viernes, 16 de mayo de 2014

Las Postrimerías II .- La muerte,segunda parte

ENTIERRO DEL CONDE DE ORGAZ.-EL GRECO.-MANIERISMO
      Finalizaba la entrada anterior diciendo que a generosidad nadie gana a Dios ni a la Virgen. A propósito de generosidad no me resisto a poner esta oración del Doctor Angélico: '¿Qué diré luego, Dios mío, de tu inefable generosidad? Pues tú llamas al que huye, acoges al que torna, ayudas al que está incierto, armas al que combate, coronas al que triunfa, no desprecias al pecador que ha hecho penitencia, ni te acuerdas de las injurias recibidas,...Soy incapaz de darte la alabanza  debida por todos estos beneficios; por eso doy gracias a tu Majestad por la abundancia de tu inmensa bondad, para que multipliques, conserves y recompenses siempre en mí la Gracia'. (Santo Tomás de Aquino. Oraciones).

      Así actúa Dios. Esto se ha visto siempre y las Escrituras son testigos fieles de esto, como demuestra el Libro de la Sabiduría: 'No os busquéis la muerte viviendo torcidamente, ni os atraigáis la ruina con las obras de vuestras manos. Pues Dios no ha hecho la muerte, ni se complace en el exterminio de los vivos. Él lo creó todo para que subsistiese'. (Sb. 1, 12-14). 

SANTO TOMÁS DE AQUINO, DOCTOR ANGÉLICO
      En la entrada anterior ya comentaba que la muerte no entraba en los planes de Dios. Nos creó para la Vida y no dudó en hacerse Hombre, como el nuevo Adán, y redimirnos porque su Amor es más fuerte que la muerte. Y Él es Señor de la Vida y de la Muerte y sobre ambas tiene pleno dominio.
      Pero no nos engañemos. Si el maligno tentó a nuestros primeros padres y consiguió engañarlos con la mentira, lo mismo va a intentar con nosotros mientras vivamos. Incesantemente va a presentarnos falacias y embustes como cosas buenas. Y ciertamente engaña a muchísimos. Si verdaderamente queremos alcanzar la auténtica Vida Eterna por la que Jesucristo padeció, murió y resucitó, hemos de armarnos con las armas que Dios pone a nuestra disposición y San Pablo nos recuerda:

'Revestíos con la armadura de Dios, para que podáis resistir las insidias del demonio. Porque nuestra lucha no es contra enemigos de carne y sangre, sino contra los Principados y Potestades, contra los que dominan este mundo de tinieblas, contra los espíritus del mal que tienen su morada en un mundo supraterreno. Por eso debéis empuñar las armas que Dios os ofrece, para que podáis resistir en los momentos adversos y superar todas las dificultades sin ceder terreno. Estad, pues, en pie, ceñida vuestra cintura con con la verdad, protegidos con la coraza de la justicia, bien calzados vuestros pies con el celo  para anunciar el evangelio de la paz. Tened siempre embrazado el escudo de la fe, con el que podáis apagar  todas las flechas encendidas del maligno, usad el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios'. (Fil. 6, 11-17).

      ¿Cómo se puede hacer eso? Como siempre, remito a los consejos del Maestro. Su recomendación es: 'Acumulad mejor tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni la carcoma echan a perder las cosas, y donde los ladrones no socavan ni roban'. (Mt. 6, 20). O lo que es lo mismo: nuestras oraciones, nuestra entrega personal y nuestros trabajos en la Iglesia a través de Cáritas, Catequesis de niños y adolescentes, Cursillos de Cristiandad, Catequesis de adultos, Cursillos prematrimoniales o del tipo que fueren, así como de la gran cantidad de actividades parroquiales o diocesanas, obras de caridad, cumplimiento de las obras de misericordia,... 
DAR DE COMER AL HAMBRIENTO
        Todo eso y muchas más cosas por el estilo son las que nos acompañarán a la presencia de Dios. Nada ni nadie nos podrá arrebatar el valor espiritual que tienen. Serán los intereses que presentaremos al Padre  de los talentos que nos dio cuando nos creó. Quien haya dedicado su existencia a  a vivir para vicios, a atesorar dinero ilícitamente, a dedicar su tiempo a sembrar discordias, a levantar calumnias, habrá enterrado esos talentos recibidos y lo que haya obtenido por procedimientos poco o nada éticos o morales no se lo podrá llevar. Y dará cuenta de todo. 'No creas que el diablo ha perdido su crueldad; y cuando acaricia, es cuando más cuidado hay que tener'. (San Agustín. Homilía 39 sobre los Evangelios). Este santo sabía lo que decía, ¿verdad?
      Pero no debemos asustarnos. No nos preocupemos. En serio. Tenemos la intercesión poderosísima de la Virgen como he indicado más arriba. Confiémonos a Ella. Pidámosle que nos cubra con su manto misericordioso. Consagrémonos a la Madre de Dios, que también es la nuestra. Fue el regalo que nos dio Jesucristo desde la Cruz: su Madre. Ella es 'Auxilio de los Cristianos', como decimos en la letanía que rezamos al finalizar el rezo del Santo Rosario.
       También tenemos la ayuda inestimable de nuestro Santo Ángel de la Guarda. No es ninguna utopía ni tampoco es un cuento infantil. Existen, los tenemos y hay pruebas fehacientes de ellos. Permítanme una confidencia: Personalmente soy muy devoto del mío. Le hablo. Le rezo a diario. Confío absolutamente en Él porque la bondad de Dios me lo ha puesto, como nos puesto uno a cada persona para que nos ayuden en nuestro peregrinar en este mundo. Yo creo firmemente en su acompañamiento. ¿Recuerdan el Libro de Tobías? Es uno de los Libros de la Biblia. Uno de los protagonistas es un ángel llamado Rafael. 'Nada debemos temer bajo loa custodia de de unos guardianes tan eximios. Ellos, los que nos guardan en nuestros caminos, no pueden ser vencidos ni engañados, y menos aún pueden engañarnos. Son fieles, son prudentes, son poderosos: ¿por qué espantarnos?Basta con que los sigamos, con que estemos unidos a ellos, y así viviremos a la sombra del Omnipotente'. (San Bernardo.Sermón sobre el Salmo 12). No lo dudemos. San Bernardo sabía lo que nos quería transmitir, ¿no?
      Pongamos de nuestra parte lo que podamos y sepamos pidiendo la luz que necesitemos al Divino Paráclito que alienta constantemente la vida y marcha de la Iglesia  a pesar de los errores que podamos tener quienes la formamos. A fin de cuentas somos humanos y sujetos a error, pero si permanecemos en la unidad con Cristo, el Señor, podremos caminar mejor sin lugar a dudas.
      Bueno, todo esto está muy bien, pero ¿qué pasa después de morirnos? Eso del Juicio, ¿cómo va a ser? ¡Caramba! Vamos a dejarlo para la próxima entrada e intentaré comentarlo a la luz de los Evangelios y de las enseñanzas de la Iglesia. Hasta entonces, que Nuestro Padre Jesús de Medinaceli y Nossa Senhora do Carmo Church nos asisten y bendigan.