SANTÍSIMA TRINIDAD.-ALBERTO DURERO.-RENACIMIENTO |
Bueno. Tengo
que cambiar el chip. Los pecados capitales, llamados también mortales, como
vimos, ya han sido tratados. Los siete. Y también las virtudes que se oponen o
con las que se combate cada uno de ellos. Ahora hay que buscar otro tema. Me he
puesto a reflexionar para elegir uno de los varios que veía. Al final me he
decidido por este del título de la entrada: El Credo.
Pero antes
debo decirles algo. El sistema de publicación de las entradas al blog ha
cambiado y todavía no estoy familiarizado con el mismo. Esto se consigue,
básicamente, con la práctica. Les ruego que si hay algún fallo me disculpen.
Otra vez saldrá mejor. Muchas gracias.
Volviendo al
tema que nos ocupa. ¿Por qué precisamente éste y no otro? Pues miren
ustedes…Basta con otear el panorama que se ofrece a nuestros ojos sobre las actitudes de muchos
cristianos, demasiados y quizá excesivos, que no tienen clara su relación con
Dios y con la Iglesia. Al menos con la profundidad, responsabilidad y
compromiso que se debe tener según la edad y madurez religiosa que tenga cada
uno, ya que, como tantísimas veces he oído comentar, incluso a sacerdotes, hay
cristianos que continúan con una fe de la Primera Comunión y no se han
preocupado en profundizar más en ella.
Algunas veces,
al finalizar la Eucaristía dominical, suelo ir a saludar a algunos conocidos o
amigos que me encuentro en el templo, a interesarme por ellos, por su
familia,…Pero en una de esas ocasiones me ocurrió una anécdota que no me
resisto a contársela. Tras las preguntas sobre las familias respectivas, se me
ocurrió preguntarles, ya que no vivían en la localidad donde resido: ‘¿Cómo es que hoy os veo en esta iglesia?’ Y uno de ellos me respondió: ‘Pues ya lo ves. Hemos venido a cumplir con
la Parroquia’.
Sinceramente.
Hay ocasiones en las que una frase puede dar pie a una reflexión. Y
personalmente les puedo asegurar que estuve rumiando aquella frase
extrapolándola a otros cristianos en general. Pensé: ¿Solamente se ha ‘cumplido’
con la Parroquia? El hecho del ‘cumplimiento’,
¿puede hacer referencia al ‘cumplo y
miento’?’
Vino luego
una especie de reacción contra mí mismo.: ‘No
seas retorcido. ¿Por qué tienes que pensar así? ¿Dónde tienes archivado el
capítulo 13 de tu amigo Pablo, el que escribió por primera vez a los fieles de
Corinto dándoles unas pautas de la caridad tan hermosas?¿No tendrías que pensar en
aplicártela?’ Y es cierto. En ocasiones nos pasamos un poco en nuestras
apreciaciones, pero inmediatamente vino otra cuestión: ‘¿Cómo es que cumple con Parroquia? ¿Es que tras cualquier Parroquia no
hay Nadie con Quien realmente hay que cumplir y, además, a tope?
Y si a estas personas, o
a cualquier cristiano en general que suele asistir los domingos a nuestros
templos, les preguntásemos: ‘Oiga, ¿por
qué asiste usted a la Misa? ¿Cuáles son sus motivos de credibilidad, su razón
de creer, como cristiano?’ ¿Qué nos contestaría? Eso en caso de que nos
contestase algo, porque entra dentro de lo posible que nos pusiera cara de
tablero de ajedrez y pensara en su interior: ‘Pero ¿qué me está diciendo este hombre’?
Pues sí,
amigos. Esta es la razón por la que he elegido hablar del Credo. Qué osadía,
¿verdad? Pienso que mi atrevimiento es grande, pero confío ciegamente en el
Espíritu Divino que alienta la vida de la Iglesia y que, como parte de ella que
soy y somos todos en virtud de nuestro Bautismo, nos ayuda en nuestra tarea de
extender el Reino de Dios en este planeta que nos ha tocado vivir.
Habría que
partir de la base de que si esa supuesta persona que antes he mencionado, a la
que le preguntábamos por sus motivos de credibilidad, ha crecido en la fe a la
par que en edad y en madurez humanas, al hacerle la pregunta citada nos hubiera
respondido con aplomo y seguridad: ‘Rece
usted el Credo y conocerá por qué estoy aquí en este momento y cuáles son mis
motivos de credibilidad por los que me preguntaba’. ¡Caramba! ¿Cómo nos
hubiésemos quedado nosotros? Cabe también en lo posible que los que se quedasen
con cara de tablero ajedrezado fuésemos nosotros, porque hay pocos cristianos
que hablen gallardamente de su cristianismo. Si habíamos ido por lana al hacerle
la pregunta, probablemente saldríamos trasquilados al oír esa respuesta.
Sí, señor.
Así es. El Credo que rezamos no es otra cosa que una manifestación, una proclamación
de las principales verdades de nuestra fe. Es aquello en lo que creemos en
síntesis y lo manifestamos.
En él están
contenidas las verdades básicas de
nuestra Religión católica en un resumen. Y precisamente porque creemos y
manifestamos lo que dice esta oración,
es por lo que se ha venido en llamarla CREDO, ya que la primera palabra que
empleamos al rezarla, es ésa: CREO.
Analizando
pausadamente lo que decimos cuando lo rezamos, podemos ir cayendo en la cuenta
la importancia que tiene Dios en nuestra vida, y a medida que pensamos en la
segunda parte del Credo, la que hace referencia a Jesucristo, Dios y Hombre
verdadero, también caemos en la cuenta, además de la entrega voluntaria y del
sacrificio Redentor, del enorme, del infinito Amor del Padre que para
rescatarnos del pecado, de las garras de Satán, no dudó en enviarnos a su Hijo
para cumplir esa misión, con tal de que su obra mimada y última de su Creación,
no se perdiera.
Acabo de
mencionar la ‘segunda parte del Credo’ y eso me da pie para anotar, aunque
estoy seguro que ustedes ya lo saben, que esta oración tiene tres partes.
En la primera
se hace mención de la Primera Persona de la Santísima Trinidad, el Padre, así
como de su obra creadora.
En la segunda
nos referimos a la Segunda Persona de la Trinidad y su labor redentora con el
género humano, relatando brevísimamente su historia desde su Concepción hasta
su Ascensión a los Cielos, mencionando, incluso dos personajes que
intervinieron: su Madre y el procurador romano.
RESURRECCIÓN DE CRISTO.-ANNIBALE CARRACCI.-BARROCO |
La última
parte se dedica a la Tercera Persona de la Divinidad y a su labor
santificadora.
La Santísima
Trinidad es, pues, la gran protagonista del Credo, por eso su contenido es el
mayor y más importante motivo de nuestra credibilidad como cristianos
católicos.
Esa debe ser
la diferenciación entre un cristiano sólido, cuya vida es consecuencia de un
Credo visceralmente asumido y practicado desde la radicalidad de la Fe, la
Esperanza y el Amor en el Dios Uno y Trino, y un cristiano ‘pasado por agua’, es decir, que ha recibido el Bautismo, de niño
ha acudido a una catequesis infantil (lógico hasta aquí) pero que luego no
solamente no ha evolucionado sino que la catequesis recibida la ha echado en el
cajón del olvido y, ya adulto, comienza a fabricarse una religión a su medida y
conveniencia, lo cual ya no es tan lógico.
Grotesco,
¿no? Pues desgraciadamente conozco muchos de esos casos. Y lo peor es que creen
tener la razón.
Hemos de estar
mentalizados de que cuando nos santiguamos ‘en
el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo’, estamos alineándonos
con la Santísima Trinidad y, en su Nombre, lo estamos haciendo TODO. Desde las cosas más insignificantes
como es bendecir la mesa antes de cualquier comida que hagamos o al salir de
nuestros respectivos hogares a la calle, hasta vivir el acontecimiento más
importante, grandioso y trascendental como es empezar la liturgia de una
celebración de la Eucaristía.
Santiguarnos
es manifestar nuestra creencia y nuestra Fe en las Tres Personas a través de
esa señal de la cruz que nos hacemos y entramos en comunión con nuestro Dios.
Ese es el deber primario y básico que tenemos como creyentes católicos.
Y más aún. Estoy convencido del deber de profundizar en
su contenido y esa es una de las razones de esta entrada en el blog y de su
continuación en entradas posteriores.
Hago una pequeña pausa
en el contenido de esta entrada para hacerles una confidencia. Una de las
razones que me condujeron a tener el otro blog, fue con el objetivo de
presentar una especie de biografía del Salvador desde los tiempos
inmediatamente anteriores a su concepción y posterior nacimiento en Belén,
hasta su Ascensión, siguiendo de forma necesariamente breve, con los primeros
tiempos de su obra: la Iglesia,
presentando algunos episodios de su vida (desde el prisma del Arte, desde
luego) y de su mensaje.
Fácilmente se
ve con ello que se trata de desarrollar la segunda parte del Credo. Por eso
a la izquierda de este blog, en el apartado ‘Mi
lista de blogs’, puse el enlace con ‘El
Logos en el Arte Universal’. No solamente eso, sino que si entran en mi
blog de Arte citado, verán que a la izquierda coloqué un enlace con otro blog
católico, francamente magnífico, titulado ‘Arte,
Fe y Cultura’, que no tiene desperdicio alguno, cosa que podrán comprobar
si entran en el mismo.
Todo son
maneras de profundización y formación en nuestras razones y motivos de
credibilidad, en nuestra oración, en nuestra vida cristiana en definitiva, con
el Autor de la Belleza
y del Arte.
Seguiremos
profundizando en este tema con la ayuda del Espíritu Santo y Nuestra Señora de
Barangay. Que ellos nos iluminen, asistan y bendigan.
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