viernes, 25 de julio de 2014

El infierno (II)

GLORIA E INFIERNO.-CATEDRAL DE VANK,-IRÁN
      Todo lo expuesto en la entrada anterior (y mucho más) es lo que la Escolástica enseña que pertenece a la peña de daño, que es la esencia del castigo del infierno. ¿Por qué? Pues ni más ni menos porque consiste en la privación de la visión beatífica de Dios, ya que el infierno es, no nos engañemos, la negación de Dios.Quien haya apartado de sus vidas la Luz (ver Jn. 3, 16-21) irán a parar al lugar que ellos mismos se han buscado con tinieblas y oscuridad sin límites. La muerte eterna es el inexorable y definitivo alejamiento de Dios. Una existencia sin esperanza alguna.Una soledad sin amor ni comprensión por parte de nadie, pero con las burlas y sarcasmos de Satanás y sus diablos que pudieron engañarnos y seducirnos con sus falacias, mentiras y falsos sueños de felicidad, riqueza y poder.
      Uno de los Padres de la Iglesia dice en este sentido: 'La pena del infierno es insufrible, es verdad,; pero alguno fue capaz de imaginar diez mil infiernos, nada sería el sufrimiento en comparación con la pena que produce el haber perdido el cielo y ser rechazado por Cristo'. (San Juan Crisóstomo. Homilía sobre San Mateo).
HERMANOS LINDBURG.-GÓTICO INTERNACIONAL
      Estamos en el mundo deseando ser felices, alegres, no tener problemas,...Es el sueño de muchísima gente, pero hay muchas ocasiones que ese sueño lo centran en 'tener' muchas cosas en este mundo: influencia, mando, dominio, opulencia,... Eso es una equivocación, porque la vida de este mundo se acaba. De la misma manera que tuvo un principio tendrá un final y nada de lo que tenga aquí, salvo el valor de sus buenas obras, se lo tienen que dejar. No lo acompañarán a la otra vida, aunque sus buenas obras, sí.
TAPIZ DEL APOCALIPSIS
      El ansia de felicidad que todos tenemos solamente la podemos encontrar en Dios, precisamente porque Él desea que la tengamos. Pero respeta nuestra libertad, como he dicho en anteriores ocasiones, y nos deja a nosotros la elección: por Dios o contra Dios. No hay otra opción: 'Conozco tus obras y no eres ni frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero eres sólo tibio; ni caliente ni frío. Por eso voy a vomitarte de mi boca'. (Ap. 3, 15-16). Este pasaje del Apocalipsis nos hace ver que Dios no admite ambigüedades ni términos medios. O están de su lado porque es la infinita Felicidad y el Bien Sumo, o están en el lado opuesto con el Mal, la Mentira y el Pecado. La elección es solamente personal, como el premio o castigo también lo será.
     
      La cita anterior finaliza con un mensaje alentador y muy claro que nos lanza continuamente: 'Yo reprendo y castigo a los que amo. Anímate, pues, y cambia de conducta. Mira que estoy llamando a la puerta. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor lo sentaré en mi trono, junto a mí, lo mismo que yo también he vencido y estoy sentado junto a mi Padre, en su mismo trono'. (Ap. 13, 19-21). 
TORMENTO DE LOS CONDENADOS AL INFIERNO. GRABADO DEL S. XIX.
      Francamente, la elección no es dudosa. ¿Perder para siempre la posibilidad de estar con Dios? ¿Perder para siempre la posibilidad de adorarle plenamente gozando de su visión beatífica? Pues verán ustedes. En lo que a mí respecta, ¡NO! Prefiero presentarle mis manos llenas de los frutos que en esta vida ha obtenido Dios a través de mí, con los talentos que me dio para administrarlos y que me otorgue un pedacito de cielo para toda la eternidad. Pienso que éso sí es el sueño de muchas personas.
      Además, el infierno tiene otro tipo de pena: la de sentido. Es la que anteriormente he ido nombrando sin decir su nombre. No es otra cosa que el daño físico, psíquico, intelectual, moral,...que se sufrirá en nuestro ser, sin ningún alivio ni siquiera momentáneo y que después de la resurrección de los muertos, cuando nuestro cuerpo resucitado se junte con nuestra alma, espíritu o como se llame todo el conjunto de nuestro ser, continuaremos padeciendo reventando de sufrimientos eternos. 
     
      ¿Vale la pena vivir así toda una eternidad? ¿O por el contrario gozar de una felicidad rebosante, sin límites, en una Eternidad presidida por Dios Uno y Trino, junto con la Virgen, los ángeles y los santos? Sé que hay gustos para todos, pero en este caso parece clara la elección, ¿no creen?
      Saben que me gusta acompañar mis escritos con la opinión de alguno de los Padres de la Iglesia o de algún santo o santa, ya que tienen una autoridad y prestigio en sus escritos y opiniones manifestados a lo largo de los siglos. En este caso expongo la opinión de San Juan Crisóstomo, que haciendo referencia las palabras de Jesucristo: 'Todo árbol que no lleve buen fruto, será cortado y metido en fuego' (Mt. 7, 19), expone: 
EL INFIERNO. DETALLE.-HANS MEMLING.-MANIERISMO
      'Si alguno considera esto con atención, encontrará dos penas: una en el ser cortado y otra en el ser quemado. El que es quemado es también separado del reino, y por ello su pena es doble. Algunos sólo temen el infierno, pero yo digo que la pérdida de aquella gloria es mucho más dolorosa que la pena del infierno. ¿Qué mal (grande o pequeño) no experimentaría un padre para ver y tener consigo a su hijo amado? Consideremos ésto con respecto de aquella gloria. No hay hijo alguno tan grato para su padre como la adquisición de aquellos bienes, y el renunciarse para poder estar con Cristo. La pena del infierno es insufrible, es verdad, pero aun considerando diez mil infiernos, nada se podrá decir respecto a la pena que produce la pérdida del cielo y el ser aborrecido por Cristo'. (SAN JUAN CRISÓSTOMO. Homiliae in Matthaeum, hom. 23, 7).
VISIÓN DEL INFIERNO.-SANTA MARÍA KOWALSKA
       Tampoco podemos dejar de lado la opinión de ese amigo nuestro llamado Saulo de Tarso, que explica a los cristianos de Tesalónica lo siguiente: 'Vosotros, los que sufrís, descansaréis con nosotros  cuando Jesús, el Señor, se manifieste desde el cielo con sus poderosos ángeles; cuando aparezca entre llamas de fuego y tome venganza de los que no quisieron conocer a Dios ni obedecer el Evangelio de Jesús, nuestro Señor. Estos sufrirán el castigo de una perdición eterna, lejos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, cuando venga en aquel día y se manifieste lleno de gloria y de esplendor a todos los suyos que han creído en Él'. (2Tes. 1, 7-10).

      La próxima entrada finalizaremos este tema. Que Jesucristo, sentado a la derecha del Padre y la Virgen, Nuestra Señora de Pochaev, nos bendigan y acojan en su Misericordia.

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