martes, 17 de mayo de 2016

San José, esposo de María (IV)

HUIDA A EGIPTO.-Mikhail Shankov.-S. XX
      Volviendo a la figura de este personaje bíblico, deseo resaltar una cualidad o virtud que personalmente no la he oído en las predicaciones de los sacerdotes cuando han hablado de él. De María, su esposa, se ha comentado mucho e incluso hay libros cuyo título nos dice cuál es el contenido de los mismos: 'El silencio de María'. Efectivamente, incluso los Evangelios nos cuentan que 'María guardaba todo esto y lo meditaba en su corazón'. (Lc. 2, 19).
       De la Virgen no se recoge apenas nada de lo que haya podido decir. Lo estrictamente necesario en la Anunciación del Ángel anunciándole que iba a ser Madre del Mesías: '¿Cómo será ésto, pues no conozco varón?' (Lc. 1, 34); He aquí la esclava del Señor. Hágase en mí, según tu palabra'. (Lc. 1, 38). En la visitación a Isabel: 'Engrandece mi alma al Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi Salvador...' (Lc. 1, 46-55). En el templo e Jerusalén a su Hijo cuando lo encontró entre los doctores de la Ley: 'Hijo, ¿por qué nos has hecho ésto? Mira que tu padre y yo, apenados,andábamos buscándote'. (Lc. 2, 48). Y al comienzo de la vida pública de Jesús, en Caná de Galilea: 'Dijo la Madre de Jesús a éste: -No tienen vino'. Y luego a los servidores: 'Haced lo que Él os diga'. (Jn. 2, 3-5).
BODAS EN CANÁ.-Julius Schnorr von Carolsfeld.-ROMANTICISMO
      No hay nada más, pero ¿y de José? Nada. Absolutamente nada. Cuando el ángel lo avisó para que marchasen a Egipto, por ejemplo, obedeció en el acto, pero no constan las palabras que con toda seguridad tuvo que decirle a su esposa María. Cuando llegó el momento del nuevo aviso angélico para volver a Israel y establecerse en Nazaret, ocurriría lo mismo. Y cuando el matrimonio estuvo buscando por todo Jerusalén al Niño, fue María la que habló. José estuvo allí con la misma angustia que María mientras lo buscaban, pero de oírle decir algo, absolutamente nada. Mantuvo su silencio a pesar de ser el jefe o cabeza de la familia.
    Ciertamente que los Evangelios tampoco tienen la misión de recoger diálogos o anécdotas familiares, porque su misión es otra muy distinta, pero ni siquiera como anécdota recoge nada. 
PRESENTACIÓN DE JESÚS EN EL TEMPLO. SIMEÓN Y ANA.-REMBRANDT.-BARROCO
      No obstante pienso que si nos paramos a meditar los fragmentos evangélicos en los que intervino o pudo intervenir José, serían enormemente enriquecedores. Por ejemplo, cuando llevaron al Niño a circuncidar, el nombre debía ponerlo el padre de la familia y algo más diría ese día e incluso en el momento que Simeón profetizó que el Niño sería signo de contradicción y que a su mujer una espada le atravesaría el corazón, los sentimientos familiares de José, quizá hacia su esposa especialmente, tuvieron que producirle una especialísima preocupación. Cuando llegaran a su casa pienso que habría un diálogo familiar de mucha preocupación como es de suponer, pero también de una gran confianza en Dios.
        Incluso después de encontrar a Jesús en el templo dialogando con los escribas y los doctores de la Ley, cabe pensar que en la intimidad del hogar el matrimonio pudo estar comentando las observaciones que esas personas les pudieron haber hecho sobre su inteligencia.No solamente den eso, sino en otros muchos temas de la vida cotidiana de la familia (hasta es posible que hubiera alguna que otra broma entre ellos).
     Sin embargo, todo este cúmulo de silencios, ¿podía llevarnos a descubrir la prudencia de José? ¿O su fidelidad, no solamente con María, sino también con la responsabilidad en su papel de padre de Jesús que Dios le había confiado? 
JESÚS NIÑO PERDIDO Y ENCONTRADO EN EL TEMPLO.-GIOVANNI SERODINE.-BARROCO       ¿O en su oración? ¿Nos imaginamos cuánto rezaría ese hombre ejemplar cuando huyeron a Egipto, perdieron al Niño o de cualquier otro episodio de la vida familiar, tanto él sólo como con su esposa?
      Imaginémonos a José, como jefe de la Sagrada Familia, presidiendo la oración por excelencia del pueblo judío, junto con María y con Jesús: 'Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor. Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Graba en tu corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Incúlcalas a tus hijos y háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas de viaje, al acostarte y al levantarte...'. Dt. 6, 4-9).
      Efectivamente no sabemos nada de cuanto pudo decir, pero desde sus silencios acaso podríamos descubrir la talla humana y espiritual de San José.

      Que la Sagrada Familia nos acompañe, bendiga y guíe.

No hay comentarios: