PEDRO MACHUCA.-RENACIMIENTO |
Sí. Ya estaba
todo consumado. La misión para la que había nacido y tomado la naturaleza
humana había concluido. ¿Concluido? No realmente, pero no adelantemos
acontecimientos y centrémonos en este tristísimo momento fundamentalmente para María, su madre, y también para cuantos le acompañaron, compartieron su vida y
fueron testigos directos de su predicación, en este momento culminante.
Cuando pronunció su desgarrador ‘¡Padre! A tus
manos encomiendo mi espíritu’ (Lc, 23, 46), todos se abrazaron a su Madre
haciéndose un solo sentimiento, un solo dolor con ella. Pero ¿cuáles eran
realmente los sentimientos que tendría? ¿Qué cosas pasarían realmente por su
mente y por su corazón? No lo sabemos ni lo sabremos nunca. Eso es su
intimidad. Eso es la indescriptibilidad del dolor y el desgarro humanos. Eso
era solamente de ella.
PEDRO PABLO RUBENS.-BARROCO |
Los
acontecimientos se precipitaron. ‘Los judíos, como era el día de la Parasceve, para que no
quedasen los cuerpos en la cruz el día de sábado, por ser día grande aquel
sábado, rogaron a Pilato que les rompiesen las piernas y los quitasen’. (Jn.
19, 31). Era la víspera de la Pascua. La
Ley declaraba maldito el cadáver del reo que contaminaba la tierra. Por lo
tanto había que quitarlo de la cruz al ponerse el sol, máxime siendo la mayor
de las fiestas judías la que iban a celebrar el día siguiente. Pero aun así,
era un suplicio añadido horrible.
La entrada
anterior finalizaba en la cruel e innecesaria lanzada del soldado romano en el
costado de Nuestro Señor, que acaso hiciera gemir a la Virgen desde su
desconsuelo. Jesús estaba clarísimamente muerto ya después de todo lo sufrido.
¿Era necesario ese ensañamiento? Siguiendo desde ese momento reanudamos la
escena partiendo de un hecho absolutamente lógico y necesario: había que bajar
a Jesús de la cruz. Desclavarlo. Liberarlo. Veamos cómo nos lo narra Santa
Catalina Emmerich, si bien voy a suprimir algunos textos para no hacer
excesivamente larga la explicación. Pondré lo que me parece fundamental:
CHARLES LE BRUN.-BARROCO |
‘La Santísima Virgen
y María Magdalena esperaban sentadas al pie de la cruz, a la derecha, entre la
cruz de Dimas y la de Jesús; las otras mujeres estaban ocupadas en preparar los
paños, los aromas, el agua, las esponjas y las vasijas….Nicodemo y José
apoyaron las escaleras en la parte de atrás de la cruz y subieron con unos
lienzos; ataron el cuerpo de Jesús por debajo de los brazos y de las rodillas
al tronco de la cruz con las piezas de lino y fijaron asimismo los brazos por
las muñecas.
VAN DER WEYDEN, Rogier .-GÓTICO |
Entonces
fueron sacando los clavos, martilleándolos por detrás. Las manos de Jesús no se
movieron mucho a pesar de los golpes y los clavos salieron fácilmente de las
llagas, que se habían abierto enormemente debido al peso del cuerpo. La parte
inferior del cuerpo, que al expirar Nuestro Señor había quedado cargado sobre
las rodillas, reposaba en su posición natural sostenida por una sábana atada a
los brazos de la cruz….
CORREGGIO.-RENACIMIENTO |
Cuando los
tres hombres bajaron del todo el sagrado cuerpo, lo envolvieron, desde las
rodillas a la cintura, y lo depositaron en los brazos de su Madre, que los
tenía extendidos hacia el Hijo, rebosante de dolor y de amor’. (BEATA
ANA CATALINA EMMERICH. ‘La Amarga Pasión de
Cristo’)
PIETÁ.-ADOLPHE BOUGUEREAU.-CLASICISMO |
Hay una cosa
que me ha estremecido. Jamás se me había ocurrido pensar lo que lógicamente
debió ser como nos dice Santa Ana Catalina: ‘y los clavos salieron fácilmente de las llagas, que se habían abierto
enormemente debido al peso del cuerpo.’ Ese desgarro debió producirse
cuando todavía estaba vivo. Debió ser horrible. Y todo eso por nosotros. Por cada
uno. Es para pararse a pensar, a meditar, cuánto le debemos… Eso también es para
pensarlo al rezar el Credo. Ya vemos que realmente va mucho más allá,
infinitamente más allá, de ser una simple oración que continuamente rezamos
desde nuestro corazón.
ENTIERRO DE CRISTO.-JUAN DE JUNI.-RENACIMIENTO |
Ella lo parió
lleno de vida, hacía muchos años ya, en Belén, cuya conmemoración estamos
preparando desde este tiempo litúrgico del Adviento. Pero ahora se lo devolvían con
un cuerpo muerto, testigo de las salvajes torturas a las que había sido sometido.
No. No había consuelo posible para ella. Permanecía unida a su Hijo en un
interminable abrazo e innumerables besos cubrían la frialdad del cuerpo filial.
Eran vanas las palabras consoladoras que le pudieran dirigir las otras mujeres
y amigas que compartían su dolor. No lo mitigaban. Era absolutamente imposible.
Era el momento del llanto y del dolor de la Madre y de la Creación entera.
LAMENTO POR LA MUERTE DE CRISTO.-RUBENS.-BARROCO |
Pero la
triste realidad se imponía. Había que lavar el cadáver para llevarlo a la
sepultura que José de Arimatea tenía preparada para él mismo, según conocemos
por el propio Mateo. ‘Él, tomando el cuerpo, lo envolvió en una sábana limpia y
lo depositó en su propio sepulcro, del todo nuevo, que había sido excavado en
la peña’. (Mt.27, 59-60).
SEBASTIANO CONCA.-BARROCO |
Le quitaron
la corona de espinas con sumo cuidado y cariño procediendo a continuación a
lavarle la sangre, ya seca, de las numerosas heridas que tenía. Y ‘llegó
Nicodemo, el mismo que había venido a Él de noche al principio, y trajo una
mezcla de mirra y áloe, como unas cien libras. Tomaron pues, el cuerpo de Jesús
y lo fajaron con vendas y aromas, según es costumbre sepultar entre los
judíos’. (Jn. 19, 39-40).
PETER PAUL RUBENS.-BARROCO |
‘Cuando la Virgen hubo ungido todas
las heridas, envolvió la cabeza de Nuestro Señor con paños, mas no cubrió todavía
la cara; cerró los ojos entreabiertos de Jesús y dejó reposar la manos sobre
ellos algún tiempo. Cerró también su boca, abrazó el sagrado cuerpo de su Hijo
y dejó caer su cara sobre la de Jesús. José y Nicodemo llevaban un rato
esperando en respetuosos silencio cuando Juan, acercándose a la Santísima Virgen,
le pidió que dejase que se llevaran a su Hijo para que pudieran acabarlo de
embalsamar, porque se acercaba el sábado’. (BEATA
ANA CATALINA EMMERICH. ‘La Amarga Pasión de
Cristo’)
ENTIERRO DE CRISTO.-JAMES TISSOT.-S. XIX |
Así, partió
una breve comitiva, básicamente formada por mujeres. Nicodemo y José de
Arimatea lo sujetaban por delante. Juan y un soldado, acaso el centurión
converso, por detrás, en dirección al sepulcro, donde lo depositaron sobre una
losa cubierta con una sábana. ‘María
Magdalena y María la de José miraban dónde se le ponía’ (Mt. 16, 47). Una vez
finalizado el embalsamamiento y estando próximo ya el comienzo de la Pascua, corrieron la gruesa
y pesada piedra que cerraba el sepulcro y marcharon a sus casas. ‘Durante el
sábado estuvieron quietas por causa del precepto’ (Lc. 23, 56), pero los
enemigos de Jesús no descansaban ni aun
sabiéndolo muerto.
CRISTO MUERTO.-ANDREA MANTEGNA.-RENACIMIENTO |
‘Al otro día,
que era el siguiente a la
Pascua, reunidos los príncipes de los sacerdotes y los
fariseos ante Pilato, le dijeron: -Señor, recordamos que ese impostor, vivo
aún, dijo: -Después de tres días resucitaré. Manda, pues, guardar el sepulcro
hasta el día tercero, no sea que vengan sus discípulos, le roben y digan al
pueblo: -Ha resucitado de entre los muertos. Y será la última impostura peor
que la primera. Díjoles Pilato: -Ahí tenéis la guardia; id y guardadlo como
vosotros sabéis. Ellos fueron y pusieron guardia al sepulcro después de haber
sellado la piedra’. (Mt. 27, 62-66)
VIGILANDO EL SEPULCRO.-James Tissot.-S. XIX |
El camino de
regreso para la Madre
y amigos de Jesús fue distinto del que otras veces habían hecho por motivos
distintos. Sus cuerpos iban encorados, como encogidos, por el peso de la pena y
los sufrimientos. No terminaban de asumir esta increíble tragedia y todo les
parecía un sinsentido, un absurdo. ¿Por qué? ¿Por qué le tenía que haber pasado
esto a su Hijo y amigo? Eran Unos interrogantes sin respuesta. Al menos en ese
momento. Después…ya tendrían cumplida respuesta, pero de momento era la
desolación la que campaba en sus corazones, especialmente en el de la Madre.
VUELTA DEL CALVARIO.-Herbert Schmalz.-PRERRAFAELISMO |
Ese
sentimiento tan hondo en la
Madre es lo que ha llevado a la piedad popular del pueblo
cristiano, seguido de la piedad que despierta en nosotros como Madre nuestra,
que la veneremos con la advocación de Nuestra Señora de los Dolores, la Dolorosa. Con ella y su Hijo,
Nuestro Rey y Señor, les dejo. Que ellos nos bendigan.
NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES
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