domingo, 15 de febrero de 2009

San Pablo (2ª parte)

Aquí está la continuación de la anterior entrada sobre San Pablo. Con ella voy a finalizar este tema, pero tengo la impresión de que algo queda cojo. Me falta poner algo y no sé qué puede ser. Lo pensaré, lo meditaré, lo pondré en mi oración y… supongo que sacará algo en claro. Espero que el Espíritu Santo, nuestro común amigo, me eche una mano como siempre hace. Continuemos.

La conversión

Saulo lo tuvo muy claro: su deber era ayudar a velar por la pureza de la Ley y, como buen israelita y fariseo, debía participar en esa persecución, para lo cual visitó al Sumo Sacerdote y se procuró cartas para las sinagogas de Damasco con el fin de buscar allí hombres o mujeres pertenecientes a esta secta y llevárselos presos a Jerusalén.

Junto con otros que pensaban de la misma forma, se puso en camino respirando amenazas y muerte contra los seguidores de Jesús. Cuando ya estaban cerca de Damasco ocurrió un suceso que cambió radicalmente el sentido de su vida como nunca hubiera podido imaginar.

Súbitamente se vio rodeado de un resplandor de luz intensísimo procedente del cielo que no hubiese podido explicar con palabras humanas.

Cayó al suelo temblando y con un miedo infinito ante lo que le estaba sucediendo, ya que habría podido pensar que hubiese llegado su última hora. Y oyó una voz muy clara que le decía:

- Saulo, Saulo. ¿Por qué me persigues?
No sabiendo de dónde salió la voz, se atrevió a preguntar:
- ¿Quién eres, Señor?
Y ese Ser que le hablaba le respondió:
- Yo soy Jesús, al que tú persigues: dura cosa te es dar coces contra el aguijón.
Temblando aún más, sudoroso del miedo cerval que lo invadía, solamente acertó a decir:
- Señor, ¿qué quieres que haga?
La respuesta estaba muy clara y no admitía dudas ni discusión alguna:
- Levántate y entra en la ciudad. Allí se te dirá lo que has de hacer. (Hch. 9, 1-30)

(Un pequeño paréntesis. ¿Qué habríamos hecho nosotros, ustedes y yo, si vamos por la calle y nos sucede lo mismo que a Saulo? Sinceramente. Pienso que es para meditarlo y obrar en consecuencia, ¿no? Porque nosotros tenemos la Gracia de que se nos ha transmitido el conocimiento de Jesús, el LOGOS, y se nos ha dado la libertad de darle una respuesta. ¿Necesitaremos acaso tener nuestro ‘camino de Damasco’? Prosigo.)

Sus compañeros de viaje permanecían atónitos, porque oían las voces pero no veían nada ni a nadie. Saulo se levantó como pudo, ayudado por ellos, pero sus ojos no veían absolutamente nada. Quedó ciego.

(Otro inciso y perdónenme estos pequeños cortes que creo convenientes para aclarar conceptos. Se ha transmitido muchas veces, y la iconografía es testigo de ello, que Saulo ’cayó de su caballo’ cuando vio la luz cegadora. (Yo mismo, para ilustrar la escena, así lo pongo, pero no he encontrado nada que no sea en este sentido). Pero lo cierto es que consultando en varias ediciones de la Biblia, leyendo y releyendo el capítulo 9 de los Hechos de los Apóstoles donde se narra este suceso, no he visto en ninguna que ponga explícitamente que cayó de su caballo. Solamente dice que ‘cayó a tierra’. Es de suponer, sin embargo, que fuese en una cabalgadura porque era el medio habitual de viajar en esa época, pero históricamente no hay nada, que yo sepa, en este sentido. Y esto son detalles que no tienen importancia alguna. Lo fundamental es que Saulo se convirtió a Jesús y le fue fiel hasta la muerte. Prosigo)

Por el camino, como podía, pensaba en ese suceso y cuanto más lo hacía, más cuenta se daba, por mucho que le costara creerlo y admitirlo, que había tenido una TEOFANÍA : El mismo ADONAY, el Dios de sus padres, era el que le había hablado y Él mismo le había dicho que era Jesús, el ajusticiado.

Eso suponía que lo dicho por Esteban en su juicio era cierto y el crucificado era el mismo Dios. Como en una penumbra le venía el recuerdo de su maestro Gamaliel diciendo al Sanedrín que dejaran en paz a los seguidores de Jesús por si le estaban haciendo la guerra al mismo Dios. (Hch. 5, 34-39)

Y ahora veía dentro de su ceguera, pero con una luz interior como nunca había tenido, que era cierto. Ese era el sentido de la voz de Jesús cuando le dijo que ‘era duro dar coces contra el aguijón’, porque contra Dios, ¿quién iba a poder?


NACE PABLO

No tenía más remedio que seguir hasta Damasco y esperar. ¿Qué pasaría luego? No lo sabía. Se le abrían muchos interrogantes y sus creencias más profundas vacilaban. El camino se le hacía especialmente duro, pues no dejaba de pensar que a ese Señor al que siempre había querido servir, lo que realmente había hecho era hacerle la guerra, perseguirlo en las personas de sus seguidores y discípulos.

Al llegar a Damasco fue llevado a casa de un tal Judas donde permaneció tres días sin comer ni beber nada. Pensaba sin cesar en ese detalle de Dios de hablarle directamente y en la respuesta que él, probablemente sin saber exactamente el alcance que tenía la respuesta que dio, le contestó: ‘¿Qué quieres que haga?’. Y eso le martilleaba el cerebro.

A los tres días fue a visitarle Ananías de parte del mismísimo Jesús para bautizarlo en la nueva fe. Cuando le impuso las manos se le cayeron de los ojos como unas escamas y recobró la vista, no solamente la del cuerpo sino también la del alma. Veía ahora con una claridad meridiana la misión que tenía encomendada.(Hch. 9, 17-20)

Pero no fue fácil. Los mismos israelitas, que habían presenciado su ardor en la persecución de los cristianos no creían en su conversión, hasta el punto de que cuando intentó predicar en Damasco se desencadenó una persecución sobre él que le obligó a huir hacia Jerusalén.

Una vez allí intentó unirse a los discípulos, pero todos tenían miedo porque tampoco se fiaban. La ayuda de Dios le llegó a través de un personaje querido y respetado en la comunidad de Jerusalén y con el que llegó a tener una profunda amistad: Bernabé. (Hch. 9, 27-30)

Cuando este cristiano oyó el relato de lo sucedido camino de Damasco, no dudó en presentarlo a los apóstoles. Desde entonces iba y venía con ellos predicando con valentía a Jesús resucitado, incluso a los judíos de procedencia helenista a los que probablemente predicaría en griego.

Pero estos judíos pretendían matarlo, lo cual llegó a oídos de los apóstoles y lo enviaron a Tarso, que al ser su ciudad natal pensaron que estaría mejor protegido y desde allí se dirigió a Antioquía. Precisamente en esta ciudad llamaron cristianos por primera vez a los seguidores de Jesucristo.

Allí se produjo un hecho singular. Mientras celebraban la Liturgia del Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo:


- Separadme a Bernabé y a Saulo para la misión que les he encomendado. (Hch. 13, 2)

Ahí, podríamos decir nosotros, comenzó la aventura paulina en la que a través de sus periplos, el Evangelio y la predicación del Apóstol fueron los protagonistas.

Lo demás, tal vez sea más conocido. Sus viajes, su predicación, sus Cartas, sus dificultades,… Pero no tenía pelos en la lengua para anunciar la Buena Nueva. Se trataba de hablar de Jesucristo y de darlo a conocer a todos, si no, que se lo digan al rey Agripa y a la reina Berenice, a quienes el procurador romano Porcio Festo se lo presentó para que lo oyeran. El capítulo 26 de los Hechos de los Apóstoles recoge este momento.

Curiosamente, Pablo fue el que más odio tenía a los cristianos, pero su encuentro personal con el LOGOS y el descubrimiento que hizo del mismo a lo largo de su existencia y de su predicación, transformaron su vida convirtiéndolo en un infatigable apasionado de Cristo. Y esto le llevó también a vivir al Redentor apasionadamente y amarlo en profundidad.

Es un modelo a seguir, porque cuando a Jesucristo se le conoce y se le sigue, ya no se le puede abandonar. No tendría sentido hacerlo, ¿verdad?

2 comentarios:

colectiu dijo...

La historia de San Pablo es un claro ejemplo de que todo va como el hombre quiere, hasta que Dios decide hablar. Ya estaba bien de perseguir a los cristianos. Ahora vas a ser tú el perseguido... y justamente por ser,a partir de ahora, uno de ellos...
En nuestra vida debe haber un momento decisivo en el que, como Saulo, decimos: "Señor, ¿qué quieres que haga?"
Ruego alguna opinión sobre este texto a los que entren en esta página.
Gracias.

El tío Maset dijo...

Sr./es. COLECTIU. Bienvenidos de nuevo al blog. Ha resumido muy acertadamente la vida de Pablo de Tarso: de perseguidor (por odio) a perseguido (por amor). Solamente que ese Amor, ya con mayúsculas, se desbordó sin límites hasta la Eternidad y nos dejó como legado (al menos esta es mi opinión), el tratado más perfecto de Teología que haya habido y que hay. Supo captar la esencia de Dios de la mejor forma. Sin duda, el Espíritu estuvo con él entonces como está hoy con cualquiera de nosotros cuando caminamos con Dios y vivimos para Él. Confío leerle con más frecuencia.