domingo, 5 de diciembre de 2010

Bienaventurados los que sufren persecución por la justicia, pues de ellos es el reino de los cielos


Piedad.-Grupo escultórico de Juan de Ávalos.-Valle de los Caídos


Siglo XXI. En un determinado país se mata a varios cristianos en un acto terrorista especialmente ‘dedicado’ a ellos. (La noticia fue esta: Ola de ataques contra cristianos: 7 muertos y 23 heridos. Estas ofensivas se producen diez días después de que al menos 58 personas, la mayoría mujeres y niños, murieran en la iglesia de Nuestra Señora del Socorro en un ataque armado contra este templo.) (Fuente: Internet)

Piedad.-Juan de Ávalos.-Destrozos en la espalda de la Virgen


En otro determinado país, de amplia mayoría católica, el Gobierno ordena cerrar al culto un monasterio benedictino y los monjes celebran la Eucaristía al aire libre, incluso lloviendo. En el mismo país y en el mismo monasterio, es destruida una ‘Piedad’(la que encabeza esta entrada) a martillazos ante la pasividad del mismo Gobierno.

Sí, amigos. Esto está pasando hoy, en pleno siglo XXI. Es una persecución religiosa, más o menos camuflada, contra la Iglesia católica.


Determinadas Asociaciones, además de protestar, se han personado, acompañados de otros fieles cristianos, en el citado monasterio para acompañar a los monjes benedictinos en las celebraciones litúrgicas. Al principio fueron unos cientos. Luego unos miles. Hoy, con la nieve rodeando el Monasterio y con frío, han vuelto a personarse algunos miles de cristianos a la celebración de la Eucaristía al aire libre.

Los cristianos algo tenemos que decir. Algo tenemos que hacer para protestar contra esto. Me consta que se han enviado cientos de correos electrónicos de protesta al Presidente del Gobierno, europeo él, bautizado él (supongo), consintiendo estos desmanes él, saltándose e incumpliendo la Constitución de ese determinado país él y protegiendo otras religiones él.

No es extraño que hace algo más de dos mil años, Alguien llamado Jesús de Nazaret lo advirtiese: ‘Bienaventurados seréis cuando os insulten y persigan y con mentira digan contra vosotros todo género de mal por mí. Alegraos y regocijaos, porque grande será en el cielo vuestra recompensa, pues así persiguieron a los profetas que hubo antes que vosotros’. (Mt. 5, 11-12).

Ya ven. Sigue existiendo eso de la persecución. Nos horrorizamos cuando leemos o mencionamos lo aprendido cuando estudiábamos Historia de la Iglesia, en lo referido a las persecuciones ordenadas por los Césares romanos a los cristianos en Roma o en provincias de su imperio. Pero el tema sigue en pie.

Parece como si esto entrase del ‘lote’ de ser cristiano. Como si las persecuciones físicas o psíquicas formaran parte de nuestra condición de seguidores de Jesucristo. ‘No es el discípulo más que su maestro, ni el siervo más que su señor’. (Mt. 10, 24), dijo Jesús.

¿De qué nos extrañamos entonces? Es una constante en la vida de la Iglesia. Y detrás de todo esto está Satanás, el Mal, en constante combate contra Dios. Pero nos queda un consuelo. Una esperanza. Dice San Pablo: ‘En mil maneras somos atribulados, pero no nos abatimos; en perplejidades no nos desconcertamos; perseguidos, pero no abandonados, abatidos, no nos anonadamos, llevando siempre en el cuerpo la mortificación de Jesús, para que la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo’. (II Cor. 4, 7-10).


Es decir. Que en esta constante lucha contra el mal tenemos la seguridad de estar en el bando de los vencedores, porque el Arcángel San Miguel, haciendo honor al significado de su nombre (Miguel en hebreo significa literalmente "¿Quién como Dios?"), conduce la batalla final como relata el Apocalipsis: ‘Hubo una batalla en el cielo: Miguel y sus ángeles peleaban contra el dragón, y peleó el dragón y sus ángeles, y no pudieron triunfar ni fue hallado su lugar en el cielo. Fue arrojado el dragón grande, la antigua serpiente, llamada Diablo y Satanás, que extravía a toda la redondez de la tierra, y fue precipitado en la tierra, y sus ángeles fueron con él precipitados. Oí una voz en el cielo que decía: Ahora llega la salvación, el poder, el reino de nuestro Dios y la autoridad de su Cristo porque fue precipitado el acusador de nuestros hermanos el que los acusaba delante de nuestro Dios de día y de noche’. (Ap. 12, 7-10).

Pero aun así, no deja de ser chocante que el Evangelio, que debe ser y servir como nexo de unión entre las personas y de éstas con su creador, sea combatido, ridiculizado y ninguneado a pesar de los dos mil diez años transcurridos desde el nacimiento del Protagonista del evangelio. Y no pueden con Él. Han caído imperios, totalitarismos muy fuertes que se han sustentado sobre las armas o el terror. El Evangelio y Jesús continúan jóvenes, lozanos y fuertes.

Las tinieblas no pueden, ni podrán, contra quien es Luz, Camino, Verdad y Vida. No en vano nos dijo: ‘En el mundo habéis de tener tribulación; pero confiad: Yo he vencido al mundo’. (Jn. 16, 33).

El cristianismo que desea ser fiel a Cristo se debe enfrentar a muchos intereses creados, que en ocasiones pueden ir en contra de la verdad y de la justicia. El Papa es el primero que levanta su voz contra este tipo de cosas. Así lo ha hecho, por ejemplo, en su reciente visita a España hablando a favor de la familia natural y en contra del aborto, al hablar a favor de la vida, como ya vimos en entradas anteriores.

Con la excusa de un falso progresismo se habla de ‘trabajar por una muerte digna’, cuando en realidad se está favoreciendo la eutanasia. Y la Iglesia molesta cuando levanta su voz a favor de la vida.

No obstante la verdad sólo es una. Única. Y cuando se llega a conocer al Autor de la Verdad, y esto se asume en la vida personal de cada uno, no se retrocede ni se acobarda nadie ante semejantes atropellos. La Fe es oscuridad. Podremos no entender el por qué de estas tropelías, pero teniendo claro de Quien nos fiamos, nuestra Fe y Esperanza se mantienen en constante espera, como las vírgenes prudentes de la parábola.


Ciertamente es fácil que como humanos nos asalten dudas que podrían estar originadas por nuestra inclinación al pecado. Pero con la mirada puesta en Jesucristo y en María, podemos superarlo todo. Oremos sin cesar. Abandonémonos constantemente en sus manos pidiendo luz para nuestras dudas. No nos fallarán. Seguro.

INMACULADA CONCEPCIÓN.-FRANCISCO DE ZURBARÁN.-BARROCO

Es cierto que existen cristianos que han abandonado sus prácticas religiosas porque piensan, erróneamente, que todo eso está superado. Son criterios excesivamente humanos y materialistas. Eso es despreciar al mismo Jesús. Quien permanece fiel al Maestro y no cede a la tentación del abandono permaneciendo fuerte en sus creencias y leal a sus motivos de credibilidad, está repitiendo nuevamente como Pedro: ‘Señor. ¿A quién iríamos? Sólo Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que eres el Santo de Dios’. (Jn. 6, 66).

En el mismo Sermón del Monte nos dice que debemos orar por los que nos persiguen. ‘Amad a vuestros enemigos y orad por quienes os persiguen para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos’. (Mt. 5, 44-45). Sí. Dios es así. No les cierra la puerta de la conversión. Siempre está dispuesto a acogerlos en su arrepentimiento con el abrazo del perdón. Y nosotros podemos ser esos instrumentos de los que se vale el Creador para atraerlos hacia sí y celebrar una gran fiesta en el cielo por el pecador arrepentido.

Nosotros somos los siervos del señor de la parábola a los que manda a los caminos para traer a los cojos, lisiados, ciegos,…al banquete de bodas mesiánico que va a dar, porque los oficialmente invitados se han excusado o no han querido ir. Y en este envío a calles, barrios, ambientes a los que nos envía, acaso suframos las burlas, incomprensiones, insultos,…pero Él siempre estará al quite para fortalecernos y después darnos el ciento por uno.

Tenemos el deber de corresponder al sacrificio de Jesús en la Cruz por cada uno de nosotros. Sí, nosotros, con nuestro nombre y apellidos. Pongamos cuanto esté en nuestras manos para ganar gente para Dios. No nos resignemos a lo que hay y veamos a nuestro alrededor. Eso sería deformar el mensaje de Jesús. Y una cobardía. ‘No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, que el alma no pueden matarla. Temed más bien al que puede destruir al hombre entero en el fuego eterno’. (Mt. 10, 28).


Y en los momentos difíciles, que los hemos tenido y los podemos tener nuevamente, no vacilemos en acudir al Salvador, como hicieron los Apóstoles en la tempestad: ‘Señor. Sálvanos que perecemos’. (Mt. 8, 25). ¿Se acuerdan de esta cita?¿Y también de la respuesta de Jesús?: ‘¿Por qué teméis, hombres de poca fe?’

Tempestad calmada.-Giorgio de Chirico.-Siglo XX

Les echa en cara su poca fe, que en ocasiones es lo que nos puede faltar a nosotros. En el Libro de Josué hay un fragmento muy bonito. Dice Dios: '¿No te mando yo? Esfuérzate, pues, y ten valor; nada te asuste, nada temas, porque Yavé, tu Dios, irá contigo a donde quiera que tú vayas’. (Jos. 1, 9). Precioso, ¿no? Toda una recomendación para los cristianos del siglo XXI y los venideros.

Recordemos, cuando nos haga falta, el reproche de Jesús a los Apóstoles y lancémonos a lo que Él espera de cada uno de nosotros, sin olvidar que el Maligno siempre estará esperando encontrar un hueco por donde atacarnos. No se lo permitamos. Acordémonos de la petición del ciego de Jericó: ‘Jesús, hijo de David, ten compasión de mí’. (Lc. 18, 38). Y confiemos en Él. Saldremos fortalecidos con su ayuda.

Si nuestro cristianismo nos impulsa a vivir el Evangelio vamos a sufrir persecuciones. Puedo decirles que personalmente las he tenido, así como mi esposa, en el ejercicio de nuestra profesión por parte de algunos compañeros de trabajo. Les garantizo que se pasa muy mal. Pero también es cierto que hemos tenido apoyo y aliento de otros compañeros que nos han animado y apoyado.

Y, desde luego, en la oración de ese tiempo, más cruda, oscura y árida que nunca, hemos salido fortalecidos en nuestro compromiso cristiano. Podría decir que fue una casualidad, pero yo no creo en las casualidades, y cuando uno de los días que oraba con auténtica angustia, leí al profeta Nahum que, entre otras cosas, decía: ‘Es bueno Yavé para los que en Él esperan, es seguro refugio el día de la angustia. Yavé conoce a los que a Él se acogen’. (Nahum 1, 7). ¿Qué quieren que les diga? Fue como un bálsamo. Y sí. Pudimos comprobar que ni Jesús ni la Madre nos fallaron. Y cuando todo pasó y brilló la verdad y la justicia, pudimos ver que fueron Ellos los que nos acompañaron en esa triste travesía. Pero hasta que llegó ese momento…Les aseguro que fue muy duro.

Parece ser que ese tipo de cosas es inherente al cristiano que desea vivir la fidelidad a Cristo. San Pablo también lo pasó mal. Peor que muchos, por lo que dice: ‘Cinco veces he recibido de los judíos los treinta y nueve golpes de rigor, tres veces he sido azotado con varas, una vez apedreado, tres veces he naufragado; he pasado un día y una noche a la deriva en alta mar.’ (II Cor.11, 24-25).

El profeta Isaías nos habla también del sufrimiento por la persecución en la figura del Siervo de Yavé. La lectura del capítulo 53 hace referencia al poema del Siervo. Los versículos 2 y 3 son especialmente significativos. Les invito a leerlo y reflexionar en el contenido del capítulo y en el momento de escribirlo, fuese por su propia mano o por un amanuense. Qué más da. El caso es que para decir cuanto expone tuvo que pasarle algo. ¿Visión? ¿Inspiración? Es lo de menos. Lo importante es el retrato que hace totalmente compatible con la Pasión de Jesús de Nazaret que, aun a pesar de haber sufrido, muerto y resucitado por toda la Humanidad, una parte de ésta le sigue combatiendo. ¡Qué lástima!

Pedro, el amigo de Jesús y primer Papa de la Historia, nos dice: ‘¿Y quién os hará mal si fueseis celosos promovedores del bien? Y si, con todo, padeciereis por la justicia, bienaventurados vosotros. No los temáis ni os turbéis, antes glorificad en vuestros corazones a Cristo Señor y estad siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a todo el que os la pidiere; pero con mansedumbre, respeto y en buena conciencia, para que en aquello mismo en que sois calumniados queden confundidos los que denigran vuestra buena conducta en Cristo’. (I Pe. 3, 13-16). Interesante, ¿verdad?

Nos corresponde continuar la obra de Jesús. O acaso estaría mejor dicho que es Jesús quien continúa hoy, siglo XXI, su obra a través de nosotros. ‘Yo os he elegido a vosotros y os he destinado a que deis fruto y este sea abundante’.(Jn. 15,16). Él sigue ofreciendo sacrificios al Padre a través de nuestros sacrificios, penalidades, renuncias, etc. Y también a través de nuestra oración, de nuestra adoración a la Divinidad, de nuestro trabajo en la Iglesia. San Pablo lo resume así: ‘Estoy crucificado con Cristo y ya no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí’. (Gal. 2, 19-20). Humanamente no lo podemos entender. No existen palabras del vocabulario humano capaces de explicar lo sobrenatural e infinito. Solamente cuando Él nos llame a su presencia veremos y entenderemos lo que ahora no podemos. ‘Pero según escrito está: Ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni vino a la mente del hombre lo que Dios ha preparado a los que le aman’. (I Cor. 2, 9).

Entonces seremos saciados, llenos de Dios, porque adoraremos en plenitud y perfección porque, como dice San Juan, ‘seremos semejantes a Dios porque le veremos tal cual es’. (I Jn. 3,2). Y daremos por bien empleados los sufrimientos y persecuciones padecidas por Él.


INMACULADA CONCEPCIÓN.-ALONSO CANO.-BARROCO

Que Dios desde su Gloria y María Inmaculada, cuya festividad celebramos al principio del Adviento, nos bendigan y acompañen siempre.

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