sábado, 28 de mayo de 2011

El pecado


No lo podemos evitar. Nuestra naturaleza humana está inclinada hacia él, a pesar de que cuando caemos en la cuenta hacemos lo posible, y en ocasiones lo imposible, para evitarlo.

San Pablo tiene una frase en la que condensa esta inclinación y al exponerla nos retrata a todos nosotros, buenos y malos, guapos y feos, igual da. ‘…y no acabo de comprender mi conducta, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco’. (Rom. 7, 15)

Y tiene razón, porque ¿cuántas personas hay, en su sano juicio, que deseen hacer el mal? ¿Cuántos cristianos responsables hay que queriendo vivir a tope el Evangelio, les dé igual cometer pecados que no cometerlos?

Personalmente pienso que las personas razonables deseamos vivir en paz, viviendo y dejando vivir, desde un punto de vista exclusivamente humano, pero si las personas somos y nos sentimos cristianas, no podemos contentarnos con eso, porque hay Alguien que está esperando mucho de nosotros y ha puesto su fe, su esperanza y su amor en cada uno de nosotros, puesto que por cada uno de nosotros, con nuestros propios nombres y apellidos, padeció una terrible Pasión y Muerte.

También San pablo, consciente de esto, consciente de la respuesta que debe dar a ese Cristo al que en otro tiempo persiguió y al que luego conoció en profundidad, consciente de las limitaciones que tiene, de las tentaciones que siente y que lucha por vencer aunque en ocasiones no lo consiga, lo manifiesta a través de esa frase tan expresiva, arriba anotada.

Y cuando se encuentra desesperado en algunas ocasiones y clama a su Dios, acaso desgarradamente, pidiéndole que le ayude, Éste le responde: ‘Te basta mi Gracia, ya que la fuerza se pone de manifiesto en la debilidad’. (2Cor. 12, 9)

Pues ya ven, amigos. Toda esa cantidad de obstáculos que impiden nuestro progreso espiritual, nuestro perfeccionamiento cristiano, es lo que llamamos pecado, que es la antítesis de Dios. Que es el mal. Que es el Maligno, siempre en constante lucha contra la Divinidad, procurando apartarnos de nuestro Redentor y Amigo y atraernos hacia él con esas tentaciones que pueden hacernos pecar si las consentimos.

TENTACIONES DE SAN ANTONIO.-David Teniers.-BARROCO

La ley de mínimos no debe ser usada en ningún caso por cristiano alguno, porque el Espejo en el cual nos debemos mirar no se reservó nada para sí mismo. Lo dio TODO. Vida incluida. Muerte incluida. Resurrección incluida.

Pero las cosas son como son y la realidad es la que es, mal que nos pese. Lo cual significa que el pecado está a la vuelta de cada esquina esperando la ocasión de ‘engancharnos’. Y lo más triste de esto es que ‘más que el pecado mismo, irrita y ofende a Dios que lo pecadores no sientan dolor alguno de sus pecados’. (San Juan Crisóstomo)

¿Por qué el pecado? ¿Qué es el pecado? Esta palabra así como el concepto y contenido que encierra, es uno de los más antiguos en la historia humana.

La desobediencia de algunos ángeles a Dios y la de Adán y Eva en el Paraíso, nos ponen ante nuestros ojos la evidencia de esta realidad que tenemos y la antigüedad que comentaba.

Pensamos que tenemos capacidad para obrar siempre el bien (lo cual es cierto si nos ajustamos a unos condicionantes, a unos límites, a un respeto y obediencia al Ser Supremo) pero caemos en una subjetividad, egoísmo o egocentrismo que nos aparta o, al menos, nos alejan del Ser que nos ha creado para Él.

‘Nos hiciste, Señor, para Ti, e inquieto está nuestro corazón hasta que descanse en Ti’. (San Agustín). Este santo, que tanto hizo sufrir a su madre y que a fuerza de lágrimas y oración consiguió la conversión de su hijo, se da cuenta de lo que ha supuesto su vida antes de conocer a Jesucristo y la llamada que le hace. En su obra ‘Confesiones’, en el capítulo 10 nos expone de forma magistralmente sencilla, pero honda, tierna, entregada, su magno descubrimiento: ‘¡Tarde te amé, hermosura tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Y he aquí que tú estabas dentro de mí y yo fuera, y por fuera te buscaba; y deforme como era, me lanzaba sobre estas cosas hermosas que tú creaste. Tú estabas conmigo, mas yo no lo estaba contigo. Reteníanme lejos de ti aquellas cosas que, si no estuviesen en ti, no serían. Llamaste y clamaste, y rompiste mi sordera; brillaste y resplandeciste, y fugaste mi ceguera; exhalaste tu perfume y respiré, y suspiro por ti; gusté de ti, y siento hambre y sed, me tocaste, y abraséme en tu paz’. ¿Cuántos de nosotros podríamos hacer nuestro este comentario?

Así pues, el pecado ha estado presente desde el principio de la Creación como una desobediencia al Creador, tanto por parte de los ángeles rebeldes como por el ser humano. La falta de reflexión de Eva y de Adán, dejándose llevar de la estupidez de la oferta de la serpiente que les invitaba a ser iguales al Creador, llevó a entronizar el pecado en el mundo.

ÁNGELES CAÍDOS.-PIETER BRUEGHEL.-RENACIMIENTO.

Pero hay un matiz. Los ángeles no quisieron servir a su creador. Y se perdieron para siempre. Pero el ser humano…era la obra mimada de Dios. Casi estoy por decir que más mimada que los propios ángeles, ya que en el mismo instante de su pecado, Dios, a pesar de la ofensa, les promete un rescate, un Redentor, cuando llegue el momento indicado.

A partir de ese instante comienza la cuenta atrás para la construcción de la Historia de Amor más grande, jamás vivida que la Humanidad haya protagonizado y que la Liturgia de la noche santa de la Vigilia Pascual recoge a través de esta expresión: ‘Necesario fue el pecado de Adán, que ha sido borrado con la muerte de Cristo. ¡Feliz la culpa que mereció tal Redentor!’


LAMENTACIÓN DE CRISTO.-RUBENS.-BARROCO



El pecado. Palabra casi pueril para los sesudos y racionalistas seres humanos del S. XXI que la consideran carente de sentido hoy, lo cual pone ante nosotros su tremenda actualidad.

Se prescinde de Dios. Se le combate. Se niega su existencia y su trascendencia. Y sin embargo, está aquí, junto a cada ser humano, con ese infinito potencial de Amor que encierra su Ser eterno.

No se cansa, de momento, de enviar sus mensajes, sus avisos, sus advertencias, a través de su propia Madre, a la que envía ocasionalmente para despertarnos del letargo en el que nos sumerge el pecado, como hemos visto con el paso de los años en diferentes lugares de nuestro planeta.

También a través de personas como la Beata Ana Catalina Emmerich, Santa Faustina Kowalska, a quien reveló lo que estaba deseando hacer a través de su Divina Misericordia, lo que dio origen a esta devoción materializada en el rezo de la llamada ‘coronilla de la Misericordia’ (de la cual somos devotos mi familia), o por medio de San Pío de Pietrelcina,…por el Papa o a un nivel más cotidiano, a través de las homilías y catequesis de los sacerdotes de cualquier parte del mundo. Todo son medios absolutamente válidos para avisarnos del equivocado camino por el que se pueden desenvolver los seres humanos que optan por vivir de espaldas a la Divinidad.

‘Hay tres cosas que apartan al hombre del pecado: el temor del infierno o la sanción de las leyes eternas, la esperanza y deseo del reino de los cielos y el afecto al bien por sí mismo y el amor de las virtudes’. Esto corresponde a San Casiano, mártir del siglo III. Entre otras cosas se negó a adorar los ídolos romanos. Algún mensaje parece que lleva también para nosotros, ¿no?

No, amigos. El pecado, desgraciadamente, sí que tiene una rabiosa actualidad y hay personas que se aprovechan de los lugares privilegiados que ocupan en la sociedad para potenciarlo a través de sus más o menos ataques, velados o no, a la Iglesia, al Santo Padre, a la Eucaristía, a los cristianos a pie de vida y de calle, con las más disparatadas persecuciones, algunas de las cuales acaban con el martirio. Mártires en el siglo XXI. Absurdo y triste, ¿verdad? Pero brutalmente cierto. Lo podemos comprobar con las noticias que algún tipo de prensa publica, porque otras silencian indignamente estos hechos porque no son noticias ‘rentables’. Miren lo que dice el Eclesiástico: ‘El error y las tinieblas son obras de los pecadores; los que en el mal se complacen, en el mal envejecen’ (Eclo. 11, 16)

Pecado son todas aquellas palabras, obras (por acción u omisión) o deseos contrarios a la voluntad de Dios, y como esto supone renuncias, sacrificios, vida ordenada y responsable, lo cual hoy día ‘no viste’, ‘no se lleva’, se le quita importancia y se vive y se educa a nuestros niños y jóvenes de espaldas al Creador.

Es el salmista quien proclama: ‘Yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado; contra ti y sólo contra ti he pecado; hice lo que Tú detestas’. (Sal. 51(50), 5-6). Cuando descubre con horror su fallo, se vuelve ardientemente a Dios reconociendo su culpa y solicitando ese perdón que anhela recibir. Y alcanzar esa vida que quiere vivir según los planes de Dios.

El pecado, lo podemos ver en el Génesis 3, 4-5, (‘Replicó la serpiente a la mujer: ¡No moriréis! Lo que pasa es que Dios sabe que en el momento en que comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como Dios, conocedores del bien y del mal’), no es sino creernos tan capaces, tan inteligentes, tan sublimes, que pretendemos ocupar el lugar que corresponde a Dios.

PECADO DE ADÁN Y EVA.-Cornelis van Haarlem.-MANIERISMO


Exactamente igual que los ángeles rebeldes, a los que su propia soberbia les impidió contemplar el auténtico rostro de su Creador y Señor. Y pretendieron ser como Él. Y le despreciaron. Y se tragaron su propia condenación.

El ser humano en cambio, si bien cedió a la tentación, inmediatamente obtuvo una respuesta: ‘Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, pero tú sólo herirás su talón’. (Gen. 3, 15).

PIEDAD.-Sebastiano del Piombo.-RENACIMIENTO


Esa promesa toma cuerpo y se concreta en la figura de Jesús de Nazaret. Nació pobre. Vivió humilde. Murió misérrimo y solo ante Dios, ante la Historia y ante esa Humanidad a la que quiso rescatar del pecado precisamente. La Palabra que creó la Humanidad, ahora moría por ella. Pero resucitó. Glorioso, además.

Venció al pecado, al diablo, padre de la mentira y origen del pecado en el mundo que habitamos. Y nos trajo un mensaje de luz, vida y esperanza. A todos y cada uno de nosotros. De todos espera una respuesta personalizada. Visceral y comprometida, en justa compensación a su sacrificio redentor.


Sus brazos, abiertos de par en par en la Cruz del Gólgota, siguen abiertos en franca acogida a quien vuelve su rostro y su ser hacia Él para abrazarlo y hacerlo partícipe de su Gracia, de su amistad, de su vida,…

Sí. El pecado tiene una triste actualidad, pero Cristo y su Gracia también la tienen y, además, mucho mayor, como merece la Redención protagonizada por el Logos, porque ‘cuanto más se multiplicó el pecado, más abundó la Gracia; de modo que si el pecado trajo el reinado de la muerte, también la Gracia reinará y nos alcanzará, por medio de Nuestro Señor Jesucristo, la salvación que lleva a la vida eterna.’ (Rom. 5, 20-21)


Que Cristo resucitado y Nuestra Señora de la Soledad, de Oaxaca, nos bendigan.

miércoles, 11 de mayo de 2011

Ayudar a la Iglesia en sus necesidades (y 3)

RESURRECCIÓN DE CRISTO.-RUBENS.-BARROCO.-

Y dentro de la temática que nos ocupa, hay un tema candente que siempre ha existido, existe y existirá siempre, si bien, cuando se tiene un mínimo de sentido común (que en ocasiones es el menos común de los sentidos), se puede entender fácilmente.
MUSEOS VATICANOS

Me estoy refiriendo a lo que suele nombrarse con la expresión ‘los tesoros de la Iglesia’, que para algunos, que lo miran desde un prisma exclusivamente material, acaso aderezado con una pizca de hostilidad, con ignorancia y falta de respeto a la Iglesia, dicen que les causa ‘escándalo’ porque, dicen, se podría solucionar el hambre del mundo, lo cual es absolutamente irreal según veremos.

Sin entrar en un tratamiento exhaustivo del tema o solucionar esas necesidades materiales de la Iglesia, pienso que existen diversos aspectos.

Es cierto que la Iglesia Católica debe ser fiel al mensaje de Cristo y éste dedicó una atención especial a los pobres, enfermos y menesterosos. Los Apóstoles eran gente del pueblo sin acaudalamiento alguno. ‘No tengo oro ni plata, pero lo que tengo te doy. En nombre de Jesucristo Nazareno, levántate y anda. Y tomándole de la diestra , le levantó, y al punto, sus pies y sus talones se consolidaron, de un brinco se puso en pie y comenzando a andar, entró con ellos al templo saltando y alabando a Dios’ (Act. 3, 2-8). Ya ven. Los Hechos de los Apóstoles recogen la carencia de dinero que tenían.

Pero también es cierto que Jesús no desdeñó a ricos o adinerados. Cuando el joven rico se le acercó entabló un diálogo con él y viendo su forma de ser, ‘lo miró con amor y le dijo: Una sola cosa te falta. Vete, vende cuanto tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo’ (Mc. 10, 17-27). Al muchacho le faltó generosidad y le sobró miedo a la incertidumbre de su vida sin sus caudales. Le faltó el salto al vacío de la fe en el Maestro.

EL JOVEN RICO.-HAROLD COPPING.-S.XIX

Jesús también atendió a Nicodemo y a Zaqueo. También a José de Arimatea. Luego fueron sus discípulos. Este último ofreció su propio sepulcro para colocar allí el cuerpo de Jesús cuando lo bajaron de la cruz. ‘Llegada la tarde, vino un hombre rico de Arimatea, de nombre José, discípulo de Jesús. Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Pilato entonces ordenó que le fuese entregado. Él, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, que había sudo excavado en la peña, y corriendo una piedra grande a la puerta del sepulcro, se fue.’ (Mt. 27, 57-60).

En definitiva, TODOS somos sus hijos, sus hermanos, sus amigos. Y a todos nos quiere. Y a todos le gustaría tenerlos con Él. Pero como todos tenemos nuestra propia libertad personal, hacemos nuestras propias opciones. Y, desgraciadamente, algunos ponen a Cristo y a su Iglesia en el último peldaño de su escala de valores. Y cuando sale algún tema sobre ellos, lo atacan sin pararse a pensar en la razón de ser del tema que se trate y del por qué. Si se presenta desacreditar o ridiculizar a la Iglesia, lo hacen sin escrúpulo alguno. Posiblemente se les llenará la boca con palabras altisonantes sobre la igualdad y el respeto mutuo, pero no en lo referente a cuanto pueda tener un sabor cristiano.

No obstante, lo cierto es que la Iglesia vive, materialmente hablando, de las aportaciones, estipendios, limosnas o donativos de sus propios hijos.

Dando un paso más, entramos en el epicentro del tema. Yo no sé si ustedes lo habrán oído alguna vez, pero personalmente yo sí lo oí en numerosas ocasiones y he rebatido el siguiente planteamiento: ‘Si la Iglesia, que debe ser pobre, vendiera sus tesoros, se acabaría el hambre en el mundo’. ¿Les suena?

Vamos a ver. Partiendo de la base de que hay muchísimo que tratar y opinar sobre el tema, sí que voy a dar unas razones que me parecen lógicas y así las he expuesto cuando he tenido que hablar de este tema con alguien.

TEMPLO DE TIKAL.-GUATEMALA




Quien tenga un mínimo de sensibilidad por el Arte esto lo considerará una aberración. ‘La Piedad’, o ‘la Capilla Sixtina’, de Miguel Ángel Buonarotti; la Gioconda’, de Leonardo da Vinci; los templos egipcios de los Faraones o las tumbas del Valle de los Reyes; las pirámides mayas, aztecas o cualquier obra o monumento que son iconos de sus pueblos respectivos, orgullo de sus naciones al ser muestra viva de su Historia,…¿Cómo les sentaría a los descendientes de quienes hicieron semejantes monumentos o de obras de arte de sus respectivos países, que se vendieran (suponiendo que hubiese dinero para comprarlo) a otros países, con lo cual perderían parte de sus raíces históricas?

¿Por qué no se venden los Museos del Louvre, en París; el del Prado, en Madrid; el Hermitage, en San Petersburgo; el Museo Británico, en Londres, con todo su contenido? Sería también una gran solución, ¿no? Y he mencionado solamente cuatro, aunque hay otros muchos con magníficas obras que podrían entrar en este rol de museos mundiales. ‘Eso es distinto, porque eso es patrimonio de una nación’, dirían esas personas. Entonces, ¿en qué quedamos? ¿La Iglesia, sí y las naciones, no? Algunas naciones emplean su dinero en otras cosas (armamento, gastos vacíos de contenido, subvenciones absurdas para contentar unos pocos, cuando la mayoría pasa necesidad, etc.)

CAPILLA SIXTINA.-M.A.BUONAROTTI.-
RENACIMIENTO

Entonces, seamos coherentes. La Iglesia, es cierto que es depositaria de muchísimas obras de arte, algunas donadas por diferentes países. Otras son encargos que en su día hicieron algunos Papas a determinados pintores, escultores o arquitectos, por ejemplo el Papa Julio II, que ocupó el Primado de la Iglesia desde 1503 a 1513, encargó Miguel Ángel Buonarotti pintar el techo de la Capilla Sextina, obra maestra del Arte admirada durante los siglos transcurridos desde su finalización hasta nuestros días, Incluso algunos cardenales ejercieron un mecenazgo sobre algunos artistas concretos, algo común, especialmente en el Renacimiento, que luego quedaron propiedad de la Iglesia en algunos casos. Incluso había frailes que pintaban según su propia visión del Arte en algunos temas religiosos, como el caso de fra Angélico, fray Juan Bautista Maino, Fra Filippo Lippi y otros.


Y eso, si lo queremos analizar, hemos de zambullirnos en la época a la que pertenecen las obras a las que nos queramos referir.

CATEDRAL DE AQUISGRÁN
En la Edad Media comenzaron a construirse las catedrales góticas. Nombremos algunas: Saint Denis o Nôtre Dame, en Francia; León o Toledo, en España; Aquisgran, Colonia o Munich, en Alemania; Canterbury, Gloucester o Durham, en Gran Bretaña; Bolonia, Florencia o Milán, en Italia. ¿Es necesario nombrar más? ¿Les preguntamos a los habitantes de esos países qué pasaría si se vendiesen? Ahí están, sucediendo al Románico, que también tiene ‘algo’ que decir, en lo que al Arte se refiere, ya que sus iglesias, pinturas o esculturas hablan por sí mismas.



Y díganme. ¿Quién conservó la cultura clásica en la Edad Media, continuamente en guerra? Nadie puede negar que los monjes de las distintas Órdenes, con su concienzudo trabajo de copistas y manejo del dibujo y el color en Misales, Biblias, Libros de las Horas,…que hacían para determinados Reyes o damas de la nobleza, algunos de los cuales aún se conservan hoy, son testigos magníficos de su labor lenta y callada.




MONJE COPISTA

En muchos casos la Iglesia fue fundadora de diversas Universidades. El Cardenal D. Francisco Jiménez de Cisneros fundó una de las más prestigiosas de España: la de Alcalá de Henares, por ejemplo.

¿Por qué digo todo esto? Pues porque en cada etapa de la Historia se ha tenido una concepción distinta de las cosas y el Arte no ha sido ninguna excepción.

Lógicamente, a medida que avanzaba el tiempo y con él la cultura en sus distintas manifestaciones, se iba tomando más conciencia de la necesidad de una educación que comenzara con la formación de los niños, con su aprendizaje, hasta llegar al siglo XXI, en el que, es evidente, no se piensa igual ni se tiene el mismo concepto de las cosas, por ejemplo, que en siglo XII.


En épocas y siglos anteriores, ¿existía el hambre en los pueblos? ¡Claro que sí! Y las epidemias, y las pestes, y tantas otras cosas que causaban, en algunos casos, innumerables muertes. Y no se le ocurrió a nadie vender una escultura propia que representara a Jesucristo, a la Virgen o a algún santo. Al contrario. Defendían ese patrimonio porque pertenecía al pueblo. Y los clérigos y el mismo pueblo lo cuidaban y protegían.

Y cuando en alguna época ha surgido algún descerebrado gobernante que ha expulsado a los monjes de algún monasterio con las más burdas excusas o estúpidas razones, no ha sido para cuidar e Patrimonio artístico como lo hacían los monjes. Al contrario. Del abandono y desidia de estos personajes son mudos testigos las ruinas que hoy se pueden ver de algunos monasterios, que con el paso del tiempo han ido derrumbándose quedando hoy en el lamentable estado en que se encuentran.
PARÁMIDE DE LA LUNA.-TEOTIHUACAN.-MÉXICO

Volviendo al día de hoy. ¿Hay alguien que con el pretexto de paliar el hambre, incluso erradicarla, comprase, por ejemplo la Sainte Chapelle francesa? ¿O la catedral de Burgos, en España? ¿O los restos arqueológicos de Teotihuacan o alguno de los templos hindúes asiáticos? Son el símbolo de culturas milenarias. A poco que lo pensemos veremos que sería absurdo. Y cuando a causa de las guerras se han dañado alguno de esos u otros monumentos, tan significativos para los naturales de esos países, se han estudiado y habilitado procedimientos distintos para reconstruirlos o restaurarlos.

Y me planteo. Que la Iglesia tenga esas obras de Arte, ¿supone que posea una gran riqueza, como algunas personas creen? Personalmente pienso que no, porque aquí se debe distinguir entre tener una riqueza suntuosa, lujosa y que haga una ostentación pública de ello, mermando las ayudas y la atención a los realmente necesitados por una parte, y por otra, esa riqueza artística que he comentado con anterioridad, herencia de muchos siglos, con un cariz eminentemente cultural, artístico o histórico, que en ningún caso debe convertirse en dinero.



PIETÁ.-MIGUEL ÁNGEL BUONAROTTI.-RENACIMIENTO

El espíritu del Evangelio es el espíritu de la doctrina de Cristo. Ayer, hoy y siempre. Y la Iglesia es fiel a ese espíritu, en concordancia con los planes de Dios en el mundo.


En ese sentido no tienen razón de ser los bienes superfluos, no necesarios, que no tienen justificación alguna, si no es para ponerlos al servicio de los más necesitados.

Dicho de forma breve, sabemos que siglos atrás se tenía la concepción de que a Dios había que ofrecerle lo mejor y se pensó que si para las personas lo mejor era el oro y las joyas, por ejemplo, había que adornar imágenes u objetos litúrgicos con ese metal y con piedras preciosas. Y además lo hacían con rectitud de intención y con la mejor de las intenciones.

Hoy vemos y sabemos que no tienen razón de ser esos ofrecimientos a la Santísima Trinidad. La conversión a Dios, la penitencia, la oración, darnos al prójimo y cosas por el estilo, son bastante más agradables a Dios, y los Profetas, en el Antiguo Testamento, ya nos dicen bastante en este sentido cuando hablan, por ejmplo, de los acrificios agradables a Dios.


Una ayuda desinteresada y altruista a la Iglesia en alguna de sus necesidades, puede tener más valor a los ojos de Dios que unas riquezas materiales para su culto. Él no necesita lujo alguno. Y sería suficiente argumento ver dónde fue y en qué condiciones, su nacimiento en la persona de Jesús de Nazaret. Y su modo de vida. Y su predicación. Y por extensión, tampoco la Iglesia necesita nada de eso.


ADORACIÓN DE LOS PASTORES .-PINTURICCHIO.-RENACIMIENTO.-

Sin embargo la Iglesia sí que posee dos tesoros de incalculable valor, totalmente agradables a Dios y digno de ofrecérselos.

Uno de ellos es el ser humano en sí mismo. Tan gratos somos a Dios que no dudó en hacerse hombre, morir y resucitar para la salvación de la Humanidad entera, tras sufrir una dolorosísima y cruel Pasión. Fue el precio de su Amor. Y nosotros debemos ser objeto de ofrecimiento propio a ese Jesús Redentor, al Padre y al Espíritu Divino dándonos a la Iglesia fundada por Cristo, colaborando en la consecución de sus objetivos que son los mismos que los de su Fundador y ayudando a esas necesidades eclesiales con medios materiales y también personales, según los carismas que cada uno tengamos. En la entrada anterior ya vimos lo que, solamente en España durante un año, hacen personas y Entidades entregándose a Dios a través de la ayuda a los seres humanos que pasan necesidades del tipo que fuere. En el resto del mundo, igual.

El otro gran tesoro que tiene la Iglesia y que, pienso, que nunca alcanzaremos a conocer y valorar, es LA EUCARISTÍA.




El mismo Cristo que nos redimió quiso quedarse con nosotros ‘hasta el fin de los tiempos’ (Mt. 28, 20) e hizo el mayor de sus milagros: quedarse realmente bajo la apariencia de pan y de vino después de las palabras de la Consagración del sacerdote en cada una de las Eucaristías que se celebran en el mundo. Y eso lo quiso hacer por todas las personas de todos los tiempos, los que han vivido, los que estamos viviendo ahora y los que vivirán mientras exista la Humanidad.

Y lo hizo sabiendo que los que teníamos auténticas necesidades éramos nosotros. Y no dudó en darse a sí mismo para ayudarnos en todas las facetas de la vida de cada persona.

Y nosotros, sus discípulos, sus hijos, hemos de corresponderle de una u otra manera. Una de esas formas de ayudarle es ayudar a la Iglesia que fundó y a la cual pertenecemos, en cuantas necesidades podamos.

A partir de ahí, cada uno podremos tener nuestros propios criterios y sacar nuestras propias conclusiones, pero una cosa queda clara y es innegable. Estamos de paso. Nadie nos vamos a quedar aquí para ser indiferentes ante las necesidades ajenas. Y de ese tipo de talentos también seremos examinados, porque en definitiva, es el amor quien nos debe mover a actuar.

Quien quiera combatir, rebatir a la Iglesia, es su problema, porque se le podría decir también lo que Jesucristo dijo a Saulo: ‘Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Es inútil que des coces contra el aguijón’. (Act. 26, 14). Sí. Es inútil. Es tiempo perdido. Aunque no se quiera reconocer, ¿quién como Dios? Suya es la victoria final. Esta Semana Santa, como todas las que celebremos, hemos visto y seguiremos viendo que aunque aparentemente triunfe el mal, triunfe el pecado, triunfen las tinieblas del Maligno, la Resurrección de Cristo es un canto de Esperanza para todos, por encima de absurdas disquisiciones.





Que nuestro Maestro, desde la advocación de Cristo del Mar, y su Madre, Nuestra Señora de la Salud de Vailankanni, nos bendigan.

domingo, 24 de abril de 2011

Ayudar a la Iglesia en sus necesidades (2ª parte de 3)


CRISTO DE LA BUENA MUERTE

Sí. Ya sé que no tiene nada que ver con el tema que tratamos, pero hoy es PASCUA DE RESURRECCIÓN. CRISTO HA RESUCITADO. Y deseo fervientemente compartir este momento con todos ustedes y felicitarles a todos por este motivo. Reciban todos cuantos lean estas líneas mi felicitación más calurosa, intensa y emocionada por la victoria de nuestro Salvador sobre el pecado y la muerte, porque también nos ha abierto a nosotros, por su sacrificio, las puertas del triunfo sobre el maligno.

Y ahora sí. Seguimos. Dentro de esta dinámica de la ayuda a la Iglesia en sus necesidades, acaso lo más conocido y popular, en lo que todos colaboramos, es en la colecta que se hace en cada Misa, lo que en España conocemos con la expresión popular ‘pasar la bandeja’ o ‘poner en la bandeja’. De ahí entre otros, va saliendo lo necesario para abonar los recibos de agua, luz, calefacción, material de oficina y de apostolado y otros gastos corrientes.

Hoy vivimos unos tiempos en los que la tecnología es básica e imprescindible para cualquier cosa. Así, los ordenadores, fotocopiadoras, scáneres o impresoras son absolutamente necesarios para desarrollar algunos trabajos de catequesis, programas informáticos de administración, correspondencia y cuanto actividades podamos pensar propias de una Parroquia o del Obispado. (Programas, horarios, carteles, posters sobre los distintos tiempos litúrgicos Adviento, Navidad, Cuaresma, Semana Santa, Resurrección y ese largo etcétera que, más o menos, todos conocemos). Ya ven que a poco que se participe en alguna Comunidad parroquial, se darán cuenta que todo esto supone unos gastos que hay que atender.

Además, hay ocasiones en las que surge alguna necesidad imprevista con la que no se contaba y, previo un estudio de la situación, se hace un cálculo de lo que se pueda necesitar, se comunica a la Asamblea y se hacen las colectas extraordinarias que sean necesarias, además de aceptar los donativos particulares para el caso, que se suelen hacer, generalmente, por personas anónimas.

De todo ello se da la información pertinente así como la presentación y justificación de cuentas para información general, de manera que exista una claridad y transparencia tal que pueda evitar malos entendidos y peores suspicacias.

Hoy, todos los que habitualmente frecuentamos la Parroquia, en mayor o menor grado, aceptamos y colaboramos según nuestras posibilidades. (Y me consta que se sigue dando ‘el óbolo de la viuda’ en nuestros días). Es algo que encontramos natural y casi lo sentimos como una obligación hacia algo que consideramos como muy ‘nuestro’.

Dentro de este tipo de colectas también nos encontramos con las necesidades concretas que puedan tener nuestras Diócesis respectivas. Me centro especialmente en esa macrocolecta que conocemos con el nombre general de
‘Día del Seminario’, por ejemplo.

‘La mies es mucha y los obreros pocos. Pedid al señor de la mies que envíe obreros a su mies’. (Lc.10, 2)

¿Cuántas veces habremos oído o leído esta cita? Montones. Muchísimas veces. Pero aunque pongamos todo nuestro empeño en pedir a Dios vocaciones sacerdotales que llenen nuestros Seminarios (¡ojalá!), y también religiosas, hemos de preocuparnos también de su sostenimiento. El edificio, en sí mismo, requiere una conservación mínima en sus diferentes dependencias. Y eso es cosa nuestra, también según nuestras posibilidades.

Hay personas (he conocido algunas) que han contribuido a abonar los gastos equivalentes a la formación de algún seminarista en concreto. Pero eso son casos puntuales. Los estudios, sean donde fueren, suelen ser caros y es necesaria la colaboración de todos los cristianos.

Existe otra muy conocida también:
el DOMUND, Domingo Mundial de la Propagación de la Fe, o Día de las Misiones. ¿Es necesario decir las necesidades que tienen los misioneros o misioneras, tanto religiosos como laicos, no solamente para predicar la Palabra, sino también para formar escuelas, enseñar a cultivar la tierra, potabilizar el agua, y un largo etc., en territorios muchas veces difíciles e inhóspitos y con una carencia de medios materiales y humanos de todo tipo?

De eso sabe mucho la Organización
MANOS UNIDAS, que con sus planes anuales de actuaciones diversas va implicando a muchas personas y a través de distintas actividades en sus lugares respectivos, van recaudando el dinero necesario para ir cubriendo esas necesidades existentes o proyectos que anualmente se van programando.

Concretamente conozco un caso en el participamos mi esposa y yo. En la localidad donde vivo, El Campello, el grupo de
Manos Unidas, entre quien tengo muchas y buenas amistades, colaboraron el año 2008 en un proyecto localizado en el Estado de Orissa, situado en la costa este de la India, en la Bahía de Bengala, en Asia. Consistía en la construcción de un edificio de 298 m2 para rehabilitar un orfanato que recoge a chicos huérfanos entre 5 y 15 años de edad, así como la perforación de un pozo de agua potable al que se dotaría de una bomba extractora del agua. Eran necesarios 49.696 euros para que saliera adelante. Y allá se lanzó este grupo de cristianos.

Toda nuestra comunidad parroquial se volcó y se hicieron gestiones ante diversos organismos locales, implicando al Comercio local y a particulares, se organizó una comida de hermandad y se efectuaron algunas intervenciones más. El resultado fue la recaudación total de 14.042 euros que se entregaron a la Delegación de Manos Unidas en Alicante, la capital de nuestra provincia.

En definitiva,
Manos Unidas, a través de sus proyectos, así como otras Organizaciones eclesiales (Cáritas, Roperos, Comedores asistenciales, etc.) están cumpliendo lo que decía Santiago: ‘Si un hermano o una hermana están desnudos y faltos del alimento cotidiano y uno de vosotros les dice ‘Id en paz. Calentaos y saciaos’, pero no les da lo necesario para su cuerpo, ¿de qué sirve? (Sant. 2, 15-16). Y esa es una de las necesidades de la Iglesia y ahí debemos estar arrimando el hombro y lo que sea necesario.

Es incuestionable, salvo para los ‘ciegos’ y ‘miopes’ que se empeñan en no ‘ver’ lo que es evidente, la presencia de la Iglesia en medio del sufrimiento. Y esto no es de ahora. El fundador de los
Hermanos de San Juan de Dios, Juan Ciudad, ya dedicó su vida a los enfermos y hoy, esta Orden Hospitalaria sigue estando presente en todas las partes del mundo, básicamente en hospitales y atendiendo a personas disminuidas física o psíquicamente.

Personalmente guardo un magnífico y entrañable recuerdo de las comunidades de Zaragoza y de Palencia, especialmente con la primera, con las que tuve ocasión de compartir rezos, Eucaristías, así como momentos de diálogo y de ocio. Visité algunos enfermos que había departiendo con ellos y compartiendo su dolor e inquietudes.

Realmente es una labor asombrosa la que tanto los Hermanos como el personal sanitario o administrativo están haciendo con una alegría y optimismo realmente envidiables. Necesariamente se contagian esos valores a quienes por una razón u otra, allí están, aunque sea, como en mi caso, una visita de pocos días.

Y si de enseñanza hablamos, también es justo nombrar la gran cantidad de colegios y otros Centros de enseñanza que tiene la Iglesia, a cargo de distintas Órdenes religiosas
(Salesianos, Franciscanos, Compañía de Jesús, etc.) y de Asociaciones, como la de Propagandistas, en uno de cuyos Centros, el CEU ‘San Pablo’, de Alicante, están estudiando mis cuatro nietas.

No puedo olvidar que mi clara vocación a la docencia me vino del
Colegio ‘San Antonio’, de los PP Franciscanos, de Alicante, mi ciudad natal. La forma de llevar las clases del Padre fray Buenaventura Yagüe (ya ven que no lo he olvidado), fue determinante en el enfoque de mi vida. Todo, gracias a la labor permanente de la Iglesia, presente en el mundo de hoy y de siempre.

¡Caramba! Casi sin darme cuenta les estoy contando mi vida, pero es que todo eso me ha ido dando consciencia de las necesidades de la Iglesia a través de mi experiencia personal y ahora, ya en el atardecer de mi vida, la analizo desde la óptica de los años vividos, la experiencia adquirida y la presencia de Dios en toda ella arrimando el hombro y la Cruz para ayudarme y fortalecerme.

Y hasta que Él quiera. Después, contando con su ayuda y misericordia infinitas…¡a disfrutar eternamente de Su presencia y de la de su Madre, que también es la nuestra, con la adoración a Dios, ya perfecta, con Amor sin límites! ¿No creen que habrá valido la pena cuanto hemos hecho en este mundo según Sus planes, para que el Padre Eterno nos conceda esa Bienaventuranza sin fin?

Por favor. Discúlpenme estas pequeñas confidencias. Ahora volvemos con el tema que nos ocupa: las necesidades de la Iglesia.

Un fenómeno muy de moda en la actualidad, al menos en España, es el desprestigio de la Iglesia. Incluso se ha llegado a intentar quemar una Parroquia de un pueblo de Madrid y se ha podido evitar por la actuación del Cuerpo de Bomberos, si bien la puerta principal sí que fue ‘acariciada’ por las llamas. Incluso la profanación de una capilla católica en una determinada Universidad, en la que luego se realizó el correspondiente acto de desagravio, como puede verse en esta fotografía publicada por la prensa.

A tal extremo ha llegado el cuestionamiento de la labor social de la Iglesia que alguien, que ignoro quién es y lo siento, porque me gustaría felicitarlo por este exhaustivo trabajo realizado, ha hecho un análisis de lo que la Iglesia ahorró al Estado durante el año 2005. Vean algunas de estas cifras:

1.- 5.141 Centros de enseñanza (Ahorran al Estado 3 millones de euros por centro al año): 990.774 alumnos.
2.- 107 hospitales (Ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año).
3.- 1.004 centros; entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de SIDA. (Ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año) 51.312 camas.
4.- Gasto de Cáritas al año: 155 millones de euros (salidos del bolsillo de los cristianos españoles.)
5.- Gasto de Manos Unidas: 43 millones de euros (salidos del mismo bolsillo)
6.- Gasto de las Obras Misionales Pontificias (Domund): 21 millones de euros (¿Imaginan de dónde sale?)
7.- 365 Centros de reeducación social para personas marginadas tales como ex-prostitutas, ex-presidiarios y ex-toxicómanos ( 53.140 personas. Ahorran al Estado, medio millón de euros por centro)
8.- 937 orfanatos (10.835 niños abandonados, Ahorran al Estado 100.000 euros por centro)
9.- El 80 % del gasto de conservación y mantenimiento del Patrimonio histórico-artístico eclesiástico.

A todos estos datos, tenemos que sumar que casi la totalidad de personas que trabajan o colaboran con Manos Unidas, Cáritas, etc… son voluntarios 'sin sueldo' que incluso suelen poner ‘algo’ de su propio salario (los cristianos somos así para ayudar a la Iglesia, aunque haya alguien que no se lo crea) realizando esta labor de ayuda a los demás sin pedir nada a cambio. ¿En cuánto podríamos evaluar las horas que dedican si les aplicamos el salario mínimo interprofesional ? Realmente todos estos voluntarios si que tienen un salario. Miren y vean:
“Atesorad tesoros en el cielo donde no hay polilla ni las cosas se oxidan o se estropean, donde nadie te las puede robar”. (Mt 6, 19-21) Y ese “salario” nadie nos lo puede quitar ni nadie nos lo puede ofrecer fuera del “Señor de la mies”.

Por esa razón el Estado sigue dando algunas ayudas a la Iglesia Católica aunque no le haga gracia, pero es que le resulta baratísimo.

Ya lo ven. Aunque lo recibí a través de un correo electrónico, no ponía el autor. Personalmente me parece un estudio serio, concienzudo, real, verídico, imparcial y acertado, si bien las ‘pequeñas cosas’ no las recoge porque es una tarea imposible de baremar. Me estoy refiriendo a lo siguiente:

¿Cuántos cristianos echan mano de sus bolsillos particulares para cubrir gastos de fotocopias, tinta de impresora o papel para imprimir, cuando en las Parroquias ‘no se llega’? ¿Cuántos cristianos, cuando se ha cortado la luz del templo por impago han ido al banco a abonar el recibo porque no había fondos en la cuenta? ¿Cuántos cristianos hay que cuando ven el Misal u otros libros que se emplean en las Eucaristías u objetos del culto que hacen falta, los compran y hacen la donación al templo?

Todo esto ocurre y he puesto ejemplos de casos que he presenciado personalmente. Y cristianos de este tipo, conscientes de que la Iglesia tiene unas necesidades concretas y puntuales, no dudan en hacer este tipo de aportaciones para que la Parroquia, la Iglesia en definitiva, continúe con su labor de la mejor manera posible.

Pienso que de todo cuanto expongo tendrán más experiencia que yo muchos de ustedes y podrían matizar muchísimos puntos, por eso decía que lo ideal hubiese sido hacer una mesa redonda para exponer nuestras propias experiencias y enriquecernos mutuamente, pero hay que dejarlo así. ¡Qué le vamos a hacer! De momento les dejo y en una próxima entrada finalizaré este tema.


Que Nuestro Señor, bajo la advocación del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora de la Esperanza Macarena nos asistan y bendigan.

martes, 12 de abril de 2011

Ayudar a la Iglesia en sus necesidades (1ª de 3 partes)

SANTÍSIMO CRISTO DEL MAR

Sí, amigos. He estado pensando varios días en la forma de enfocar este tema, porque dentro de él hay muchos aspectos para comentar y, evidentemente, no todos podemos estar de acuerdo en todo.

Aunque tengo mi propio criterio y es inevitable que lo deje traslucir, he procurado ser objetivo. Verlo en toda la dimensión social, espiritual y religiosa que tiene. Incluso no sé si me extralimito, aunque creo que no, en su aspecto artístico. Raro, ¿verdad? Pues ya llegaremos.

Lo que lamento verdaderamente es no poder hablar directamente con todos ustedes, pero ¿qué le vamos a hacer? Es éste un tema realmente apasionante, como otros muchos quizá, pero con sus propias características. Vamos allá.

Es obvio que la Iglesia está asistida por personas que se dedican plenamente a ella a través de su servicio y disponibilidad, que tienen una dedicación pastoral distinta al resto de fieles. De la misma manera que un laico vive, se alimenta y viste por el salario que recibe del ejercicio de su profesión o por su trabajo, sea cual fuere, los sacerdotes y religiosos necesitan unos ingresos mínimos para lo mismo: vivir, alimentarse y vestir.

‘¿No sabéis que los que ejercen funciones sagradas viven del templo, y los que sirven al altar, del altar participan?’ (1 Cor.9:13). Esta cita de San Pablo corrobora lo dicho anteriormente.

Los propios templos, monasterios, conventos o el edificio religioso que sea, necesita un mantenimiento como cualquier otra edificación, e incluso mejoras, para potenciar las distintas actividades que se dan, de los tipos que sean. Y eso requiere una economía mínima que debe salir de algún sitio y la mayoría de las veces viene de los componentes de la Iglesia: los cristianos.

Esa es la razón de ser de este Mandamiento que tiene su propia historia, desde las limosnas (recordemos el óbolo de la viuda, en tiempos de Jesucristo y la observación que hace a sus discípulos. Ver Mc. 12, 41-44), hasta las donaciones, grandes o pequeñas, que en ocasiones se han transformado en Casas de Ejercicios Espirituales, lugares para retirarse a meditar y orar o en cosas semejantes, por poner un ejemplo, desde tiempos de Jesucristo hasta nuestros días, pasando por todas las edades de la Historia y con las costumbres existentes en cada una de ellas.

Y la Iglesia siempre se ha amoldado a la etapa histórica que le ha tocado vivir en cada momento y sigue viviendo, desde hace dos mil y pico años, conservando su lozanía a pesar de las persecuciones, incomprensiones, trabas y tantas cosas que tuvo y sigue teniendo, que no han hecho otra cosa que fortalecerla y rejuvenecerla.

La Iglesia, atenta siempre a las necesidades de cada momento, siempre tiende la mano al más necesitado según el espíritu de la doctrina del Maestro, sin importar raza, color de la piel o religión. Es su Catolicidad, su universalidad, su atención a quien ha sido objeto de la Redención: el género humano.

De cualquier forma pienso que no estará de más recordar algo de historia. ¿Recuerdan la antigua forma que tenía la expresión de este Mandamiento? ‘Pagar diezmos y primicias a la Iglesia de Dios’. Así lo aprendí en la catequesis de mi Primera Comunión.


Personalmente me parece mejor, más acertada, la redacción actual, pero aquello merece un comentario. En principio, el verbo ‘pagar’ no me parece el más adecuado, porque la Iglesia no ‘cobra’ por realizar su misión o por efectuar algún servicio (dar una Unción, celebrar una Eucaristía por algún difunto o por alguien que realmente necesita que se pida por él o ella, etc.).

Somos los cristianos los que ‘damos’ voluntariamente lo que en conciencia creemos que debemos aportar para contribuir al sostenimiento y mantenimiento de esta sociedad que, aunque divina por razón de su Fundador, Jesús, Hijo de Dios y Dios como el Padre y el Espíritu Santo, también es humana por razón de quienes la componemos a raíz de nuestro Bautismo, por el cual entramos a formar parte de la Iglesia.

Por qué, pues, lo del ‘diezmo’ y las ‘primicias’? El origen está en el Antiguo Testamento. En el Libro de los Números podemos leer: ‘Los levitas de veinticinco años arriba entrarán a ejercer su ministerio en el servicio del tabernáculo de reunión. Pero desde los cincuenta años cesarán de ejercer su ministerio, y nunca más lo ejercerán’. (Núm. 8, 24-25

Es decir, que Dios ya dispone que la tribu de Leví, de la que procedían los sacerdotes, debía dedicarse al servicio del tabernáculo. El resto de las tribus debían contribuir a su sustento con el diez por ciento de sus ingresos. De ahí viene la palabra ‘diezmo’.

Pero también es cierto que ese diezmo debía darse entregando los productos propios del pueblo: aceite, trigo, animales,… Los sacerdotes lo guardaban en una especie de almacén para ir tomando paulatinamente lo necesario para vivir.

No significa esto que no se empleara el dinero en aquella época, pues sabemos, por ejemplo, que Abraham compró la tumba de su esposa Sara en la cueva de Macpela, en Hebrón. Y también se sabe que a los trabajadores se les abonaba un denario por día trabajado. (Mt. 20, 1-16)


Personalmente les puedo decir que en ninguna de mis incursiones lectoras por la Biblia he encontrado pasaje alguno en el que el ‘diezmo’ se nombre fuera del pueblo de Israel. En las primeras comunidades cristianas de la Iglesia, no he leído en Hechos, Cartas ni en parte alguna, que se hable de ese término en sentido propio. Pero sí dice: ‘Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma; y ninguno decía ser suyo propio nada de lo que poseía, sino que tenían todas las cosas en común’. (Act. 4, 32). Y esto es muy importante, para entonces y para hoy.

Es evidente que para los estudiosos de este tema y especialistas en el estudio de la Palabra habrá muchísima más materia para tratar, pero esta breve pincelada histórica me parece suficiente para introducirnos en el origen de las necesidades eclesiales.

NUESTRA SEÑORA DEL SILENCIO

Que nuestro Maestro, desde la advocación de Cristo del Mar, y su Madre, Nuestra Señora del Silencio, nos bendigan.

sábado, 19 de marzo de 2011

Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Iglesia (y II)


‘Al oír estas palabras me senté y lloré durante muchos días, y ayuné y oré delante del Dios de los cielos. Y dije: Te suplico, oh Yavéh, Dios de los cielos, fuerte, grande y temible, que guardas el pacto y la misericordia a los que te aman y guardan tus mandamientos. Escúchenme tus oídos y abiertos tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos; y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti; sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado. La vanidad de los ídolos nos sedujo, y no hemos guardado tus mandamientos, ceremonias y preceptos que diste a Moisés, tu siervo’. (Nehemías, 1, 4-7)

La intención de la oración de Nehemías sigue siendo válida muchos siglos después. Así es. Hoy tanto el ayuno como la abstinencia siguen teniendo vigencia. Por una parte nos ayudan a educar nuestros instintos para conseguir dominarlos, no dejarnos vencer por ellos y conseguir ese autodominio que necesitamos para vivir socialmente y no dejarnos llevar del genio que a veces nos perjudica.

Fíjense: ‘Tres cosas hay, hermanos, por las que se mantiene la fe, se conserva firme la devoción, persevera la virtud. Esas tres cosas son la oración, el ayuno y la misericordia. Lo que pide la oración, lo alcanza el ayuno y lo recibe la misericordia. Oración, misericordia y ayuno: tres cosas que son una sola, que se vivifican una a otra’. (San Pedro Crisólogo. Sermón 43).

Por otra parte nos permiten vivir más concientemente los períodos litúrgicos que la Iglesia nos va proponiendo a lo largo del año (Adviento, Cuaresma,…), desde nuestra propia libertad y tener mayor consciencia de lo que significa cada uno en relación a nuestro trato con Dios.

Además, no debemos centrarnos únicamente en la materialidad de ‘no comer carne’ o de ‘hacer una sola comida fuerte al día’. ‘Ha de consistir mucho más en la privación de nuestros vicios que en la de los alimentos’. (San León Magno. Sermón 6 sobre la Cuaresma).

Si analizamos objetivamente el ayuno que la Iglesia pone ante nosotros, veremos que realmente tampoco es tan fuerte como aparenta, lo que ocurre es que existen personas que, acaso demasiadas, que tienen poco tiempo para hacer ‘esas tonterías’ según ellos, pero les sobra muchísimo de ese tiempo para criticarlas sin base ni argumentos sólidos algunos y en cuanto se les pide que aporten razones serias que avalen sus criterios, no saben (porque no pueden) hacerlo.

Veamos. De los 365 días del año (366 si es bisiesto), solamente DOS días hay obligación de guardar tanto el ayuno como la abstinencia: Miércoles de Ceniza, día en el que da comienzo la Cuaresma y el Viernes Santo, por razones obvias. Cristo muere y culmina la Redención. Nos devuelve la amistad con Dios. (Y nos da a su Madre como Madre nuestra, también). ¿No es una manera de unirnos a los sufrimientos de Cristo en la Cruz, que a partir de ese momento se convierte en nuestro símbolo como cristianos?

Se nos pide un desayuno y una cena ligeros, parcos. Una comida fuerte al día y no comer nada entre horas, desde los 18 hasta los 60 años de edad. Y eso hasta es posible que lo hagamos muchos días que no son de ayuno. Sinceramente pienso que no se nos van a caer los anillos de las manos por hacer ese tipo de ayuno, ¿no? Ni que decir tiene que en caso de enfermedad se está exento tanto del ayuno como de la abstinencia.

Entonces, si pretendemos vivir un cristianismo que nos conduzca a un mayor perfeccionamiento, deduciremos que la penitencia no deberemos practicarla solamente esos tiempos fuertes que hemos mencionado. También deberemos tener iniciativas personales que nos permitan ir en línea con las Escrituras. ‘Mortificad vuestros miembros terrenos, la fornicación, la impureza, la liviandad, la concupiscencia y la avaricia, que es una especia de idolatría, por las cuales viene la cólera de Dios’. (Col. 3, 5-6). Quien esto dice y aconseja, es San Pablo.

Esto me da pie para mencionar lo que yo llamo ‘las otras penitencias’. Al nombrar esta palabra, penitencia, suele venir a la mente el concepto de flagelos, cilicios y cosas por el estilo. Pues, ¿qué quieren que les diga? Son, qué duda cabe, unas formas concretas de hacer penitencia muy respetables (hay santos que lo han practicado y yo conozco personas que llevan un cilicio algunos momentos del día) pero no son necesarios, pues pueden no ser aconsejables en determinados casos o circunstancias.

Existen otras formas igualmente válidas, como dejarnos temporalmente alguna actividad que nos guste, por ejemplo, el ordenador: sus juegos, la navegación por Internet como ocio sano y equilibrado,… Hay quien se pasa horas y horas delante de este ‘trasto’, y dejarlo durante unos días o una temporadita más o menos larga, puede ser beneficioso para la persona, especialmente si la aparta de sus actividades habituales. Eso sería un gran sacrificio para ellos. Y quien dice esto del ordenador, se puede aplicar a otras cosas (golosinas, momentos de ocio,…)

Pero nuestro ayuno, si realmente tiene un cariz de sacrificio de cara a Dios, debe evitar el consumo de alimentos que vayan acompañados de del despilfarro de medios económicos o de otro tipo de recursos. ¿Para qué queremos ayunar si luego malgasto dinero en caprichos innecesarios o superfluos? Es San Juan el que nos dice: ‘Si alguien que tiene bienes de este mundo ve a su hermano en necesidad y no se apiada de él, ¿cómo puede permanecer en el amor de Dios?’ (I Jn. 3, 17).

Una de las cosas que leí de San Juan Crisóstomo y me guardé para meditar, fue este referida a lo que antes nombraba como ‘las otras penitencias’. Fíjense en lo que dice: Ayunas con tus manos al mantenerlas puras en servicio desinteresado a los demás. Ayunas con tus pies al no ser tan lento en el amor y en el sacrificio. Ayunas con tus ojos al no ver cosas impuras o al no fijarte en los demás para criticarlos. Ayuna de todo lo que pone en peligro tu alma y tu santidad. Sería inútil privar mi cuerpo de comida pero alimentar mi corazón con basura, con impureza, con egoísmo, con competencias, con comodidades.

Ayunas de comida pero te permites escuchar cosas que se hablan de tus hermanos, mientras se dicen de otros especialmente chismes, rumores o palabras frías y dañinas contra otros. Además de ayunar con tu boca, debes ayunar de no decir nada que haga mal a otro, pues ¿de qué te sirve no comer carne si devoras a tu hermano?’

Ya ven. No tiene desperdicio y es tremendamente actual. Varias veces he lamentado no haber tenido la precaución en aquel momento que lo descubrí, del documento al que pertenece esto que he anotado, porque podrían haber cosas igualmente buenas y útiles para el progreso espiritual.

Personalmente pienso que de este escrito de San Juan Crisóstomo, se puede descubrir que podemos ayunar de juzgar a otros, ya que no somos nadie ni tenemos autoridad moral alguna para juzgar a ninguna persona. Eso, en todo caso, queda reservado para Dios que conoce a cada uno cómo es realmente. Hasta lo más íntimo. Nosotros podremos, en cualquier caso, juzgar hechos, pero nunca personas.

Pienso también que se puede ayunar todos los días del año, de pesimismos y desalientos. Si nuestra roca es Cristo, ¿a quién o a qué temeremos? ¿Dónde estarán nuestra Fe y nuestra Esperanza como Virtudes Teologales?

También podríamos ayunar de todo tipo de amarguras y desalientos. Más bien, al contrario. Dios es Alegría y Misericordia. Llenémonos nuestro espíritu, pues, de agradecimiento al Creador por los dones que diariamente recibimos de su parte. Son tantos que unos los conoceremos, otros los intuiremos, pero la gran mayoría nos pasarán desapercibidos. Nos los concede gratuitamente sin pedir nada a cambio. ¿No tendremos que montar nuestra vida desde nuestro agradecimiento a su Providencia que continuamente vela por nosotros?

‘Mirad los lirios del campo; no se afanan ni hilan; y sin embargo os digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que ahora está en el campo y mañana se echa al horno Dios la viste así, ¿qué no hará con vosotros, hombres de poca fe?’ (Mt.6, 28-30).

Jesús es muy claro en lo referente a la providencia divina en nosotros como podemos ver en este fragmento evangélico. ¿No creen que está suficientemente documentado para manifestarle nuestro agradecimiento, así como los sacrificios que hagamos por amor a Él?

Hemos de meditar cómo es nuestro cariño al Creador. Desde él podremos dar valor a los sacrificios penitenciales y a los ayunos que hagamos. Por lo demás, no nos preocupemos. La respuesta de Dios nos llegará desde la obediencia y la docilidad a lo que Él desee y la Iglesia disponga para hacer más perfectos nuestros ayunos y abstinencias.

Concretamente de esta última me voy a detener un poco para hablar específicamente de ella.

La Iglesia nos dice que debemos abstenernos de comer carne todos los viernes de Cuaresma específicamente y todos los viernes del año, si bien estos últimos pueden ser sustituidos por obras concretas de caridad, de piedad o por otro sacrificio específico voluntario.

Esos viernes podremos comer carne, pero la suplencia por las cosas nombradas debe venir desde nuestro cariño a Jesús, desde nuestra solidaridad con su sufrimiento en la Cruz.

REFECTORIO DE LOS CARTUJOS.-ZURBARÁN.-
BARROCO

Un chico o una chica, a los 14 años que comienza la obligatoriedad de la abstinencia, puede tener la madurez necesaria para saber, admitir y llevar a su vida la obligatoriedad de este sacrificio si desde su infancia ha recibido la correspondiente educación cristiana de sus padres que, como tales, son los primeros educadores y formadores en la Fe, y si luego han seguido una catequesis adecuada en su Parroquia.

Luego ya irán despertando a la adultez en la Fe y en su compromiso temporal. El ayuno y la abstinencia serán algo absolutamente normal en su vida, porque desde estos sacrificios llegarán a la conclusión de que el verdadero ayuno consiste en cumplir la voluntad del Padre Eterno ‘que ve en lo secreto y te recompensará’. (Mt. 6, 18).

Existe una especie de crítica a la abstinencia. Hay quien dice que en lugar de carne habría que ayunar con otros tipos de comida más caros. Pienso que hay un error de fondo, pues lo de menos es que sea la carne lo que marque la abstinencia. Lo realmente importante es el espíritu de obediencia a las normas de la Iglesia. Si ella indica que sea la carne, nuestro deber de hijos es obedecer lo que nos dice, porque la obediencia en sí misma y de buena gana, también puede ser un sacrificio grato a Dios.

Si en lugar de abstenerse de comer carne se hubiese decidido no comer pan, por ejemplo, que es un alimento básico igualmente hubiese habido que obedecer y tal vez los mismos que critican el no comer carne en los días de abstinencia, harían lo mismo con el pan. Lo cierto es que cuando lo dice la Iglesia, es porque va dirigido a nuestro bien.

En el fondo y como he dicho antes, lo más importante es unirnos a la Pasión de Cristo. Al morir en viernes, la Iglesia ha puesto ese día para que tengamos presente su sacrificio a través de los nuestros, materializados por el ayuno y la abstinencia.

No debemos perder de vista el beneficio espiritual que nos aporta. ‘Si no hiciereis penitencia, todos igualmente pereceréis’. (Lc. 13, 5). Siempre contribuirá a ayudarnos a superar nuestras imperfecciones y a abrirnos a la austeridad y a la solidaridad con los demás.

Dice San Pablo: ‘Destruid, pues, lo que hay de terreno en vosotros: fornicación, impureza, liviandad, malos deseos y codicia, que es una especia de idolatría. Eso es lo que provoca la ira de Dios sobre los rebeldes, y lo que también vosotros practicasteis en otro tiempo, cuando vivíais en tales pecados. Pero ahora abandonad también todo eso. ¡Lejos de vosotros todo lo que signifique ira, indignación, malicia, injurias o palabras groseras!’ (Col. 3, 5-8).

Es difícil, pero fácil a la vez. Complicado, pero sencillo de aplicar. Todo se reduce a ‘querer’ hacerlo, porque ’querer, es poder’, dice el refrán. Y para ello no nos olvidemos que, tanto la abstinencia como el ayuno, deben tener el ‘aderezo’, el ‘aliño’, de la oración. ‘Todos los que han querido rogar por alguna necesidad, han unido siempre el ayuno (la penitencia) a la oración, porque el ayuno es el soporte de la oración’. (San Juan Crisóstomo. Catena Aurea).

Tendrán más sabor el sacrificio y la penitencia.

Tendrán sabor de Eucaristía.

Tendrán el sabor de Dios.



Que nuestro Padre Jesús de Medinaceli y Nuestra Señora de los Remedios de Malate nos bendigan.