DOMINGO DE RAMOS. BENDICIÓN DE LAS PALMAS
Pues no. No son lo mismo aunque haya personas que así lo puedan creer pensando que es otra forma de nombrar los Sacramentos.
Me he decidido a escribir algo sobre este tema a raíz de una conversación con algunos conocidos nuestros a la salida de la Eucaristía del domingo. Surgió el tema y escuchamos las opiniones más peregrinas. Intervinimos mi esposa y yo aclarando conceptos y exponiendo las clases y formas de sacramentales que la Iglesia ha puesto para nuestro bien y ayuda.
Esto me animó a escribir algo sobre este tema concreto, pero sin ánimo de ser exhaustivo, entre otras cosas porque yo soy el primero que no conozco todo cuanto se pueda referir a este tema.
¿Qué dice la Iglesia sobre ellos? El Concilio Vaticano II, en la Constitución 'Sacrosanctum Concilium' sobre la Sagrada Liturgia, expone en el número 60 haciendo referencia a los sacramentales: 'La Santa Madre Iglesia instituyó, además, los sacramentales. Estos son signos sagrados creados según el modelo de los Sacramentos, por medios de los cuales se expresan efectos, sobre todo de carácter espiritual, obtenidos por la intercesión de la Iglesia. Por ellos, los hombres se disponen a recibir el efecto principal de los Sacramentos y se santifican las diversas circunstancias de la vida'.
Hay varias diferencias fundamentales: Los Sacramentos , como ya escribí en algunas entradas anteriores (en noviembre de 2008), son signos sensibles instituidos por Jesucristo para darnos la Gracia. Los sacramentales son signos sagrados instituidos por la Iglesia como dice el Vaticano II, por medio de los cuales se reciben efectos espirituales.
Es decir: Los Sacramentos los ha instituido Jesucristo; los sacramentales, la Iglesia. Los Sacramentos dan la Gracia; los sacramentales ayudan a los cristianos a conseguirla por distintos medios. Los Sacramentos actúan por sí mismos; los sacramentales actúan por la oración de la Iglesia. Y muy importante: los Sacramentos son necesarios para nuestra salvación; pero los sacramentales, no.
En concreto, el Catecismo de la Iglesia Católica dice en su punto 1670: 'Los sacramentales no confieren la Gracia del Espíritu Santo a la manera de los Sacramentos, pero por la oración de la Iglesia preparan a recibirla y disponen a cooperar con ella'.
Tal vez lo que más impactó en las personas con quienes hablábamos fue cuando les pusimos ejemplos de sacramentales: la señal de la Cruz, las palmas bendecidas del Domingo de Ramos, el Escapulario de la Virgen del Carmen, la ceniza bendecida el Miércoles de Ceniza, las bendiciones,...¿Saben por qué? Precisamente porque todos los conocían pero sin saber el papel que pueden desempeñar en la Iglesia y en la vida religiosa habitual de todos nosotros, en el aspecto que hoy tratamos.
Como decía anteriormente, sin ánimo de extenderme demasiado, voy a desarrollar alguno de ellos, apoyándome, como suelo hacer, en la Doctrina de la Iglesia y en las Sagradas Escrituras, como he dicho más arriba.
Lo que me parece fundamental a la hora de recibir un sacramental es la disposición que tenemos para recibirlo y aceptarlo. En qué disposición interior se pone nuestra alma, nuestro corazón, para acogerlos, ya que, no lo olvidemos, son signos sagrados.
Uno de los sacramentales más conocidos tal vez sean las bendiciones. Al finalizar la Santa Misa el sacerdote celebrante procede a bendecir a los que han participado con él en el Sacrificio Eucarístico, y se dan bendiciones solemnes cuando se conmemora alguna festividad especial.
MELQUISEDEC BENDICE A ABRAHAM
Las bendiciones han existido siempre, aunque no fueran sacramentales puesto que la Iglesia no existía. En la Biblia podemos ver algunos pasajes,por ejemplo, la bendición de Melquisedec a Abraham: 'Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, le ofreció pan y vino y lo bendijo diciendo: -Que el Dios Altísimo que hizo el cielo y la tierra bendiga a Abran. Bendito sea el Dios Altísimo que te ha dado la victoria sobre tus enemigos-. Y Abran le dio el diezmo de todo'. (Gen. 14, 18-20). También está la bendición de Isaac a Jacob (Gen. 27, 1-19). O la de Jacob a los hijos de José, Manasés y Efraím, y a sus doce sus hijos. (Gén. capítulos 48 y 49).
BENDICIÓN DE LA MESA
Fijémonos en lo que dice el Catecismo de la Iglesia Católica en su punto 1669: 'Los sacramentales proceden del sacerdocio bautismal: todo bautizado es llamado a ser una 'bendición' (Cf. Gén. 12, 2) y a bendedcir (Cf. Lc. 6, 28; Rom. 12, 14; 1P,3, 9). Por eso los laicos pueden presidir ciertas bendiciones (Cf. SC, 79; CIC can. 1168). La presidencia de una bendición se reserva al ministerio ordenado (obispos, presbíteros y diáconos; cf. Ben. 16, 18), en la medida que dicha bendición afecte más a la vida eclesial y sacramental'.
En nuestros días también hay padres que bendicen a sus hijos, aunque no sean tan solemnes sus bendiciones, pero hay bendiciones que son cotidianas en nuestra vida, por ejemplo, cuando nos sentamos a comer y bendecimos la mesa, es decir, los alimentos que tomamos y a quienes se sientan alrededor de la mesa y dando gracias a Dios por los dones recibidos.
BENDICIÓN DE UNA VIVIENDA
Así podríamos citar también las bendiciones que pedimos para la casa donde moramos, para el automóvil que tenemos o a un nivel más sencillo cuando pedimos que nos bendigan la medalla de una advocación de la Virgen o de algún santo de nuestra devoción como también para el Rosario que solemos emplear cuando lo rezamos. A nivel eclesial sabemos que se bendicen los templos, el altar del mismo o las campanas, así como los distintos objetos del culto litúrgico, por ejemplo. La próxima entrada finalizaremos este tema.
BENDICIÓN DE UN ALTAR
Que Jesús, Salvador y Redentor nuestro y su Santísima Madre la Virgen de Jerusalén, nos acompañen y bendigan.
VIRGEN MARÍA DE JERUSALÉN
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