miércoles, 17 de diciembre de 2014

El Cielo, el Reino de Dios, la Gloria Divina,...(y II)

EL PARAÍSO.-JACOPO TINTORETTO.-RENACIMIENTO
      Teniendo en cuenta los fragmentos bíblicos contenidos en la entrada anterior, no debemos tener miedo a la muerte. Realmente es el paso a la auténtica vida, la que no tiene fin, y a la que estamos llamados desde que somos concebidos en el seno materno. La muerte llegará, por supuesto, como un nuevo parto y un nuevo nacimiento, pero antes de que esto ocurra Dios se estará sugiriendo en nuestra vida de múltiples maneras para allanarnos el camino, ya que Él pasó por ella como paso previo a su Resurrección. Nosotros pasaremos por ella también como paso previo a nuestra propia resurrección. Cuando esto llegue, viviremos en su Reino en plenitud. Lo que dijo a Marta, hermana de Lázaro, es extrapolable a nosotros: 'Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para siempre'. (Jn. 11, 25-26).
LAS BODAS DEL CORDERO.- TAPIZ
      'Cuando conozcas a Dios tal cual es, tendrás un cuerpo inmortal e incorruptible como el alma, y poseerá el Reino de los cielos. Puesto que durante la vida terrestre has reconocido al Rey celestial, serás el familiar de Dios y el coheredero de Cristo, y no más esclavo de las pasiones, de las codicias y de las enfermedades'. (SAN HIPÓLITO. Refutación de todas las herejías, libro X).
      En la Vida Eterna plenificará la Comunión de los Santos y todos cuantos estemos en el Reino por la Misericordia de Dios que es infinita, veremos, pues, plenificados todos los carismas que Dios nos entregó en la vida terrena, como dice San Pablo en el capítulo 13 de su primera Carta a los de Corinto.
VISIÓN DE SAN JUAN EVANGELISTA.-MAESTRO DESCONOCIDO.-S. XV
      'Los hombres, pues, verán a Dios y vivirán, ya que esta visión los hará inmortales, al hacer que lleguen hasta la posesión de Dios. Esto, como dije antes, lo anunciaban ya los profetas de un modo velado, a saber, que verán a Dios los que sean portadores de su Espíritu y esperan continuamente su venida. Como dice Moisés en el Deuteronomio, aquel día veremos que Dios puede hablar a un hombre y seguir este con vida'. (SAN IRENEO. Tratado sobre las herejías, 4, 20).
LA JERUSALÉN CELESTIAL
      En el nuevo Paraíso, la Jerusalén celestial, viviremos en una fiesta permanente con la Santísima Trinidad, la Virgen, los ángeles y los santos, que tendrá su culmen en la resurrección final de la carne, con una duración eterna, para todos cuantos hayamos hecho la opción de nuestra vida por Dios, con Dios y en Dios. 'Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra han pasado y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén, que descendía del cielo, enviada por Dios, arreglada como una novia que se adorna para su esposo. Y escuché una voz potente que decía desde el trono: Esta es la morada de Dios con los hombres: acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos y será su Dios. Enjugará las lágrimas de sus ojos. Ya no habrá muerte ni luto, ni llanto, ni dolor. Porque lo de antes ha pasado'. (Ap. 21, 1-4).
      Sinceramente. Después de todas las cosas que estamos viendo, incluso viviendo, en este mundo con  corrupción a tope de mucha gente, carencia de trabajo y de medios para conseguir lo mínimo necesario para subsistir, enconados empeños de Organizaciones para mejorar las condiciones de vida de muchísimas personas y que se estrellan contra la incomprensión y falta de garra y de compromiso para colaborar con ellas por parte de quienes realmente podrían hacerlo, ausencia de valores humanos, incluso de valores cristianos, en muchísima gente que solamente se preocupa de satisfacer su propio ego y olvida que hay semejantes suyos que sufren por no tener lo más mínimo, es necesario, absolutamente necesario, volvernos hacia ese Dios Uno y Trino que nos acepta y desea que le aceptemos.
APOCALIPSIS.-EL TRIUNFO DE LA IGLESIA.-
BERNARDO VAN OFRLEY.-RENACIMIENTO
      Somos cada uno, en definitiva, quien tiene que responder de sí mismo. Poner en funcionamiento, hasta el agotamiento, los talentos recibidos para que a través de ellos, por medio de nuestra colaboración, Dios pueda darse a nuestros semejantes. Jamás conoceremos hasta dónde llegará nuestra disponibilidad con el Altísimo (ni falta que nos hace conocerlo) pero Él sí lo sabe y nos lo devolverá con creces, porque a generosidad nadie le gana.
      'Todo cuanto hacemos en este mundo apenas tiene duración hasta la muerte; y llegando ésta, arranca el fruto de nuestro trabajo. Pero cuando trabajamos de  cara a la vida eterna, el fruto de nuestro trabajo permanece. Cuando se ha llegado al conocimiento de las cosas eternas, dejan de tener importancia los frutos temporales'. (SAN GREGORIO MAGNO. Homilía 27 sobre los Evangelios).
CENA DE LAS BODAS DEL CORDERO.- AP. 19, 6-8
      Después, cuando nos llegue el momento de la partida, nuestra fe y esperanza en Él, así como cuanto hayamos hecho por nuestros semejantes desde el punto de vista que sea, será nuestro salvoconducto para recibir el abrazo de bienvenida a la Gloria por parte de la Santísima Trinidad y participar del Eterno Banquete en su Reino.
      Santa Faustina Kowalska expresó así su ansia de Dios: 'Oh día eterno, día deseado, / te espero con ansia e impaciencia, / ya dentro de poco el amor soltará el velo, / y tú te volverás mi salvación.
     Oh día espléndido, momento incomparable, / en que veré por primera vez a mi Dios, / Esposo de mi alma y Señor de los señores, / siento que el temor no abrazará mi alma.
     Oh día solemnísimo, día resplandeciente, / en que el alma conocerá a Dios en su poder, / y se sumergirá entera en nuestro amor, / y conocerá que han pasado las miserias del destierro.
    Oh día feliz, día bendito, / en que mi corazón se incendiará de amor eterno hacia tí, / porque ya ahora te siento, aunque a través del velo, / tú, Jesús, en la vida y en la muerte eres mi éxtasis y encanto.

    Oh día que espero durante toda mi vida. / Y te espero a tí, oh Dios, ya que te deseo solamente a tí, / sólo tú estás en mi corazón y lo demás es nada'.
      Bueno. Siempre se aprende algo (o mucho) de los santos. Y de este texto de Santa Faustina se puede sacudir el respeto, temor o miedo que nos pueda producir la muerte. Pero ésta, ¿qué es sino la apertura de la puerta que nos separa de Él? No temamos, pues, abrirla, cuando nos llegue el momento. Ahí estará Él para llevarnos a vivir su Gloria.
      Que Nuestro Señor, el Cristo del Gran Poder y su Madre, Nuestra Señora la Virgen del Apocalipsis nos acojan,bendigan y conduzcan al Reino de Dios.
VIRGEN ALADA DEL APOCALIPSIS.-MIGUEL DE SANTIAGO.-
S. XVII.-ESCUELA QUITEÑA

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