martes, 30 de diciembre de 2008

La Sagrada Familia desde el arte

No sé, pero ha sido como una inspiración. ¿Por qué no puede intervenir el Arte (así, con mayúsculas, en un blog religioso católico?
Algo tendrá que ver cuando desde siglos atrás, desde el Románico o incluso antes (el Arte Bizantino), pasando por el Gótico, Renacimiento o Barroco, llegando a nuestros días, pintores de todo el mundo han plasmado en sus lienzos escenas de la vida del LOGOS en diversos momentos de su estancia en la tierra. Jesucristo y su familia se han hecho presentes a través de la paleta de los artistas y de sus diversas formas de concebir momentos puntuales de la vida de Jesús o de la Virgen.
Incluso hay quien ha sentido la necesidad de orar a través de la contemplación de una de esas pinturas de matiz cristiano.
Personalmente deseo hacer mi modesta aportación y sencillo homenaje a esos genios del Arte Universal que, de una u otra manera, hicieron presente una catequesis y enseñanza particular de la religiosidad sin pretenderlo. Pero ahí quedan sus huellas.
Les deseo mucha felicidad y prosperidad para el 2009 desde el prisma de la Sagrada Familia. Que ellos les bendigan.

martes, 23 de diciembre de 2008

Ya nos llegó la Navidad

Y por fin llegó. Es el Gran Día. El Esperado por las naciones, por toda la Humanidad, ya está aquí entre nosotros.

Por donde quiera que vayamos encontramos calles engalanadas con luces, comercios adornados, hogares luciendo adornos navideños y con el belén puesto,…pero todo esto no tiene sentido si no va acompañado de unas raíces cristianas que hagan salir a flote el auténtico sentido de la Navidad cristiana.

Parece que se habla mucho de la Navidad pero el nombre de Jesús o el de la Virgen apenas se oyen. Se ha pasado del deseo de desear a nuestros amigos o conocidos ‘una Feliz Navidad’, a desear ‘unas felices Fiestas’. Pero fiestas ¿de qué o de quién?

Demos al César lo que es del César y a Dios lo que es suyo, y busquemos el auténtico sentido de esta Festividad. El protagonista real es Dios que toma forma humana y nace como cualquiera de nosotros lo ha hecho y tiene una madre que lo ha parido como también cada uno de nosotros.

Y busquemos y proclamemos con nuestras vidas los valores humanos y cristianos que hoy aparecen como desfasados y caducos: honradez, justicia, honestidad, respeto a los demás,… Desterremos de nosotros odios y violencias y busquemos nuestra propia transformación interior y la del mundo que nos rodea a través de nuestro propio ejemplo.

La Navidad conlleva una escuela de Amor, entrega y sacrificio. Es un día para alabar y glorificar a Dios por ese DETALLE de entregarse en su totalidad infinita a toda la Humanidad para que ‘todo el que crea en Él no perezca, sino que tenga vida eterna’. (Jn.3, 16).

Y me he tomado la libertad de insertar un Power Point cuyo tema central es la Navidad. Acaso lo conozcan, pero me ha gustado y pienso que a los que no lo conozcan de ustedes les puede gustar. Incluso puede hacerles pensar su contenido.

Nuevamente les deseo una FELIZ Y CRISTIANA NAVIDAD.

Verdadera Navidad Med

domingo, 21 de diciembre de 2008

Cuarto Domingo de Adviento

La Virgen sueña caminos
está a la espera;
La Virgen sabe que el Niño está muy cerca,
De Nazaret a Belén hay una senda;
por ella van los que creen en las promesas.

Los que soñáis y esperáis la buena nueva,
Abrid las puertas al Niño que está muy cerca.
EL SEÑOR CERCA ESTA-, EL VIENE CON LA PAZ.
EL SEÑOR CERCA ESTA EL TRAE LA VERDAD.


Para mí, que esta cuarta semana del Adviento también nos trae un personaje excepcional. Por mucho que lo estudiemos nunca podremos llegar a toda su profundidad como persona, a entender del todo su personalidad, a profundizar suficientemente en su humildad (tantas veces exaltada, tantas veces puesta como ejemplo, pero que jamás llegaremos a comprender la auténtica hondura que tiene), al valor real de su silencio,… Me imagino que habrán adivinado quién es. Estoy hablando de María, la Madre de ese Jesús que estamos en víspera de celebrar el Memorial de su Nacimiento.

He querido poner en el encabezamiento de este escrito estas estrofas de un canto dedicado a Ella, que manifiesta perfectamente el momento que estamos viviendo. Ella estaría recorriendo, cuatro días antes de nacer el Niño, el camino hacia el lugar donde tenían que empadronarse. Había que hacerlo porque el César así lo había dispuesto.

Pero más allá de esa obediencia ciudadana, está la obediencia y acatamiento de la voluntad de Dios, que Ella conocía y que, en silencio, guardaba en su corazón. Y no sería un camino fácil en su estado de gravidez. Pero lo recorrió con el apoyo y el ánimo de su esposo José. Podemos imaginarnos los diálogos que sostendrían como matrimonio, porque aunque María nos da lecciones magistrales de silencio no significa que no hablara con su esposo, posiblemente y entre otras cosas, de los planes de futuro con el próximo componente de su familia, desde su ilusión como futura Madre.

De ese nuevo miembro del bloque familiar, dice Dios en el segundo libro de Samuel, dirigiéndose al rey David a través del profeta Natán: ‘Suscitaré a tu linaje el que saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre y estableceré su trono para siempre. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo.’ (2Sam. 7, 13-14).

Y, por favor. Que nadie piense que la humildad, el servicio a Dios, es patrimonio exclusivo de las mujeres. A los hombres también nos toca mirarnos en el espejo de María y aprender de Ella. Incluso de José, que aceptó su papel sin entender absolutamente nada, porque a nivel humano, nada se podía entender. Y los dos aguantaron el tirón.

Es todo un ejemplo para los matrimonios de hoy, que apenas vienen las primeras dificultades ya piensan en la separación o el divorcio. Y los planes de Dios, respecto al matrimonio no van por ese camino. De esa Sagrada familia debemos aprender a valorar la unidad y la indisolubilidad del matrimonio. Y también nosotros aguantar el tirón, como hicieron ellos.

Yo he pensado en poner para cerrar este escrito, una imagen de la Virgen de Guadalupe, aparecida a San Juan Diego, precisamente porque tiene una cinta de color morado oscuro amarrada al vientre, como símbolo de embarazo, según he leído en un artículo que explica toda la historia de esa Advocación de la Virgen. Todo un símbolo del Tiempo que estamos celebrando.

Que Ella nos ilumine para seguir viviendo este Nacimiento, ahora y el resto del año, según la voluntad de Dios que tanto nos ama hasta el extremo de venir a vivir junto a nosotros para explicarnos Quién es y cómo es, el Dios que nos ha llamado a la vida.

Benditos sean Dios y su Madre. Y benditos sean también cuantos creen en Ellos y viven como Ellos quieren.

jueves, 18 de diciembre de 2008

Felicitación navideña

Ignoro las costumbres de otros países, pero en España tenemos la costumbre de felicitar la familia y a los amigos con motivo del nacimiento del Niño Dios. Personalmente pienso que Él merece esto y más, porque es una forma diferente de acercarnos a Él, especialmente en el Memorial de su venida al mundo en carne mortal. Y eso es muy grande. Todo un Dios se hace como nosotros. Y eso merece que nos felicitemos porque la Humanidad ha alcanzado la bendición de Dios.

No lo defraudemos nosotros y vivamos según su esperanza hacia nosotros, según su Mensaje evangélico, según su amor,…

Muchas felicidades a todos. No importa el país. Estén donde estén me siento unido a todos a través del LOGOS que nos va a nacer. Vivamos con alegría la Navidad y que el Año Nuevo sea para nosotros de prosperidad, sí, pero también de plenitud cristiana. Con todo mi afecto a todos cuantos han entrado en estas páginas, estén leyendo mi mensaje de paz y amistad y puedan leerlo en el futuro.

lunes, 15 de diciembre de 2008

Ya vamos por la tercera semana de Adviento

¡Caramba con el personaje! Ya sé que como todos los años celebramos el Adviento en la Liturgia de la Iglesia, Juan Bautista siempre anda por en medio, pero eso no supone que cada año no descubramos facetas nuevas en él.

Este año ha sido su humildad lo que me ha llamado la atención. Tantos años leyendo y meditando con la Biblia y no me había dado cuenta de este detalle de San Juan Bautista. ¿Qué por qué digo lo de humilde? Analícenlo conmigo.

Va vestido con una piel de camello y un cíngulo. Eso en aquel tiempo no era signo de riqueza sino de lo contrario: de pobreza. Era como decir que no tenía nada más que ponerse. Su comida, saltamontes y miel silvestre (Mt. 3, 4). Y lo que me ha llamado la atención este año: ¿Alguien puede decir que haya leído en alguna parte que hiciera alarde de ser primo del Salvador? ¿Ha hecho gala en alguna ocasión de ser pariente próximo del LOGOS, de la Palabra de Dios hecha Hombre?

Al contrario. Lo que dice es que ‘el que viene detrás de mi es más fuerte que yo y no soy digno de atarle las sandalias’ (Mt. 3, 11). Y su palabra y sus bautizos llegaron a oídos de los sacerdotes y levitas que necesariamente le tenían que preguntar quién era él. Y a varias preguntas hubo varias respuestas. Al final tuvo que llegar la definitiva: ‘Pues ¿quién eres? ¿Qué dices de ti mismo?’(Jn. 1,22)

‘Entonces él, aplicando las palabras del profeta Isaías, se presentó así: Yo soy la voz del que clama en el desierto: allanad el camino del Señor’. Señores. Es una respuesta magnífica. Conocía las Escrituras y sabía a quién se las aplicaba. (Jn. 1, 19-27)

Pero hay más. Ni yo ni nadie puede ni debe quedarse ahí porque la Palabra es dinámica y nos interpela continuamente: ¿Somos conscientes que nosotros, cada uno de nosotros, somos Juan el Bautista en el siglo XXI? ¿Somos conscientes que tenemos el deber de ser la voz del que clama en el desierto y que seguimos siendo indignos de atarle las sandalias? ¿Nos damos cuenta que debemos estar allanando el camino de ese Niño que nos nacerá y que luego crecerá para morir en la Cruz?

Los cristianos no podemos estar escondidos como si no tuviésemos nada que decir o nada que hacer. La mies sigue siendo mucha y hacen falta muchos obreros, tanto sacerdotes como laicos. ¿Qué podemos hacer? Pues cada uno sabrá lo que puede hacer según los talentos que Dios le haya dado. Tiene que ponerlos en funcionamiento, no enterrarlos, para que cuando venga el Señor pueda presentarle los intereses en obras, amor, actos caritativos, oraciones o las cosas que cada uno se puede reconocer en sí mismo.

Está claro que nosotros solos no podemos hacer nada sin El Maestro, pero las cosas por difíciles que nos parezcan podemos tener la seguridad de que saldrán con su ayuda. Pero hemos de poner nuestra esperanza en ese Jesús que nos va a nacer dentro de poco. Él siempre nos acompaña. En el dolor o en la alegría. En la enfermedad o en la salud. En los callejones aparentemente sin salida que nos plantean nuestros problemas o en el gozo de una vida plena fundamentada en Dios, porque para Él NO HAY NADA IMPOSIBLE. (Lc. 1, 37)

Juan el Bautista respondió a sacerdotes y levitas con unas palabras del profeta Isaías. Permítanme que también termine con otras palabras de mi amigo el profeta Isaías: ‘El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena nueva a los pobres’ (Is. 61, 1). El mismo Jesús las tomó como suyas en la sinagoga de Nazaret. (Lc. 4, 16-22)

Y nosotros también tenemos el Espíritu del Señor sobre nosotros y sobre la Iglesia como lo estuvo con el Precursor del Mesías. El mismo Espíritu que resucitó a Cristo es el Motor de todo y de todos. Y está dispuesto a asistirnos, a ayudarnos siempre que lo llamemos con una fe inquebrantable. Es nuestro desafío, nuestro reto a nosotros mismos.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Reflexionemos juntos el Adviento

Este tiempo de Adviento merece una nueva atención. Este Power Point me lo enviaron hace algún tiempo y lo guardé porque me pareció bueno y porque me sirvió para reflexionar un poco sobre lo que significa el tiempo litúrgico que estamos viviendo. Hoy lo quiero compartir con todos ustedes. Será como si fuese yo en persona a visitarles y a vivir un poco este momento que nos plantea el tema, sin importar la lejanía en el espacio que podamos tener ustedes y yo. El Niño que esperamos y su Madre, nos unen.

Adviento

lunes, 8 de diciembre de 2008

LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Hoy es un día Mariano. Celebramos la advocación de la Madre de Dios como Inmaculada desde su Concepción. Sin mancha ni pecado. ¿Por qué lo hacemos? Es de estricta justicia por ese SI que pronunció en un momento concreto que cambió radicalmente el sentido de la Historia y de la Humanidad. Hagamos un breve repaso a los hechos.

El proyecto de Dios se destrozó. Sus paseos por el Edén junto con la Humanidad naciente representada por Adán y Eva finalizaron por obra y gracia del espíritu del mal, simbolizado por la serpiente. El resultado, la desobediencia a Dios. La consecuencia, el castigo y el pecado.

Sin embargo Dios no renuncia a dejar en el vacío la obra mimada de la Creación. Tantos siglos para formar el universo, y en él, la tierra con todo lo que había ido creando paulatinamente: seres inanimados y luego la vida manifestada en las plantas y los animales, todo para preparar la morada del destinatario final de Su Obra: Nosotros.

No. No puede permitir que se pierda. No quiere renunciar a continuar paseando con la Humanidad, con las personas, en los edenes futuros.

En la primera pareja oímos sus excusas a pesar de saberse transgresores del mandato de su Creador. Las mismas, con diferentes palabras y conceptos son las que empleamos hoy cuando prescindimos de Dios para irnos a satisfacer nuestros caprichos al margen de nuestro Creador, que también continúa preguntándonos dónde estamos porque no nos ve. No reconoce en nosotros su obra por nuestro alejamiento de Dios.

En aquel momento del Edén Dios pone de manifiesto su rapidez de reflejos y ante esa caída lanza su brazo fuerte para recoger nuevamente la Humanidad del suelo y levantarla al lugar que le corresponde.

“Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar.» (Gen.3, 15)

Desde ese mismo momento comienza la lucha entre el bien y el mal, pero se levanta la voz de la esperanza: el linaje de la mujer pisará la cabeza del mal.

Después pasarían los siglos. Y un día cualquiera, de un mes y año concreto, nace en Israel una Niña, cuyos padres, Joaquín y Ana, no podían imaginar el destino que tendría como depositaria de las promesas de Dios en el Paraíso.

Ni podían pensar que los ojos de Dios, al depositarse en ella llamándola a la vida, la había preservado de toda sombra de culpa o de pecado. Era la Llena de Gracia. Era la futura Madre del Salvador.

Desde toda la eternidad había sido elegida María para acoger dentro de sí toda la autocomunicación con el Espíritu Santo y por haber venido sobre ella el Espíritu de Dios es Llena de Gracia. Por cuando decimos “LLENA ERES DE GRACIA” al rezar el Ave María, es lo mismo que decirle “LLENA ERES DEL ESPÍRITU SANTO”.


El Espíritu habita en ella como en su templo. Ella es templo de Dios como nosotros también lo somos por la Gracia, como nos dice San Pablo : “¿ES QUE NO SABÉIS QUE SOIS TEMPLOS DE DIOS?”(I Cor. 3, 16).

Pero volviendo a María. ¿De qué le sirve al Espíritu Santo haber venido sobre ella y haberla fecundado, si no dejamos que venga sobre cada uno de nosotros para que engendremos en nuestro interior a Jesucristo?

El Espíritu densificó primero su acción en un ser concreto e histórico , María , para después , y desde ahí , difundirlo a todas las personas dispuestas a darle también el “SI” , como María .

Pero para eso hace falta nuestra disponibilidad total y sin condiciones, como la Virgen, y estar abiertos a los planes de Dios hacia nosotros,PORQUE SOMOS OBRA DE DIOS.

ES PONER NUESTRA LIBERTAD , NUESTRO SER TOTAL , AL SERVICIO DE DIOS .

Y una vez que se ha iniciado en María, el proceso continúa y continuará a lo largo de la Historia a través de nosotros y así nos convertimos en PEDAZOS DE LA HISTORIA DE DIOS en la Humanidad desde nuestra pequeñez y nuestra nada.

Hoy veneramos a la Madre de Dios, también nuestra Madre por expreso deseo de Jesucristo en la Cruz, en esta advocación tan querida por todos los españoles: La Inmaculada Concepción.


Cerremos brevemente los ojos del cuerpo y abramos los de la imaginación y la fe. Vamos a contemplar, a meternos en esta escena de la Virgen al pié de la Cruz acogiéndonos a todos nosotros. Veámonos allí, al pie de la Cruz, nosotros también, recibiendo a María como Madre.

Vamos a ser el San Juan del siglo XXI cada uno de nosotros. En un momento de silencio, vamos a adentrarnos en su Maternidad y en la relación que tenemos con Ella. Y oigamos la voz del mismo Cristo que nos dice a cada uno: ‘AHÍ TIENES A TU MADRE’.

ADVIENTO II

Para mí fue una sorpresa. La dejé pasar porque no le di la importancia que tiene, pero le iba dando vueltas y al cabo de una semana me di cuenta: En la lectura de Isaías, capítulo 63, versículo 16, el Profeta debía estar desesperado, angustiado o algún estado de ánimo parecido, pero POR DOS VECES LLAMA A DIOS, PADRE.

Veamos lo que dice: “Pero Tú eres nuestro Padre. Tú, Señor, eres nuestro Padre, desde siempre te invocamos como nuestro libertador”. ¿Y dónde está la novedad? Para ustedes, no lo sé, pero para mí es la primera vez en mi vida que leo que alguien del Antiguo Testamento llama a Dios ‘Padre’.

Permítanme esta pequeña confidencia, comunicación o como lo quieran llamar, pero necesito compartirlo con ustedes. Pensaba que Jesucristo era el único que había empezado a llamar Padre a Dios, porque realmente lo es, y miren por dónde aparece Isaías y nos pone ante nosotros este hecho.

Y a mí me hace pensar que el sentido del Adviento está también en que la Paternidad de Dios hacia todos nosotros ha estado en Su pensamiento siempre. Y acaso permitió a este profeta que lo descubriera. En su clamor sigue diciendo: ‘¡Ojalá rasgases el cielo y bajases. Los montes se derretirían ante ti’.

En cambio el segundo domingo plantea una situación diferente: ‘Consolad, consolad a mi pueblo, dice vuestro Dios’. (Is. 40, 1). ‘Una voz grita: Preparad un camino al Señor, allanad en la estepa una calzada para nuestro Dios’. La situación es distinta.

¿Se dan cuenta? Es la riqueza de la Palabra de Dios, del LOGOS, que es el Centro de la Iglesia, como dice el Concilio Vaticano II en la Constitución ‘Dei Verbum’. Palabra que debemos escuchar y asimilar, hacer nuestra y que luego debemos proclamar.

Sí, amigos. La Biblia no debe ser extraña a nosotros. Es…como si tuviéramos una cita con el mismísimo Niño que estamos esperando en el Adviento y nos encontráramos con Él en ese lugar: la Biblia. Porque paulatinamente,en los domingos siguientes del Adviento, iremos llegando a la contemplación del Misterio de su Nacimiento en Belén.

Pero mientras llega este momento vayamos allanándole el camino en nuestro interior. Analicemos qué debemos mejorar para prepararle un lugar en nuestro interior, como si fuese una cuna. Poco a poco, con voluntad, tesón y la ayuda de nuestro Dios para quien no hay nada imposible, iremos construyendo sus caminos según el pensamiento y los planes divinos para cada uno de nosotros.

No cuesta nada dar una sonrisa a nuestro prójimo. Un saludo amable. Acaso con una cosa tan simple podamos ser para la otra persona el Juan Bautista del siglo XXI que con estas actitudes estemos anunciando la proximidad del Salvador.

Pongamos nuestra voluntad desde nuestra libertad. Dios no tiene prisa y sabe esperar. Seamos cristianos de Esperanza, cristianos de Adviento. Precisamente la Paciencia podríamos decir que es la gran virtud del Adviento. Colaboremos con Jesús que desea celebrar con cada uno de nosotros el Memorial de su venida en carne mortal a nuestro mundo, para participar en todo de nuestra vida, excepto en el pecado.

Y borremos de nuestro interior cualquier sombra de pecado. Jesús no tenía. Imitémoslo. El Sacramento de la Reconciliación está a nuestra disposición. ¿Qué esperamos?

lunes, 1 de diciembre de 2008

TIEMPO DE ADVIENTO

El Adviento vuelve a nosotros. Hoy lo hemos celebrado en nuestra comunidad con una Exposición del Santísimo y rezo comunitario de Vísperas. Al finalizar, la Eucaristía, en la que la corona del Adviento ha estado presente y se ha encendido la primera vela, ha sido el colofón de todos estos actos con los que le hemos dado la bienvenida a este período de tiempo en que nos preparamos para recibir el nacimiento de Jesús, el Memorial de la venida de Dios en carne mortal a nuestro mundo.
Y esto nos debe conducir a una reflexión seria y madura. Esperamos que Jesús vuelva al mundo a través de nosotros. Y también a esta sociedad nuestra carente de valores humanos y cristianos. Ahí nos debemos encontrar con Jesús y hacerlo presente en nuestro entorno.
Pensemos. Él murió por todos. ¿Se dan hoy los mismos condicionantes que en los tiempos de Jesús? ¿Tiene que morir nuevamente Jesús y continuar redimiendo el mundo a través de nuestros sufrimientos y problemas? Necesitamos sentirnos libres del pecado, tanto como el gaucho siente la libertad galopando por la Pampa inmensa. O todavía más aún. Es necesario hacerlo venir en nuestra vida a través de los Sacramentos, especialmente en la Reconciliación y la Eucaristía.
¡Maranatha! ¡Ven Señor! Es el grito, casi angustioso, del hombre actual. Vuelve a nosotros, Señor, a nuestra sociedad y lucha con nosotros para derrotar el pecado. Y nosotros permanezcamos preparados en nuestra espera con nuestra lámpara llena del aceite de Dios. Seamos personas de esperanza. Sepamos ver los signos de los tiempos que Dios pone en nuestra presencia y démosle una respuesta. Nuestra respuesta sincera y comprometida. Sin miedos ni temores. 'El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El señor es mi fortaleza, ¿quién me hará temblar? [Salmo 27 (26)]
Hace bastantes años oí una canción. Les dejo con parte de su letra para que ustedes y yo, vayamos meditando en su significado:

La marcha es dura, recio el sol,
Lento el caminar.
Pero un caudillo al frente va
Dando aliento y paz.
Oye, Padre, el grito de tu pueblo.
Oye, Padre, manda al Salvador.

domingo, 30 de noviembre de 2008

COMENZAMOS EL ADVIENTO

Me parece que el Adviento merece un lugar en este blog. Comienzo con este Power Point que me parece magnífico. Espero que para ustedes, también.

5.MaranaTha.navidad

Sacramentos en la vida (y V)

¿Cuál es el esquema de los Sacramentos? Ahí hay algo que se ve porque son, como hemos dicho, unos símbolos, unos signos.

Pero hay algo interno en todos ellos que sin duda es lo más importante de la fe. Todo Sacramento es el momento de más riqueza de nuestra fe. Más incluso que cualquier oración. Toda una vida dedicada a darse golpes de pecho no es nada en comparación con la Confesión de un niño o de un adulto, de una Unción de Enfermos o de un Bautismo, .


¿Por qué? Porque lo que realmente está ocurriendo cuando un sacerdote celebra una Misa tanto en el Vaticano como en la selva del Matto Grosso en el Brasil, o haciendo una Unción a un enfermo en una chabola o en una lujosa mansión, es esto :

Tanto el sacerdote como los que puedan estar presentes están simbolizando, representando a toda la Iglesia, deseosa de superar sus traumas y sus sufrimientos y deseosa de celebrar y de vivir la alegría. Y simbolizar a la Iglesia significa representar a la Humanidad, la que ha vivido, la que vive y la que vivirá.

Al mismo tiempo existe otra cosa. Todo Sacramento simboliza a Dios y lo hace presente en el hombre. Es este sueño, aparentemente utópico, de que el hombre siempre ha buscado a Dios. Hasta el hombre de las cavernas que apenas conocía el fuego era capaz de orientar a sus muertos hacia donde sale el sol, porque más o menos conscientemente lo buscaba, aunque no supiese darle un nombre o un contenido. Pero Dios estaba ahí, también con esos ancestros de la Humanidad como lo está ahora con nosotros a través de cualquier acontecimiento, a la vuelta de cualquier esquina.


Miren ustedes : En cada Sacramento siempre hay dos elementos. El hombre que busca su liberación y su felicidad a pesar de sus angustias y problemas, y un Dios a tope, total y absoluto, dispuesto a echarnos una mano.

Cada vez que se está realizando un Sacramento se produce un hecho nuclear: JESÚS DE NAZARET ACONTECE EN TODOS LOS SACRAMENTOS Y SE HACE PRESENTE REALMENTE con todo lo que eso significa y con todo lo que conlleva, o sea :

El Dios que se hace hombre,
El Dios solidario.
El Dios-Hombre que rompe todas las barreras y todos los esquemas.
El Dios-Hombre que sufre y es fiel hasta la cruz.
El Dios-Hombre que resucita victorioso.

Eso y todo lo que pueda significar la persona de Jesús de Nazaret se hace presente en cualquier Sacramento.

Y cuando cuatro o cinco personas mayores están en la Misa de las 8 de la mañana en un pueblecito perdido de cualquier montaña, cuando hay un enfermo con un cáncer que lo está devorando silenciosa pero cruelmente, cuando varias personas participan de cualquier Sacramento, ... están representando a toda la Humanidad enferma, doliente y necesitada de liberación.

Esas personas descubren que Cristo es un ser genial que viene hasta nosotros de verdad, realmente, pero no en plan paternalista sino dejándonos llevar a nosotros la iniciativa haciendo uso de la libertad con que nos creó.

Ese Dios hecho hombre, nacido de mujer, que conoció el dolor hasta el extremo y supo lo que es morir, no de viejo como posiblemente nosotros, sino en la plenitud de su juventud y de su madurez humanas, en plena vitalidad y que cuando experimenta la soledad y la burla de los que lo llevaron a la cruz, le hace exclamar : “¡Padre! ¿Por qué me has abandonado?”

Ante ese Dios que experimenta todo lo que cualquiera de nosotros podemos experimentar y aún más, menos el pecado, no tenemos más remedio que callar, admirar, quitarnos el sombrero y decirle. “Vale, Señor. Me has convencido y aquí me tienes para lo que quieras, cuando quieras y como quieras. Eres capaz de hacerte solidario en mi dolor, en mi amor, en mi vejez o en mi juventud, en mi todo.

Te interesas en serio por cada uno de nosotros y por eso te alabo y te alabamos. Por eso te bendigo y te bendecimos. Por eso te doy mi aplauso sin reservas desde el lugar que me corresponde en la Historia y en Tu Historia”.

Entonces podemos decir de nosotros mismos que no somos solamente personas sino que somos el MAYOR SACRAMENTO DE DIOS, de su inteligencia, de su amor y de su misterio. ESA ES, AHÍ ESTÁ, NUESTRA EXPRESIÓN Y ACEPTACIÓN DEL SACRAMENTO.

Y la otra parte del binomio es Dios que se siente enamorado de todos y cada uno de nosotros y de la Humanidad entera, superior a los dinosaurios, al Universo y a cualquier semillita que contiene el milagro de la vida en sus entrañas, porque en aquel “HAGAMOS AL HOMBRE A NUESTRA IMAGEN Y SEMEJANZA” DIOS NOS CREÓ CON TODO SU AMOR Y SU PODER : NOS HIZO A SU IMAGEN. A IMAGEN DE DIOS NOS CREÓ .De ahí que se encuentre a gusto con nosotros como lo estaba en el Paraíso cuando bajaba a pasear y a dialogar con Adán y Eva a la caída de la tarde, antes del pecado. Y esa amistad con ellos es la que nos ofrece ahora a todos mediante los Sacramentos.

Por eso Dios se deshace en Amor cuando en cualquier Sacramento se siente amado y acogido por el hombre al que ha reconquistado por la muerte y resurrección de su Hijo.

Y nosotros que hemos captado su emoción, le correspondemos ofreciéndole a su propio Hijo en el Sacrificio Eucarístico.

Y ese Dios eterno y tierno como un padre y una madre, mayúsculo y gigante, no tiene más remedio que extender su brazo gigante y poderoso, abrazarnos en su locura y decirnos muy quedamente en nuestra intimidad con Él: “Cuenta conmigo”.

Y los dos, Hombre y Dios, se unen en una misma palabra, en un mismo gesto, en un mismo símbolo que es el Sacramento. De ahí que los Sacramento sean el acontecimiento cumbre de toda la fe.

Por eso una Misa vivida a tope, conscientes de que estamos siendo signo de toda la Humanidad, de la vida misma, nos hace exclamarle a Dios : “Gracias, Padre, por ser Quien eres y por ser Como eres, porque me estás recordando lo que has hecho conmigo a través de tu Hijo Jesús de Nazaret y te doy gracias por cuanto soy, me das y me conservas.

Y te alabo y te bendigo desde mis limitaciones y de mi nada, por mi propia Historia desde que me llamaste a esta vida hasta que me vuelvas a llamar para ir junto a Ti en la VIDA AUTÉNTICA PARA TODA LA ETERNIDAD ”.

Y no tengamos miedo de la respuesta que Dios nos vaya a dar. Siempre luchará por nosotros y junto a nosotros transmitiéndonos su energía para que seamos capaces de construir el mundo que Él desea desde nuestros ambientes.

Por todo lo que estamos viendo podemos decir que cualquiera de los Sacramentos es infinitamente mayor que 30.000 oraciones o que un millón de lo que ustedes quieran, porque estamos celebrando el acontecimiento de la presencia real de Cristo en ellos y la fuerza que Dios nos da.

Dios se ha comprometido para que cada vez que se den las condiciones instituidas por Jesús en los Sacramentos, darnos su Gracia y su TODO porque está a nuestro lado.

Pero para eso también se requiere nuestra participación. Que nuestro SÍ sea de una forma consciente y comprometida. Aunque Dios nos ame, nos abrace y se vuelque en nosotros, si no tenemos fe, si no nos abrimos a Él, si nuestro corazón es una peña, Dios se queda a las puertas de nuestro muro. Choca contra la piedra de nuestro corazón.

Si vivimos lo que creemos que es nuestra fe desde la rutina y por obligación, nos estamos cargando el Sacramento. Lo estamos convirtiendo en cualquier cosa, menos en lo que es. Y los Sacramentos son todos iguales en cuanto lo que significan, pero requieren de nuestra participación.

Cuando recibimos cualquiera de ellos diciéndole a Dios: “Jesús. Estoy contigo, pero te necesito cada vez más. Creo en Ti, pero aumenta mi fe. Tengo un montón de problemas pero contigo todo se resolverá y junto a Ti nada me asusta ni nada temo”, es cuando el Sacramento explosiona en nosotros como una primavera que revienta los senos de la tierra y hace nacer la Vida, y en este caso , la Vida de Dios en nosotros.

A partir de ahí nuestra fe se irá trasformando y ganando en madurez, porque la explosión del amor de Dios se convierte en una implosión en nuestro interior que nos prepara para lo que sea, porque Dios estará en nuestra intimidad. Y ahora es el momento de invitarles a acercarnos a Él con la oración ... ... ...

domingo, 23 de noviembre de 2008

Sacramentos en la vida (IV)

En el apartado anterior decía que los Sacramentos ‘nos dan ALGO’ . ¿Y qué nos comunican? ¿Qué significan? Ellos nos recuerdan a Jesús de Nazaret y no sólo nos lo recuerdan como una persona excelente, magnífica y fuera de serie, sino que nos están comunicando todo lo que Jesús significó.

Él se encontró con un Hombre que tenía un futuro deshecho, fatal, en pecado y convertido en la barrera de la Historia del hombre. En un hombre que en sí mismo era una historia de alambradas y trincheras que no dejaba pasar la amistad de Dios. Era la historia de su guerra, de su fracaso, de su NO a la Vida y a todo.

Y Dios quiso hacerse partícipe de esa angustia humana. Se preñó de una mujer y nació de ella como cualquiera de nosotros: con dolor. Y se sintió persona como ustedes y como yo y desde su vivencia humana comenzó a sentir lo que es el dolor, el sufrimiento, la angustia, la alegría, la diversión, ... además de la soledad, la traición y el abandono por parte de sus mejores amigos.

El deseo de dar algo mejor al hombre que con tanto mimo había creado fue cuajando en su pensamiento. Y comenzó a sentir en su interior una fuerza descomunal: la fuerza de Dios.

Y comenzó a revolucionar a los hombres de su tiempo diciéndoles que esta vida no sirve para nada si se continuaba viviendo así: con tanta avaricia, con tanta oscuridad, con tanto pecado, ... No. No merecía la pena.

Porque Dios había pensado en algo mucho mejor para el hombre que era CONVERTIR LA HISTORIA EN UNA FIESTA. Y eso se iba a lograr porque Él, Dios, el LOGOS, iba a estar luchando codo con codo, espalda contra espalda, con las personas de todos los tiempos para transformar la Historia a través de la transformación de nuestra propia historia.

Jesús habló a las personas de su tiempo de lo que supone ser libres de verdad, libres de todo aquello que nos rompe la alegría y la felicidad.

Y Jesús se convirtió en un símbolo para el hombre de lo que es un mundo mejor, de lo que es un mundo lleno de paz y de justicia. Y se convirtió en una bandera para muchos porque el Padre estaba con Él y Él era la Palabra del Padre. El LOGOS.

Porque Jesús de Nazaret es más, bastante más,que el hombre de Galilea. Infinitamente más. ES EL SACRAMENTO VIVO DE DIOS QUE SE HA ENCARNADO EN ÉL.

Pero las fuerzas del mal, que siempre creen que van a ganar, los que no querían seguir a Jesús porque no les convenía, los que seguían aferrados al dinero, al poder, al vicio; los que creían que tener unas legiones bien armadas era mejor que sonreír a la gente y hacer agradable la vida, son los que se empeñaron en matar a Jesús.

Y lo consiguieron. Y lo hicieron pedazos. Lo clavaron en una cruz y lo mataron convencidos de que, por fin, se habían librado del incómodo. Habían quitado de en medio al que los molestaba porque les hacía verse tal como eran, con toda su miseria.

Pero es tan grande y tan fuerte el amor que Dios tiene a la vida y su deseo de ayudar al hombre... Es tan fuerte el Dios en el que nosotros creemos, que resucitó a Jesús de Nazaret. Lo sacó vivo. Lo arrancó de la muerte y de las garras de la mentira. Les quitó la razón a los oficialmente buenos y a los fuertes. Les quitó la razón a los que creen que con el dinero lo pueden comprar todo, hasta la vida misma. Les quitó la razón a todos esos.

Y se la dio a Jesús de Nazaret. A aquel pobre galileo, profeta de los caminos. A aquel hombre que hablaba de paz, de amor y de amistad. A ese le dio la razón.

Desde entonces Jesús se ha convertido para nosotros en el símbolo más grande del deseo humano. En el símbolo más grande de la lucha de Dios junto al hombre que nos permite construir un mundo más fantástico, humano y feliz.

Ya no es una UTOPÍA hablar de amor, de verdad, de justicia y de paz. Ni siquiera hablar de la inmortalidad.

Con Jesús de Nazaret vivo y resucitado, parte de Dios y parte nuestra, la UTOPÍA se convierte en COTIDIANIDAD. En algo normal y accesible para nosotros.

Y esto lo simbolizan todos los Sacramentos porque son un recuerdo y una presencia real de Jesús. Una vivencia, aquí y ahora en estos momentos de la Historia de aquel Jesús tan a tope capaz de haber combatido junto a todos, de haber llevado la razón a pesar de haberlo tenido todo en contra.

Aquel Jesús que nos hablaba de algo tan fenomenal se convierte ahora en un ser vivo, cercano y palpable para nosotros a través de todos los Sacramentos, que son jirones de su vida y de su obra.

Pero lo auténticamente genial y maravilloso es que ellos me lo dan como compañero en mi camino, como amigo en mis dificultades y problemas. Con toda la fuerza de su cruz y de su resurrección que vive dentro de mí por la fuerza y la vida de los Sacramentos y de su fuerza liberadora como Dios.



Jesús está en el centro de todos ellos. Cualquier Sacramento es el Sacramento del Cristo que resucita y esa resurrección se convierte para nosotros en pan de fuerza y en vino de alegría porque Él está ahí tanto en la Eucaristía como en todos los demás Sacramentos.

Y yo pregunto: ¿Nos sentimos capaces de trabajar codo a codo con ese Jesús que desea ardientemente seguir compartiendo nuestra vida, con todos nuestros problemas y dificultades, ayudándonos en todo para que nuestra historia se transforme en Historia de Dios?

domingo, 16 de noviembre de 2008

Sacramentos en la vida (III)

Vamos a ir adentrándonos un poco más en el tema. Ya vimos la importancia que tienen para nosotros los símbolos, en tanto que a través de diversos elementos nos recuerdan algo o alguien.

Pues bien. Los Sacramentos son unos símbolos, unos signos, que nos hacen presente a Dios. Pero además nos dan ALGO Y A ALGUIEN, que es lo más importante: Nos dan al mismo Jesús del monte de las Bienaventuranzas y del monte de los Olivos.

Ellos nos comunican su fuerza liberadora. Nos la da en todos los acontecimientos y nos comunican LA GRACIA, que es esa fuerza liberadora de Dios y que trataré más adelante.

Así pues, los Sacramentos son símbolos y recuerdo. Son signos que están en la vida, que nos recuerdan algo y nos comunican muchas cosas. Pero no son solamente un recuerdo de Cristo. Hay más cosas

Los Sacramentos describen el desembarco revelador de Dios en nosotros para evocar en nuestro interior la realidad divina, el comportamiento divino, su promesa de salvación.

Salvación que llegó de la mano de Jesús de Nazaret. Vino de parte de Dios para comunicar la esperanza al corazón deshecho del hombre. Pero como quería ser tan persona como cualquiera de nosotros comprendió que tenía que desaparecer de en medio como cualquier persona humana y quiso morir para darle un sentido a la muerte. Así, nuestra muerte tiene un sentido cristiano liberador y cargado de esperanza en Dios, auténtico Señor de la Vida y de la Muerte. Él nos llamó a la vida. Él nos llamará a la Vida auténtica.

Jesús quería convertir su Religión en algo más humano. Y en un esfuerzo de imaginación por mi parte imagino que pensó: “Ya que el hombre tiene un corazón cargado de símbolos, de recuerdos y vivencias que en cada momento actualiza y le hace progresar, quiero que mi Religión sea diferente y que mi liberación esté en los hombres contenida en unos símbolos. Que ellos mismos construyan su liberación. Y eso será a través de unos símbolos que les sean familiares y cercanos”.

Y fue eligiendo unos elementos de la vida que al verlos pudieran ser símbolos que le recordasen y le hiciesen presente. De ahí que todos los Sacramentos están como signo vital de la presencia de Jesucristo.

Por ejemplo. El signo vital del Bautismo es el agua, que usamos cotidianamente en la comida y como bebida, en el riego de los campos, ... Donde hay sequía, hay desolación, muerte. Y el agua es signo de vida y de limpieza. El agua que se echa al niño que se bautiza lo llena de vida porque está preñada de vida, cuajada de vida. Esa fue la razón de que Jesús deseara que el agua fuese un exponente de su liberación.

Y así todos los Sacramentos. Cristo los instituye a través de unos símbolos tan vitales y cercanos a nosotros como necesarios.

La Reconciliación o Penitencia ¿Conocen algo mejor que la comunicación mediante la palabra? Cuando alguien reconoce que ha hecho algo mal con otra persona, va a verlo para pedirle disculpas y se encuentra con su mano tendida como signo y símbolo de su reconciliación mutua, estamos ante la presencia de la actitud del mismo Dios con cualquiera de nosotros cuando nos damos cuenta que nos hemos alejado más de lo debido y nos reconcilia con Él, con la Historia y con el mundo con el gesto del perdón. Porque el Sacramento se manifiesta esencialmente en términos de ENCUENTRO.

¿Y la Eucaristía? Más aún. ¿Hay algo tan familiar como compartir el pan y el vino alrededor de una mesa?

Todos nosotros, cuando celebramos algún acontecimiento social o familiar (una boda, el santo, una Primera Comunión, las fiestas de nuestra localidad o nos juntamos una tarde lluviosa a pasar un rato agradable) lo solemos hacer alrededor de una mesa compartiendo el alimento, la bebida y la presencia de las personas a las que queremos, estimamos y con quienes nos encontramos a gusto.

Pues bien. En la Misa celebramos un magno acontecimiento: la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo alrededor de una mesa, el altar, y compartiendo un mismo alimento: el pan y el vino que por virtud, obra, regalo y locura de amor de Cristo se convierten en Él mismo que viene a compartir todo lo nuestro. Para juntarse con nosotros en un YO único e irrepetible.



Y hasta brindamos como en los mejores banquetes. El sacerdote alza el Cáliz y la Hostia consagrados y hace el brindis: “Por Cristo, con Él y en Él, a Ti, Dios, Padre omnipotente, todo honor y toda gloria. Por los siglos de los siglos”. Y nosotros ¿qué contestamos? ... Un AMÉN que debiera hacer temblar los cimientos de la parroquia, catedral o el lugar donde estemos viviendo esa Misa, porque al aceptar lo que está diciendo el sacerdote estamos convirtiendo el sentido de esas palabras, de ese AMÉN, en carne de nuestra carne, vida de nuestra vida y aceptamos que Dios es el eje y centro de nuestra vida.

Por eso no puede ser, no debe ser, un AMÉN tibio y apático.

Porque al aceptar a Dios estamos siendo superiores al universo entero. Y no nos damos cuenta de eso, porque mientras este universo está ahí cumpliendo una leyes físicas y manifestando la gloria de su creador de una forma insensible, nosotros estamos manifestando nuestro compromiso con Él participando de su vida y de su gloria, cosa que los astros no pueden hacer.

Y Él se hace nuestro alimento y nuestra fuerza porque nos da la fuerza tremenda de su Resurrección para que continuemos su labor y seamos sus testigos en medio de este mundo desbordado por la incredulidad, el vicio, el hedonismo, la carencia de valores y de desprecio a la vida.

Me parece que esto es para hacernos pensar y revisar nuestras Eucaristías. En ellas y en todos los Sacramentos nos está esperando el mismísimo Jesucristo. Y como en otras ocasiones anteriores, les invito a la reflexión.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Sacramentos en la vida (II)

Pero , ¿qué son los Sacramentos? Voy a valerme de algunos símbolos para intentar explicarme.

Siempre me ha gustado pasear por el monte. Muchas veces cogía a ‘Tunder’,un pastor alemán de pura raza que tenía, y salíamos mi esposa y yo unas veces, otras yo solo con el perro, al campo. Él correteaba y yo me relajaba contemplando la Naturaleza, contemplación que no pocas veces finalizaba en oración.

Pero un día llegó inesperadamente. Sin darme cuenta vi delante de mí la mole imponente de una montaña, el Maigmó. La había visto montones de veces. Pero nunca como la veía ese día.

Fijándome en ella pensé en cómo las montañas soportan el calor del sol, a veces abrasador, en verano; en que la fortaleza del agua de la lluvia ora las castiga, ora las acaricia con su suavidad; en la niebla que las oculta a nuestros ojos en muchas ocasiones, pero que están ahí aunque no las veamos; ...

Pero nunca he leído en ningún periódico la noticia de que se quejaran o lamentasen por ninguna de estas cosas ni por el calor o el frío que puedan sentir o haber sentido en el transcurso de los siglos.

Nunca han exigido nada por su belleza. Ni siquiera el agradecimiento de la Humanidad que las ha contemplado a lo largo de los siglos o las contempla ahora. No son menos majestuosas cuando el sol las abrasa o el viento las azota. No se preocupan de que las vean. Ni se enfadan cuando las pisan o las escalan.

Simplemente se dan. De forma gratuita. Y entonces pensé que son como Dios que todo lo soporta ; todo lo sufre ; todo lo acoge; todo lo da. Y siguiendo con la comparación llegué a la conclusión de que Dios se comporta como ellas.

El Maigmó, la Cordillera Andina, el Himalaya o el Mont Blanc no son solamente unas montañas o unas cordilleras, sino que están al servicio de la Grandeza de Dios a la que evocan.

Por eso las montañas son sacramento de Dios porque revelan a Dios, lo recuerdan, lo aluden,nos remiten a Él.

Y, es curioso, pero las montañas aparecen siempre en momentos específicos e importantes en las actuaciones de Dios .

¿Por eso, acaso, Dio a Moisés las Tablas en el monte Sinaí? (Éxodo 20, 1-17) ¿O Jesús dio su Programa de Vida en el monte de las Bienaventuranzas? (Mt. 5, 1) ¿Se acuerdan que Jesús se transfiguró en el monte Tabor? (Mt. 17, 1-2) ¿Y que Jesús ascendió a los cielos “en el monte que indicó a los discípulos? (Mt. 28,16)

Siempre aparecen las montañas en momentos cruciales de la relación directa de Dios con los hombres. Y hay muchas más ocasiones en las que aparecen las montañas en la actuación de Dios, tanto en el A.T. (1 Re. 19, 8-13, por ejemplo) como en el N.T.

Me parece que es una buena forma para ir adentrándonos en ese mundo de los sacramentos que tantas veces hemos manejado, practicado, conocido,... pero que acaso pocas veces hayamos profundizado en su esencia, en su significado, en sus entrañas, ...

A través de unos descubrimientos que he tenido a lo largo de los años, que me han llevado a unas reflexiones y planteamientos, tanto de tipo personal como comunitario, voy a intentar transmitir mi descubrimiento del valor de los Sacramentos en la vida de cualquier cristiano, como a través de las montañas vi una nueva forma de descubrir a Dios a través de su Creación.

Hay cosas que trascienden su propio significado y permítanme, por favor, que personalice y les exponga una vivencia personal, única, que me ha acompañado toda mi vida y lo sigue haciendo.

Parece ser que cuando conservamos algún objeto de nuestros antepasados le damos un significado especial. Y eso me pasa a mí. Conservo la funda de unas gafas que en su interior contienen el alma de esta envoltura : las gafas de mi abuelo.

Cada vez que las veo me hacen presente al hombre que mayor influencia ha tenido en mi vida, en mi educación y en mi carácter y me hace evocar recuerdos y añoranzas de mi infancia y de mi juventud : verlo leer el periódico con ellas puestas sentado en su sillón de anea junto al balcón de la habitación, por ejemplo.

Eso me hace sentirle presente en mi vida y, aunque su fallecimiento se produjera hace muchos años, sigue estando presente en mí con su enorme personalidad y sus tremendos valores humanos, hasta el extremo de adoptar su apodo como mi seudónimo en este blog: el tío Maset.

Por eso esta funda, estas gafas, trascienden su significado propio de lo que son para pasar a ser también lo que representan. SON UN SIGNO.

Para mí pasan a ser un sacramento porque están vivos y hablan de vida. Acompañan la vida. Recuerdan y hacen presente al abuelo . Por eso para mí son de un valor inestimable.

A partir de ese ejemplo vemos que la persona humana tiene la capacidad de simbolizar las cosas : el amor, con un corazón ; la paz , con una paloma llevando una rama de olivo en el pico ; ...

Todos nuestros símbolos tienen su origen en experiencias anteriores. Podemos hacer con cualquier cosa de nuestro pasado (como el caso de las gafas de mi abuelo, por ejemplo) un símbolo que nos recuerde algo o a alguien.

¿Les pasa a ustedes algo semejante? Más adelante veremos la aplicación que tienen estos ejemplos en los Sacramentos.