lunes, 8 de abril de 2013

Caminaban desanimados, pero luego…(y II)

DISCÍPULOS DE EMAÚS.-CENA.-Giacomo Bassano.- MANIERISMO.
Llevaban largo tiempo caminando y escuchando al solitario compañero de viaje que se les había unido y había entablado conversación con ellos, a raíz de la explicación que le habían hecho sobre lo ocurrido en Jerusalén, y que al parecer el ‘forastero ignoraba’.

 CARAVAGGIO.-BARROCO
El tiempo parecía detenido y el camino por recorrer parece ser que lo ignoraban, porque el desconocido, una vez que tomó la palabra para explicarles el sentido de las Escrituras con los sucesos que le relataron, les tenía absorbida la atención. Iban descubriendo cosas y situaciones contenidos en los distintos Profetas que encajaban perfectamente con Jesús de Nazaret. Y ellos eran, en ese momento, como el joven alumno de un colegio pendiente de la explicación que su maestro hacía de algún tema concreto que conocían superficialmente y del que estaban aprendiendo nuevos aspectos.

BERTEL THORVALDSEN.-NEOCLASICISMO
Apenas sin darse cuenta llegaron a su destino, Emaús, de donde parece ser que era oriundo Cleofás. Los sesenta estadios de camino se les habían hecho cortísimos y ya había oscurecido. ‘Al acercarse al pueblo a donde iban, Él hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le forzaron diciéndole: -Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado. Y entró a quedarse con ellos’.
DIEGO VELÁZQUEZ.-MANIERISMO

¿Nos imaginamos la escena? Posiblemente Jesús empezaría a despedirse de ellos e ‘hizo ademán de seguir adelante’. Pero la hospitalidad, especialmente para un hebreo, es sagrada, por lo que sinceramente le pidieron que se quedase con ellos, pensando quizá que haría noche allí y al día siguiente continuaría su camino. Pero los planes de Jesús eran otros. Continuaba su labor pedagógica.
P.P.RUBENS.-BARROCO

Sabía que aquellos discípulos suyos estaban desmoralizados porque acaso pensaban que su Maestro había tenido un estrepitoso fracaso. Y no solamente había que levantarles la moral, sino convertirlos en mensajeros de la gozosa realidad a la que tendrían que acostumbrarse a partir de ahora: la estrepitosa victoria sobre la muerte y el pecado. Así que ‘entró a quedarse con ellos’ y todo se preparó para la cena.

VERONÉS.-RENACIMIENTO
Los comensales tomaron posesión de sus asientos respectivos, los alimentos fueron depositándose en la mesa, quizá comenzasen con algún breve comentario, pero lo que realmente nos deja San Lucas en el Evangelio es el núcleo fundamental de esta perícopa, uno de los episodios más hermosos realizado por Jesucristo. ‘Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando’.

TIZIANO.-RENACIMIENTO
Hasta ahí todo aparentemente normal, pero súbitamente cambió todo el panorama, ya que ‘entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron’. ¿Qué vieron que les hizo ‘abrirse los ojos’? No fueron, lógicamente los ojos físicos de la cara, sino los de la inteligencia. Le reconocieron. ¿Fue un gesto? ¿Las palabras de la bendición? ¿O acaso es que se fijaron en los agujeros de sus muñecas, ocasionados por los clavos de la Cruz? No lo sabremos nunca. Lo cierto es que ‘Él desapareció de su lado’.

TIZIANO.-RENACIMIENTO
Tampoco sabremos nunca lo que ocurrió en su interior. La sorpresa de su desaparición, precisamente en este momento, les dejaría casi con seguridad, sin reacción inmediata. Pero es muy posible que su alma se estremeciese hasta lo más profundo de la intimidad de su ser. Se mirarían unos a otros diciéndose con sus miradas: ¿Lo has visto? ¡ES ÉL! ¡¡¡ES ÉL!!! Pues sí. ¿Pueden ponerse muros a una alegría desbordante como la que sentían? Imposible.
TINTORETTO.-RENACIMIENTO
Inaudita la maravilla vivida. ¿Se abrazaron? Tampoco lo sabemos, pero en un caso como el que estaban viviendo no sería descabellado pensarlo. A fin de cuentas es un gesto humano que manifiesta una enorme alegría. Y eso no podía quedarse solamente para ellos dos. Ahora cobraba un realismo sin límites lo que habían oído con anterioridad a las mujeres que habían visitado su tumba y habían asegurado su resurrección: ‘Nos dejaron estupefactos ciertas mujeres de las nuestras que yendo de madrugada al monumento no encontraron su cuerpo, y vinieron diciendo que habían tenido una visión de ángeles que les dijeron que vivía. Fueron también algunos de los nuestros al monumento y hallaron las cosas tal como las mujeres habían dicho, pero a Él no le vieron’. Y ellos sí que lo habían visto, tocado y hablado con Él.

Jacopo Bassano.-MANIERISMO
Naturalmente. La Resurrección de Jesús lo renueva todo. El cuerpo del Señor era ya un cuerpo glorioso. ¿Cómo iban a reconocerlo? Lo hicieron cuando Él quiso darse a conocer, pero a través de algún signo que desconocemos. Sin saberlo, ciertamente, aquellos dos discípulos habían compartido con el desconocido una Eucaristía. Y además, presidida por el mismo Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote. Y su desaparición repentina. No hacía falta continuar allí. Su objetivo estaba cubierto y ahora es a esos dos hombres a quienes correspondía continuar su misión.
Pascal Dagnan Bouveret.-S. XIX - XX
Parece dirigido a ellos lo que el beato Juan Pablo II dijo: ‘Aquí es Cristo en persona quien acoge al hombre, maltratado por las asperezas del camino, y lo conforta con el calor de comprensión y de su amor. En la Eucaristía hallan su plena actuación las dulcísimos palabras: Venid a mí todos los que estáis fatigados y cargados que yo os aliviaré (Mt. 11, 28). Este alivio personal y profundo que constituye la razón última de toda nuestra fatiga por los caminos del mundo, lo podemos encontrar –al menos como participación y pregustación- en ese Pan divino que Cristo nos ofrece en la mesa eucarística’. (Juan Pablo II. Homilía del 9 de julio de 1980). 
REMBRANDT Harmenszoon van Rijn.-BARROCO
Fueron reaccionando y las palabras volvieron a sus labios como si quisieran autoconvencerse de que aquello no había sido un sueño. ‘Entonces se dijeron el uno al otro: ¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?’ No lo pensaron dos veces. Conociendo el lugar donde se reunían los discípulos en Jerusalén no dudaron en deshacer el camino andado y se volvieron. Allí ‘encontraron reunidos a los Once y a los de su grupo’. 
Philippe de Champaigne.-BARROCO
Se quedaron sorprendidos al verlos llegar, pues sabían que habían regresado a sus hogares. Pero también ellos algo que comunicarles: ‘Es verdad: el Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón’. Fueron comprendiendo la actuación del Maestro y ‘ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan’. (Lc. 24, 13-35).
MARCO MARZIALE.-RENACIMIENTO
Sí. El momento del rezo del Credo en la Misa es necesariamente breve. La Liturgia tiene sus momentos y este compendio de las razones de nuestra fe debe limitarse a su exposición, a nuestra manifestación, a nuestra adhesión al contenido que tiene. Pero eso no es óbice para que a la vez que lo vamos rezando en voz alta en nuestro interior vayamos recordando, al menos, alguna de las facetas que contiene. Y después, ya en nuestro hogar o al finalizar la Eucaristía ante el Sagrario, que meditemos con mayor detenimiento, alguno o algunos de los episodios que encierra, después de nuestra personal acción de gracias. Sería un acto más dentro de las actividades del ‘Año de la Fe’.
LEON AUGUSTIN LHERMITTE.-REALISMO
Que Cristo Resucitado y su Madre, Nuestra Señora de las Lajas nos bendigan.                                                                                   
 

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