martes, 14 de julio de 2015

Perdón. ¿Me disculpa? (I)

CRISTO DEL PERDÓN.-BERNARDO DEL RINCÓN.-BARROCO.-S.XVII
      Es bastante frecuente (afortunadamente) que esta expresión se use prácticamente a diario. A veces por un motivo insignificante, por ejemplo en el bus o en el metro cuando se tropieza involuntariamente con otra persona y ante el temor o preocupación de haberla dañado, aunque sea de poca importancia, nos dirigimos a ella y se lo decimos. Como correspondencia educada, la persona nos mira y con una sonrisa en los labios suele contestar: 'No tiene importancia. No ha sido nada', pero lo cierto es que nuestra conciencia se tranquiliza.
      Sí. Son las cosas del perdón. De saber pedirlo y de acceder a darlo. A nivel 'de calle' es relativamente sencillo. Normalmente con la educación que hemos recibido en nuestra familia desde niños, en el colegio donde fuimos, en nuestro puesto de trabajo,...lo hemos aprendido en el día a día de nuestra existencia. Además, tanto el pedir perdón como el darlo no supone en modo alguno un signo de debilidad. Al contrario. Se estará manifestando una vitalidad y madurez realmente envidiables al presentar ante los demás nuestras actitudes en lo referido a valores humanos y cristianos, tan escasos en nuestro mundo de hoy.

     Pero cuando entramos a unos niveles más hondos...puede no ser tan sencillo.Cuando intervienen unos motivos más profundos en los que puede existir alguna ofensa, alguna mala jugarreta laboral o incluso entre la propia familia, puede venir muy cuesta arriba por parte del ofensor. Primero, reconociendo el error cometido que ha provocado la ofensa. En segundo lugar, sabiendo y queriendo dar el paso al frente necesario para, de alguna manera, reparar la equivocación y pedir disculpas. Incluso pedir perdón.
      'Quien practique la misericordia -dice el Apóstol-, que lo haga con alegría: esta prontitud y diligencia duplicarán el premio de tu dádiva. Pues lo que se ofrece de mala gana y por fuerza no resulta en modo alguno agradable ni hermoso. (SAN GREGORIO NACIANCENO).                                            Además, está la otra parte, la ofendida, que quiera aceptar la disculpa, la petición del perdón,...y ahí entramos en un terreno muy resbaladizo y complicado, pero que, hay que decirlo como suena, si realmente somos cristianos hemos de comportarnos como tales, especialmente si tenemos en cuenta que en los tres años de vida pública del Maestro, uno de los ejes en los que se desenvolvieron sus enseñanzas era éste: el perdón. Como 'botones de muestra' tenemos, por citar algunos, estos dos, aunque hay muchos más: 
      'Porque si vosotros perdonáis a otros sus faltas, también os perdonará a vosotros vuestro Padre celestial. Pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras faltas'. (Mt. 6, 14-15). San Marcos recoge otra hermosa enseñanza, especialmente por el contexto en que lo refiere Jesús: 'Cuando os pusiereis en pie para orar, cuando tengáis una cosa contra alguien, perdonadlo primero, para que vuestro Padre que está en los cielos, os perdone a vosotros vuestros pecados. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos, os perdonará vuestras ofensas'. (Mc. 11, 25-26). Personalmente me llama la atención que Jesús hable del perdón dentro del contexto de la oración. Pero eso es otro tema que quizás trate en otra ocasión. 

      Pero el Maestro no prescindió de la enseñanzas de la Ley y así lo manifestó: 'No penséis que he venido para derogar las enseñanzas de la Ley y los profetas: no he venido para obolirlas, sino a llevarlas hasta las últimas consecuencias'. (Mt. 5,17). Y así en el A.T. se recogen sabios escritos que todavía tienen vigencia en nuestros días: 'No tomarás venganza ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo. Amará a tu  prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor'. (Lev. 19, 18).- ¿Qué Dios hay como tú que absuelva del pecado y perdone la culpa al resto de su heredad, que no apure por siempre su ira, porque se complace en ser bueno? De nuevo se compadecerá de nosotros; sepultará nuestras culpas y arrojará al fondo del mar nuestros pecados'. (Miq. 7, 18-19).
      No es necesario, pienso, ser exhaustivos. De momento dejo ahí vuestras citas como un fondo para ir desarrollando la idea del perdón, desde una baso bíblica fundamentalmente, pero también desde la parte moral y humana.
      Que Cristo paciente y Nuestra Señora de la Merced nos bendigan.

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