SAGRADA FAMILIA.-TALLA.-DIEGO DE SILOÉ.-RENACIMIENTO
Al final de la entrada anterior se manifestaba el deseo de encomendarnos a la protección de la Sagrada Familia. No son pocas las ocasiones que hemos visto, especialmente en la pintura y en la escultura, la manera que el Arte rinde su tributo a este grupo de tres personas básicamente (hay ocasiones que el grupo se ve enriquecido con Juan Bautista de niño, otras con Santa Ana, abuela de Jesús,...) que son, a pesar de los siglos transcurridos un ejemplo de lo que debe ser una familia y el paradigma del amor y la fidelidad familiar de sus miembros.
MATRIMONIO DE LA VIRGEN Y JOSÉ.-LUCAS JORDÁN.-BARROCO
Vivimos unos tiempos en los cuales los valores fundamentales del matrimonio cristiano son presentados por algunos sectores como desfasados y la ética matrimonial aparece casi como inexistente. Los valores de las antiguas familias educando a sus numerosos hijos (mi padre tenía, si no recuerdo mal, siete hermanos y mi madre eran cuatro hermanas), y a todos los sacaban a flote a base de trabajo, educación y arrimando el hombro en casa y donde fuere.
Si esto lo extrapolamos a la Sagrada Familia, con un artesano como cabeza de familia, podemos ver o deducir que allí se cumplía todo esto con una naturalidad propia en las familias humildes. María con las labores propias de la época, José llevando adelante la carpintería a la vez que educaba y formaba a Jesús en los conocimientos de la profesión. Era lo habitual en aquellos años y con aquel sistema de vida.
Centrándonos en la figura de José, correspondería analizar la actuación de este personaje dentro del marco que le fue asignado por Dios en sus planes y de alguna manera fue preparándolo para que pudiera ser un digno esposo de María y que desempeñase con dignidad la función de padre del Salvador, misión trascendental para que Jesús apareciera ante los ojos de la sociedad de Nazaret como 'el hijo de José'.
SUEÑO DE SAN JOSÉ.- FRANCISCO DE HERRERA, EL MOZO.-BARROCO.
No cabe duda alguna que, según el mensaje del ángel, José entra perfectamente en los planes de Dios para ejercer un papel fundamental en los planes redentores de Dios.
Además del texto evangélico, San Juan Pablo II dice en su Encíclica "Redemptoris custos": 'Dios, dirigiéndose a José con las palabras del ángel, se dirige a él por ser el esposo de la Virgen de Nazareth. Lo que se ha cumplido en ella por obra del Espíritu Santo expresa al mismo tiempo una especial confirmación del vínculo esponsal, existente ya antes entre José y María'.
Desde la antigüedad ya se veía y se exponía en los sermones de algunos santos, por ejemplo en los de San Bernardo, la importancia de San José para Dios así como las prerrogativas que tuvo. Dijo: 'José, a quien (Dios) manifestó los secretos y los misterios de su sabiduría y le dio el conocimiento de aquel misterio, , que ninguno de los príncipes de este mundo conoció; a quien, en fin, se concedió no sólo ver y oír al que muchos reyes y profetas, queriéndolo ver, no lo vieron y queriéndolo oír no lo oyeron, no sólo verlo y oírlo, sino tenerlo en sus brazos, llevarlo de la mano, abrazarlo, besarlo, alimentarlo y guardarlo'. (Sermón 'Super Missus est').
EN LA SINAGOGA DE NAZARET
No debemos perder de vista que cuando Jesús comienza su vida pública, uno de los primeros lugares que visita es su propia ciudad, donde se crió y era conocido de todos. No es desconocido para nosotros el pasaje en el que estando en la ciudad entra el sábado en la sinagoga y lee un libro del profeta Isaías. Al finalizar la lectura y exponer un comentario a la misma, la gente quedó maravillada y decía: '¿No es éste el hijo de José?' (Lc. 4, 22). En este caso nos centramos en la figura de José.
CONVECINOS DE JOSÉ, OYENDO A JESÚS EN LA SINAGOGA
Ciertamente ya había fallecido unos años atrás, pero su recuerdo permanecía vivo entre sus convecinos. Sabían de sus virtudes y de su buen hacer y posiblemente no les extrañaría que siendo 'su hijo' tuviese unas 'formas' tan correctas de hablar, pero quizá lo que no les encajaba del todo es la autoridad con la que hablaba que superaba con creces a la de José e incluso a la del mismo rabino de la sinagoga.
Que San José y la Virgen, su esposa, intercedan por todos nosotros y nos bendigan.
SAGRADA FAMILIA.-ESCUELA CUSQUEÑA
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