domingo, 23 de agosto de 2009

El regreso


Tocaba volver. Cuando el LOGOS se transfiguró en el Tabor y tanto Pedro como Santiago y Juan querían construir tres tiendas, no para ellos, sino para Jesús, Moisés y Elías, (Mt. 17, 1-9), llegó un momento que tuvieron que bajar del monte. Había que volver a la realidad, al día a día.

Algo así nos ocurrió a todos cuantos estábamos haciendo los Ejercicios. Teníamos que volver a nuestros lares. Como cosa curiosa les diré que el único varón que estaba haciendo los ejercicios era yo. El resto eran mujeres, tanto religiosas como seglares.

Desde la reunión de la primera noche, después de la cena, en la que el sacerdote nos repartió una hojita con el contenido de la primera meditación del día siguiente, con textos evangélicos de apoyo sobre los cuales debíamos elegir uno, dos a lo sumo, y basar desde ellos nuestra meditación y oración, hasta la Eucaristía que clausuró esta tanda de Ejercicios Espirituales, hubo silencio. Total y absoluto. Pero ya conocíamos que parte de la dinámica ignaciana para ellos es fundamental el recogimiento y el silencio exterior, con el fin de facilitar el interior y favorecer la audición de lo que Dios nos decía a cada uno a través de la meditación de la Palabra o de la oración.

Como anécdota curiosa les diré que cuando se rompió el silencio yo estaba afónico a causa del silencio. Cuando en la cena comenzamos a hablar fui recobrando la voz poco a poco. Fueron diálogos muy interesantes los que estuvimos manteniendo incluso después de ella y algo se aprendió. ¡Ya lo creo!

Con respecto a mi promesa, se cumplió. En la oración de los fieles en la Eucaristía de todos los días se pidió por todos ustedes. En la Comunión, también. En la cena del último día una religiosa que se sentó frente a mí me pidió que le explicara qué era eso de pedir ‘por las personas que desde Norteamérica, Centroamérica, Sudamérica y Europa estaban rezando por todos los que estábamos allí dentro’. Se lo expliqué y quedó asombrada. No se había imaginado nada así.

Pero luego entré en Internet, abrí mi blog y la invité a verlo. Y leyó el artículo donde les decía que ustedes estarían presentes allí a través de la oración de la Comunión de los Santos, así como el comentario que entró el día 17 de agosto procedente de algún lugar de España en el que decía que “Desde España oramos por esa tanda de Ejercicios Espirituales”.

En cuanto a los Ejercicios en sí mismos puedo decir que en lo que a mi esposa y a mí se refiere han sido muy buenos. Muy duros, eso sí, pero sabíamos que no íbamos a ninguna feria a divertirnos. Se ha meditado mucho, Se ha orado mucho. Tanto en las cuatro capillas que teníamos disponibles como al aire libre.



Por cierto, que yo descubrí un lugar al que bauticé como ‘Capilla de la Virgen de la Roca’, en el que pasé muchos momentos de oración y meditación con la Madre. Francamente, me cautivó el lugar, como pueden ver en la fotografía.

Había dos capillas que yo desconocía en las que también pasé muchos momentos con Jesús Sacramentado. Una mayor, con unas cristaleras preciosas y otra pequeña en la que la intimidad parecía mayor al estar en penumbra.

Y ahora, hemos de hacer como los discípulos de Emaús cuando reconocieron a Jesús al partir el Pan. Tenemos que volver desde nuestro Emaús a nuestro Jerusalén particular: el trabajo, la familia, la Parroquia, los enfermos,…y hacer presente allí la realidad del Cristo Resucitado al que todos nosotros seguimos. Él ya se encargará de ‘explicarnos las Escrituras’ a nivel personal, según el Espíritu sople.

Solamente me resta agradecerles de corazón sus oraciones, tanto a nivel personal como comunitario y, personalmente, continuar unido a ustedes desde este sencillo blog. Muchas gracias y que Dios y la Madre les acompañen siempre.

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