domingo, 1 de junio de 2014

El juicio seguirá a la muerte (I)

JUICIO UNIVERSAL
      'Bueno, todo esto está muy bien, pero ¿qué pasa después de morirnos? Eso del Juicio, ¿cómo va a ser? ¡Caramba! Vamos a dejarlo para la próxima entrada e intentaré comentarlo a la luz de los Evangelios y de las enseñanzas de la Iglesia.'
      ¿Lo recuerdan? Pues ya llegó el momento. Que el Espíritu Divino nos ilumine a todos. 
      A los doce años de edad hice mis primeros Ejercicios Espirituales. Estudiaba el Bachillerato y para todos los alumnos se programó una tanda de ellos. Marcaron una huella indeleble en mi vida. Por primera vez oí hablar de las Postrimerías, pero tal vez los temas que más me impactaron fueron el juicio que todos tendríamos después de la muerte, que era inevitable, y el tema del infierno, terrible ya por sí mismo. Imaginen a un adolescente que empezaba a conocer algo del mismo, cómo sería la experiencia. Pero me quedé con una expresión que me serenó: se podía evitar, en cuyo caso podíamos alcanzar la gloria de Dios si llevábamos una vida digna humanamente y si cumplíamos con nuestros deberes como cristianos.
      Sí, amigos. Disculpen esta pequeña confidencia, lejana ya,que me ayudó mucho en mi formación cristiana. El tiempo que estamos viviendo ahora no parece que le haga mucho caso al juicio que Dios nos hará a cada uno cuando muramos, sobre la forma que hemos tenido de enfocar nuestra existencia. Transcurren nuestros días y, a pesar de estar viendo a diario que la muerte existe y que en ocasiones salpica a seres queridos nuestros, se suele tomar como una cosa normal con la que todo acaba, cuando en realidad es cuando todo comienza, porque es para siempre. Para la Eternidad. Y esa naturalidad superficial con la tratamos la muerte resulta inaudita. Al menos para mí.
DIOS JUEZ.-WILLIAM BLAKE.-NEOCLASICISMO
      ¿Cómo es posible contemplar seres humanos que asesinan a sus semejantes? ¿Dónde queda el quinto Mandamiento de Dios para todos? Cuando cometen esos delitos intentan posteriormente burlar la Justicia y cuando la policía los detiene, las personas honradas esperamos que cumplan el justo castigo que el Juez les imponga, pero ¿y si consiguen escapar a la justicia de la sociedad? Es frecuente escuchar ante la impotencia que se siente, frases como 'Hay otra justicia de la que no escaparán', 'Se ríen de la Justicia , pero de Dios no podrán escaparse. Entonces pagarán con creces lo que ahora han evitado', y otras semejantes.
      Es decir. Que cuando se llega a un extremo como el que les comento, nos acordamos y necesitamos del Dios que sabemos que está ahí para darle lo que pueda merecer. Pero si todo se soluciona por los cauces normales, se le da una sentencia condenatoria y sea cual sea la sentencia la cumple, ya no se suele acordar nadie de Dios. Pero sí. Ese juicio divino lo vamos a tener todos, primero de forma individual cuando morimos. Ese es el Juicio particular en el que daremos cuenta de cuanto hemos hecho (o de lo que no hicimos por omisión) en nuestra vida. Tanto bueno como malo. La Carta a los Hebreos nos dice: 'Y así como está decretado que los hombres mueran una sola vez, después de lo cual vendrá el juicio'. (Heb. 9, 27).
     
Nuestro cuerpo quedará en la cama, en el quirófano, en la carretera,...¡quién sabe! Nuestro espíritu irá a presentarse a su Creador. El Cristo que tantas veces hemos contemplado en templos, en cruceiros o en las procesiones de la Semana Santa, en esas imágenes que el arte del escultor ha concebido para la veneración de los cristianos intentando transmitir el sufrimiento del Salvador en distintos momentos de su Pasión, aparece ante el alma que contemplará todos y cada uno de los actos de su vida en todas las edades, momentos y circunstancias, ya sin disimulos ni intentos de justificación vanos e inútiles para ese momento. 
JUICIO PARTICULAR
      Todo lo bueno y todo lo malo podremos contemplarlo. ¿Cómo será ésto? Realmente no podemos emplear expresiones o descripciones de las que hemos empleado en nuestra vida en algo que será absolutamente diferente de cuanto estamos acostumbrados a ver o tratar, pero Agustín de Hipona parece que tenía muy claro lo fundamental: 'Por el poder divino se hará que a cada uno se le representen en su memoria todas sus obras, buenas o malas' (San Agustín. Catena Áurea, vol. III).
      El legislador ruin que ha concebido leyes inicuas verá clarísimamente el daño y las consecuencias nefastas que ha tenido para sus conciudadanos. El que incita a la violencia y al odio sin respeto a las personas de su alrededor y lanza veladas amenazas de muerte a sus semejantes (se están dando casos), acaso porque no piensan como él, lo contemplará con tanta claridad que no tendrá más remedio que asumir su responsabilidad. El que haya ganado dinero de forma ilícita con el sudor del trabajo ajeno, también tendrá que rendir cuentas de su villanía.
     
'No debe entenderse que únicamente sean ladrones los que cortan las bolsas o roban en los baños, sino también los que están constituidos en jefes de los ejércitos, y aquellos a quienes se confía el gobierno de las ciudades y de los pueblos, cuando toman furtivamente alguna cosa o la exigen injustamente por la fuerza'. Esto lo decía San Basilio, uno de los Padres de la Iglesia griega, que vivió en el siglo IV de nuestra Era. Por lo visto ya existía esa tendencia en sus tiempos. Pues tanto las personas de entonces como las de hoy, habrán de escuchar lo que Dios les diga. Y eso ya no tendrá vuelta atrás. 
JUICIO FINAL.-HIERONYMUS FRANCKEN.-S. XVI - XVII
      También el cristiano que ha concebido su vida según la voluntad de Dios, volcándose en las necesidades de sus semejantes, dando a su vida un contenido fundamentado en las palabras de Jesucristo: 'El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir, y dar su vida en rescate por todos'. (Mt. 20, 28), transformando su actividad en constante servicio a la Humanidad a pesar de las constantes dificultades y zancadillas que quien sea le ponga para evitar que haga el bien, y que a pesar de todo ello y con la mirada de su corazón puesta en Dios y en su Madre, ha luchado contra las adversidades que le han surgido y ha seguido por los caminos de Dios, no se verá defraudado. Ese también tendrá que comparecer ante Dios, pero ¡qué diferencia! Una persona así, no temerá morir ni presentarse ante Dios. Al contrario. Dirá como la Santa de Ávila: 'Vivo sin vivir en mí, / y de tal manera espero, / que muero porque no muero'.
     
En esa auténtica Justicia se contemplarán el uno y el otro. Mientras el primero verá inevitable su condenación, el segundo sentirá el gozo de comenzar su nueva existencia desde la plenitud de la Vida que el Creador tiene preparada para los que han optado por vivir de cara a la honradez, con la rectitud de su conciencia, en comunicación constante con su Creador mediante la oración y la recepción frecuente de los Sacramentos. Me parece que no existen palabras capaces de describir la auténtica realidad de lo que las almas protagonizarán en ese inevitable juicio divino porque trasciende todo cuanto podamos imaginar. Acaso puede haber alguien que dude de ese juicio porque estamos acostumbrados a la incredulidad, pero San Pablo lo escribió hace unos cuantos años (lo hizo el año 56 de nuestra Era) y lo dejó muy claro: 'Todos nosotros hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba el premio o castigo que le corresponda por lo que hizo durante su existencia corporal'. (2Cor. 5, 10).
      El mismo Jesucristo no perdía la ocasión de hablar de este tema cuando la ocasión se le presentaba: 'Os aseguro que está llegando la hora, mejor aún, ha llegado ya, en que los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y todos los que la oigan vivirán. El Padre tiene el poder de dar la vida, y ha dado al Hijo ese mismo poder. Le ha dado también autoridad para juzgar porque es el Hijo del hombre. No os admiréis de lo que os estoy diciendo, porque llegará el momento en el que todos los muertos oirán su voz, y saldrán de sus sepulcros. Los que hicieron el bien, resucitarán para la Vida eterna; pero los que hicieron el mal resucitarán para su condenación'. (Jn. 5, 25-29).
DIOS PADRE
       Miren ustedes. Cualquiera es dueño de creer lo que cualquier persona le cuente sobre un tema concreto o de no creerlo. Pero cuando es el mismo Jesucristo , verdadero Dios y Hombre, quien habla y dice las cosas, no se puede jugar ni dudar. Y si alguno se empeña en en fiarse de su propia 'sabiduría', allá él. Veremos cómo y qué responde cuando presencie sus propios errores en ese momento.
      Personalmente, varias veces y en diversas ocasiones, he oído, leído o meditado una frase de San Juan de la Cruz: 'Al atardecer de la vida seremos examinados en el amor'. A la pregunta de Jesús ¿Cuánto amaste a tus semejantes? o ¿Qué has hecho con tu hermano? (como le preguntó a Caín después de asesinar a su hermano Abel) (Gén. 4, 9-11), ¿tendrán una respuesta adecuada a lo que el Redentor espera de cada uno? ¿Habrán hecho fracasar la Pasión y Muerte de Jesús de Nazaret en sus vidas o por el contrario podrán presentar sus manos llenas de buenas obras, sacrificios, entregas, servicios a la Iglesia fundada por Él, imitando la actitud del Maestro?
JUICIO UNIVERSAL.-MUSEO NACIONAL DEL VIRREINATO.-TEPOTZOTLÁN
      Desgraciadamente hay muchas personas que piensan que como 'no roban, ni matan, ni hacen daño a nadie' no se condenarán. Bueno. ¿Y las omisiones? ¿Y las calumnias? ¿Y esos criterios favorables al aborto con la excusa del 'progreso'? Existen muchas más cosas que proceden de una carencia de formación  de la recta conciencia que conducen a su laxitud o a la formación de criterios basados en la propia conveniencia y no en el bien común.
     
Es cierto que solamente tenemos nuestros parámetros humanos, los conceptos, vocabulario y criterios propios de nuestra condición de personas y eso nos conduce a imaginar el juicio de Dios como cualquier juicio efectuado en una de las Salas de los Juzgados.
JUICIO FINAL.-GIOTTO.-GÓTICO 
Pero cuidado. No trivialicemos a Dios comparándolo su actuación como Juez a la de cualquier Magistrado de nuestra sociedad. Las diferencias son obvias, pero para Dios no existen pruebas que le podamos presentar como las que estamos acostumbrados a conocer  en nuestro mundo, ni tampoco existen apelaciones a la sentencia que oiremos. Lo sabe todo. Lo conoce todo incluso mejor que nosotros mismos.
       San Juan Pablo II,  refiriéndose a este tema, dijo: '...ese modo de concebir el juicio de Dios, visto como fría justicia, o incluso como venganza. En realidad dicha expresión, que tiene una clara derivación bíblica, aparece como el último anillo del Amor de Dios. Dios juzga porque ama y en vistas al Amor. El juicio que el Padre confía a Cristo es según la medida del Amor del Padre y de nuestra libertad'.
      La próxima entrada seguiremos con este tema. Que Jesucristo, Varón de Dolores y Nuestra Señora de Czestochowa nos bendigan y acompañen en todo momento.
       

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