domingo, 19 de junio de 2016

Los valores en las personas

EL PENSADOR.-AUGUSTE RODIN
      Cuando cada día nos levantamos es normal que dediquemos unos momentos a pensar o repasar las cosas que debemos hacer, lo mismo para nuestra actividad profesional y familiar que para las de ocio y distracción. De ahí surge una elección de cuanto pueda haber de preferencia o importancia entre las que tengamos. A ella dedicaremos el primer lugar y ordenaremos el resto de manera que cuando finalice nuestra jornada todas estén realizadas o, al menos, la mayor parte de ellas.
      También ocupa un lugar en ese análisis el grado de satisfacción que tengamos de lo mejor que hayamos podido hacer y de aquello que no nos haya parecido totalmente satisfactorio, tanto en el proceso seguido como en los resultados obtenidos.
      Posiblemente revisemos también el grado de dedicación empleado en algún tema en especial y desde qué ángulo de nuestras capacidades humanas y experiencia personal hemos puesto en ello.

      Para llegar a este punto han tenido que intervenir una serie de factores o elementos que hemos ido aprendiendo a lo largo de nuestra vida, desde la etapa infantil, a través de la educación recibida en los ámbitos familiar, social, educativo y personal. Incluso en el ámbito religioso.
      Indudablemente los padres y los abuelos fundamentalmente han tenido mucho que ver, pero también tienen su importancia lo que hayamos recibido de otros miembros de la familia y de nuestros amigos o maestros, no solamente con sus consejos, sino también, y acaso ésto sea lo más importante, en la formación de nuestra personalidad con el ejemplo que nos hayan dado  a través de sus comportamientos y las decisiones tomadas en diversas actuaciones, de manera que nos hayamos sentido atraídos por su actuación o en otros casos los hayamos rechazado  en nuestro fuero interno por no adaptarse a nuestra forma de ser y actuar.
      Lo mismo cabe decir de cuanto vamos observando en nuestro aprendizaje en la escuela primaria, secundaria o universitaria, así como en los estudios de nuestra formación y preparación para nuestra actividad laboral, tanto en los libros de las distintas materias como en la actuación docente y personal del profesorado que se encarga de transmitir sus conocimientos de cara a nuestra preparación en oficio que hayamos elegido.

      Todo aquello que hemos adquirido va formando nuestra personalidad poco a poco, así como nuestros criterios de actuación en los distintos ambientes en los que iremos desenvolviendo nuestra existencia. Ellos irán guiando y condicionando nuestros comportamientos y decisiones en los distintos aspectos de nuestra existencia, porque permanecerán profundamente arraigados en nuestra personalidad y forma de ser. Ellos son nuestros valores personales.
      Si hemos estado abiertos a unos comportamientos que priman la consecución del bien común, del trabajo bien hecho, de una actuación correcta en el trato con los demás, nuestros valores aparecerán encarados a la honradez profesional, familiar, social y un largo etcétera que contribuirá a que cuantos deban tener un trato con nosotros del tipo que fuere, lo hagan tranquilos porque sabrán que no se les va a engañar en ningún sentido. Con ello conseguiremos un prestigio y acaso también una admiración por las virtudes y valores que se reflejarán en nosotros.
      Pero esto, ¿es realmente así? En líneas generales, así debiera ser, pero para ello ante una situación de cualquier tipo la deberemos analizar partiendo de una base: nuestra propia objetividad. En todos nuestros planteamientos debemos ser absolutamente imparciales. (Ya sé que es difícil, pero puedo asegurar que no es imposible). Cuando lleguemos a una conclusión, el siguiente planteamiento debiera ser: ¿es éste el camino correcto, la decisión acertada que nos encamina al bien de todos o solamente favorece nuestros intereses personales? En este último caso tal vez podríamos estar cayendo en un personalismo egoísta que nos apartaría de los valores que debemos seguir como guía personal.
      En la próxima entrada se dará un nuevo paso en el tema de los valores.

      Que Nuestra Señora de Akita nos acoja y bendiga a todos.

viernes, 3 de junio de 2016

San José, esposo de María (y V)

SAN JOSÉ Y EL NIÑO.-CORBERT GAUTHIER.-CONTEMPORÁNEO
      En las entradas anteriores hemos dado una ojeada por la figura de San José. Doy por supuesto que se podría ahondar mucho más sobre su figura, especialmente por los estudiosos de la Biblia, y por lo tanto pienso que en lo que respecta a mis limitados conocimientos sobre este gran personaje debo ir finalizando el tema. Pero también pienso que no debo hacerlo sin tratar, aunque sea superficialmente, otro aspecto: ¿Qué dice la Iglesia sobre él? ¿Cuál es la opinión de los Padres de la Iglesia sobre el esposo de la Virgen?
      En primer lugar cito al recordado Papa San Juan Pablo II porque en su Exhortación Apostólica 'Redemptoris Custos', en 1989, tras hacer un breve repaso del marco evangélico que rodeaba el tiempo de José, así como los distintos episodios vividos con María de Nazaret (noviazgo, matrimonio, nacimiento de Jesús en Belén, huida a Egipto, etc), nos lo muestra como el depositario y colaborador en los planes que Dios tiene para la Humanidad junto con su esposa. Cada uno, obviamente, desde un punto de vista diferente. 
SAN JOSÉ, PATRÓN DE LA IGLESIA
      A continuación desmenuza varios aspectos que nos llevan a conocer mejor a José que, a pesar de su silencio en los Evangelios, es un fiel colaborador en cuanto Dios le pide como varón justo, esposo, en su trabajo y en la vida interior. Finaliza la Exhortación con la mención de la declaración por parte de Pío IX, en 1870, como Patrono de la Iglesia Católica en el Decreto 'Quemadmodum Deus'.
      La Exhortación de San Juan Pablo II no es un documento excesivamente largo y tiene una fácil y amena lectura que nos lleva a conocer mejor a San José. Es un documento de nuestro tiempo para personas de nuestro tiempo y por eso he preferido mencionarlo en primer lugar. Pero para llegar a este momento han tenido que pasar varios siglos de Historia de la Iglesia en los que desde los primeros Padres de la misma hasta los teólogos más eminentes han escrito sobre este santo varón exaltando su figura.
      He buscado escritos de Padres de la Iglesia y de Santos que nos puedan transmitir cuál era su criterio sobre San José. Y sí. He encontrado unos cuantos que, sin ánimo de ser exhaustivo, voy a tomarme la libertad de poner algunos de ellos aquí. Además de aprender algo nuevo podemos ver que desde los primeros tiempos de la Iglesia se ha tenido en cuenta al esposo de la Virgen y el papel que ha desempeñado en la vida de Jesús, especialmente en los años de su niñez y juventud, y en la vida de su esposa.
      Aún muy cercano a los hechos ocurridos a Jesucristo y a su Madre en el mundo, en el siglo II, San Ireneo, analizando la actitud del esposo de la Virgen, decía: 'Persuadido José, y sin dudas de ninguna clase, tomó a María como esposa, y en clima de alegría prestó sus servicios en todo lo que quedaba en la educación de Cristo... Y lo tomaban como padre del Niño'.                                  SAN IRENEO                                                            San Juan Crisóstomo, en el siglo V, se dirigía al mismísimo San José y le decía: 'No pienses, oh, José, que por haber sido concebido Cristo por obra del Espíritu Santo, puedes tú ser ajeno a esta divina economía. Pues, aunque es cierto que no tienes parte alguna en su generación y su Madre permanece Virgen intacta, sin embargo, todo cuanto corresponde al oficio de padre, sin que atente en modo alguno contra la virginidad, todo te es dado a ti. Tú le pondrás el nombre al hijo, pues tú harás con él las veces de padre. De ahí que, empezando por la imposición del nombre, te uno íntimamente con el que va a nacer'. Es evidente que el destinatario o destinatarios del escrito no era realmente San José, pero se valió de este recurso literario para que la comunidad a quien va dirigido pudiera entender mejor el mensaje que transmite.   
      ¿Recuerdan quién fue el autor de la famosa oración a la Virgen que comienza 'Acordaos, oh piadosísima Virgen María...?' Efectivamente, fue San Bernardo de Claraval. Vivió en el siglo XII, fue un enamorado de la Virgen y  le tenía una confianza y una devoción absolutas. San José no podía pasársele por alto siendo el esposo de María. En uno de sus sermones dijo de él: 'José es el servidor fiel y prudente a quien el Señor constituyó para ser el consuelo de su Madre, el padre nutricio de su carne y el único cooperador fidelísimo sobre la tierra del gran designio de la Encarnación'.                                     SAN BERNARDO DE CLARAVAL.-PHILIPPE DE CHAMPAIGNE.                                              Indicando la talla que tiene José , San Bernardo dice también: 'Ya que todo lo que pertenece a la esposa pertenece también al esposo, podemos pensar que José puede distribuir como le parezca los ricos tesoros de gracia que Dios confió a María, su casta Esposa'.
      Desde siempre se han encontrado diversos Padres que por la circunstancia que fuere han hablado a favor de la Virgen y de San José a o largo de la historia de la Iglesia Católica. Entre los siglos II y IV podemos encontrar a San Ignacio de Antioquía, San Ireneo, Tertuliano, San Clemente de Alejandría entre otros, pertenecientes a los Padres orientales. Entre los occidentales que también hablaron sobre San José, están San Ambrosio, San Jerónimo, San Agustín y algunos más.
      Pero además, la propia Iglesia Católica también se ha pronunciado muchas veces sobre la figura de este santo. A través del Papa San Juan Pablo II expuso lo que era evidente a poco que analizáramos la situación legal de la Virgen con respecto a su embarazo: 'El matrimonio con María es el fundamento jurídico de la paternidad de José. Es para asegurar la protección paterna a Jesús por lo que Dios elige a José como esposo de María, es decir, a través de la familia'. (Exhortación Apostólica 'Redemptoris Custos', núm. 7). Y en el número siguiente nos completa: 'San José ha sido llamado por Dios para servir directamente a la persona y a la misión de Jesús mediante el ejercicio de su paternidad'.
     Dentro de este Magisterio, el Catecismo de la Iglesia Católica nos dice en el punto 437: 'José fue llamado por Dios para tomar consigo a María, su esposa, encinta del que fue engendrado en ella por el Espíritu Santo, para que Jesús llamado Cristo nazca de la esposa de José en la descendencia mesiánico de David'.
      En fin. Este santo presenta una serie de facetas de las que hemos ido viendo algunas de forma superficial en las distintas entradas, pero hay mucho que averiguar sobre él, precisamente por su misma sencillez. Solamente su disponibilidad para Dios sin entender casi nada es una de las cosas que puede introducirnos en su grandeza. 
      Vivir y compartir la vida nada menos que con la Palabra con la que se hizo toda la Creación, verlo como niño, adolescente y joven adulto, así como con la Elegida por la Santísima Trinidad desde toda la Eternidad para llevar a cabo la Encarnación de Dios para la magna empresa de la normalización de las relaciones entre la criatura y su Creador a través de la Redención, siendo ya de por sí un premio quiso Dios encumbrarlo en su muerte con la presencia y asistencia de estos dos seres, Jesucristo, su hijo ante los ojos de todos sus convecinos y su Dios en la realidad, así como de su esposa, que fue encumbrada posteriormente como Reina de la Creación. ¿Cómo no iba a declarar S.S. Benedicto XV a San José, el 25 de julio de 1920, patrono de los moribundos?
      Descubrir la figura de San José y el papel que desempeñó en los planes de Dios es abrir nuevos caminos en nuestras vidas para cumplir lo que Dios nos pida a cada uno de nosotros. Estoy seguro que vale la pena.
Sagrada Familia en el taller de José.- Jerónimo J. Espinosa.-Barroco
      Que Nuestro Señor Jesucristo,su Santísima Madre y el glorioso San José nos acompañen siempre y nos bendigan.