LA ÚLTIMA COMUNIÓN DE SAN JOSÉ DE CALASANZ.-FRANCISCO DE GOYA.-PRERROMANTICISMO
Sigamos con el tema. A partir de lo expuesto en la entrada anterior, debe deducirse que si se va a recibir a Jesús en la Eucaristía, como Dios que es, debemos estar en Gracia. Se debe tener una ausencia total de pecado en nuestro interior.
San Pablo se encarga de explicarnos esto: ‘Quien coma el pan y beba el cáliz del Señor indignamente, se hace culpable de profanar el cuerpo y la sangre del Señor. Examínese, pues, cada uno a sí mismo antes de comer el pan y beber el cáliz, porque quien come y bebe sin discernir el cuerpo, come y bebe su propio castigo’ (I Cor. 11, 26-29).
‘Cuando comes la carne y bebes la sangre del Señor, entonces el Señor entra en tu casa; y tú, lleno de humildad, di: Señor, no soy digno…’ (Orígenes. Catena Aurea).
Bueno, pues…es lo que hay. Comulgar en pecado grave sería añadir otro pecado grave a los que ya tuviéramos: el sacrilegio. Al menos, así lo estudié. Pero es que analizándolo objetivamente resulta lógico. A Dios, que es la perfección absoluta, ¿cómo lo vamos a recibir con la mayor de las imperfecciones que es el pecado? Además, éste es la antítesis de Dios puesto que es el nombre que se le da al hecho de estar en la parte del Maligno, de Satanás, enemigo visceral del Creador.
Ya sé que esto del ‘sacrilegio’ y ‘sacrílego’ suena mal en estos tiempos aparentemente tan ‘progres’, pero a las cosas y a los hechos hay que llamarlos de alguna manera, y al hecho de estar comulgando rematadamente mal (quien lo haga) se le da ese nombre. Son cosas del lenguaje y del vocabulario que lo configura.
Si alguien se da cuenta de que por la circunstancia que sea no debe comulgar, es preferible que se quede donde esté participando de la Misa y haga una Comunión espiritual. Con ella se puede recibir la Gracia del Sacramento sin recibir materialmente la Hostia Consagrada.
¿Qué los demás pasan a comulgar? Que pasen…Ya pasaremos nosotros en cuanto podamos. En este caso los respetos humanos no deben ser tenidos en cuenta y no nos debe importar lo que se piense de nosotros, porque el hecho de no comulgar no significa necesariamente que se esté en pecado, ya que puede existir otra circunstancia que lo impida, por ejemplo que no se esta guardando, por la circunstancia que sea, el ayuno eucarístico.
Esta es la tercera de las condiciones para comulgar bien: el ayuno eucarístico. Hasta que no haya transcurrido una hora desde la última comida o bebida no se puede comulgar. En esto no entra el agua. Esta se puede beber en cualquier momento.
Esta condición suele ser una gran desconocida. Personalmente he presenciado que ha habido personas que se han acercado a comulgar y momento antes de hacerlo se han quitado el chicle de la boca. Y no crean que eran niños. Eran adultos. Esto y otras cosas a las que me referiré después, han motivado que el sacerdote mediante avisos y comentarios antes de comenzar la Misa, indique las pautas que la Iglesia manda para comulgar convenientemente.
El fundamento del ayuno eucarístico viene dado del respeto que Jesús merece. Cuando tomamos algún alimento en nuestro estómago se produce una serie de actos conocidos como digestión. Al tragar la Sagrada Forma la enviamos al estómago. ¿Cómo vamos a recibir a Jesús estando los alimentos que ya están en el estómago en pleno proceso digestivo?
Obligación estricta de comulgar no tenemos. Sabiéndolo, habitualmente nos programaremos el tiempo necesario para que desde el desayuno, por ejemplo, hasta el momento de comulgar, haya transcurrido esa hora necesaria, aunque en general, pasa más tiempo. Si no podemos, ofrezcámosle también ese sacrificio interno de no poder recibirlo.
No obstante existen casos en los cuales hay dispensa para el ayuno eucarístico, por ejemplo, los enfermos. Tomar medicamentos en horarios concretos hace que no puedan guardar este tipo de ayuno. Y la Iglesia lo sabe. Y la Iglesia los dispensa.
No puedo dejar de comentar un hecho que me ha llamado la atención. Hay personas que se han detenido a pensar en lo que es la Eucaristía y han llegado a la conclusión de que no son dignos de recibirla al estar el mismo Dios en la Forma Consagrada. Y no comulgan porque se consideran indignos de ello.
Si todos seguimos pensando en esto, llegaremos a la conclusión de que NADIE es digno de comulgar, PERO por lo que ha dicho Jesucristo y encabeza esta entrada, Él QUIERE que le recibamos, aunque, eso sí, en las debidas condiciones que nos marca la Iglesia.
Además, ¿cómo se pueden explicar esos momentos de intimidad absoluta con la Palabra, con el LOGOS, que está en nuestro interior, que ha hecho morada en nosotros? ¿Pueden existir palabras capaces de expresar esos sentimientos que produce el diálogo ‘que recrea y enamora’ en ese abrazo espiritual?
Gracias a la Comunión nos podemos mantener en Gracia para que nos ayude a vivir mejor nuestro cristianismo y a enriquecer nuestra oración.
En fin. Que la Eucaristía es el regalo más grande que podemos recibir. Es cuestión de estar siempre preparados para recibirla en cualquier momento.
Les dejo con lo que escribió S.S. León XIII en su Encíclica 'Mirae Caritatis' en 1902. A pesar del tiempo transcurrido tiene una gran actualidad.
'Cuanto más pura y más casta sea un alma, tanta más hambre tiene de este Pan, del cual saca la fuerza para resistir a toda seducción impura, para unirse más íntimamente a su Divino Esposo'.
Que Jesús Eucaristía y Nuestra Señora de Cotoca nos bendigan.
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