lunes, 24 de septiembre de 2012

Credo (VIII).-Padeció bajo el poder de Poncio Pilato (V)

RAFAEL SANZIO.-RENACIMIENTO

Para Pilatos fue muy fácil. Para los que querían que desapareciera del mundo de los vivos, también. Habían conseguido lo que se propusieron desde el principio. Ahora iban a regodearse con el capítulo siguiente: verlo sufrir aún más y, desde luego, verlo morir. ‘Tras burlarse de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron para crucificarlo’. (Mt. 27, 31). Así de escueto lo dice el Evangelio de Mateo.

SENTENCIA DE MUERTE DE JESÚS, DESDE EL FORO.-JAMES TISSOT.-S.XIX

Pero lo cierto, hoy, ayer y como siempre, es que el núcleo de nuestra Salvación está en estos momentos del Credo y en los siguientes. En este Hombre destrozado, roto, absolutamente roto en todo menos en su consciencia de lo que estaba haciendo: el cumplimiento de la Misión para la que había nacido, cuya totalidad se produciría más adelante, pero que ahora estaba en el momento preciso del Amor que nos tiene. Se está manifestando y demostrando su señorío a pesar de las apariencias, como manifestó anteriormente y San Marcos recoge: ‘El Hijo del hombre ha venido a servir y a dar su vida en rescate por todos’. (Mc. 10, 45).

 Un Padre de la Iglesia lo recoge de esta forma: ‘La soberbia del diablo fue la causa de nuestra ruina; y el fundamento de nuestra redención, la humildad de Dios’. (SAN GREGORIO MAGNO. Regla Pastoral, 3, 18). Y nadie puede argumentar nada en absoluto en menoscabo de la humildad de Jesús en todo su proceso, manifestado en su Pasión y Muerte.

Jesús sigue adelante. ‘Se hicieron, pues, cargo de Jesús que, llevando a hombros su propia cruz, salió de la ciudad hacia un lugar llamado ‘La Calavera’ (que en lengua de los judíos se dice ‘Gólgota’)’. (Jn. 19, 16b-17). Creo conveniente analizar este ‘llevando a hombros su propia cruz’. 

 ANTONIO PEREDA.-BARROCO

Muchas veces se nos ha presentado al Salvador cargado con una cruz, sobre la cual lo crucificarían después, sin embargo, históricamente parece que lo que en realidad cargó (o le cargaron, porque después de la flagelación y la vejaciones de la soldadesca no tenía fuerzas para nada) fue con la parte horizontal del madero, el patibulum, sobre el que le clavarían los brazos. El stipes, o palo vertical sobre el que clavaron sus pies, podría ya estar fijo en el Calvario.

Pero hay más. Sobre un cuerpo totalmente llagado, con su carne desgarrada, ponerle sus propias ropas suponía que quedarían pegadas a la piel, si es que quedaba algo de ella. Cargar un peso que ocuparía la zona de las vértebras cervicales y dorsales o sobre los hombros, también contribuiría a ello. Pero somos muchas las personas que pensamos, yo entre ellas, que  TODOS Y CADA UNO DE NOSOTROS Y LAS PERSONAS DE TODOS LOS TIEMPOS Y EDADES, ESTABAN EN SU PENSAMIENTO EN ESE MOMENTO,  lo cual significaba que, a pesar de su condición física y emocional, ninguna fuerza humana le hubiese quitado la determinación de cargar con la cruz, porque ´llevaba nuestros dolores, soportaba nuestros  sufrimientos. Aunque nosotros le creíamos castigado, herido por Dios y humillado, eran nuestras rebeliones las que lo traspasaban, y nuestras culpas la que lo trituraban. Sufrió el castigo para nuestro bien y con sus llagas nos curó’. (Is. 53, 4-5).

PIETER BRUHEGEL, EL VIEJO.-RENACIMIENTO

Para Jesús somos TODOS suyos y para todos quiere la posesión de su Reino, pero ¿cuál es la actitud del mundo, en general, ante esto? Juan Pablo II dice: ‘la tentación actual es la de reducir el cristianismo a una sabiduría meramente humana, casi como una conciencia del vivir bien. En un mundo fuertemente secularizado, se ha dado ‘una gradual secularización de la salvación’, debido a lo cual se lucha ciertamente a favor del hombre, pero de un hombre a medias, reducido a la mera dimensión horizontal. En cambio nosotros sabemos que Jesucristo vino a traer la salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres, abriéndoles a los admirables horizontes de la filiación divina’. (Encíclica Redemptoris missio). Todo lo cual nos plantea una reconsideración de nuestra actitud ante la Pasión de Jesús.

Pero vamos a retomar el momento que Jesús comienza a caminar con ese pesadísimo madero a cuestas, acompañado de otros dos condenados por delitos que les habían hecho acreedores del suplicio de la cruz.

 MATTIA PRETI.-BARROCO

 La muchedumbre cubre todo el trayecto. Ahí vemos al curioso que siempre está dispuesto a ser testigo de cualquier acontecimiento para luego comentarlo con otros, tal vez con ánimo de criticar en un sentido o en otro. Pero siempre desde la indiferencia, sin tomar partido por nadie ni interesarse por los condenados. Jesús era uno de ellos. Hasta es posible que alguno hubiera pensado que ‘algo habría hecho si le conducían al patíbulo’.

También vemos, ¡faltaría más!, a los que estaban interesados en su muerte. Irían caldeando el ambiente con sus gritos para contagiar a cuantos sin saber por qué ni para qué se unieran a ellos. Era el momento apropiado…y trágico, porque Jesús estaba al borde de sus fuerzas, cosa que no pasó desapercibida por los legionarios romanos, que se dieron cuenta que debía llegar vivo al patíbulo.

La solución, muy propia de ellos. ‘Por el camino encontraron a un tal Simón, natural de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, y le obligaron a llevar la cruz de Jesús’. (Mc. 15, 21). ¿Nos ponemos en el interior del tal Simón? Vendría con el cansancio, si no agotamiento, del trabajo campesino de todo el día. A los soldados no les importó. Ni tampoco que estuviera con sus hijos. Del Cireneo cabe pensar que le sentase fatal obedecer la orden, pero no cabía protesta alguna si quería conservar íntegro su físico y volver a su casa con los hijos, aunque fuese más tarde.

EL CIRENEO AYUDA A JESÚS.-TIZIANO.-RENACIMIENTO

Pero cuando se acercó al reo para cogerle la cruz, ¿cómo serían las miradas que se cruzaron? Ya sé que esto pudiera ser fantasía, pero en el Salvador no es descabellado pensar que la mirada de agradecimiento que le dio iba directa al corazón de aquel hombre que, a buen seguro, pienso yo, se sentiría ‘tocado’ por la ternura y la solidaridad con aquel reo que posiblemente ya no olvidaría en toda su vida.  La obligación de cargar aquel madero se transformó en diligente misericordia, en fraternal solidaridad, en ayuda y respaldo hacia el sufriente.

El camino seguía sin un aparente final. ‘Le seguían una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: -Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque vendrán días en que se dirá: Dichosas las estériles, los vientres que no engendraron y los pecho que no amamantaron. Entonces se pondrán a decir a las montañas “Caed sobre nosotras”; y a las colinas “¡Aplastadnos!”. Porque si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?’ (Lc. 23, 27-31).

¿Cómo es posible que en su estado tuviese el detalle de hablar con ellas? Percibió sus piadosos sentimientos hacia Él. 

 ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN .-JAMES TISSOT .-S.XIX

Su llanto no lo dejó indiferente. Quizá conociese a algunas de ellas, si no a todas, y desease darles un consuelo que Él distaba mucho de tener en la soledad de su dolor. Pero era así. Era capaz de olvidarse a sí mismo para consolar a quienes deseaban acompañarle en su sufrimiento. Sintió la necesidad de comunicación con ellas. Como mínimo, resulta conmovedora la mirada que les dirigiría y que ellas, casi seguro, tampoco olvidarían jamás. Para ellas supuso un momento único en sus vidas y la necesidad de seguirlo para siempre, ya sembrada en sus corazones, quedó marcada con el fuego del corazón divino dirigido a través de aquellas palabras y, especialmente, de aquella mirada tierna y agradecida.

Pero para Jesús y quienes lo seguían absolutamente impotentes, había especialmente una persona que sentía en su carne los sufrimientos del Redentor: su Madre, María de Nazaret. Ese encuentro sería especialmente crudo para los dos. Es un momento que los Evangelios silencian, acaso por el respeto a la íntima comunicación entre el Hijo y la Madre. Pero muy posiblemente, esa Madre dolorosa, no permanecería en pasivo silencio. ‘¡¡Hijo!! ¿Qué te han hecho?’. Ignoro si fueron estas palabras. ¿Ustedes qué creen? Cada uno podemos pensar lo que queramos. María debió tener una horrible lucha interna ante el sufrimiento y externa por el deseo de abrazarse a su Hijo, que se lo robaban despiadadamente. ¿Cuánto hubiera dado por besar aquella cara sin rostro, ensangrentada, desfigurada,… Imaginen la escena según sus propios sentimientos, pero lo que no deja lugar a ninguna duda, es el desgarro de sus entrañas de Madre contemplando lo que quedaba del Hijo que parió, amamantó, cuidó y educó dentro de los designios del Padre.

ENCUENTRO CON SU MADRE.-WILLIAM ADOLPHE BOUGUEREAU.-ACEDEMICISMO
Y Jesús. ¿Qué pasaría por su interior en esos momentos? Es cierto que palabras ya no le quedaban. Pero ver a su Madre viviendo el suplicio de contemplarlo ‘despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores…’ (Is. 53, 3), aún debió hacerlo padecer todavía más sintiendo un dolor intangibles, superior al de los golpes de flagelo. A pesar de ser un despojo humano, viendo el sufrimiento de aquella mujer a la que tanto quería, y su inaudito esfuerzo para pasarle el brazo por el cuello para abrazarlo e intentar darle un alivio momentáneo al Amor de su vida, debió servirle de refuerzo en aquel triste camino.

GIOVANNI BATTISTA TIÉPOLO.-BARROCO

Es este un instante en el que se detienen las ideas, se paralizan las manos y hasta el teclado del ordenador se resiste a seguir escribiendo. ¿Cómo poder describir lo indescriptible? La capacidad humana de la imaginación queda enana. Es más un momento para la oración a los dos protagonistas y para la adoración al Dios-Hombre que nos estaba redimiendo. Era el momento de sentir cumplida la vieja profecía del anciano Simeón cuando lo presentaron en el templo de Jerusalén. ‘Mira. Este Niño va a ser motivo de que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo de contradicción y a ti misma una espada te atravesará el corazón; así quedarán al descubierto las intenciones de todos’. (Lc. 2, 34b-35).

De haber estado presente Simeón se hubiera dado cuenta que el fondo de su profecía se estaba cumpliendo. 

 MELCHOR PEREZ DE HOLGUIN .- BARROCO PERUANO

No solamente en el corazón atravesado por la espada del dolor inhumano de María, sino también de su última frase: ‘así quedarán al descubierto las intenciones de todos’. Las de aquellos que lo querían muerto. Las de aquellos que aún hoy, también lo quieren muerto. Son los que sienten insensibles ante el dolor ajeno, ante esos Cristos que hoy continúan su camino hacia su Calvario particular.

Jesús ni era ni es desagradecido. Mas adelante, en una de las caídas que tuvo por el agotamiento físico, por el dolor, extenuado por la pérdida de sangre, ya sin darse cuenta nota una cálida tela sobre su rostro para limpiarlo de sangre y sudor. Una mujer de Israel que acudía a aliviarlo burlando la guardia de Roma, en el colmo de su misericordia femenina ante aquel inhumano e injusto padecimiento angustioso. La mujer Verónica.

Los Evangelios no citan este pasaje, pero la tradición cristiana lo ha conservado. Su gesto quedó premiado. El rostro del Salvador quedó tres veces plasmado en tres pliegues del manto. ¿Cómo se abrazaría esa mujer a esa reliquia que el Redentor le regaló? ¿Cómo sería su llanto agradecido?

MUJER VERÓNICA .- GIACOMO BASSANO .- MANIERISMO

Entre nuevas caídas y nuevos levantamientos vislumbró, cerca ya, el montículo con tres stipes clavados en el suelo esperando sus ocupantes. Y uno de ellos era Él. Ya se aproximaba el final.

Finalizo con este texto. Puede servirnos para concluir esta entrada, aunque soy consciente que este tema es y será inagotable, porque el valor de esta sangre derramada es infinito. ‘La sangre derramada por Cristo reproduce en nosotros la imagen del rey: no permite que se malogre la nobleza del alma; riega el alma con profusión, y le inspira amor a la virtud. Esta sangre hace huir a los demonios, atrae a los ángeles…: esta sangre ha lavado a todo el mundo y ha facilitado el camino del cielo’. (SAN JUAN CRISÓSTOMO.- Homilía sobre San Juan).

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES.-
GREGORIO FERNÁNDEZ.-
BARROCO

Que Cristo sufriente y Nuestra Señora, Madre de los Dolores, nos bendiga

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