lunes, 1 de diciembre de 2008

TIEMPO DE ADVIENTO

El Adviento vuelve a nosotros. Hoy lo hemos celebrado en nuestra comunidad con una Exposición del Santísimo y rezo comunitario de Vísperas. Al finalizar, la Eucaristía, en la que la corona del Adviento ha estado presente y se ha encendido la primera vela, ha sido el colofón de todos estos actos con los que le hemos dado la bienvenida a este período de tiempo en que nos preparamos para recibir el nacimiento de Jesús, el Memorial de la venida de Dios en carne mortal a nuestro mundo.
Y esto nos debe conducir a una reflexión seria y madura. Esperamos que Jesús vuelva al mundo a través de nosotros. Y también a esta sociedad nuestra carente de valores humanos y cristianos. Ahí nos debemos encontrar con Jesús y hacerlo presente en nuestro entorno.
Pensemos. Él murió por todos. ¿Se dan hoy los mismos condicionantes que en los tiempos de Jesús? ¿Tiene que morir nuevamente Jesús y continuar redimiendo el mundo a través de nuestros sufrimientos y problemas? Necesitamos sentirnos libres del pecado, tanto como el gaucho siente la libertad galopando por la Pampa inmensa. O todavía más aún. Es necesario hacerlo venir en nuestra vida a través de los Sacramentos, especialmente en la Reconciliación y la Eucaristía.
¡Maranatha! ¡Ven Señor! Es el grito, casi angustioso, del hombre actual. Vuelve a nosotros, Señor, a nuestra sociedad y lucha con nosotros para derrotar el pecado. Y nosotros permanezcamos preparados en nuestra espera con nuestra lámpara llena del aceite de Dios. Seamos personas de esperanza. Sepamos ver los signos de los tiempos que Dios pone en nuestra presencia y démosle una respuesta. Nuestra respuesta sincera y comprometida. Sin miedos ni temores. 'El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El señor es mi fortaleza, ¿quién me hará temblar? [Salmo 27 (26)]
Hace bastantes años oí una canción. Les dejo con parte de su letra para que ustedes y yo, vayamos meditando en su significado:

La marcha es dura, recio el sol,
Lento el caminar.
Pero un caudillo al frente va
Dando aliento y paz.
Oye, Padre, el grito de tu pueblo.
Oye, Padre, manda al Salvador.

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