jueves, 21 de enero de 2016

LA MATERNIDAD DE LA VIRGEN (I)

ADORACIÓN DE LOS MAGOS.-BARTOLOMEO VIVARINI.-RENACIMIENTO
      Creo sinceramente que aunque tengamos poca memoria, recordaremos que el primer día de cada año, el uno de enero, la Iglesia celebra la festividad de Santa María, la Madre de Dios. Es una festividad todavía caliente en todos nuestros templos, tanto si son magníficas catedrales como si son humildes ermitas. Es la Iglesia que desea hacer presente  en la memoria y en la vida de cada cristiano católico la importancia de tener a Santa María, la Madre de Dios y también, por voluntad del mismo Jesucristo momentos antes de morir en la cruz, como Madre nuestra.
      Ahora es relativamente sencillo celebrar esta conmemoración, pero para llegar hasta nuestros días se ha recorrido un largo camino, no siempre fácil, especialmente en los primeros tiempos de la vida de la Iglesia.

      Todavía en la época del Imperio de Roma, cuando surgieron las terribles persecuciones contra los cristianos, que tantos mártires dieron, se pueden ver todavía en las catacumbas pinturas de la Virgen con el Niño en brazos o frases escritas  como "María, Madre de Dios".
      L'Osservatore Romano publicó el 15 de septiembre de 1995 la catequesis dada por San Juan Pablo II el 13 de septiembre del mismo año. Decía: 'La maternidad virginal, reconocida y proclamada por la fe de los Padres, nunca jamás podrá separarse de la identidad de Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, dado que nació de María, la Virgen, como profesamos en el símbolo niceno-constantinopolitano. María es la única Virgen que también es Madre. La extraordinaria presencia simultánea de estos dones en la persona de la joven de Nazaret, impulsó a los cristianos a llamar a María sencillamente la Virgen, incluso cuando celebraban su maternidad'.

     Al principio surgieron algunas divergencias conocidas con el nombre de 'herejías', que tuvieron que ser estudiadas por los Obispos de la cristiandad en las reuniones conocidas como 'Concilios Ecuménicos'. En ellas se debatían los temas y se llegaban a conclusiones. Aquellos que estaban en el error eran invitados a renunciar a ellos y acatar las conclusiones que se habían acordado. Si no lo hacían eran declarados 'anatemas', con lo cual quedaban fuera de la Iglesia. 
      San Gregorio Nacianceno dijo: 'Si alguno no reconoce a Santa María como María Madre de Dios, es que se halla separado de Dios'. De todo ello hablaremos algo en esta entrada y veremos el proceso hasta llegar al contenido del Dogma sobre la Maternidad de la Virgen María.
      El año 2008 el entonces Papa Benedicto XVI, decía: 'El título de Madre de Dios, tan profundamente vinculado a las festividades navideñas, es, por consiguiente, el apelativo fundamental con que la comunidad de los creyentes honra, podríamos decir, desde siempre, a la Virgen Santísima. Expresa muy bien la misión de María en la Historia de la Salvación'.

      Son muchos los templos en todas las naciones del mundo cristiano, que están dedicados a la Santísima Virgen en cualquiera de sus muchas advocaciones y en la mayoría de ellas su imagen sostiene a su Hijo, Niño todavía, en sus brazos. 
NUESTRA SEÑORA DE QUINCHE
   Esto lo saben perfectamente de Centro y Sudamérica, de Europa, con sus raíces cristianas, y de cualquier parte del mundo cristiano. Recuerdo que en uno de los viajes que hizo San Juan Pablo II a España, se despidió con esta frase: '¡Hasta siempre, España! ¡Hasta siempre, tierra de María!', frases que se podrían aplicar a cualquier país con raíces católicas por la enorme cantidad de advocaciones que tienen de la Madre de Dios.
      Pero ¿qué significa que es Madre de Dios? Tengamos en cuenta que Dios, Uno en Esencia y Trino en Personas (el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo), ha existido siempre y existirá siempre. El 'lugar' (perdónenme, pero como humano que soy, igual que ustedes, solamente dispongo de expresiones humanas para referirme a Alguien que no tiene definición porque es indefinible, ni existe palabra alguna para hacer referencia a eso) donde habita Dios carece de nombre propio exacto para nosotros, aunque quizás tengamos un concepto para referirnos a ese 'lugar': ETERNIDAD. Vive en la Eternidad. Desde siempre y para siempre. Y allí no existe el tiempo.
      Ahora bien. Desde el momento que su Plan creador se trunca con la desobediencia de Adán y de Eva, replantea su relación con la Humanidad de una manera diferente. Es preciso que un ser humano repare el fallo cometido por los primeros seres humanos y al mismo tiempo que fuera Dios, porque la ofensa era infinita ya que el Ser al que desobedecieron era (y sigue siendo) infinito. Y la mentalidad divina del Creador concibe en el acto la forma de restituir la naturaleza humana de hombres y mujeres con su Dios: la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, cuando llegue el momento oportuno, asumirá la naturaleza humana y esa Persona tendrá dos naturalezas: La divina, por ser Dios y la humana, por ser hombre.
LA ANUNCIACIÓN.-FRA ANGÉLICO.-RENACIMIENTO
      Así las cosas, Dios sabe perfectamente que para ser verdaderamente hombre, va a necesitar una mujer para cuando llegue ese momento culminante, encarnarse en sus entrañas, habitar allí durante nueve meses y nacer como cualquiera de nosotros. Con dos salvedades: una, que será sin recurso de varón, es decir, conservando su virginidad, pero con la actuación directa del Espíritu Divino ('El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el hijo engendrado será santo y será llamado Hijo de Dios'. Lc.1, 35). La otra salvedad: que será exactamente igual que cualquiera de nosotros excepto en el pecado. Esto es absolutamente lógico.
      En la próxima entrada finalizaremos este tema. Que el bendito Hijo de María y ella, bajo la advocación de Nuestra Señora de Velankanni, nos ayuden en nuestro peregrinar.

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