jueves, 3 de agosto de 2017

Dolor...,enfermedad...,¿por qué? (V)

CURA ENFERMOS.-JAMES TISSOT.-S. XIX
      Hoy, como ayer, el tema sigue igual. Existen unos medios científicos, unas investigaciones que llevan al descubrimiento de nuevos remedios, surgen novedades farmacológicas que van llenando las farmacias, las cuales no cesan de poner carteles propagandísticos de determinados productos de su especialidad que nos conducen a su adquisición aunque no los necesitemos en ese preciso instante, pero se compran 'por si acaso' los necesitasen en otra ocasión posterior.
     
      Pero el dolor y la enfermedad continúan ahí en mayor o menor grado.
      Ciertamente enfermamos y normalmente curamos si acudimos a tiempo a la consulta del médico correspondiente y seguimos sus indicaciones, pero...no siempre lo hacemos, bien porque confiamos excesivamente en nosotros mismos, bien porque nos da miedo (en algunos casos es terror auténtico) acudir a visitar la consulta del galeno correspondiente.
      En la entrada anterior vimos sucintamente el concepto de la enfermedad que tenía el pueblo israelita. Pero hubo una persona que dentro de ese contexto quiso aportar un sentido muy diferente de la enfermedad y el dolor: los curaba y, por si fuera poco, a los mismos enfermos les perdonaba sus pecados. Obviamente esto causó no solamente extrañeza, sino también escándalo, especialmente entre los sacerdotes, los doctores de la Ley y los fariseos.
 CURA AL PARALÍTICO DESCENDIDO POR EL TECHO.-JAMES TISSOT.-S. XIX
      Un ejemplo de esto: 'Le trajeron un paralítico que llevaban entre cuatro, y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo un abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla éste así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar los pecados, sino solo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados -dijo al paralítico- : A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Él se levantó y tomando la camilla, salió a la vista de todos, de manera que todos se maravillaron, y glorificaban a Dios diciendo: jamás hemos visto cosa tal'. (Mc. 2, 3-12).
   
        Realmente el texto tiene una gran riqueza en los comentarios que sobre él se pueden hacer, pero en este caso me voy a centrar en el tema de la enfermedad: es un paralítico, un hombre que no puede moverse ni valerse por sí mismo. 

Harold Copping.-S. XIX - XX
    La perícopa evangélica comenta que lo llevaban entre cuatro personas que podrían ser familiares, vecinos o amigos, pero que en cualquier caso tienen claro que Jesús de Nazaret puede curarlo. Tienen fe en Él. Podría ser muy primitiva, pero la tienen, quizá porque alguno podría haber presenciado cualquiera de sus milagros y convenció a los otros llevarlo y tal vez al mismo paralítico, para ver a ese joven rabí que había llegado a Cafarnaúm.
      No lo tienen fácil, pues al llegar se encuentran con un gentío enorme que impide que puedan acercarse, pero no se amilanan. Suben a la azotea, abren un boquete en el techo y descuelgan a su amigo poniéndolo ante de Jesús, el cual tuvo que darse cuenta de la maniobra y deducir su intención.
      Pero cuando ya lo tiene delante, vienen las sorpresas para todos porque no lo cura en el acto, sino que habla con él en un ambiente de confianza y cercanía, pues la primera palabra que le dirige es 'HIJO'. Es posible que esa introducción dejara perplejo a todos, pero al ver la fe del enfermo y de sus amigos, continúa diciéndole 'tus pecados te son perdonados', lo cual causa una enorme extrañeza en todos, especialmente en los escribas que estaban presentes, que como era natural en ellos, se escandalizan porque el perdón de los pecados es exclusivo de Dios y ellos no podían admitir que  Jesús lo fuera.
     
      Pero la catequesis de Jesús parece que va en ese sentido y el evangelista desea hacernos notar que la pedagogía de su Maestro va dirigida precisamente a eso: QUE REALMENTE ES DIOS, porque en otros muchos casos de curaciones primero perdona los pecados y luego cura las enfermedades. Así que se dirige a ellos poniéndolos ante sus propios pensamientos: '¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda?'

            Los deja descolocados y no tienen respuesta, pero inmediatamente viene la reflexión que les dirige para que la vayan meditando: 'Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar los pecados  (o sea, les está diciendo muy claro que es Dios) -dijo al paralítico- : A ti te digo: Levántate, toma tu lecho y vete a tu casa.'
      Este instante debió ser impresionante. El paralítico enfermo sintió en su interior la fuerza que le impulsaba a levantarse de su postración y ponerse en pie, acaso el sueño que había acariciado toda su vida y que en ese momento se hacía realidad. 
ALEXANDER BIDA.-ROMANTICISMO
      Nada dice el Evangelio de su reacción al verse curado, libre de su postración. Es muy  escueto con la actitud del enfermo: 'Él se levantó y tomando la camilla, salió a la vista de todos', pero si analizamos un poco los sentimientos de esa persona y nos ponemos en su lugar, ¿qué hubiéramos hecho nosotros? Empezaba una nueva vida marcada por la vivencia de su curación, por el recuerdo de cuanto pudo sentir en su interior mientras sus órganos cobraban vida y le impulsaban a un a nueva existencia... ¿Sería muy descabellado pensar que antes de partir dirigiría a Jesús una mirada (¡y qué mirada!) de infinito agradecimiento y la mirada, acompañada de una suave sonrisa del Maestro que le acompañaría toda su vida?
      ¿Y los que presenciaron el milagro? A los escribas ya no los menciona, pero el hecho de haber presenciado este milagro, a todas luces obra de Dios, nos dice que todos se maravillaron, y glorificaban a Dios diciendo: jamás hemos visto tosa tal'. Pues sí. No albergaban duda alguna que en Jesús había Alguien más que un simple rabí. Y se marcharon rápidamente de allí pensando contar a todo el entorno de cada testigo lo que había presenciado.

      Que Nuestra Señora del Coromoto y su Hijo nos bendigan y ayuden, especialmente a Venezuela.

No hay comentarios: