domingo, 21 de diciembre de 2008

Cuarto Domingo de Adviento

La Virgen sueña caminos
está a la espera;
La Virgen sabe que el Niño está muy cerca,
De Nazaret a Belén hay una senda;
por ella van los que creen en las promesas.

Los que soñáis y esperáis la buena nueva,
Abrid las puertas al Niño que está muy cerca.
EL SEÑOR CERCA ESTA-, EL VIENE CON LA PAZ.
EL SEÑOR CERCA ESTA EL TRAE LA VERDAD.


Para mí, que esta cuarta semana del Adviento también nos trae un personaje excepcional. Por mucho que lo estudiemos nunca podremos llegar a toda su profundidad como persona, a entender del todo su personalidad, a profundizar suficientemente en su humildad (tantas veces exaltada, tantas veces puesta como ejemplo, pero que jamás llegaremos a comprender la auténtica hondura que tiene), al valor real de su silencio,… Me imagino que habrán adivinado quién es. Estoy hablando de María, la Madre de ese Jesús que estamos en víspera de celebrar el Memorial de su Nacimiento.

He querido poner en el encabezamiento de este escrito estas estrofas de un canto dedicado a Ella, que manifiesta perfectamente el momento que estamos viviendo. Ella estaría recorriendo, cuatro días antes de nacer el Niño, el camino hacia el lugar donde tenían que empadronarse. Había que hacerlo porque el César así lo había dispuesto.

Pero más allá de esa obediencia ciudadana, está la obediencia y acatamiento de la voluntad de Dios, que Ella conocía y que, en silencio, guardaba en su corazón. Y no sería un camino fácil en su estado de gravidez. Pero lo recorrió con el apoyo y el ánimo de su esposo José. Podemos imaginarnos los diálogos que sostendrían como matrimonio, porque aunque María nos da lecciones magistrales de silencio no significa que no hablara con su esposo, posiblemente y entre otras cosas, de los planes de futuro con el próximo componente de su familia, desde su ilusión como futura Madre.

De ese nuevo miembro del bloque familiar, dice Dios en el segundo libro de Samuel, dirigiéndose al rey David a través del profeta Natán: ‘Suscitaré a tu linaje el que saldrá de tus entrañas, y afirmaré su reino. Él edificará casa a mi nombre y estableceré su trono para siempre. Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo.’ (2Sam. 7, 13-14).

Y, por favor. Que nadie piense que la humildad, el servicio a Dios, es patrimonio exclusivo de las mujeres. A los hombres también nos toca mirarnos en el espejo de María y aprender de Ella. Incluso de José, que aceptó su papel sin entender absolutamente nada, porque a nivel humano, nada se podía entender. Y los dos aguantaron el tirón.

Es todo un ejemplo para los matrimonios de hoy, que apenas vienen las primeras dificultades ya piensan en la separación o el divorcio. Y los planes de Dios, respecto al matrimonio no van por ese camino. De esa Sagrada familia debemos aprender a valorar la unidad y la indisolubilidad del matrimonio. Y también nosotros aguantar el tirón, como hicieron ellos.

Yo he pensado en poner para cerrar este escrito, una imagen de la Virgen de Guadalupe, aparecida a San Juan Diego, precisamente porque tiene una cinta de color morado oscuro amarrada al vientre, como símbolo de embarazo, según he leído en un artículo que explica toda la historia de esa Advocación de la Virgen. Todo un símbolo del Tiempo que estamos celebrando.

Que Ella nos ilumine para seguir viviendo este Nacimiento, ahora y el resto del año, según la voluntad de Dios que tanto nos ama hasta el extremo de venir a vivir junto a nosotros para explicarnos Quién es y cómo es, el Dios que nos ha llamado a la vida.

Benditos sean Dios y su Madre. Y benditos sean también cuantos creen en Ellos y viven como Ellos quieren.

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