viernes, 7 de septiembre de 2012

Credo (VII).-Padeció bajo el poder de Poncio Pilato (IV)

BURLAS A CRISTO.-Ivan Nicoláyevich Kramskói.-S.XIX

Sí. La elección había sido hecha. Para satisfacción de los que perseguían ese fin que veían cubierto su objetivo: el representante del César romano no veía culpa alguna en el ¿reo? que le llevaron los jerifaltes judíos. Entonces, ¿qué hacer?

Lo primero sería soltar al tal Barrabás con el fin de ver si conseguía aplacar la plebe. Pero fue inútil. No solamente no consiguió nada, ‘sino que el tumulto crecía cada vez más’ (Mt. 27, 24), y volvió a insistir. ‘Por tercera vez les dijo: ¿Qué mal ha hecho? Yo no encuentro en Él nada digno de muerte; le corregiré y le soltaré’. (Lc. 23, 22). 

BARRABÁS.-JAMES TISSOT.-S. XIX.

Ese ‘le corregiré’ plantea un interrogante: ¿De qué lo tenía que corregir? Hoy, en pleno siglo XXI, ignoro si hay alguien capaz da dar una respuesta a esa pregunta. Personalmente, por muchas vueltas que le dé, no encuentro el motivo del castigo. Pero lo que sí nos cuentan los Evangelios es el castigo que le dio: ‘Tomó entonces Pilato a Jesús y mandó azotarle’. (Jn. 19, 1). Entramos en uno de los pasajes más crueles e ignominiosos de la Pasión de Cristo: la flagelación.

Podré parecer cualquier cosa que se les ocurra a ustedes. Incluso cruel. Pero créanme que no es así. La flagelación, así como la crucifixión me repelen por su crueldad, por su bestialidad. Pero el auténtico valor del sacrificio de Jesucristo para salvarNOS, para redimirNOS a todos y cada uno de nosotros, con nombre y apellidos, seamos como seamos, tengamos las ideas que tengamos, sea cual fuere nuestra situación, profesión y circunstancias, tiene que pasar por ahí. Y nosotros, con nuestro YO, con lo más íntimo que tengamos, meternos en esos momentos crísticos que libremente aceptó por nuestro bien.

Personalmente he intentado hacerlo. Y cuando pienso en lo que una vez leí a un autor, del que ya no recuerdo su nombre por los años transcurridos (‘Cada vez que pecamos estamos haciendo realidad nuevamente la Pasión y Muerte del Redentor’), se conturba todo mi ser. Me siento casi traidor a ese Dios y Hombre que nació y sufrió para salvarme precisamente de mis pecados. Como a todos. Pero también experimento la necesidad de reacción para estar incondicionalmente a su lado y vivir lo que diariamente me regala: su Gracia y su Amistad.

Pues bien. La flagelación, históricamente considerada, consistía en un castigo corporal, realmente era una  tortura, en la que se golpeaba el cuerpo del reo con flagelos. En Roma era una acción legal que precedía a las ejecuciones. Tal vez Pilatos pretendió satisfacer con ella a los que le acusaban para luego soltarlo según se desprende del texto lucano citado antes, pero lo cierto es que lo ordenó.

El flagelo romano solía tener una empuñadura con tres tiras de cuero de unos 50 centímetros cada una de ellas, al final de las cuales había una o dos bolitas de plomo que al pegar en la piel del reo podían arrancarle pequeños trozos de carne, con lo cual el sufrimiento era mayor.  

 FLAGELACIÓN DE XTO.-Nicola Grassi.-ROCOCÓ

 Hay dos versiones, al menos las que yo he leído, sobre la postura de Jesús en la flagelación. Una, atado a una columna baja, en cuyo caso el reo está doblado ofreciendo la espalda. Otra atado con los brazos en alto para que no pueda esconder ninguna parte de su cuerpo a los golpes y para que en caso de desvanecimiento no caer al suelo. Realmente eso no importa. Lo importante es lo que tuvo que sufrir por nosotros y las consecuencias de esos latigazos (podíamos decir que cada uno valía por tres debido a las tres tiras de cuero) posteriormente cuando se dirigía al Gólgota y luego en la cruz.

Mudo testigo puede ser la Santa Síndone de Turín. Pero nunca un mudo pudo hablar tanto y tan fuerte. Cualquiera de las fotografías que hay en Internet pueden darnos luz sobre ese tema, así como la abundante y documentadísima literatura existente, alguna de las cuales explican cada una de las marcas en autorizados y serios estudios.

FLAGELACIÓN DE XTO. B.-WILLIAM BOUGUEREAU.-PRERRAFAELISMO

‘Y los soldados, tejiendo una corona de espinas se la pusieron en la cabeza, le pusieron un manto de púrpura y, acercándose a Él, le decían: -Salve, rey de los judíos. Y le daban de bofetadas’. (Jn. 19, 2-3). ‘Y le herían en la cabeza con una caña, y le escupían e hincando la rodilla, le hacían reverencias’. (Mc. 15, 19). No habían terminado. Para ellos no había sido suficiente aplicar la orden del gobernador romano. Por su cuenta vinieron también las burlas aderezadas con el infame casquete de pinchos que le pusieron como ‘corona’ de su realeza.

CORONACIÓN DE ESPINAS.-Maerten van Heemskerck.-RENACIMIENTO

Pero la Historia continúa. ‘Otra vez salió fuera Pilato y les dijo: -Aquí os le traigo para que veáis que no hallo en Él ningún crimen. Salió, pues, Jesús fuera con la corona de espinas y el manto de púrpura, y Pilato les dijo: Ahí tenéis al hombre’. Todo inútil. Les estorbaba, porque ‘cuando le vieron los príncipes de los sacerdotes y sus satélites, gritaron diciendo: -¡Crucifícale! ¡Crucifícale!’ (Jn. 19, 6).

CRUCIFÍCALO.-Ivan Glazunov.-S. XX - XXI

No obstante tenemos en estos acontecimientos algunos hechos muy significativos. Juan sigue su relato mostrándonos la actitud del gobernador. ‘¿De dónde eres tú? Jesús no le dio respuesta alguna. Díjole entonces Pilato: -¿A mí no me respondes? ¿No sabes que tengo poder para soltarte o crucificarte? Respondióle Jesús: -No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado de lo alto; por esto los que me han entregado a ti tienen mayor pecado’. (Jn. 19, 9-11).

ANTE PILATOS 3.-JAMES TISSOT.-S. XIX

 

 

¿En qué quedamos? ¿Tenía o no tenía poder para soltarlo sin castigo ni condena? Ahí hay una incongruencia personal de Pilato. Dentro de la situación que vivía no supo manejarla y su autoridad como gobernador quedaba en entredicho. 

ECCE HOMO.-

TIÉPOLO.-BARROCO


 De alguna manera pienso que el miedo había hecho mella en él, porque cuando los judíos mostraron todas las argucias que habían podido para convencerlo por ejemplo, cuando le dijeron: ‘-Si sueltas a ese, no eres amigo del César; todo el que se hace rey va contra el César’. (Jn, 19, 12), eso le superó.


 Ahí Pilato se ‘arrugó’. Era demasiado. Una cosa era intentar salvar un inocente y otra ver peligrar su puesto, tanto militar como político. Y su cobardía hizo acto de presencia: ‘Tomó agua y se lavó las manos delante de la muchedumbre diciendo: -Yo soy inocente de esta sangre; vosotros veréis’. (Mt. 27, 24). 

 PILATOS SE LAVA LAS MANOS.-Hans Holbein el Viejo.-GÓTICO

‘Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron pues a Jesús, que llevando su cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota’. (Jn.19, 16-17). A partir de ese instante en que se confirma la pena de muerte, Jesús de Nazaret ya no era nadie. Ni nada. Civilmente ya no tenía ningún derecho. Era un reo de muerte condenado al suplicio reservado a los peores criminales. Empezaba a caminar a su final. La Humanidad comenzaba a caminar hacia una nueva vida. Se gestaba su Redención.

Que Jesús Paciente y Redentor y su santísima Madre la Virgen de los Dolores nos bendigan.

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