VISIÓN DE SAN VICENTE FERRER PREDICANDO EL JUICIO FINAL.-
JOSÉ BENLLIURE GIL.-S. XIX
Tenía ganas de terminar con el tema del Infierno. Es muy desagradable y, por supuesto, nada deseable en cuanto a lo que es (sufrimiento eterno) y a lo que supone (estar eternamente con el Maligno y también eternamente alejados de Dios, que es puro Amor). Me las prometía muy felices pensando que ya tocaría hablar del Cielo, de la Gloria,...pero ¡caramba! Me di cuenta que antes de tratar el Reino de Dios faltaba otro tema que no podía obviarlo por la importancia que tiene: el Purgatorio. Es más grato hablar de él que del anterior tema, pero es que...Bueno. No adelantemos acontecimientos porque tiene muchos aspectos que tratar y me he convencido de ello a medida que he ido documentándome para completar mis conocimientos. Intentaré escribir lo más ordenadamente que pueda, cuanto he leído, oído, meditado para exponer mi modesta opinión que, ya lo digo desde ahora, está en consonancia con la Doctrina de la Iglesia Católica.
Voy a partir del hecho de que creo firmemente en la existencia del Purgatorio. Sí que existe. Estoy convencido de ello. Además, me lo dice la Fe, la lógica y el largo camino recorrido por la Iglesia, Madre y Maestra.
DUOMO DE FLORENCIA.
Es Dogma definido en el Concilio de Florencia entre 1438 y 1442: 'Si los verdaderos penitentes salieren de este mundo antes de haber satisfecho con frutos dignos de penitencia por lo cometido y omitido, sus almas son purgadas con penas purificatorias después de la muerte, y para ser aliviadas de estas penas, les aprovechan los sufragios de los fieles vivos, tales como el sacrificio de la Misa, oraciones y limosnas, y otros oficios de piedad, que los fieles acostumbran practicar por los otros fieles, según las instituciones de la Iglesia'. No viene mal conocer lo que se acordó hace unos 572 años y sigue vigente en la actualidad. Pero pienso que deben ser asumidos unos puntos que son evidentes:
a) Todos ansiamos la felicidad. Deseamos pasarlo bien, tanto como podamos, aquí en la tierra. Para ello luchamos, nos sacrificamos en nuestro trabajo, en el medio de vida que tenemos. Procuramos tener las máximas comodidades en nuestro hogar, sin que sean necesariamente lujosas y que en los momentos de ocio podamos divertirnos. Y eso está bien. Me parece algo objetivamente justo.
b) Esa felicidad que deseamos no es perfecta ni total en este mundo, aunque en ocasiones tengamos temporadas buenas, incluso muy buenas. Siempre surge algo verdaderamente inoportuno (enfermedad, accidente de tráfico o laboral, disgusto familiar o donde ejercemos nuestra profesión,...) que empaña nuestra felicidad y nos lleva a tener momentos realmente malos.
c) No nos resignamos a perder esa felicidad que anhelamos y procuramos por todos los medios a nuestro alcance volver al estado sereno y feliz que teníamos. Para ello hay algunas personas que optan por refugiarse en unas actividades equivocadas que no conducen a ninguna parte y son nocivas para la salud, aunque momentánea y engañosamente, se pase bien con ellas (droga, alcohol,...). También eso pasa y luego nos encontramos mucho peor que antes, tanto física como psíquicamente.
d) Al final, si nos empeñamos y somos sinceros y honestos con nosotros mismos, podremos llegar a la misma conclusión, absolutamente cierta, que llegó una persona hace ya un montón de siglos y que continúa siendo válida en nuestros días del siglo XXI: 'Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti'. Lo han adivinado, ¿verdad? Fue San Agustín de Hipona que así concluyó su búsqueda de felicidad.
En ocasiones anteriores se ha tratado esto si bien de una manera sutil, pero ahora hay que detenerse algo más en este aspecto de la felicidad.
Si verdaderamente queremos tenerla para siempre, solamente será posible cuando 'nuestro corazón descanse en Dios', como concluyó el santo citado, pero deberemos ganarlo a pulso. Día a día. Minuto a minuto. Cayendo y levantándonos en numerosas ocasiones, pero manteniendo una línea de fidelidad a Dios. Teniendo permanentemente abierta nuestra disponibilidad con Él, que nos facilita, poniéndolos a nuestro alcance, los medios necesarios: oración y Sacramentos básicamente, así como otras muchas cosas más.
Pero nos tenemos que 'mojar'. 'Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti'. También es de San Agustín esta cita y lleva un contenido digno de ser desmenuzado por cada uno en privado. La Redención fue para todos sin excepción alguna, pero nosotros hemos de dar una respuesta a nivel personal.Nadie puede sustituirnos porque es nuestra felicidad absoluta la que está en juego. Y aun así existen muchos ciegos que consideran estar muy bien en su ceguera, como los escribas y los fariseos del tiempo de Jesús.
Ahora vemos otro aspecto. Sigue habiendo gente que prescinde de Dios. Incluso niega su existencia. Y aunque en su interior esté convencido de ella, su propia cerrazón le impide apreciar su enorme cercanía a cualquier persona. Si muere en su estéril e inútil empeño de permanecer apartado de Él, hace que su alejamiento sea para siempre, pero no por parte del Creador que se aparta, sino por el propio pecador que lo aparta de su vida, con lo cual, aparta de sí mismo su propia felicidad a la que aspira. Y ese alejamiento ya es para siempre. Eternamente. Él solito se abre las puertas del Infierno. No me detengo más en esto porque me parece suficientemente tratado en las tres entradas anteriores.
Sin embargo existe otro grupo de personas que desean, ansían la Felicidad absoluta. Anhelan fervientemente su salvación porque son conscientes de la llamada que han recibido y desean corresponder a Quien en un determinado momento los llamó a la vida en este mundo. Toda su vida la enfocan en este sentido. Oran convencidos de que están hablando y tratando con su Padre Celestial, reciben los Sacramentos conscientes de que en ellos, especialmente en la Eucaristía, está el mismo Cristo y que en el de la Reconciliación es Él quien les está perdonando los pecados a través del sacerdote, pone todo su empeño en agradar a Dios, en cumplir su voluntad y en llevar adelante sus planes en lo que a su persona se refiere. Son buenos, e incluso magníficos cristianos. Pero...somos humanos y, por tanto, frágiles. Hay pequeñas cosas, incluso omisiones, que no acaban de cuajar en su actuación y eso impide que su fidelidad sea total.
Recuerdo que en las clases de Religión de mi época de estudiante nos decían que cuando nos confesamos se nos perdonan los pecados, pero no la culpa que merecemos por ellos. Eso se nos puede perdonar, por ejemplo, con las indulgencias.
El Reino de Dios es como Él: perfecto. Sin mancha de pecado, aunque sea venial, ni de culpa alguna por pequeña que sea. Si una persona con esa vida de dedicación y entrega a Dios muere, ¿tiene que condenarse por tener algún pequeño fallo que le impida ir directamente al Cielo por el que tanto luchó y se entregó? Pues no. Eso se contradice con la actitud del mismo Dios que como Padre entrañable de toda la humanidad desea la salvación de todos y no le duele esperar para perdonar. Como vamos a ver en la siguiente cita, que ya he anotado en otras ocasiones, no vale ni sirve para nada la actitud de aquellos que dicen 'Dios ya no me quiere': 'Venid, discutamos, dice el Señor. Aunque vuestros pecados sean como escarlata, quedarán blancos como la nieve; aunque sean rojos como púrpura, se volverán como lana blanca' (Is. 1, 18). La cita es preciosa y nos presenta un retrato de la Misericordia de Dios verdaderamente magnífico. A una persona así no la deja sola como a ninguna otra, pero tiene que estar totalmente purificada. A las personas que piensen otra cosa, como las que he citado que se creen abandonadas por su Creador, lo único que les puede impedir la amistad con Dios es olvidarse (o no querer) de acudir al Sacramento de la Reconciliación y procurar mantener después su acercamiento a Dios que siempre le acoge. Pues bien. Ahí entra en función el Purgatorio.
El Doctor Angélico incide en esto que acabo de anotar y lo manifiesta en estos términos: 'Se ha de tener en cuenta que, por parte de los buenos, puede haber algún impedimento para que sus almas reciban, una vez salidas del cuerpo, el último premio consistente en la visión de Dios. Efectivamente, la criatura racional no puede ser elevada a dicha visión si no está totalmente purificada. Pero a veces acontece que tal purificación no se realiza totalmente en esta vida, permaneciendo el hombre deudor de la pena, ya por pura negligencia o también porque es sorprendido por la muerte. Mas no por eso merece ser excluido totalmente del premio, porque pueden darse tales cosas sin pecado mortal, que es el único que quita la caridad. Luego es preciso que sean purgadas después de esta vida antes de alcanzar el premio'. (SANTO TOMÁS DE AQUINO. Suma contra gentiles, 4).
Los Padres de la Iglesia tratan el tema que nos ocupa en diversas ocasiones. Esta es una de ellas: 'Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador, según lo afirma Aquel que es la Verdad, al decir que si alguno ha pronunciado una blasfemia contra el Espíritu Santo, esto no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el futuro (Mt. 12, 32). En esta frase podemos entender que algunas faltas pueden ser perdonadas en este siglo, pero otras en el siglo futuro'. (SAN GREGORIO MAGNO. Dialogi, 4, 41).
A lo largo de los siglos se ha hablado mucho del tema y han surgido dispares opiniones, no en el seno de la Iglesia sino entre los mismos fieles que en ocasiones pretenden saber más que la misma Iglesia. ¿Dónde está el Purgatorio? ¿Cómo es? ¿Qué ocurre allí?
Son unas preguntas cuyas respuestas intentaré responder la próxima entrada. Que nuestra Madre, bajo la advocación de Virgen de la Estrella y su Hijo, Jesús del Gran Poder, nos bendigan y acompañen siempre.
VIRGEN DE LA ESTRELLA.-NICOLÁS DE LEÓN.-1530.-CATEDRAL DE SEVILLA
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