miércoles, 24 de abril de 2013

Y también a los Once.

APARICIÓN DE JESÚS A LOS APÓSTOLES A PUERTA CERRADA.-
DUCCIO DI BUONINSEGNA.-GÓTICO
Pues claro. ¡Faltaría más! ¿Cómo no iba a visitar, a ver nuevamente, a sus amigos incondicionales de andaduras y vivencias durante unos tres años? Estaba claro que lo abandonaron, a excepción de Juan que aguantó en el Gólgota con la Virgen asistiéndola en todo momento, e incluso lo negaron, pero el tiempo que los estuvo preparando no quedaba en el olvido. Él los había elegido y era por algo y para algo.

El objetivo de la Redención era un tema exclusivo de Jesús. Y eso es fácil de ver, al cabo de los XXI siglos transcurridos, para nosotros. Podemos, si nos lo proponemos desde el prisma de la objetividad y de la rectitud de conciencia, ver y analizar que la decisión de Dios de asumir la naturaleza humana para salvarnos de las garras del Mal, fue un acto de amor consecuente de su obra creadora formando al ser humano al final de la misma. 

 TENTACIÓN DE EVA.-John Roddam Spencer Stanhope.-PRERRAFAELITA

Y destinarlo a la felicidad, lastimosamente perdida por el mismo afán de Luzbel de querer igualarse a Dios. Y por ahí entró a Eva, según el Génesis, cuando ella explicó a la serpiente que ‘nos ha prohibido comer del fruto del árbol que está en el centro del huerto, porque moriremos’. En la respuesta de la serpiente encontramos la similitud: ‘No moriréis. Lo que Dios sabe que en el momento en que comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’. (Gén. 3, 2-5).

Belén fue el comienzo de la magna epopeya divina. La Resurrección de Cristo fue su culminación. Y eso lo tenía que hacer sólo. ¿Para qué, entonces, eligió a los Doce y le siguió tanta gente? Pues ya que a todos nos creó con el don de la libertad, quiso que cada uno de los humanos hiciésemos nuestra propia elección, de la misma manera que en el Edén la hicieron nuestros primeros padres. Y que cuando Él volviese al Padre, los Apóstoles y discípulos continuasen su obra transmitiéndola a todo el mundo mientras hubiese personas en él. 

Y para eso fundó la Iglesia y puso a Pedro al frente de ella, a pesar de sus negaciones. Y ahí tenemos hoy al Papa Francisco como antes a Benedicto XVI, y antes a Juan Pablo II, y antes…Así hasta llegar al mismísimo Pedro.

Así pues, volviendo a los momentos inmediatamente posteriores a la Resurrección de Jesucristo, nos encontramos con un panorama de pena: apóstoles y discípulos decepcionados marchándose a sus casas. Se dispersaron y cada uno volvió a sus quehaceres anteriores. Nadie estaba en condiciones de pensar en la promesa de la Resurrección de Jesús: ‘El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, le darán muerte y, después de morir, al tercer día, resucitará’ (Mc. 9, 31).

Incluso cuando María Magdalena les comunicó que la piedra del sepulcro estaba corrida y éste vacío, no lo quisieron admitir, a pesar de que Pedro y Juan corriesen a comprobarlo y así lo vieran. No podían asumir este hecho. No lo entendían. Era demasiado para sus pobres inteligencias un hecho de semejante magnitud. Sin embargo…
APARICIÓN A SUS DISCÍPULOS EN EL CENÁCULO.-James_Tissot.-S. XIX-XX
  
‘Aquel mismo domingo, por la tarde, estaban reunidos los discípulos en una casa con las puertas bien cerradas, por miedo a los judíos. Jesús se presentó en medio de ellos y les dijo: -La paz esté con vosotros. Y les mostró las manos y el costado. Los discípulos se llenaron de alegría’. ¿Cómo sería ese instante para ellos? Lo estaban viendo y sus sentidos es posible que se negaran a admitir la evidencia. Quizás por eso les mostró las huellas de los clavos y la herida de la lanzada del costado. La voz dándoles la paz estaban seguros que era la misma que tantas veces habían oído en la predicación a las gentes y en los momentos de intimidad con ellos, en las largas conversaciones con Él explicándoles las parábolas y tantas y tantas dudas planteadas. Pero no acababan de creerlo.

Es cierto que mostraron alegría al verle, pero es posible que fuese una alegría..., ¿cómo la podría describir? ¿Cortésmente humana? No lo sé, pero pienso que estaría lejos del auténtico sentido de la Resurrección que estaban presenciando. Y eso la exquisita finura de Jesús lo captó desde el primer momento. 

 CARL BLOCH.-REALISMO DANÉS

Es posible que por eso les repitiera: ‘Nuevamente les dijo Jesús: -La paz esté con vosotros. Y añadió: -Como el Padre me envió a mí, así os envío yo a vosotros’. Eso era otra cosa. Ese ‘envío’ ya entraba dentro de los parámetros que estaban acostumbrados a oír en los periplos a los que le acompañaban.

Pero esto no terminó ahí, porque ‘Sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, Dios se los perdonará; y a quienes se los retengáis, Dios se los retendrá’. (Jn. 20, 19-23). En este preciso momento queda instituido el Sacramento del Perdón, de la Reconciliación, al darles poder para perdonar o retener los pecados. Es el mismo Dios quien nos perdona a través de su ministro, el sacerdote, legítimamente ordenado al haber recibido el Sacramento del Orden Sacerdotal..

Observando el pasaje atentamente podemos observar que Jesús se les dirige con una absoluta normalidad. Como dándoles ánimo en su desánimo. 

 WILLIAM BLAKE .- NEOCLASICISMO

No les echa en cara absolutamente nada de su abandono ni de sus actitudes después del prendimiento en Getsemaní. Desde el principio ha hecho sus apariciones a quienes han estado con Él, fueran hombres o mujeres.

San Lucas nos enriquece aún más el momento de esta aparición a los discípulos. Después del darles la paz, nos presenta su reacción: ‘Aterrados y llenos de miedo, creían ver un fantasma. Pero Él les dijo: -¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo’.
DUCCIO DI BUONINSEGNA.-GÓTICO
Pero no termina ahí, sino que para mayor convencimiento de ellos continuó: ‘Y dicho esto les mostró las manos y los pies. Pero como aún se resistían a creer por la alegría y el asombro, les dijo: -¿Tenéis algo que comer?  Ellos le dieron un trozo de pescado asado. Lo tomó y lo comió delante de ellos’. (Lc. 24, 37-42). Es perfectamente humana la reacción de sus amigos.

Permítanme hacer una extrapolación de aquel momento a nuestros tiempos. Hoy. Aquí y ahora. ¿Cómo hubiéramos reaccionado nosotros ante un hecho semejante o igual? Estoy seguro que exactamente igual que ellos. A pesar de los siglos transcurridos. A pesar de los estudios que hayamos hecho. A pesar de nuestras convicciones cristianas y de nuestra fe en Él, precisamente porque nosotros sí que somos conscientes de la importancia y trascendencia de la Resurrección que nos impulsa a trabajar por Él, con Él y en Él expandiendo el Evangelio en el mundo entero según los carismas de cada cual, si por un momento de su Gracia lo tuviésemos delante, pienso que no lo reconoceríamos, aunque puedo estar equivocado.

Tal vez podríamos suponerlo, pero siendo plenamente conscientes de nuestra pequeñez, no nos lo creeríamos porque sabemos que no somos merecedores por nosotros mismos de semejante regalo y privilegio. Y sin embargo, sabemos que ha habido ocasiones en las que se ha aparecido a determinadas personas, como a Santa María Faustina Kowalska, a quien Jesús le encomendó dar a conocer la devoción a su Divina Misericordia, hoy extendida en el mundo entero.

Sin embargo existe un episodio muy interesante y otros más sobre las apariciones a los apóstoles después de resucitado, pero los dejo para la entrada siguiente para no alargarme mucho.



Que Jesús resucitado y nuestra Madre la Virgen,  Ntra. Sra .de Einsiedeln nos asistan y bendigan.

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