martes, 29 de julio de 2008

La Oración (II) .- El Santo Rosario y el LOGOS.


Así, de buenas a primeras, meter el Rosario con la Palabra de Dios (el LOGOS) parece que no tiene mucho que ver, ¿no? Y sin embargo lo tiene todo. Veamos.

El artículo ‘La Madre de Jesús, el LOGOS y nosotros’, ha tenido cuatro comentarios que no tienen desperdicio y me da la impresión que Colectiu, Magdalena y Euterpe son bastante devotos de la Virgen. Si me equivoco, mis disculpas. Incluso Magdalena solicita, e incluso pide oraciones, para que este blog dé respuesta a la forma de rezar el Rosario como se hizo con los Salmos.

Lo voy a intentar desde mi experiencia personal, o sea, cómo creo que debe rezarse y cómo intento rezarlo yo, pero no puedo poner ningún enlace a otra página referida al Santo Rosario porque aún no conozco ninguna que me satisfaga plenamente, aunque prometo buscarla. En cuanto la encuentre, pondré el enlace correspondiente. Y vamos a entrar ya en materia.

En principio el rezo del Rosario está aparentemente desacreditado porque dicen que es largo, monótono, etc. Esto último está en función de la persona que lo reza y no del Rosario en sí mismo. Jesús ya lo advirtió: ‘Y al orar, no os perdáis con palabras como hacen los paganos, creyendo que Dios los va a escuchar por hablar mucho’. (Mt.6, 7)

En cuanto a lo de que es largo… depende. Si se habla (y muy bien dicho) de que de los 365 días del año dedicar nueve de ellos a una Novena a la Virgen es poco tiempo para lo que Ella se merece, díganme qué suponen unos 20 minutos que dura el Rosario.

Pero doy mi opinión personal. Para rezar el Rosario mal, con prisas y con el pensamiento puesto en los mil y un problemas, distracciones o entretenimientos que se tienen, vale más que no se rece. Para rezarlo considero necesario que nos serenemos, seamos conscientes de que nos vamos a poner delante de la Virgen, LA MADRE DE DIOS, y vamos a estar un ratito con Ella.

Hemos de intentar meternos dentro del Rosario como co-protagonistas del mismo. ¿Cómo se puede hacer? Centrándonos en lo que estamos diciendo. Cuando recemos el Padre Nuestro que encabeza cada Misterio, seamos conscientes de lo que estamos diciendo y no lo recemos como una rutina. Estamos pronunciando las mismas palabras que el LOGOS, debemos interpretar el mensaje que encierran y sentirnos interpelados por el mismo Jesús que nos está conduciendo al Padre. Es lo primero que decimos: Padre nuestro…

Más aún. Cuando rezo cada una de las diez Ave Marías de cada Misterio, yo debo sentir que soy el ángel que saluda a María en el momento de la Anunciación. Tengo que vivirlo y pronunciar las palabras de la salutación diciéndoselas yo a la Virgen: ‘Dios te salve, María. Llena eres de Gracia. El Señor es contigo’. (Lc. 1, 28).

Luego hemos de procurar tener un cambio de rol al instante para sentirnos como su prima Isabel cuando fue a visitarla a Ain Karim, pero viéndola acercarse a nosotros mismos preñada de su Hijo, salirle al encuentro y brindarle nuestro saludo emocionado a la Mujer y al Esperado de tantos siglos de Historia del pueblo de Dios. ‘Bendita eres entre todas las mujeres. Y bendito es el fruto de tu vientre’. (Lc. 1, 42).

La Iglesia, que quiso componer esta hermosa oración con esa base evangélica, quiso también completarla. Añadió ‘Jesús’ complementando cuál era el fruto de su vientre, pero a continuación, puestos ya ante ella, empezamos nuestra oración de petición dirigiéndonos a Ella: ‘Santa María, Madre de Dios. Ruega por nosotros, pecadores. Ahora. Y en la hora de nuestra muerte. Amén’

Es ponerle sentimiento, pasión, intimidad, confianza, cariño, a ese ‘Santa María. Madre de Dios’. Luego pasamos a pedir que interceda por todos nosotros y en ese lote entran los hijos, padres, hermanos, novios, esposos, abuelos, nietos y todos aquellos que nosotros queramos. Y el cañonazo. Le pedimos su intercesión AHORA, en este momento que vivimos con todo lo que nos rodea, pero es que también le pedimos su intercesión EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE. En ese momento supremo de nuestra existencia.
¡Cuántas veces he oído decir en mi vida que solamente hay dos cosas ciertas e irrefutables: nuestro nacimiento y nuestra muerte! Y le estamos pidiendo por ese instante decisivo en el que nadie podrá sustituirnos. Nos tocará pasarlo a nosotros por muy lejos que veamos ese instante. ¿Vale la pena que le dediquemos un tiempo con el rezo del Rosario? Es Ella misma la que le dijo a Santo Domingo de Guzmán, el año 1208, que era necesario el rezo del Santo Rosario, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.
¿Y qué tiene que ver el LOGOS con el Rosario? Todo. Éste tiene cuatro tipos de Misterios: Gozosos, Luminosos, Dolorosos y Gloriosos. A poco que nos fijemos, en cada uno de los misterios se contempla un hecho de la vida del Jesucristo. Su infancia, su predicación su Pasión y Muerte y su Resurrección. ¿Tiene o no tiene que ver algo Jesucristo con el Rosario?
Son como un Memorial de la vida de Cristo. Es como si nos sentáramos alrededor de la Madre y ella nos contara todo lo que guardó en su corazón. Es una intimidad con Ella como la tenemos con Dios en la oración. Es buscar el Rostro de Cristo de la mano de la Virgen.
Antes he empleado el verbo contemplar. ¿Qué es contemplar cada uno de los Misterios? Volvemos a lo que he dicho más arriba. Es meternos dentro del mismo. Sentirnos el pastor que adora al Niño y le lleva un cordero o un tarugo de pan duro, del que él come. O el sayón que lo está azotando cuando está atado a la columna. O Juan recibiendo a la Virgen como Madre,… y tenerlo todo ello presente mientras dure el rezo, incluso cuando se acabe, en algún momento del día.
Contemplar estos Misterios del Rosario es amar con la misma locura de amor de Jesucristo cuando se dio por nosotros en la Cruz. Para mí son claves dos Misterios: ‘Jesús muere en la Cruz’ (Doloroso) y ‘La triunfante Resurrección del Hijo de Dios’ (Glorioso), porque en ellos se encierra todo el por qué del sacrificio del LOGOS por la Humanidad y su triunfo sobre el mal y el pecado como negación de Dios.
El triunfo de Jesucristo es el triunfo de cada cristiano que vence una tentación, que tiene un arrepentimiento y se reconcilia con Dios, que se convierte del enfoque que tiene su vida y lo transforma en un vivir para Cristo, como dice San Pablo: ‘Para mí la vida es Cristo y morir significa una ganancia’ (Fil. 1, 21). Luego… estar a la escucha de lo que nos pide Dios a través de la Virgen.
Un último punto. El jugo que se le puede sacar al Rosario. Hemos de ser, en el buen sentido, unos aprovechados. Si la Virgen ha prometido su ayuda a quienes recen el Santo Rosario, ¿por qué no nos aprovechamos? De ahí surgen las intenciones. Los beneficios que puedan lograrse de nuestra oración podemos ofrecerlos por cualquier cosa que conozcamos que creamos que se le puede encomendar a la Madre: un familiar o un vecino enfermo, los afectados por una catástrofe, por algún drogadicto o alcohólico, por un vecino con mal genio pero que tiene problemas, por la salud de un familiar, etc., etc., etc.
Sí. El rezo del Rosario debiera formar parte de nuestra vida. Es comprometido rezarlo, claro que sí, pero los cristianos siempre tenemos algún que otro compromiso con el LOGOS y con su Madre, pero eso no nos debe asustar. Tenemos la asistencia del mismo Cristo: ‘Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el final del mundo’ (Mt. 28, 20).

3 comentarios:

euterpe dijo...

Estimado tio Maset:
Agradezco por acertadas sus aportaciones sobre el rezo del Rosario. La misma Virgen iba pasando las cuentas del mismo cuando en sus apariciones a Bernadette ella lo rezaba. Por algo será...
Falta, sin embargo, por parte de los creyentes, decisión para sacar esta maravillosa oración a la calle. Me explico. Durante mis vacaciones tuve ocasión de hacer una larga ruta a pie, en la cual me encontré con una familia que llevaba niños. Mientras había estado escuchando a otras personas quejas sobre lo pesado del camino, la madre rezaba el rosario en silencio.En ese momento alguien le comentó algo sobre el trabajo de las familias numerosas,a lo que ella contestó con una broma y, sonriendo, movió su rosario para seguir con su oración.
Con esta anécdota deseo significar la importancia de convertir en oración cada momento del día, pero también de "sacar del armario" nuestra fe:"¿Acaso se trae la luz para ponerla dentro de una vasija o debajo de la cama?¿ No es más bien para ponerla sobre el candelero? Pues si algo está escondido tendrá que descubrirse..." (Mc 4, 21-22).
Pido al Espíritu Santo fortaleza para proclamar nuestra fe.
Hasta pronto.

magdalena dijo...

Estimad@ Euterpe:
Efectivamente que de nada sirve si escondemos la luz en un sitio oculto y opaco por que no transciende y solo nosotros podríamos benefiarnos de ella, cuando lo especial de la oración es que el uso colectivo multiplica sus efectos, pienso que un colectivo orando en conjunto tiene un potencial enorme y se convierte el algo asi com uuna epidemia, es necesario sacar nuestra fe y mostarla sintiéndonos felices de profesarla, e intentando refrescar y animar a los que por circunstancias de la vida se dejaron llevar a otras posturas mas comodas pero mesnos acogedoras a la larga.

El tío Maset dijo...

Estimad@s Euterpe y Magdalena. Coinciden amb@s en que la luz no se enciende para tenerla escondida. Totalmente de acuerdo. Pero todos hemos de plantearnos (permítanme profundizar un poco) que esa luz somos cada uno de nosotros porque el LOGOS, Jesucristo mismo, es el que nos lo ha dicho: "Vosotros sois la luz del mundo" (Mt. 5, 14). Y no debemos defraudarle. Nuestra luz debe brillar entre las tinieblas del mundo que tiende a seducirnos y a engañarnos. La Luz verdadera nos iluminará a todos. No lo duden y confíen en el LOGOS.