CLAUSURA DEL AÑO DE LA FE.-EL PAPA FRANCISCO CON LAS RELIQUIAS DE SAN PEDRO EN SUS MANOS
No sé si ustedes lo vieron, pero cuando en la clausura del Año de la Fe vi al Papa Francisco abrazando y sosteniendo entre sus brazos el relicario con las reliquias de San Pedro ante las televisiones de todo el mundo que quisieron transmitir esta efemérides, con la Plaza de San Pedro abarrotada de Cardenales, Obispos, presbíteros, diáconos, religiosos y religiosas, así como unos sesenta mil cristianos de todas partes presenciando 'in situ' la ceremonia, no pude evitar la emoción del momento y elevar mi acción de gracias a Jesucristo por su Obra. Ahí se hacía presente la milenaria Historia de la Iglesia con los discípulos de hoy, descendientes de aquellos Doce y de tantos y tantos primeros cristianos de Israel y gentiles que se dejaron conquistar por el Corazón y la doctrina de Jesús.
No es asunto baladí. La Iglesia ha sido y sigue siendo perseguida aun hoy a pesar de que a muchos se les llene la boca con pretensiones de progresismo y modernidad. Hay lugares en que los mártires siguen regando con su sangre la tierra que Cristo ya regó con la suya. Y continúa permanente y actual la promesa de Jesucristo de que las puertas del infierno no prevalecerán sobre su Iglesia porque Él está aquí y la cuida permanentemente.
EL BUEN PASTOR. PHILIPPE DE CHAMPAIGNE. BARROCO.
Lo que recibió, lo transmitió, continúa haciéndolo y mantiene diálogos permanentes con los hermanos separados para llegar a la unión y cumplir el deseo del Maestro: 'Yo soy el buen pastor; conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí, lo mismo que mi Padre me conoce a mí y yo lo conozco a Él; y yo doy mi vida por las ovejas. Pero tengo otras ovejas que no están en este redil; también a estas tengo que atraerlas para que escuchen mi voz. Entonces se formará un rebaño único, bajo la guía de un solo pastor'. (Jn. 10, 14-16).
Siguiendo con el tema, deseo tocar otro punto brevemente por su sencillez y su lógica, pero me parece necesario. Hemos visto que Pedro y los Apóstoles reciben directamente el encargo de Jesucristo, pero ellos no eran eternos. También tendrían que desaparecer con el tiempo. Pero ¿y luego? Estaba el ejemplo de lo que había hecho el Maestro antes de su Ascensión: los encargó a ellos, así que los Apóstoles, a su vez, tendrían que dejar a otros discípulos, que reuniesen las condiciones necesarias y convenientes.
Pedro, en la primera de sus cartas, se dirige a los presbíteros marcándoles unas pautas sobre cómo han de comportarse y llevar su ministerio: 'A los presbíteros que hay entre vosotros los exhorto yo, copresbítero, testigo de los sufrimientos de Cristo y participante de la gloria que ha de revelarse.
'Cristo fue enviado por Dios y los Apóstoles por Cristo. Ellos nombraron a los ya mencionados y luego les dieron órdenes de que cuando murieran, otros hombres aprobados les sucederían en su ministerio'. (SAN CIPRIANO.-Ep. 76, 'Ad magnum'). Así que podemos ver que desde el principio la sucesión apostólica se va realizando con el paso de los años y de los siglos.
Esa es la voluntad de Dios. No hay otra en este sentido. El poder del Espíritu Santo hará que todos demos los pasos necesarios para ello con lo cual nos enriqueceremos todos, pero no con tesoros terrenos sino con aquellos que 'no pierden valor, tesoros inagotables en el cielo, donde ni el ladrón se acerca ni la polilla roe. Porque donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón'. (Lc. 12, 33-34). Y al poder de la Tercera Persona de la Santísima Trinidad, ¿quién se puede sustraer? Porque 'para Dios, nada hay imposible'. (Lc. 1, 37).
SAN PEDRO CONSAGRA DIÁCONO A SAN ESTEBAN.-CAPILLA NICCOLINA.-PALACIOS VATICANOS
Una evidencia clara la tenemos en la carta que San Pablo escribe a Tito. Le dice: 'Te dejé en Creta para que acabases de ordenar lo que faltaba y constituyeses por las ciudades presbíteros en la forma que te ordené'. (Tito, 1, 5). A continuación le indica las cualidades que deben tener, 'porque es preciso que el obispo sea inculpable, como administrador de Dios,...' (Tito, 1, 7).
El gobierno y organización de las comunidades existentes y de las que se iban creando y éstos a su vez buscarían quienes les ayudaran en la misión recibida, como hemos visto en el caso de San Pablo. Aquellos que estaban coordinando esas nuevas iglesias o comunidades por encargo de los Apóstoles (lo que llamaríamos hoy, las Diócesis) eran, digámoslo así, los Obispos. Los ayudantes en otras tareas vendrían a ser los sacerdotes. Estas comparaciones me parecen adecuadas, salvando los siglos transcurridos y la misma Historia de la Iglesia, pero es que es así: los actuales Obispos son los descendientes de aquel primer Colegio Apostólico, como el actual Papa, Francisco, lo es de Pedro por línea directa e ininterrumpidamente desde entonces. Ellos son hoy los responsables de transmitir a las nuevas generaciones de cristianos la Doctrina y la Fe de la Iglesia y la Palabra de Dios, así como los Pastores que deben llevar a buen término, en unión con el Papa, el actual rebaño de Cristo. Esa descendencia de los Apóstoles es lo que les da la verdadera legitimidad.
SAN PEDRO PREDICA EN PRESENCIA DE SAN MARCOS.-FRA ANGÉLICO.-RENACIMIENTO
Apacentad el rebaño de Dios que os ha sido encomendado, no con fuerza, sino con blandura, según Dios; ni por sórdido lucro, sino con prontitud de ánimo; no como dominadores de la heredad, sino sirviendo de ejemplo al rebaño. Así, al aparecer el Pastor soberano, recibiréis la corona inmarcesible de la gloria'. (1 Pe. 5, 1-4).
Además, Jesús ya les dijo que, además de no dejarlos solos en esa tarea 'hasta la consumación del mundo' (Mt. 28, 20), también tendrían la asistencia del Espíritu Santo: 'El Abogado, el Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, os lo enseñará todo y os recordará todo lo que yo os he dicho'. (Jn. 14, 26). Hasta hoy, y así seguirá siempre, conocemos la existencia del Paráclito entre nosotros animando a todos los cristianos de toda clase y condición, desde el Papa Francisco hasta el último bautizado, a impulsar la navegación de la Barca de Pedro: la iglesia fundada por Jesucristo. Es el mismo Espíritu que estuvo presente en la Creación el que ahora nos mantiene unidos en comunión con los Apóstoles de entonces y con sus sucesores de hoy. Es el mismo Espíritu quien nos mantiene unidos al Padre, al Hijo y a Él mismo para que vayamos y 'demos frutos y nuestros frutos sean abundantes'. (Jn. 15, 1-7). Él es el alma de la Iglesia desde que Jesucristo lo envió en Pentecostés.
JESÚS CONFÍA LA NUEVA LEY A LOS APÓSTOLES.-BAJORELIEVE DEL S. XII.- BASÍLICA DE SAN MARCOS. VENECIA |
Esto mismo lo dijo San Pablo a los cristianos de Éfeso y ha quedado también para nosotros: 'Ya no sois extranjeros y huéspedes, sino conciudadanos de los santos y familiares de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y de los profetas, siendo piedra angular el mismo Cristo Jesús, en quien bien trabada se alza toda la edificación para templo santo en el Señor, en quien vosotros también sois edificados para morada de Dios en el Espíritu'. (Ef. 2, 19-21). Por medio de los sucesores de los Apóstoles se manifiesta y conserva la tradición apostólica en todo el mundo. 'Así pues, los obispos, junto con los presbíteros y diáconos recibieron el ministerio de la comunidad para presidir en nombre de Dios sobre la grey , de la que son pastores, como maestros de doctrina, sacerdotes del culto sagrado y ministros dotados de autoridad'. (CONCILIO VATICANO II. Constitución dogmática 'Lumen Gentium', sobre la Iglesia).
El mismo San Pablo iba fundando comunidades e Iglesias donde lo creía conveniente, (Tesalónica, Corinto, Éfeso,...). En sus cartas pastorales podemos ver que a Timoteo y Tito que lo acompañaron en distintos viajes, les encargó gobernar la Iglesia de Éfeso al primero y de Creta al segundo, si bien a este último lo envió posteriormente a Dalmacia, según vemos en la segunda carta a Timoteo, capítulo 4, décimo versículo. Su tarea organizativa la transmite y continua dando normas para ello. Es a Timoteo a quien le dice: 'Y de lo que a mí oíste ante muchos testigos, encomiéndalo a hombres fieles capaces de enseñar a otros'. (2Tim. 2, 2).
SAN PABLO ENTREGA LAS CARTAS A TIMOTEO. MOSAICO.
Y también, y esto es importantísimo, la Iglesia, día tras día, se edifica permanentemente con la celebración del sacrificio de la Eucaristía. Nadie más que la Iglesia Católica tiene el poder de consagrar el pan y el vino para que sean en virtud de la acción del Espíritu Santo el Cuerpo, la Sangre, el Alma y la Divinidad de Jesucristo, según encargó el primer Jueves Santo de la Historia: 'Haced ésto en memoria mía' (Lc. 22, 19) a través de quienes han recibido el Sacramento del Orden Sacerdotal. 'No es el hombre quien convierte las cosas ofrecidas en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, sino el mismo Cristo que por nosotros fue crucificado. El sacerdote, figura de Cristo, pronuncia aquellas palabras, pero su virtud y la Gracia son obra de Dios. Esto es mi Cuerpo, dice. Y esa palabra transforma las cosas ofrecidas'. (SAN JUAN CRISÓSTOMO. Homilía sobre la traición de Judas, 1).
MOMENTO DE LA CONSAGRACIÓN EN LA SANTA MISA |
Toda la fuerza de Dios, todo el Amor de Dios, todo el poder de Dios, todos los méritos de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, se derraman en todas y cada una de la Eucaristías que diariamente se celebran en el mundo, tanto si son en una humilde choza de cualquier rincón de África, como en el esplendor de la Liturgia celebrada en la Basílica de San Juan de Letrán, por ejemplo.
Es Cristo quien se hace real y verdaderamente presente allí y va a hacer morada en el interior de cada uno que lo recibe en la Comunión. ¿Cómo no va a tener fuerza la Iglesia para perpetuarse a través de los siglos si su Fundador siempre está presente en todos sus miembros, miembros de su Cuerpo Místico, desde el Papa hasta el laico más humilde, pero entregado a tope en las labores de apostolado, en su familia y en su trabajo? 'Cristo es a la vez víctima y pontífice. Pues el que ofrece el sacrificio al Padre en el altar de la cruz es el mismo que ofrece su propia Cuerpo como víctima'. (ORÍGENES. Homilía sobre el Génesis, 8).
Sí. La Iglesia es Apostólica. Ellos continuaron la misión de su Maestro y éste les concedió el premio merecido.
LA NUEVA JERUSALÉN.
Cuando en la Apocalipsis se habla de la Nueva Jerusalén, se refiere explícitamente a ellos: 'El muro de la ciudad tenía doce pilares en los que estaban grabados los nombres de los doce apóstoles del Cordero'. (Ap. 21, 14).
Para finalizar, permítanme que lo haga con la Discípula y Apóstol más ferviente y efectiva de Jesucristo, desde el primer momento de su aceptación de los planes de Dios de llevar en su seno al Salvador de la Humanidad, al Esperado de Israel, en aquel SÍ memorable e histórico, hasta el momento de su Asunción al Reino de Dios en cuerpo y alma, pasando por los sufrimientos de la Pasión y muerte de su Hijo, pasando por la infinita alegría de verlo resucitado, triunfante y vencedor de la muerte, además de pasar, entre otras muchas cosas más, por ser testigo del nacimiento de la Iglesia fundada por su Hijo Jesús el día de Pentecostés. Ella, con su silencio y su prudente actuación de la que apenas sabemos nada, fue el Apóstol femenino por antonomasia.
Sí. Me refiero a María, la Madre de Jesús de Nazaret, la Llena de Gracia, la Madre de todos nosotros por expreso deseo de Cristo desde la Cruz, a la que la Iglesia dio el hermoso título de Inmaculada Concepción, cuya festividad acabamos de celebrar.
INMACULADA CONCEPCIÓN.-BASILIO DE SALAZAR.-SIGLO XVII.- MUSEO REGIONAL DE QUERÉTARO.-MÉXICO |
Que Ella y su Hijo nos bendigan y conduzcan a cumplir la voluntad de Dios y a hacer realidad los pensamientos y planes del Altísimo.
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