VIRGEN MARÍA CON SANTOS.-TRÍPTICO.-GIOVANNI D'ALEMAGNA.-RENACIMIENTO
El título de esta entrada encierra en sí mismo una cantidad enorme de contenidos prácticamente inabarcables. El tema de la Virgen tiene una riqueza y una hermosura tan grande que intentar escribir algo sobre ella siempre se queda corto y cojo, porque en Ella hay tantas virtudes, tantos méritos, tantos ejemplos que imitar, tantas lecciones que aprender,...que solamente nos queda encomendarnos a su intercesión para que el Espíritu ilumine a cuantos la quieren e intentan seguir el ejemplo de su vida, y... a quien se arriesga a sentarse ante el teclado y la pantalla del ordenador, ratón en mano, para intentar desgranar algún tema sobre esa Mujer que ha ocupado y sigue ocupando un sitio de relieve en la Historia de la Iglesia y en la Historia de la Humanidad. Y, ¡quién sabe!, si en la historia personal de cualquier ser humano.
Y este es mi caso. Cuando hace unas semanas celebrábamos su Asunción al Reino de Dios en cuerpo y alma, me vino la idea de escribir algo sobre Ella, pero ¿qué? Así lo comenté con mi hija y no tuvo otra ocurrencia más que decirme que escribiera sobre los dogmas marianos. El tema era (y sigue siendo) muy sugestivo, pero cuando tantos teólogos, estudiosos de la Palabra y grandes mentes de la Iglesia han escrito tantas cosas y tan buenas, ¿qué puedo hacer yo? Así lo dije, pero la respuesta llegó de inmediato: 'Es que 'tú' tienes que escribir desde tu propio enfoque y lo que 'tú' no hagas, se quedará sin hacer'.
Bueno, pues... Aquí estoy. Lo voy a intentar desde mi propia experiencia y, como siempre, siguiendo cuanto nos enseña la Iglesia Católica. Dentro de ese aspecto, entran los dogmas.
Para empezar pienso que no está de más un recordatorio: ¿qué es un dogma? ¿Siempre han existido? Sobre el último de estos dos interrogantes hay que decir que no.
EUCARISTÍA.-FRAY VLADISLAV PROVOTOROV.-S. XX
No siempre han existido los dogmas sobre la Virgen, sobre Dios, sobre Sacramentos ni sobre nada, aunque de hecho se conociera el tema contenido en los dogmas. Por ejemplo, siempre se ha conocido, desde el tiempo de los Apóstoles, la presencia real de Jesucristo en la Eucaristía, pero tuvo que ser en el Concilio de Trento donde se definió la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía, con todo su Cuerpo, su Sangre, su Alma y su Divinidad.
Pero sí que ha habido necesidad de tomar una posición clara en la que la Iglesia como tal, ha definido, ha explicado, ha dado normas para que todos los católicos supiésemos a qué atenernos, especialmente cuando han surgido corrientes erróneas (lo que llamaron 'herejías'), que distorsionaban la realidad y la verdad de algún tema concreto. El contenido de los dogmas es inmutable, sin embargo, la forma de expresarlo puede hacerse de manera que facilite más y mejor su comprensión según los tiempos y la evolución del lenguaje, pero sin cambiar en modo alguno su contenido ni contradecirlo.
Aunque no me gustan mucho las definiciones, en este caso sí creo necesario partir de lo que nos expone el Catecismo de la Iglesia Católica: 'El Magisterio de la Iglesia ejerce plenamente la autoridad que tiene de Cristo cuando expone dogmas, es decir, cuando propone, de una forma que obliga al pueblo cristiano a una adhesión irrevocable de fe, verdades contenidas en la Revelación divina o verdades que tienen con éstas un vínculo necesario'. (Punto 88). Y continúa: 'Existe un vínculo orgánico entre nuestra vida espiritual y los dogmas. Los dogmas son luces en el camino de nuestra fe, lo iluminan y lo hacen seguro. De modo inverso, si nuestra vida es recta, nuestra inteligencia y nuestro corazón estarán abiertos para acoger la luz de los dogmas de fe'. Punto 89).
CONCILIO VATICANO II
El dogma es, por tanto, la expresión de algún contenido de la Revelación que, aunque haya existido desde siempre, la Iglesia considera necesario darla a conocer clarificando cuanto fuere necesario, bien por su Magisterio Ordinario, bien por el Extraordinario. Conviene recordar que la Revelación es un hecho histórico que no puede aumentar ni disminuir las verdades reveladas porque están contenidas en las Sagradas Escrituras y en la Tradición, la cual quedó cerrada cuando murió Juan, el último de los Apóstoles.
Un dogma se define cuando obispos, sacerdotes y cristianos, en unión con el Papa, representante de Cristo en la tierra, creen firmemente en una verdad básica de nuestra fe porque el Magisterio, asistido por el Espíritu Santo, lo confirma como una verdad contenida en la Revelación. ('Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros siempre'. (Jn, 14, 16). Jesucristo expresó así la asistencia del Espíritu Santo a la Iglesia.
Cuando el Santo Padre define una doctrina de fe o de costumbres como Pastor y máxima autoridad apostólica de la Iglesia , por la asistencia especial del Paráclito, es infalible. No puede equivocarse, 'porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros'. (Mt. 10, 20). Entonces decimos que el Papa habla 'ex cathedra'. Pero habitualmente no habla de esa manera. Personalmente solamente he conocido en mi vida un Papa que hablara 'ex cathedra': Pío XII, cuando proclamó el dogma de la Asunción de la Virgen el 1 de noviembre de 1950, y del que trataré más adelante.
Y los dogmas entran en el campo del Magisterio de la Iglesia , sea en el Magisterio Ordinario, como he dicho más arriba, sea en el Magisterio Extraordinario.
El Magisterio Ordinario es el que ejercen habitualmente el Papa y los obispos que están en comunión con él en sus diócesis respectivas. También las conclusiones de los concilios en cuestiones de pastoral y por las Conferencias Episcopales de cada nación.
El Magisterio Extraordinario o solemne es que ejerce un concilio ecuménico o el Papa cuando define 'ex cathedra' una doctrina de fe. En este caso es infalible y no puede contener ningún error. Ahí están incluidas las enseñanzas 'ex cathedra' de los Papas y de los concilios convocados y presididos por él. En los puntos 888 a 892 del Catecismo de la iglesia Católica se puede leer lo referente a la misión de enseñar que tiene la Iglesia.
Que la Santísima Trinidad y Nuestra Señora la Virgen de Ocotlan nos bendigan.
VIRGEN DE OCOTLAN.-JOSEPH MORA.-BARROCO
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