sábado, 15 de octubre de 2016

¿Cielo? ¿Reino? ¿Universo? (IV)

      El cielo. Realmente es difícil hablar de algo que se desconoce en la práctica pero del que solamente se puede hablar desde la Fe, la Esperanza y el Amor, precisamente las tres virtudes teologales. Solamente con el empleo de imágenes, comparaciones o expresiones habituales de nuestro vocabulario podemos hacer referencias a él. 
      Confieso que he leído muchas cosas de autores clásicos y modernos y algunas de ellas, además de aumentar mi admiración por el cariño que nos tiene el buen Dios, hasta el extremo de desear que disfrutemos ese cielo, ese reino suyo, cuando pasemos 'a la otra orilla', como algunos autores llaman al momento de nuestra muerte en este mundo donde nuestro Padre común nos ha colocado para que le conozcamos y colaboremos con Él en esa nueva Creación que cada día nace con el nuevo sol de cada amanecer.
      Este panorama abierto a mi contemplación me hace pensar que verdaderamente todas las dificultades que encontramos en nuestros problemas, salud, disgustos y todo lo que queramos, sin olvidar la parte positiva de la alegría, el buen humor, el cariño de nuestra familia y de nuestros amigos, nos hace mucho más llevadero el camino que a diario recorremos.
      Si en él tenemos el detalle de dirigirnos a Jesús cuando damos, por ejemplo, un beso a nuestra esposa, hijos o nietas, siendo capaces de decirle: '¿Has visto, Jesús,el regalo que me has hecho  con esta esposa, con estos hijos o con estas nietas? Cada vez me convenzo más de que todo esto lo tenías previsto desde tu eternidad y formaba parte de tus designios creadores para todos nosotros. Somos regalos tuyos para nuestros semejantes. Gracias por el detalle, Jesús'.
      Imagino entonces la sonrisa de Dios para cada unos de nosotros y en la posible respuesta que nos daría: 'John, Rafael, Rosario, Lourdes, Luisa, Pedro...eso no es absolutamente nada en comparación con lo que os tengo preparado a cada uno de vosotros cuando entréis en la 'Cena del Cordero', cuando toméis posesión del Reino,...'.
CORONACIÓN DE LA VIRGEN.-MICHELE GIAMBONO.-GÓTICO INTERNACIONAL
      Tenemos expresiones preciosas en los Evangelios, dichas por Jesucristo cuando ha querido hacer alguna referencia sobre el cielo. Por ejemplo: 'En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no fuera así, os lo habría dicho; porque voy a prepararos el lugar'. (Jn. 14, 2).
EL BUEN LADRÓN EN EL PARAÍSO.-JAMES TISSOT.-S. XIX - XX
      Y aún tenemos otro magnífico ejemplo. Pongámonos en el lugar y seamos testigos del hecho. Jesús está clavado en la cruz entre dos malhechores. Mientras uno le increpaba el otro se dirigió a Él en estos términos: 'Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino'. Aun en medio de su tormento el Mesías lo miró, admirado de su fe. 'Jesús le dijo: Yo te aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso'. (Lc. 23,42-43).
      ¿Qué puede significar ésto?Personalmente me parece que podemos deducir que NADIE está abandonado a su propia suerte por muy pecador que haya podido ser en su vida mortal. Si abre su corazón a Dios, si se acoge a su misericordia, podría ocurrirle lo que al buen ladrón. Benedicto XVI así lo expresó el 17 de agosto de 2010: 'Con este término cielo queremos afirmar que Dios se hizo cercano a nosotros, no nos abandona ni siquiera en y más allá de la muerte sino que tiene un lugar para nosotros y nos dona la eternidad'.
      Esto es un tema que está presente desde los primeros tiempos del cristianismo, como se puede comprobar en los escritos de la época. San Pablo, cautivo ya, se dirige a los filipenses y les dice, entre otras cosas, su ansia de Dios. Quiere estar ya con su Señor. 'Deseo partir y estar con Cristo, lo cual, ciertamente, es con mucho lo mejor'. (Fil. 1, 23). La muerte le tiene sin cuidado. La recompensa es lo que desea y lo manifiesta de esta manera: 'He combatido el buen combate, he llegado a la meta en la carrera, he conservado la fe. Sólo me falta recibir la corona de salvación que aquel día me entregará el Señor, justo Juez; y no solamente a mí, sino también a todos los que hayan esperado con amor su venida gloriosa'. (2Tim. 4, 7-8).
      Este anhelo de Pablo no es exclusivamente suyo. La Iglesia tiene una riquísima Historia forjada con todos sus hijos bautizados, algunos de los cuales han hecho descubrimientos a través de sus estudios, de su oración y de otros medios, que posteriormente han dejado escritos. Nosotros somos destinatarios de esos escritos, de esos pensamientos, que a su vez nos han enriquecido y nos han permitido hacer nuevos descubrimientos, no solamente en lo referente al cielo, sino en todo lo que atañe a la Iglesia misma e incluso al mismo Dios, y su importancia y actuación en la vida de cada uno de nosotros, porque el Espíritu sopla donde quiere, a quien quiere y como quiere.
      Que nuestra Madre y Señora la Virgen nos bendiga e interceda por nosotros.

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