martes, 30 de agosto de 2011

La humildad de María de Nazaret (y II)

GHIRLANDAIO.-RENACIMIENTO

María ya ha aceptado la misión que Yavéh le ha encomendado. El ángel se ha retirado y todo vuelve a la normalidad. ¿Normalidad? ¿Todo? Creo que no. O, al menos, para una persona: Ella. Precisamente, Ella.

Físicamente sola, ¿cuál era en ese momento su estado de ánimo? ¿Lloró? Es probable. Y tal vez lo hiciera con una mezcla de felicidad y de preocupación, básicamente por sus padres y por José. ¿Cómo les iba a contar la maravilla que había vivido? ¿Cómo se lo tomarían? ¿La creerían o pensarían que había perdido la cabeza? Cuando le vino la serenidad, le llegó el momento de la reflexión.

Los Salmos acudieron en su ayuda: ‘Yavéh sostiene a los humildes’. (Sal 147, 6). ‘El Señor es mi luz y mi salvación, ¿a quién temeré? El Señor es la defensa de mi vida, ¿quién me hará temblar?… (Sal 27,1).- ‘Alma mía, recobra tu calma, que el Señor fue bueno contigo’. (Sal. 114, 7).

Tal vez la consolaron y tal vez encontró en estas palabras la voz de su Señor que le hablaba en su corazón. Pero era un ser humano y la inquietud la tenía y la sentía. ‘Adonai. ¿Qué hago?’

Y entre todos los mensajes que le llegaban de los Salmos le llegó la luz: ‘E Isabel, tu parienta, también ha concebido un hijo en su vejez, y éste es ya el sexto mes de la que era estéril’. ‘¡Isabel también espera un niño!’ Los sentimientos de empatía y solidaridad la inundaron. ‘Hablaré con mis padres y marcharé a Ain Karin para ayudarla’. Y se puso en camino.

Bueno. Si no sucedió así, pudo ser algo parecido. Lo importante es el olvido de ella misma y de su problema para servir a su parienta. Siendo Madre del Salvador y a pesar de la grandeza de su elección, marcha a ocuparse del servicio a los demás en el anonimato de una caravana. ¿Es esto humildad o no?

María hizo un recorrido de unos ciento cincuenta kilómetros, desde Nazaret a esa pequeña ciudad, Ain-Karim, en Judá, situada a unos tres kilómetros de Jerusalén. Su viaje duró alrededor de cuatro o cinco días. En el trayecto tuvo tiempo de ir madurando los sucesos ocurridos, lo que le contaría a su prima durante esos meses que iba a estar con ella,..

ALONSO CANO.-BARROCO

Al final llegó, pero no se esperaba el recibimiento. Lucas nos hace el relato:

En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (S. Lucas 1, 42-45)


El Espíritu del Señor también estuvo trabajando con Isabel. ¿Cómo iba a figurarse semejante visita? Nada sabía de lo acaecido a su joven prima. A la madre del futuro Juan, también asistida por Yavéh que le explicó, como solamente Él sabe hacerlo, lo ocurrido, le parece increíble esta visita que ya trascendía los límites de la mera cortesía. La ‘madre de su Señor’ estaba ante ella y llegaba para ayudarla en su embarazo. Viene a servir, no a ser servida.

La bienvenida que le da también trasciende la simple cortesía. Está rebosante de felicidad. Se abrazan. ¿Podemos imaginarnos el momento? Pienso que no, porque podremos imaginar dos mujeres compartiendo el cariño emanado de sus lazos familiares, unidas también en la felicidad de sus dos embarazos en los que Dios ha intervenido de forma especialísima, pero los auténticos sentimientos que pasaban por el corazón y el alma de esas dos futuras madres directamente elegidas por la Santísima Trinidad para llevar adelante sus planes, precisamente por la humildad que emanaba de sus personalidades, precisamente por su fe, se nos escapa. Quedaron en la intimidad de ambas.

Isabel, desde su asombro, admiración y sencillez, rompe el silencio emocionado de las dos con su saludo de bienvenida: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno. ¡Feliz la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!» (Lc. 1, 42-45)

EL ENCUENTRO EN LA IGLESIA DE LA VISITACIÓN

María, todavía con los ojos húmedos por la emoción y mientras oye sorprendida el saludo, que va mucho más allá de unas simples palabras de bienvenida porque intuye que Dios también ha hablado a su prima, calla. Pero sólo momentáneamente.

Es precisamente su humildad de saberse nada ante el Supremo Hacedor que la ha elegido, la que la impulsa a expandir el agradecimiento que lleva y vive en su interior. Es como si ella quisiera quitar la importancia que tiene su embarazo, pero lo que realmente le sale al contestar al saludo de bienvenida de Isabel es, quizá, el himno más hermoso que pueda contener la Historia de la Salvación. Y exclama:

‘Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humillación de su esclava. Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí: su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación. El hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos. Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre’. (Lc. 1, 46-55)

Después, ¿volverían a abrazarse? Es lo más probable. Luego…la cotidianidad del quehacer diario. Y María, humilde, mujer del pueblo, anawin, madre del Salvador de Israel y del mundo entero, cosería, iría a la fuente a por agua, fregaría,…como si nada estuviese pasando. Y entre trabajo y trabajo momentos íntimos y solidarios de diálogos, comunicaciones e intercambios de experiencias y de planes de futuro, de oración personal y en común,…Entre risas y alguna lágrima furtiva que en determinados momentos brotaría desde su emoción y ternura en esos momentos de acompañamiento mutuo.

Pero me parece que el Magníficat merece una atención especial. No se trata de hacer un estudio pormenorizado del mismo. Francamente, no me siento capaz. Pero sí deseo comentar alguna cosa que me ha llamado la atención y, posiblemente, tenga cabida en esta entrada.

Al principio proclama una relación de las cosas que, inmerecidamente según ella cree, ha hecho Dios con su persona. Da a entender, a mi parecer, que no se considera merecedora de ello (‘porque ha mirado la humillación de su esclava’; ‘el Poderoso ha hecho obras grandes por mí’). Prevé que los que nazcan después en el transcurso de los siglos la felicitarán por esa elección hecha por Dios.

IGLESIA DE LA VISITACIÓN

La referencia que hace de la misericordia divina, aunque todos sepamos que es así, me llama la atención que ella lo diga en ese momento. Vamos a ver: ‘su misericordia llega a sus fieles de generación en generación’. Esta frase la enfoco desde dos puntos de vista. Por una parte puede hacer referencia a la Historia de su Pueblo. La presencia permanente que Yavéh ha tenido en él desde los comienzos patriarcales (Abraham, Isaac, etc.), pasado por el episodio de la liberación de Egipto, que de la esclavitud lo ha convertido en un pueblo libre y cultual, dotándole de una leyes específicas, hasta el momento que ella vive y que ‘sabe’ que es el de la plenitud de los tiempos, tantos siglos esperado por Israel.

Pero no puedo dejar de pensar en otro enfoque. El que se le puede dar en el siglo XXI, aunque también podría valer para los siglos XIX o XXIV. La misericordia de Dios es eterna. Es para siempre. Es la que está teniendo ahora, en este momento con nosotros que será idéntica a la que tendrá en el siglo XXXVI con las personas que entonces vivan. Y en este punto no deseo pasar por alto cosas que estoy presenciando y que estoy leyendo en la prensa diaria o en Internet. Viene a ser algo así como los signos de los tiempos.

ASPECTO DEL AERÓDROMO DE CUATRO VIENTOS EN LA JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD (UNOS DOS MILLONES DE PERSONAS)

No es ningún secreto para nadie que la Obra para la que su Hijo Jesús nació y murió está siendo contestada en todas las partes del mundo. Y combatida. Hace muy poco en España se ha celebrado la Jornada Mundial de la Juventud 2011. Su Santidad Benedicto XVI ha tenido la delicadeza y atención de venir a presidirla. Pero ha habido un movimiento de rechazo por un sector de la población, insignificante ciertamente, ínfimo si se quiere, pero al parecer manejado por alguien que tiene especial interés en prescindir, no ya del Papa solamente, sino de la misma Iglesia. Intentaron provocar a los jóvenes peregrinos. Frases groseras, insultos, burlas, provocaciones, amenazas,…de todo hubo.

EL PAPA VITOREADO POR LOS JÓVENES EN LA JMJ

Y los muchachos y muchachas han sabido responder con el Rosario en la mano. Rezando. Y en silencio. Ha sido un claro ejemplo de la madurez de la juventud sana de todos los países (México, Francia, Perú, Portugal, Colombia, Japón, Rusia y de tantas y tantas naciones de África, América, Asia y Europa) que cuando siguen a aquel Redentor que murió en la Cruz, tanto por ellos como por los que les increpaban, sabe, quiere y puede estar en el sitio que le corresponde.

¿Y qué tiene que ver esto con la humildad de la Virgen? Pues verán ustedes. Estoy convencido que María, Madre de Jesús de Nazaret, sigue actuando en todos estos acontecimiento y en otros de mayor envergadura para proteger la Iglesia, a todos cuantos pertenecemos a ella y a toda la Humanidad. ¿Qué sentido tienen todas las apariciones de Nuestra Señora en diferentes épocas y en distintos lugares transmitiendo los mensajes de su Hijo y los suyos propios? Zaragoza (España); Guadalupe (México); Lourdes (Francia) y Fátima (Portugal) acaso sean los más conocidos y antiguos, pero hoy continúan los mensajes en Akita, Japón; en La Salette, diócesis de Grenoble, Francia; en Medjugorje, Bosnia y Herzegovina; en Garabandal, en la provincia de Cantabria, norte de España.

La misma mujer del Magníficat tiene la misión de avisarnos de la necesidad de oración, sacrificios y penitencia para la salvación del mundo. Dios, al paso que vamos, podría enviar un castigo ejemplarizante a esa humanidad que lo ignora o ningunea. Y a Dios no se le puede tomar el pelo impunemente. Es cierto que su capacidad de perdón no tiene límites [‘Venid y entendámonos, dice Yavéh, aunque vuestros pecados fuesen como la grana, quedarían blancos como la nieve. Aunque fuese rojos como la púrpura, vendrían a ser como la lana blanca’. (Is. 1, 18)] como deja muy claro Jesús en la parábola del Hijo pródigo (Lc. 15, 11-32).

CASTIGO DE CORÉ, DATÁN Y ABIRÓN.-SANDRO BOTTICELLI.-RENACIMIENTO

Pero no es menos cierto que en ocasiones los pecados que cometían algunos pueblos requerían una respuesta clarificadora de Dios. Y así tenemos el caso de Babel (Gen. 11, 1-9); el castigo a Coré, Datán y Abirón y ‘otros doscientos cincuenta varones de los hijos de Israel, todos de los principales de la asamblea’ que se rebelaron contra Dios (Núm. 16, 1-35) En este pasaje podemos ver la intercesión de Moisés por todos ellos, pero el Creador no accedió.

El caso más conocido tal vez sea el de la destrucción de las ciudades de la Pentápolis situadas al sur de Canaán, formada por las ciudades de Sodoma, Gomorra, Adama, Seboim y Segor. En la destrucción de Sodoma (Gen. 18, 17 – 19, 29) es conocida la intercesión de Abraham. [‘¿Así que vas a borrar al justo con el malvado? Tal vez haya cincuenta justos en la ciudad. ¿Es que vas a borrarlos y no perdonarás a aquel lugar por los cincuenta justos que hubiere dentro? Tú no puedes hacer tal cosa: dejar morir al justo con el malvado... El juez de la tierra ¿va a fallar una injusticia?’ (Gn 18,23-25)]. Es una clarísima oración de intercesión. Justamente lo que hace Nuestra Madre y Señora ante la Santísima Trinidad por nosotros, tanto por quienes los seguimos como por los que lo combaten inútilmente.

DESTRUCCIÓN DE SODOMA Y GOMORRA.-JOHN MARTIN.-ROMANTICISMO

Y Ella, Señora del Universo y de la Creación entera, asume, además de la intercesión ante el Padre, la condición de Mensajera de su Hijo para pedirnos nuestra colaboración. Nos está comunicando que es necesaria nuestra oración de intercesión por los pecadores. Pienso que continúa haciendo honor a su humildad. Para que ‘su misericordia llegue a sus fieles de generación en generación’. No es cualquier cosa. Solamente con que leamos el Apocalipsis de San Juan y atemos cabos ante lo que estamos viendo en el mundo veremos la realidad que vivimos. Solamente con que en Internet, en el buscador que queramos, busquemos ‘mensajes marianos’ o ‘apariciones de la Virgen’, podremos encontrar mucho material para la meditación y la oración, tanto de petición como de intercesión. ¿Nos atreveremos a remedar la actitud de Abraham en una nueva intercesión ante Dios por los seres humanos de hoy? Santa María así nos lo pide. Su Hijo, también.

CORONACIÓN DE LA VIRGEN COMO REINA DEL UNIVERSO.-ANTONIO VIVARINI.-RENACIMIENTO


Y si ellos continúan siendo pertinaces, el Magníficat sigue dando respuesta a sus provocadoras y altivas actitudes: el Señor ‘dispersa a los soberbios de corazón y derriba del trono a los poderosos’. Y no hay vuelta de hoja. Pero también dice el canto de María:

‘Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia -como lo había prometido a nuestros padres- en favor de Abrahán y su descendencia por siempre’. Con esas palabras finaliza el Magníficat. Dios es fiel a su Palabra, creadora de todo. Y si prometió su auxilio y su misericordia ‘de generación en generación’, todos estamos incluidos en la misma nave. Si oramos por los demás estamos orando por nosotros mismos. Como en un magno equipo en el que todos somos necesarios. La Virgen, Madre Humilde, nos ayudará, no lo dudemos.

Ante estos hechos históricos que conocemos por el evangelista san Lucas, caben dos opciones: Una, la de la Historia. ‘Aquello’ sucedió así y está recogido en las páginas de la Palabra de Dios. Otra, la nuestra personal. La de ustedes y la mía. La profundización en este pasaje evangélico desde la meditación, la lectura entre líneas, la oración,…y dejarnos llevar por el mismo Espíritu que atendió a María e Isabel y actualmente impulsa la Iglesia. Dejarnos llenar por la emoción del misterio y agradecer a Dios y a esa Mujer el regalo que nos ha hecho y hemos recibido y aceptado. Y que, humildemente, solicita nuestra colaboración para interceder ante el Padre por esta Humanidad doliente y desorientada.


Que Jesucristo y su Madre, Nuestra Señora de Medjugorje nos bendigan y protejan.

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