jueves, 11 de octubre de 2012

Fue crucificado… (I)

CRUCIFIXIÓN DE XTO.-ALTICHIERO.-GÓTICO.-Padua.-Basilica San Antonio


‘Entonces ataron una cuerda al brazo izquierdo de Jesús y tiraron de él con toda la fuerza hasta lograr que la mano coincidiera con el agujero. Esta brutal dislocación de sus brazos lo atormentó horriblemente, su pecho se levantó y sus piernas se contrajeron. Los esbirros se arrodillaron de nuevo sobre su cuerpo y hundieron otro clavo en la mano izquierda: los gemidos se oían en medio de los martillazos, pero no despertaron en los verdugos ninguna piedad’. (BEATA ANA CATALINA EMERICH. ‘La amarga pasión de Cristo’).  

El texto no es mío, como pueden ver, pero he querido encabezar la entrada con él porque me impactó, y no poco, la lectura del libro de esta religiosa beatificada por el papa Juan Pablo II el 3 de octubre de 2004. Tuvo los estigmas de la Pasión de Cristo y tuvo también visiones de ésta, que el poeta Clemente Brentano recogió durante las visitas que le hacía. 

ANA CATALINA EMERICK

Esto, amigos, también entra en el rezo del Credo. Este año, no lo olvidemos, es el Año de la Fe y comienza precisamente hoy. El Papa ha querido que los cristianos católicos nos detengamos en esta oración, entre otras cosas, para profundizar en los motivos y fundamentos de nuestra credibilidad. Y dentro de mis limitaciones, estas entradas del blog son mi modesta aportación a las orientaciones papales.

En la entrada anterior, veíamos un Jesucristo roto físicamente pero con una fuerza interior, ante la trascendencia  del momento que estaba viviendo, porque se trataba, ni más ni menos, que de la salvación y rescate de la Humanidad en pleno, en su totalidad, de las garras del mal. En este punto retomo el tema que necesariamente va a tener varios momentos, a cual peor para el Salvador, pero que no obstante hemos de profundizar en ellos para darnos cuenta del papel y corresponsabilidad que cada uno tenemos con Jesús.

‘Llegado al sitio llamado Gólgota, que quiere decir el lugar de la Calavera, diéronle a beber vino mezclado con hiel; pero en cuanto lo probó, no quiso beberlo’ (Mt. 27, 33-34). No hay más explicación de ese momento. Los Evangelios son muy sucintos y parcos, pero realmente lo que les interesa es el protagonista de los hechos. Lo demás queda para los estudiosos, para los devotos que se detienen a meditar y analizar cada momento.

EXPOLIO DE XTO.-EL GRECO.-MANIERISMO.-CATEDRAL DE TOLEDO

¿Por qué nos cuentan tanto Mateo como Marcos que le dan esta bebida? A los condenados a este suplicio se lo daban para aliviar algo los dolores de la crucifixión. Parece ser que era algo así como un anestésico, pero Jesús lo rechazó. Quiso apurar la Redención hasta el límite. ¿Así de importantes somos nosotros para Él? Pues sí. Aunque no lo entendamos, ni falta que nos hace, porque el Amor no necesita explicaciones. Y Dios es Amor puro e infinito. Así es como ama a sus criaturas.

EXPOLIO DE XTO.-Francesco di Giorgio .- RENACIMIENTO


San Marcos nos cuenta que ‘le crucificaron y se repartieron sus vestidos, echando suerte sobre ellos para saber qué llevaría cada uno’. (Mc.15, 24). San Juan es más explícito en los detalles de este momento, recordando, incluso que la Escritura ya predijo esto en el Salmo 22 (21), versículo 19: ‘Los soldados, una vez que hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y la túnica. 

EXPOLIO DE JESÚS.-TIÉPOLO.-BARROCO

La túnica era sin costura, tejida toda desde arriba. Dijéronse, pues, unos a otros: -No la  rasguemos, sino echemos suertes sobre ella para ver a quién le toca-, a fin de que se cumpliese la Escritura: -Dividiéronse mis vestidos y sobre mi túnica echaron suertes-. Es lo que hicieron los soldados’. (Jn. 19, 23-24). Eso significa que después de rechazar la bebida empezarían a desnudarlo.

SORTEO DE LA TÚNICA DE JESÚS.-HANS MEMLING.-RENACIMIENTO

Nada trajo en Belén y con nada se quedó en el Calvario. Era el expolio. Cabe suponer que sería después de esto cuando lo pusieron sobre la áspera cruz para iniciar el proceso de clavarlo a ella. La Beata Ana Catalina Emerich nos relata cómo fue, según su visión del texto que encabeza la entrada. De cualquier manera, horrible. Y lo aceptó.

CRUCIFIXIÓN DE XTO.-James Tissot.-S. XIX - XX

Cabe pensar, teniendo en cuenta el Documento que supone la Sábana Santa, que los clavos, en contra de lo que aparece en la mayoría de las representaciones artísticas, fueron clavados en las muñecas, no en las manos. El testimonio de varios médicos nos dice que de haberlos clavado en ellas se habría producido un desgarramiento y hubiese caído. El médico cirujano Pierre Barbet lo experimentó y comprobó que fue así, según el libro ‘El Hombre de la Sábana Santa’, de María Grazia Siliato, en el capítulo XVII.

MANOS DEL HOMBRE DE LA SÁNTA SÍNDONE
A continuación, los pies. ‘En cuanto Nuestro Señor estuvo clavado a los maderos, los esbirros ataron cuerdas a la parte superior de la cruz pasándolas por una anilla fijada en la parte posterior de la cruz, y con ellas unos alzaron la cruz, mientras otros la sostenían y otros empujaban el pie hasta el hoyo en donde se hundió con todo su peso y un estremecimiento espantoso. Jesús dio un grito de dolor a causa de la sacudida, sus heridas se abrieron, su sangre corrió abundantemente y sus huesos dislocados chocaban unos con otros’. (BEATA ANA CATALINA EMERICH. ‘La amarga pasión de Cristo’). 

ELEVACIÓN DE LA CRUZ. TRIPTICO.-Peter Paul Rubens.-BARROCO

Créanme. No me complazco en absoluto reproduciendo textos de esta Beata. Ignoro si realmente ocurrieron exactamente así los hechos, pero si la Iglesia la ha beatificado significa que es de fiar. En cualquier caso, si no fueron así, serían muy aproximados y lo que realmente vale es que nos detengamos en estimar el valor que tenemos para un Dios, capaz de crear un universo con lo que contiene, y que no duda en sufrir esos tormentos con tal de no perdernos y que vivamos en su Reino para siempre.

 Es nuestra imaginación de adultos la que debe trasladarse a ese momento y analizarlo. Conozco quien meditando la crucifixión se le ha puesto el vello de punta y ha llorado con amargura. No es para menos. Todos huimos del dolor por insignificante que sea. Él lo aceptó sabiendo lo que le aguardaba, al menos en Getsemaní. San Pablo debió sentirse aludido muy directamente y asumir el significado de la Crucifixión cuando escribió  a los cristianos de Colosas: ‘Ahora me alegro de mis padecimientos por vosotros y suplo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo por su cuerpo, que es la Iglesia’. (Col. 1, 24). Y pienso que también el sentido del dolor humano en la enfermedad o en cualquier otro, unido al de Cristo en la Cruz.

CRUCIFIXIÓN DE CRISTO.-Jacopo Tintoretto.-MANIERISMO

La crucifixión es un tema que los Santos Padres no obviaron y la tuvieron siempre presente en su vida y su predicación. San Cirilo dice: “Jesús fue crucificado por ti a pesar de su inocencia, ¿no serás crucificado por Aquél que fue crucificado por ti? No concedes un favor, pagas tu deuda a Aquél que fue crucificado por ti sobre el Gólgota”.  Para llegar a esta conclusión tuvo que haberlo meditado mucho, como cualquier cristiano que se tome mínimamente en serio a Jesús de Nazaret.

No obstante la crucifixión no quedó ahí. Aún tuvo unos detalles que merecen un comentario específico en la próxima entrada.

NUESTRA SEÑORA DE LAS ANGUSTIAS.-JUAN DE JUNI.-RENACIMIENTO

Que Cristo Doliente, solidario con toda la Humanidad, y su Madre, Nuestra Señora de las Angustias nos bendigan y protejan.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Credo (VIII).-Padeció bajo el poder de Poncio Pilato (V)

RAFAEL SANZIO.-RENACIMIENTO

Para Pilatos fue muy fácil. Para los que querían que desapareciera del mundo de los vivos, también. Habían conseguido lo que se propusieron desde el principio. Ahora iban a regodearse con el capítulo siguiente: verlo sufrir aún más y, desde luego, verlo morir. ‘Tras burlarse de Él, le quitaron el manto, le pusieron sus ropas y lo llevaron para crucificarlo’. (Mt. 27, 31). Así de escueto lo dice el Evangelio de Mateo.

SENTENCIA DE MUERTE DE JESÚS, DESDE EL FORO.-JAMES TISSOT.-S.XIX

Pero lo cierto, hoy, ayer y como siempre, es que el núcleo de nuestra Salvación está en estos momentos del Credo y en los siguientes. En este Hombre destrozado, roto, absolutamente roto en todo menos en su consciencia de lo que estaba haciendo: el cumplimiento de la Misión para la que había nacido, cuya totalidad se produciría más adelante, pero que ahora estaba en el momento preciso del Amor que nos tiene. Se está manifestando y demostrando su señorío a pesar de las apariencias, como manifestó anteriormente y San Marcos recoge: ‘El Hijo del hombre ha venido a servir y a dar su vida en rescate por todos’. (Mc. 10, 45).

 Un Padre de la Iglesia lo recoge de esta forma: ‘La soberbia del diablo fue la causa de nuestra ruina; y el fundamento de nuestra redención, la humildad de Dios’. (SAN GREGORIO MAGNO. Regla Pastoral, 3, 18). Y nadie puede argumentar nada en absoluto en menoscabo de la humildad de Jesús en todo su proceso, manifestado en su Pasión y Muerte.

Jesús sigue adelante. ‘Se hicieron, pues, cargo de Jesús que, llevando a hombros su propia cruz, salió de la ciudad hacia un lugar llamado ‘La Calavera’ (que en lengua de los judíos se dice ‘Gólgota’)’. (Jn. 19, 16b-17). Creo conveniente analizar este ‘llevando a hombros su propia cruz’. 

 ANTONIO PEREDA.-BARROCO

Muchas veces se nos ha presentado al Salvador cargado con una cruz, sobre la cual lo crucificarían después, sin embargo, históricamente parece que lo que en realidad cargó (o le cargaron, porque después de la flagelación y la vejaciones de la soldadesca no tenía fuerzas para nada) fue con la parte horizontal del madero, el patibulum, sobre el que le clavarían los brazos. El stipes, o palo vertical sobre el que clavaron sus pies, podría ya estar fijo en el Calvario.

Pero hay más. Sobre un cuerpo totalmente llagado, con su carne desgarrada, ponerle sus propias ropas suponía que quedarían pegadas a la piel, si es que quedaba algo de ella. Cargar un peso que ocuparía la zona de las vértebras cervicales y dorsales o sobre los hombros, también contribuiría a ello. Pero somos muchas las personas que pensamos, yo entre ellas, que  TODOS Y CADA UNO DE NOSOTROS Y LAS PERSONAS DE TODOS LOS TIEMPOS Y EDADES, ESTABAN EN SU PENSAMIENTO EN ESE MOMENTO,  lo cual significaba que, a pesar de su condición física y emocional, ninguna fuerza humana le hubiese quitado la determinación de cargar con la cruz, porque ´llevaba nuestros dolores, soportaba nuestros  sufrimientos. Aunque nosotros le creíamos castigado, herido por Dios y humillado, eran nuestras rebeliones las que lo traspasaban, y nuestras culpas la que lo trituraban. Sufrió el castigo para nuestro bien y con sus llagas nos curó’. (Is. 53, 4-5).

PIETER BRUHEGEL, EL VIEJO.-RENACIMIENTO

Para Jesús somos TODOS suyos y para todos quiere la posesión de su Reino, pero ¿cuál es la actitud del mundo, en general, ante esto? Juan Pablo II dice: ‘la tentación actual es la de reducir el cristianismo a una sabiduría meramente humana, casi como una conciencia del vivir bien. En un mundo fuertemente secularizado, se ha dado ‘una gradual secularización de la salvación’, debido a lo cual se lucha ciertamente a favor del hombre, pero de un hombre a medias, reducido a la mera dimensión horizontal. En cambio nosotros sabemos que Jesucristo vino a traer la salvación integral, que abarca al hombre entero y a todos los hombres, abriéndoles a los admirables horizontes de la filiación divina’. (Encíclica Redemptoris missio). Todo lo cual nos plantea una reconsideración de nuestra actitud ante la Pasión de Jesús.

Pero vamos a retomar el momento que Jesús comienza a caminar con ese pesadísimo madero a cuestas, acompañado de otros dos condenados por delitos que les habían hecho acreedores del suplicio de la cruz.

 MATTIA PRETI.-BARROCO

 La muchedumbre cubre todo el trayecto. Ahí vemos al curioso que siempre está dispuesto a ser testigo de cualquier acontecimiento para luego comentarlo con otros, tal vez con ánimo de criticar en un sentido o en otro. Pero siempre desde la indiferencia, sin tomar partido por nadie ni interesarse por los condenados. Jesús era uno de ellos. Hasta es posible que alguno hubiera pensado que ‘algo habría hecho si le conducían al patíbulo’.

También vemos, ¡faltaría más!, a los que estaban interesados en su muerte. Irían caldeando el ambiente con sus gritos para contagiar a cuantos sin saber por qué ni para qué se unieran a ellos. Era el momento apropiado…y trágico, porque Jesús estaba al borde de sus fuerzas, cosa que no pasó desapercibida por los legionarios romanos, que se dieron cuenta que debía llegar vivo al patíbulo.

La solución, muy propia de ellos. ‘Por el camino encontraron a un tal Simón, natural de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, que venía del campo, y le obligaron a llevar la cruz de Jesús’. (Mc. 15, 21). ¿Nos ponemos en el interior del tal Simón? Vendría con el cansancio, si no agotamiento, del trabajo campesino de todo el día. A los soldados no les importó. Ni tampoco que estuviera con sus hijos. Del Cireneo cabe pensar que le sentase fatal obedecer la orden, pero no cabía protesta alguna si quería conservar íntegro su físico y volver a su casa con los hijos, aunque fuese más tarde.

EL CIRENEO AYUDA A JESÚS.-TIZIANO.-RENACIMIENTO

Pero cuando se acercó al reo para cogerle la cruz, ¿cómo serían las miradas que se cruzaron? Ya sé que esto pudiera ser fantasía, pero en el Salvador no es descabellado pensar que la mirada de agradecimiento que le dio iba directa al corazón de aquel hombre que, a buen seguro, pienso yo, se sentiría ‘tocado’ por la ternura y la solidaridad con aquel reo que posiblemente ya no olvidaría en toda su vida.  La obligación de cargar aquel madero se transformó en diligente misericordia, en fraternal solidaridad, en ayuda y respaldo hacia el sufriente.

El camino seguía sin un aparente final. ‘Le seguían una gran multitud del pueblo y de mujeres, que se golpeaban el pecho y se lamentaban por Él. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo: -Mujeres de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras y por vuestros hijos. Porque vendrán días en que se dirá: Dichosas las estériles, los vientres que no engendraron y los pecho que no amamantaron. Entonces se pondrán a decir a las montañas “Caed sobre nosotras”; y a las colinas “¡Aplastadnos!”. Porque si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?’ (Lc. 23, 27-31).

¿Cómo es posible que en su estado tuviese el detalle de hablar con ellas? Percibió sus piadosos sentimientos hacia Él. 

 ENCUENTRA A LAS MUJERES DE JERUSALÉN .-JAMES TISSOT .-S.XIX

Su llanto no lo dejó indiferente. Quizá conociese a algunas de ellas, si no a todas, y desease darles un consuelo que Él distaba mucho de tener en la soledad de su dolor. Pero era así. Era capaz de olvidarse a sí mismo para consolar a quienes deseaban acompañarle en su sufrimiento. Sintió la necesidad de comunicación con ellas. Como mínimo, resulta conmovedora la mirada que les dirigiría y que ellas, casi seguro, tampoco olvidarían jamás. Para ellas supuso un momento único en sus vidas y la necesidad de seguirlo para siempre, ya sembrada en sus corazones, quedó marcada con el fuego del corazón divino dirigido a través de aquellas palabras y, especialmente, de aquella mirada tierna y agradecida.

Pero para Jesús y quienes lo seguían absolutamente impotentes, había especialmente una persona que sentía en su carne los sufrimientos del Redentor: su Madre, María de Nazaret. Ese encuentro sería especialmente crudo para los dos. Es un momento que los Evangelios silencian, acaso por el respeto a la íntima comunicación entre el Hijo y la Madre. Pero muy posiblemente, esa Madre dolorosa, no permanecería en pasivo silencio. ‘¡¡Hijo!! ¿Qué te han hecho?’. Ignoro si fueron estas palabras. ¿Ustedes qué creen? Cada uno podemos pensar lo que queramos. María debió tener una horrible lucha interna ante el sufrimiento y externa por el deseo de abrazarse a su Hijo, que se lo robaban despiadadamente. ¿Cuánto hubiera dado por besar aquella cara sin rostro, ensangrentada, desfigurada,… Imaginen la escena según sus propios sentimientos, pero lo que no deja lugar a ninguna duda, es el desgarro de sus entrañas de Madre contemplando lo que quedaba del Hijo que parió, amamantó, cuidó y educó dentro de los designios del Padre.

ENCUENTRO CON SU MADRE.-WILLIAM ADOLPHE BOUGUEREAU.-ACEDEMICISMO
Y Jesús. ¿Qué pasaría por su interior en esos momentos? Es cierto que palabras ya no le quedaban. Pero ver a su Madre viviendo el suplicio de contemplarlo ‘despreciado, desecho de los hombres, varón de dolores…’ (Is. 53, 3), aún debió hacerlo padecer todavía más sintiendo un dolor intangibles, superior al de los golpes de flagelo. A pesar de ser un despojo humano, viendo el sufrimiento de aquella mujer a la que tanto quería, y su inaudito esfuerzo para pasarle el brazo por el cuello para abrazarlo e intentar darle un alivio momentáneo al Amor de su vida, debió servirle de refuerzo en aquel triste camino.

GIOVANNI BATTISTA TIÉPOLO.-BARROCO

Es este un instante en el que se detienen las ideas, se paralizan las manos y hasta el teclado del ordenador se resiste a seguir escribiendo. ¿Cómo poder describir lo indescriptible? La capacidad humana de la imaginación queda enana. Es más un momento para la oración a los dos protagonistas y para la adoración al Dios-Hombre que nos estaba redimiendo. Era el momento de sentir cumplida la vieja profecía del anciano Simeón cuando lo presentaron en el templo de Jerusalén. ‘Mira. Este Niño va a ser motivo de que muchos caigan o se levanten en Israel. Será signo de contradicción y a ti misma una espada te atravesará el corazón; así quedarán al descubierto las intenciones de todos’. (Lc. 2, 34b-35).

De haber estado presente Simeón se hubiera dado cuenta que el fondo de su profecía se estaba cumpliendo. 

 MELCHOR PEREZ DE HOLGUIN .- BARROCO PERUANO

No solamente en el corazón atravesado por la espada del dolor inhumano de María, sino también de su última frase: ‘así quedarán al descubierto las intenciones de todos’. Las de aquellos que lo querían muerto. Las de aquellos que aún hoy, también lo quieren muerto. Son los que sienten insensibles ante el dolor ajeno, ante esos Cristos que hoy continúan su camino hacia su Calvario particular.

Jesús ni era ni es desagradecido. Mas adelante, en una de las caídas que tuvo por el agotamiento físico, por el dolor, extenuado por la pérdida de sangre, ya sin darse cuenta nota una cálida tela sobre su rostro para limpiarlo de sangre y sudor. Una mujer de Israel que acudía a aliviarlo burlando la guardia de Roma, en el colmo de su misericordia femenina ante aquel inhumano e injusto padecimiento angustioso. La mujer Verónica.

Los Evangelios no citan este pasaje, pero la tradición cristiana lo ha conservado. Su gesto quedó premiado. El rostro del Salvador quedó tres veces plasmado en tres pliegues del manto. ¿Cómo se abrazaría esa mujer a esa reliquia que el Redentor le regaló? ¿Cómo sería su llanto agradecido?

MUJER VERÓNICA .- GIACOMO BASSANO .- MANIERISMO

Entre nuevas caídas y nuevos levantamientos vislumbró, cerca ya, el montículo con tres stipes clavados en el suelo esperando sus ocupantes. Y uno de ellos era Él. Ya se aproximaba el final.

Finalizo con este texto. Puede servirnos para concluir esta entrada, aunque soy consciente que este tema es y será inagotable, porque el valor de esta sangre derramada es infinito. ‘La sangre derramada por Cristo reproduce en nosotros la imagen del rey: no permite que se malogre la nobleza del alma; riega el alma con profusión, y le inspira amor a la virtud. Esta sangre hace huir a los demonios, atrae a los ángeles…: esta sangre ha lavado a todo el mundo y ha facilitado el camino del cielo’. (SAN JUAN CRISÓSTOMO.- Homilía sobre San Juan).

NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES.-
GREGORIO FERNÁNDEZ.-
BARROCO

Que Cristo sufriente y Nuestra Señora, Madre de los Dolores, nos bendiga

viernes, 7 de septiembre de 2012

Credo (VII).-Padeció bajo el poder de Poncio Pilato (IV)

BURLAS A CRISTO.-Ivan Nicoláyevich Kramskói.-S.XIX

Sí. La elección había sido hecha. Para satisfacción de los que perseguían ese fin que veían cubierto su objetivo: el representante del César romano no veía culpa alguna en el ¿reo? que le llevaron los jerifaltes judíos. Entonces, ¿qué hacer?

Lo primero sería soltar al tal Barrabás con el fin de ver si conseguía aplacar la plebe. Pero fue inútil. No solamente no consiguió nada, ‘sino que el tumulto crecía cada vez más’ (Mt. 27, 24), y volvió a insistir. ‘Por tercera vez les dijo: ¿Qué mal ha hecho? Yo no encuentro en Él nada digno de muerte; le corregiré y le soltaré’. (Lc. 23, 22). 

BARRABÁS.-JAMES TISSOT.-S. XIX.

Ese ‘le corregiré’ plantea un interrogante: ¿De qué lo tenía que corregir? Hoy, en pleno siglo XXI, ignoro si hay alguien capaz da dar una respuesta a esa pregunta. Personalmente, por muchas vueltas que le dé, no encuentro el motivo del castigo. Pero lo que sí nos cuentan los Evangelios es el castigo que le dio: ‘Tomó entonces Pilato a Jesús y mandó azotarle’. (Jn. 19, 1). Entramos en uno de los pasajes más crueles e ignominiosos de la Pasión de Cristo: la flagelación.

Podré parecer cualquier cosa que se les ocurra a ustedes. Incluso cruel. Pero créanme que no es así. La flagelación, así como la crucifixión me repelen por su crueldad, por su bestialidad. Pero el auténtico valor del sacrificio de Jesucristo para salvarNOS, para redimirNOS a todos y cada uno de nosotros, con nombre y apellidos, seamos como seamos, tengamos las ideas que tengamos, sea cual fuere nuestra situación, profesión y circunstancias, tiene que pasar por ahí. Y nosotros, con nuestro YO, con lo más íntimo que tengamos, meternos en esos momentos crísticos que libremente aceptó por nuestro bien.

Personalmente he intentado hacerlo. Y cuando pienso en lo que una vez leí a un autor, del que ya no recuerdo su nombre por los años transcurridos (‘Cada vez que pecamos estamos haciendo realidad nuevamente la Pasión y Muerte del Redentor’), se conturba todo mi ser. Me siento casi traidor a ese Dios y Hombre que nació y sufrió para salvarme precisamente de mis pecados. Como a todos. Pero también experimento la necesidad de reacción para estar incondicionalmente a su lado y vivir lo que diariamente me regala: su Gracia y su Amistad.

Pues bien. La flagelación, históricamente considerada, consistía en un castigo corporal, realmente era una  tortura, en la que se golpeaba el cuerpo del reo con flagelos. En Roma era una acción legal que precedía a las ejecuciones. Tal vez Pilatos pretendió satisfacer con ella a los que le acusaban para luego soltarlo según se desprende del texto lucano citado antes, pero lo cierto es que lo ordenó.

El flagelo romano solía tener una empuñadura con tres tiras de cuero de unos 50 centímetros cada una de ellas, al final de las cuales había una o dos bolitas de plomo que al pegar en la piel del reo podían arrancarle pequeños trozos de carne, con lo cual el sufrimiento era mayor.  

 FLAGELACIÓN DE XTO.-Nicola Grassi.-ROCOCÓ

 Hay dos versiones, al menos las que yo he leído, sobre la postura de Jesús en la flagelación. Una, atado a una columna baja, en cuyo caso el reo está doblado ofreciendo la espalda. Otra atado con los brazos en alto para que no pueda esconder ninguna parte de su cuerpo a los golpes y para que en caso de desvanecimiento no caer al suelo. Realmente eso no importa. Lo importante es lo que tuvo que sufrir por nosotros y las consecuencias de esos latigazos (podíamos decir que cada uno valía por tres debido a las tres tiras de cuero) posteriormente cuando se dirigía al Gólgota y luego en la cruz.

Mudo testigo puede ser la Santa Síndone de Turín. Pero nunca un mudo pudo hablar tanto y tan fuerte. Cualquiera de las fotografías que hay en Internet pueden darnos luz sobre ese tema, así como la abundante y documentadísima literatura existente, alguna de las cuales explican cada una de las marcas en autorizados y serios estudios.

FLAGELACIÓN DE XTO. B.-WILLIAM BOUGUEREAU.-PRERRAFAELISMO

‘Y los soldados, tejiendo una corona de espinas se la pusieron en la cabeza, le pusieron un manto de púrpura y, acercándose a Él, le decían: -Salve, rey de los judíos. Y le daban de bofetadas’. (Jn. 19, 2-3). ‘Y le herían en la cabeza con una caña, y le escupían e hincando la rodilla, le hacían reverencias’. (Mc. 15, 19). No habían terminado. Para ellos no había sido suficiente aplicar la orden del gobernador romano. Por su cuenta vinieron también las burlas aderezadas con el infame casquete de pinchos que le pusieron como ‘corona’ de su realeza.

CORONACIÓN DE ESPINAS.-Maerten van Heemskerck.-RENACIMIENTO

Pero la Historia continúa. ‘Otra vez salió fuera Pilato y les dijo: -Aquí os le traigo para que veáis que no hallo en Él ningún crimen. Salió, pues, Jesús fuera con la corona de espinas y el manto de púrpura, y Pilato les dijo: Ahí tenéis al hombre’. Todo inútil. Les estorbaba, porque ‘cuando le vieron los príncipes de los sacerdotes y sus satélites, gritaron diciendo: -¡Crucifícale! ¡Crucifícale!’ (Jn. 19, 6).

CRUCIFÍCALO.-Ivan Glazunov.-S. XX - XXI

No obstante tenemos en estos acontecimientos algunos hechos muy significativos. Juan sigue su relato mostrándonos la actitud del gobernador. ‘¿De dónde eres tú? Jesús no le dio respuesta alguna. Díjole entonces Pilato: -¿A mí no me respondes? ¿No sabes que tengo poder para soltarte o crucificarte? Respondióle Jesús: -No tendrías ningún poder sobre mí si no te hubiera sido dado de lo alto; por esto los que me han entregado a ti tienen mayor pecado’. (Jn. 19, 9-11).

ANTE PILATOS 3.-JAMES TISSOT.-S. XIX

 

 

¿En qué quedamos? ¿Tenía o no tenía poder para soltarlo sin castigo ni condena? Ahí hay una incongruencia personal de Pilato. Dentro de la situación que vivía no supo manejarla y su autoridad como gobernador quedaba en entredicho. 

ECCE HOMO.-

TIÉPOLO.-BARROCO


 De alguna manera pienso que el miedo había hecho mella en él, porque cuando los judíos mostraron todas las argucias que habían podido para convencerlo por ejemplo, cuando le dijeron: ‘-Si sueltas a ese, no eres amigo del César; todo el que se hace rey va contra el César’. (Jn, 19, 12), eso le superó.


 Ahí Pilato se ‘arrugó’. Era demasiado. Una cosa era intentar salvar un inocente y otra ver peligrar su puesto, tanto militar como político. Y su cobardía hizo acto de presencia: ‘Tomó agua y se lavó las manos delante de la muchedumbre diciendo: -Yo soy inocente de esta sangre; vosotros veréis’. (Mt. 27, 24). 

 PILATOS SE LAVA LAS MANOS.-Hans Holbein el Viejo.-GÓTICO

‘Entonces se lo entregó para que lo crucificaran. Tomaron pues a Jesús, que llevando su cruz, salió al sitio llamado Calvario, que en hebreo se dice Gólgota’. (Jn.19, 16-17). A partir de ese instante en que se confirma la pena de muerte, Jesús de Nazaret ya no era nadie. Ni nada. Civilmente ya no tenía ningún derecho. Era un reo de muerte condenado al suplicio reservado a los peores criminales. Empezaba a caminar a su final. La Humanidad comenzaba a caminar hacia una nueva vida. Se gestaba su Redención.

Que Jesús Paciente y Redentor y su santísima Madre la Virgen de los Dolores nos bendigan.

martes, 21 de agosto de 2012

Credo (VII).-Padeció bajo el poder de Poncio Pilato (III)

JESÚS ANTE HERODES.-MIGUEL CABRERA.-BARROCO NOVOHISPANO, MÉXICO

 Ya de vuelta de los Ejercicios Espirituales hechos junto con mi esposa y un grupito de laicos y de religiosas en Valladolid, me incorporo a mis tareas cotidianas. Han sido unos Ejercicios densos, profundos y llevados de forma magistral por el sacerdote del Carmelo descalzo Fray Eduardo, sobre San Juan de la Cruz. Personalmente les puedo decir que he descubierto facetas de este santo inéditas para mí y totalmente útiles para cualquiera que desea el seguimiento del Salvador. En cuanto finalicemos las entradas que quedan del Credo, compartiré con ustedes algunas experiencias vividas. Mientras tanto, sigamos teniendo presentes estos aspectos del sufrimiento de Jesús cuando recemos este oración. Veamos:

El padecimiento no había concluido. Incluso podríamos decir que lo que había pasado hasta ahora era un ‘botón de muestra’, porque a partir de este momento venía el padecimiento, incluso cruento, de Nuestro Señor. Fue el padecimiento más vil y canalla que podía imaginarse…con un inocente. En la entrada anterior decía que era la hora de las tinieblas, pero debo decir que también empezaba la hora de la Luz. Pero ahí aún no hemos llegado.

Jerusalén, como ciudad del Imperio romano, tenía una guarnición de soldados de la ocupación militar y al frente de ella estaba el quinto procurador enviado por el César : Poncio Pilato. Los judíos estaban acostumbrados a ellos y dentro de lo que cabe estar a buenas con Roma les iba relativamente bien y tenían una cierta libertad, ya que les permitían seguir con sus leyes y el Sanedrín, órgano supremo judío, funcionaba bien a excepción de dictar penas de muerte, reservadas a Roma, especialmente si los delitos eran políticos.

En este punto nos encontramos en el inicuo proceso a Jesús. El Sanedrín no lo podía condenar a muerte. Tenía que llevarlo ante Pilato y conseguir, como fuera, su condena. 

ANTE PILATOS.-JAMES TISSOT.-S. XIX

 ‘Cuando se hizo de día, todos los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo tomaron la decisión de matar a Jesús. Lo llevaron atado y se lo entregaron a Pilato, el gobernador’. (Mt. 27, 1-2).

Entre el juicio religioso ante el Sanedrín y esta conducción medió un tiempo. ¿Dónde estaba Jesús? ¿Cómo lo tenían y cómo lo trataban? Jamás he encontrado a nadie que escriba sobre estos momentos silenciosos pero de sufrimiento psíquico, moral y, tal vez, también físico. Pero había una persona que, es fácil suponerlo o deducirlo, había seguido todo el proceso: quien había facilitado su detención y, por extensión, su juicio.

Cuando empezó a vislumbrar cómo se iban desarrollando los acontecimientos se daba cuenta que aquello no correspondía a un simple arresto, que tal vez pensó que sería eso. Una detención, un aviso serio, incluso con prisión y que lo soltarían. Pero no. Veía que el objetivo era la muerte de su maestro. El arrepentimiento comenzó a hacer mella en él.

 ‘Mientras tanto, Judas, el traidor, al ver que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y los ancianos diciendo: -He pecado entregando a un inocente. Ellos replicaron: -¿A nosotros qué? ¡Allá tú! Él arrojó en el templo las monedas, se marchó y se ahorcó’. (Mt. 27, 3-5).

  REMORDIMIENTO DE JUDAS.-REMBRANDT.-BARROCO

No se acordó en esos momentos de la misericordia que tantas y tantas veces vio en Jesús. Si a tantos extraños perdonó, ¿no lo hubiese perdonado también a él si el arrepentimiento que sentía le hubiera impulsado a pedírselo a gritos al Salvador? Teniendo en cuenta que Dios no quiere la muerte del pecador, sino su conversión, no dudo que se lo hubiera dado. Pero en esos momentos tan duros, el horror que sentía por su fallo no le permitió ser objetivo. Y tuvo el final que nos cuenta San Mateo.

Pero el proceso de Jesús seguía su curso. El trayecto desde la casa de Caifás, donde estaba reunido el Sanedrín, hasta su nuevo destino, no sería un paseo precisamente. 

 ANTE PILATOS.-JAMES TISSOT.-S. XIX

‘Después condujeron a Jesús desde la casa de Caifás hasta el palacio del gobernador. Era muy temprano. Los judíos no entraron en el palacio para no contraer impureza legal, y poder celebrar así la cena de pascua. Pilato por su parte, salió a donde estaban ellos y les preguntó: -¿De qué acusáis a este hombre? Ellos le contestaron: -Si no fuese un criminal no te lo habríamos entregado. Pilato les dijo: .Lleváoslo y juzgadlo según vuestra ley. Los judíos replicaron: -A nosotros no nos está permitido condenar a muerte a nadie. (Jn. 18, 28-31).

Pilato se encontraba ante un caso aparentemente sencillo y le llevó por los cauces habituales a los que estaba acostumbrado. Al principio fue un interrogatorio rutinario: ‘Pilato volvió a entrar en su palacio. Llamó a Jesús y le interrogó: -¿Eres tú el rey de los judíos? Jesús le contestó: -¿Dices eso por ti mismo o te la han dicho otros de mí? Pilato replicó: ¿Acaso soy yo judío?...¿Qué es lo que has hecho? Jesús le explicó: -Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores hubieran luchado para impedir que yo cayese en manos de los judíos. Pero no. Mi reino no es de este mundo. Pilato insistió: - Entonces, ¿eres rey? Jesús le respondió: -Sí. Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso nací y para eso vine al mundo. Todo el que pertenece a la verdad, oye mi voz. Pilato preguntó: ¿Y qué es la verdad?...Salió de nuevo y dijo a los judíos: -No encuentro delito alguno en este hombre’. (Jn. 19, 33-38).

He omitido algunas cosas que pueden leerse en la cita anotada en aras de la brevedad, pero aparte de que este diálogo da mucho de sí, no es el momento de dedicarle todo el espacio que merece. Deseo ceñirme a lo necesario para el comentario del Credo. Sin embargo sí hay algunas cosas que merecen ser tenidas en cuenta.

A lo largo de este diálogo podemos ver (leyendo toda la perícopa aun más) que Pilato se va dando cuenta que ese caso no era tan sencillo como había pensado en un principio. Las respuestas del reo a sus preguntas no corresponden a un delincuente de la época. El hecho la pregunta del principio de si era rey así lo hace suponer. Pero la respuesta de Jesús a través de otro interrogante, lo debió descolocar, porque al responderle da la impresión de que no sabía qué contestarle.

 ¿QUÉ ES LA VERDAD?.-JAMES TISSOT.-S. XIX

No obstante, eso de ‘mi reino no es de este mundo’, para su formación política y militar significaba que ante él había un auténtico rey (en el sentido terrenal, tal como se entendía en la época) o un loco, lo cual parecía descartado por la sensatez de las respuestas del Salvador. Y ya, al decir que había nacido ‘para dar testimonio de la verdad’, podía haber creído que estaba ante algún filósofo de aquella tierra, como de los que tanto abundaban en Roma.

Por un momento pensó que el juicio había terminado y así lo dijo a los judíos, pero estos lo que querían era su condena por el sistema que fuese. Así que con fuerza le dijeron: ‘Va soliviantando al pueblo con su predicación por toda Judea desde Galilea, donde empezó, hasta aquí. Al oír esto, Pilato preguntó su Jesús era Galileo. Y al cerciorarse de que era de la jurisdicción de Herodes, se lo envió, aprovechando que también Herodes estaba en Jerusalén por aquellos días’. (Lc. 22, 5-7). ¡Qué descanso para el gobernador romano. Se lo enviaba al rey, sí, pero no se sacudía el problema de encima como todos sabemos.

 ‘Herodes se alegró mucho de ver a Jesús, porque hacía bastante tiempo deseaba conocerlo…Le hizo muchas preguntas pero Jesús no le respondió absolutamente nada. 

 ANTE HERODES.-LUDOVICO CIGOLI.-MANIERISMO

Estaban también allí los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley acusándolo con vehemencia. Herodes, secundado por sus soldados, lo despreció, se rió de él, le puso un vestido de color llamativo y se lo devolvió a Pilato’. (Lc. 23, 8-11). Nuevo paseo de Jesús. Nuevas burlas de Jesús. Nuevas humillaciones para Jesús.

Pilato se vio nuevamente con el problema. No veía la forma de quitárselo de encima. Lo intentó de nuevo con los judíos a ver si esta vez, ofreciendo algo a cambio terminaba con aquel espinoso asunto. ‘Pilato convocó a los jefes de los sacerdotes, a los dirigentes y al pueblo, y les dijo: Me habéis traído a este hombre acusándolo de alborotar al pueblo; lo he interrogado delante de vosotros y no lo he encontrado culpable de ninguna de las acusaciones que le hacéis; y tampoco Herodes, pues ha vuelto a mandarlo aquí. Es evidente que no ha hecho nada que merezca la muerte. Por tanto, después de castigarlo, lo soltaré’. (Lc. 23, 13-17).

¿Castigarlo? ¿No decía que era inocente de lo que le acusaban? ¿No decía que Herodes tampoco lo encontraba culpable? ¿Lo castigaba porque No encuentro delito alguno en este hombre’? La presión que soportaba por los judíos era notoria. Sabía que era odio puro y duro lo que salía de la boca de sus acusadores. Tal vez eso le impidió ser objetivo y actuar con imparcialidad y autoridad, porque de haberlo querido, como gobernador y con el ejército a sus órdenes, lo hubiese podido liberar sin ningún escrúpulo. Entonces sí que hubiera sido justo.

 ‘Estaba aún en el tribunal cuando su mujer le mandó a decir: ‘No te metas con ese justo, porque esta noche he tenido pesadillas horribles por su causa’ (Mt. 27, 19).

 PILATOS Y SU MUJER.-JAMES TISSOT.-S. XIX

  ¡Lo que le faltaba! Su propia mujer, con la natural intuición femenina, le estaba avisando más allá de lo que ni ella ni él podían imaginar. Pero no lo supo ver. Pero lo intentó y hasta es posible que honradamente: ‘Por la fiesta, solía el gobernador conceder al pueblo la libertad de un preso, el que ellos quisieran. Tenía entonces un preso famoso, llamado Barrabás. Así que, viéndolos reunidos, les preguntó Pilato: -¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Jesús, el llamado Mesías?’ (Mt. 27, 15-17). ‘Y en medio de un gran clamor, gritaban: -¡No, a ese no! ¡Deja en libertad a Barrabás! (El tal Barrabás era un bandido)’ (Jn 18, 40).

La suerte estaba echada. Que Jesús, Siervo de Yavéh y su Madre Nuestra Señora de la Soledad de Oaxaca, nos bendigan a todos