evitarlo.

San Pablo tiene una frase en la que condensa esta inclinación y al exponerla nos retrata a todos nosotros, buenos y malos, guapos y feos, igual da. ‘…y no acabo de comprender mi conducta, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco’. (Rom. 7, 15)

Y tiene razón, porque ¿cuántas personas hay, en su sano juicio, que deseen hacer el mal? ¿Cuántos cristianos responsables hay que queriendo vivir a tope el Evangelio, les dé igual cometer pecados que no cometerlos?

Personalmente pienso que las personas razonables deseamos vivir en paz, viviendo y dejando vivir, desde un punto de vista exclusivamente humano, pero si las personas somos y nos sentimos cristianas, no podemos contentarnos con eso, porque hay Alguien que está esperando mucho de nosotros y ha puesto su fe, su esperanza y su amor en cada uno de nosotros, puesto que por cada uno de nosotros, con nuestros propios nombres y apellidos, padeció una terrible Pasión y Muerte.

También San pablo, consciente de esto, consciente de la respuesta que debe dar a ese Cristo al que en otro tiempo persiguió y al que luego conoció en profundidad, consciente de las limitaciones que tiene, de las tentaciones que siente y que lucha por vencer aunque en ocasiones no lo consiga, lo manifiesta a través de esa frase tan expresiva, arriba anotada.

Y cuando se encuentra desesperado en algunas ocasiones y clama a su Dios, acaso desgarradamente, pidiéndole que le ayude, Éste le responde: ‘Te basta mi Gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad’. (2Cor. 12, 9)

Pues ya ven, amigos. Toda esa cantidad de obstáculos que impiden nuestro progreso espiritual, nuestro perfeccionamiento cristiano, es lo que llamamos pecado, que es la antítesis de Dios. Que es el mal. Que es el Maligno, siempre en constante lucha contra la Divinidad, procurando apartarnos de nuestro Redentor y Amigo y atraernos hacia él con esas tentaciones que pueden hacernos pecar si las consentimos.

TENTACIONES DE SAN ANTONIO.-David Teniers.-BARROCO

La ley de mínimos no debe ser usada en ningún caso por cristiano alguno, porque el Espejo en el cual nos debemos mirar no se reservó nada para sí mismo. Lo dio TODO. Vida incluida. Muerte incluida. Resurrección incluida.

Pero las cosas son como son y la realidad es la que es, mal que nos pese. Lo cual significa que el pecado está a la vuelta de cada esquina esperando la ocasión de ‘engancharnos’. Y lo más triste de esto es que ‘más que el pecado mismo, irrita y ofende a Dios que lo pecadores no sientan dolor alguno de sus pecados’. (San Juan Crisóstomo)

¿Por qué el pecado? ¿Qué es el pecado? Esta palabra así como el concepto y contenido que encierra, es uno de los más antiguos en la historia humana.

La desobediencia de algunos ángeles a Dios y la de Adán y Eva en el Paraíso, nos ponen ante nuestros ojos la evidencia de esta realidad que tenemos y la antigüedad que comentaba.

Pensamos que tenemos capacidad para obrar siempre el bien (lo cual es cierto si nos ajustamos a unos condicionantes, a unos límites, a un respeto y obediencia al Ser Supremo) pero caemos en una subjetividad, egoísmo o egocentrismo que nos aparta o, al menos, nos alejan del Ser que nos ha creado para Él.

‘Nos hiciste, Señor, para Ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti’. (San Agustín). Este santo, que tanto hizo sufrir a su madre y que a fuerza de lágrimas y oración consiguió la conversión de su hijo, se da cuenta de lo que ha supuesto su vida antes de conocer a Jesucristo y la llamada que le hace. En su obra ‘Confesiones’, en el capítulo 10 nos expone de forma magistralmente sencilla, pero honda, tierna, entregada, su magno descubrimiento: ‘¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y abraséme en tu paz’. ¿Cuántos de nosotros podríamos hacer nuestro este comentario?

Así pues, el pecado ha estado presente desde el principio de la Creación como una desobediencia al Creador, tanto por parte de los ángeles rebeldes como por el ser humano. La falta de reflexión de Eva y de Adán, dejándose llevar de la estupidez de la oferta de la serpiente que les invitaba a ser iguales al Creador, llevó a entronizar el pecado en el mundo.

ÁNGELES CAÍDOS.-PIETER BRUEGHEL.-RENACIMIENTO.

Pero hay un matiz. Los ángeles no quisieron servir a su creador. Y se perdieron para siempre. Pero el ser humano…era la obra mimada de Dios. Casi estoy por decir que más mimada que los propios ángeles, ya que en el mismo instante de su pecado, Dios, a pesar de la ofensa, les promete un rescate, un Redentor, cuando llegue el momento indicado.

A partir de ese instante comienza la cuenta atrás para la construcción de la Historia de Amor más grande, jamás vivida que la Humanidad haya protagonizado y que la Liturgia de la noche santa de la Vigilia Pascual recoge a través de esta expresión: ‘Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado con la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!’


LAMENTACIÓN DE CRISTO.-RUBENS.-BARROCO



El pecado. Palabra casi pueril para los sesudos y racionalistas seres humanos del S. XXI que la consideran carente de sentido hoy, lo cual pone ante nosotros su tremenda actualidad.

Se prescinde de Dios. Se le combate. Se niega su existencia y su trascendencia. Y sin embargo, está aquí, junto a cada ser humano, con ese infinito potencial de Amor que encierra su Ser eterno.

No se cansa, de momento, de enviar sus mensajes, sus avisos, sus advertencias, a través de su propia Madre, a la que envía ocasionalmente para despertarnos del letargo en el que nos sumerge el pecado, como hemos visto con el paso de los años en diferentes lugares de nuestro planeta.

También a través de personas como la Beata Ana Catalina Emmerich, Santa Faustina Kowalska, a quien reveló lo que estaba deseando hacer a través de su Divina Misericordia, lo que dio origen a esta devoción materializada en el rezo de la llamada ‘coronilla de la Misericordia’ (de la cual somos devotos mi familia), o por medio de San Pío de Pietrelcina,…por el Papa o a un nivel más cotidiano, a través de las homilías y catequesis de los sacerdotes de cualquier parte del mundo. Todo son medios absolutamente válidos para avisarnos del equivocado camino por el que se pueden desenvolver los seres humanos que optan por vivir de espaldas a la Divinidad.

‘Hay tres cosas que apartan al hombre del pecado: el temor del infierno o la sanción de las leyes eternas, la esperanza y deseo del reino de los cielos y el afecto al bien por sí mismo y el amor de las virtudes’. Esto corresponde a San Casiano, mártir del siglo III. Entre otras cosas se negó a adorar los ídolos romanos. Algún mensaje parece que lleva también para nosotros, ¿no?

No, amigos. El pecado, desgraciadamente, sí que tiene una rabiosa actualidad y hay personas que se aprovechan de los lugares privilegiados que ocupan en la sociedad para potenciarlo a través de sus más o menos ataques, velados o no, a la Iglesia, al Santo Padre, a la Eucaristía, a los cristianos a pie de vida y de calle, con las más disparatadas persecuciones, algunas de las cuales acaban con el martirio. Mártires en el siglo XXI. Absurdo y triste, ¿verdad? Pero brutalmente cierto. Lo podemos comprobar con las noticias que algún tipo de prensa publica, porque otras silencian indignamente estos hechos porque no son noticias ‘rentables’. Miren lo que dice el Eclesiástico: ‘El error y las tinieblas son obras de los pecadores; los que en el mal se complacen, en el mal envejecen’ (Eclo. 11, 16)

Pecado son todas aquellas palabras, obras (por acción u omisión) o deseos contrarios a la voluntad de Dios, y como esto supone renuncias, sacrificios, vida ordenada y responsable, lo cual hoy día ‘no viste’, ‘no se lleva’, se le quita importancia y se vive y se educa a nuestros niños y jóvenes de espaldas al Creador.

Es el salmista quien proclama: ‘Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado; contra ti y sólo contra ti he pecado; hice lo que Tú detestas’. (Sal. 51(50), 5-6). Cuando descubre con horror su fallo, se vuelve ardientemente a Dios reconociendo su culpa y solicitando ese perdón que anhela recibir. Y alcanzar esa vida que quiere vivir según los planes de Dios.

El pecado, lo podemos ver en el Génesis 3, 4-5, (‘Replicó la serpiente a la mujer: ¡No moriréis! Lo que pasa es que Dios sabe que en el momento en que comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’), no es sino creernos tan capaces, tan inteligentes, tan sublimes, que pretendemos ocupar el lugar que corresponde a Dios.

PECADO DE ADÁN Y EVA.-Cornelis van Haarlem.-MANIERISMO


Exactamente igual que los ángeles rebeldes, a los que su propia soberbia les impidió contemplar el auténtico rostro de su Creador y Señor. Y pretendieron ser como Él. Y le despreciaron. Y se tragaron su propia condenación.

El ser humano en cambio, si bien cedió a la tentación, inmediatamente obtuvo una respuesta: ‘Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, pero tú sólo herirás su talón’. (Gen. 3, 15).

PIEDAD.-Sebastiano del Piombo.-RENACIMIENTO


Esa promesa toma cuerpo y se concreta en la figura de Jesús de Nazaret. Nació pobre. Vivió humilde. Murió misérrimo y solo ante Dios, ante la Historia y ante esa Humanidad a la que quiso rescatar del pecado precisamente. La Palabra que creó la Humanidad, ahora moría por ella. Pero resucitó. Glorioso, además.

Venció al pecado, al diablo, padre de la mentira y origen del pecado en el mundo que habitamos. Y nos trajo un mensaje de luz, vida y esperanza. A todos y cada uno de nosotros. De todos espera una respuesta personalizada. Visceral y comprometida, en justa compensación a su sacrificio redentor.


Sus brazos, abiertos de par en par en la Cruz del Gólgota, siguen abiertos en franca acogida a quien vuelve su rostro y su ser hacia Él para abrazarlo y hacerlo partícipe de su Gracia, de su amistad, de su vida,…

Sí. El pecado tiene una triste actualidad, pero Cristo y su Gracia también la tienen y, además, mucho mayor, como merece la Redención protagonizada por el Logos, porque ‘cuanto más se multiplicó el pecado, más abundó la Gracia; de modo que si el pecado trajo el reinado de la muerte, también la Gracia reinará y nos alcanzará, por medio de Nuestro Señor Jesucristo, la salvación que lleva a la vida eterna.’ (Rom. 5, 20-21)


Que Cristo resucitado y Nuestra Señora de la Soledad, de Oaxaca, nos bendigan.

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