sábado, 16 de mayo de 2009

La Gracia ( y V)

Les ruego me disculpen si me he hecho algo extenso, pero un tema como éste no se puede (ni se debe) tratar superficialmente, como muy bien decía COLECTIU el 27 de abril en su comentario. Es muy serio y trascendente y yo, desde mi ignorancia del tema en comparación con los teólogos y estudiosos (a quienes respeto, admiro y de quienes he aprendido mucho), solamente deseo exponer mis propios descubrimientos sobre la actuación de Dios con respecto a nosotros, que aunque nos cueste comprenderlo, nos ama apasionadamente.

Por lo tanto, continuemos: ¿QUÉ ES LA GRACIA?

La Gracia es el Ser total de Dios que vive en cada uno de nosotros y que se nos comunica con los Sacramentos. Es el Ser total de Dios invisible que se está encarnando constantemente en nosotros como nuestras propias palabras lo hacen cuando hablamos.

Todo lo que yo estoy haciendo aquí escribiendo a estas horas es una tontería y un vacío si no fuera porque son jirones de mi existencia encarnados en mi propia historia y en mi propio ser lanzadas a ustedes para reafirmar nuestra existencia en la fe. Por eso SOMOS EL SÍMBOLO DE DIOS. Y ser símbolo de Dios supone llevar su dignidad y su honor con nosotros.

Igual que Él no se dejó dominar ni avasallar por los fariseos, saduceos, sanedritas y otras gentes que iban a por Él, a pesar de haber dicho “Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón” (Mt. 11, 29), también supo decirles ‘raza de víboras’ (Mt. 12, 34) (Mt. 23, 33) y ‘sepulcros blanqueados’ (Mt.23, 27).

Hemos de aprender del Evangelio y tenerlo como nuestra mejor arma ante los adversarios y ante la adversidad. No confundamos nunca la humildad con la pusilanimidad. No debemos permitir que nos avasallen, que nos pisoteen, porque los cristianos tenemos nuestra dignidad que nos viene del Creador.

Cristianos y humildes, SÍ. Tontos o pusilánimes, ¡NO!

La imagen que podamos dar como cristianos es la imagen que podamos dar de ese Jesús que nos marca un camino a seguir y nos ayuda con su Gracia para proclamar su Mensaje.

De ahí que debamos tener muy claro lo que es, significa y supone ser la personificación y el instrumento de Dios en el mundo, porque somos la concretización de Dios. Somos el Sacramento de Dios ante el resto de los hombres y mujeres que formamos la Humanidad. Y por tanto somos la visibilidad de Dios que vuelve a encarnarse a través de Jesucristo en la Historia humana.

Y esa visibilidad se encarna en el Sacramento que es la forma concreta y real de encarnación de Dios hoy entre nosotros, que sigue salvando, que sigue liberando y estando con el hombre a través de los Sacramentos y de la Iglesia, a la cual pertenecemos y potenciamos cada uno de nosotros con nuestro testimonio y nuestra aportación personal como cuerpo organizado, llevando, trasladando y dando a conocer la plenitud de Dios.

La Gracia es la amistad y la vida de Dios ofrecida a la Humanidad.
- Es el brindis del Padre por la Humanidad.
- Es la locura de Dios por la Humanidad.
- Es la explosión de amor de Dios por la Humanidad.
- Es la apuesta total del Creador a favor de la Humanidad.
- Es la confianza de la Trinidad en la Humanidad.
- Es el Misterio y la Trascendencia hechos Humanidad.

TODO ESO Y MUCHO MÁS, ES, EN DEFINITIVA, LA GRACIA.

Pero la Gracia también es esa forma de ser de Dios que son las virtudes cardinales: la prudencia, la justicia, la fortaleza y la templanza del ser humano en pleno, de toda la persona tal como es, cariñosa, prudente, amable, veraz,honrada,...

Con todo eso se llega a la plenitud de Dios, porque Él no destruye nada, sino que crea constantemente. Recompone y perfecciona muchas veces el cántaro agrietado de nuestra propia persona o roto en numerosas ocasiones por los problemas que la vida conlleva, como alfarero perfecto que es. Con Dios y con su Gracia llevamos a la plenitud nuestra aventura humana.

Por eso la Gracia es muy importante para todos nosotros, cristianos que queremos estar en la primera línea del Evangelio y manifestar el Rostro de Dios a los hombres como si fuésemos la Verónica del siglo XXI.

Ir a comulgar NO ES ir a que me den la Sagrada Forma y luego, cuando salimos del templo, ir difamando, engañando, sembrando discordia y egoísmo a nuestro alrededor como yo lo he visto hacer a lo largo de mi vida, porque se hace fracasar la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús de Nazaret y estamos enterrando los talentos que Dios haya querido poner en nuestras manos.

Ir a comulgar es ir a unirme profundamente con el Dios eterno, alegre y absoluto, desde el Dios que existe desde siempre, en su eternidad, el de la Creación, hasta el Dios del MARANHATÁ del Apocalipsis : VEN, SEÑOR JESÚS.

Ir a comulgar es unirnos a Jesucristo en ese momento de íntima unión entre Dios y su criatura, en el que fluye el diálogo que ‘recrea y enamora’. La música está callada. La soledad suena en el silencio interior. No existe el tiempo. Sólo está el Todopoderoso dentro de nuestra existencia haciéndose persona de nuestra persona para acogernos en su intimidad.

A ese Dios es al que me uno en la Eucaristía y en los Sacramentos para que viva enteramente en mí y yo vivir enteramente en Él formando una Comunidad de Vida y Amor.

Cuando se bautiza un niño, no es el hecho de echarle un chorro de agua en la cabeza, sino que lo han metido en el corazón de Dios y, por lo tanto, lo han hecho un Sacramento suyo visible ante el mundo. Y eso tiene un poderío enorme.

El Sacramento de la Penitencia no es solamente ir a abocar el saco de los pecados y quedarme tranquilo, justificado y en paz con mi conciencia. NO. No es eso.

Es el abrazo de Dios que vive dentro de cada persona y que se ha encontrado dentro de Sí mismo en el perdón que nos da, cuando descubre un ser pequeño, insignificante, pero capaz de decirle:“Te quiero, Señor, y te reconozco en mi debilidad y sé que necesitas perdonarme para sentirte como un loco junto a mí.”


Es el vestido de la Gracia que Dios nos pone como hijos pródigos que volvemos a abrazarnos con Él. Y su perdón es la gran fiesta con que el Padre celebra nuestra vuelta a la Gracia.


¿No han captado la exquisita finura de Jesús cuando nos habla de la Gracia en la parábola del Hijo Pródigo?

Ser conscientes de que Dios vive en nosotros sería el acto de contemplación más hermoso y más profundo que podamos hacer.

El día que muramos me parece que nos vamos a llevar una sorpresa enorme: veremos realmente el enorme papel que Dios nos había destinado en este mundo como personas concretas, que superará muchísimo a lo que nosotros nos hubiésemos atrevido a imaginar, por grande que hubiera sido.

En ese momento miraremos NUESTRAS MANOS y veremos si están tan llenas de los talentos que Dios nos entregó para ponerlos a fructificar, de cuántos le devolvemos intereses que Él ha conseguido a través de nosotros y cuántos hemos enterrado por miedo, comodidad o ignorancia.

Y ahora volvemos a la moneda del principio. (¡Ya era hora! ¿No?) ES una moneda. Pero SIMBOLIZA uno de los talentos que Dios nos da para que le devolvamos intereses.

No fue el Curso que hice en la Universidad sobre el aprendizaje de hacer blogs lo que me impulsó a hacer éste que están viendo y leyendo. Fue (estoy convencido de ello) la MANO DE DIOS dándome este talento. Si van al Historial del blog y abren en el 2008 el mes de mayo, leerán que ni por asomo pensaba en continuar estas páginas, pero hubo algo (los comentarios que hacían distintas personas como Euterpe, Magdalena, Colectiu, Makrina, varios anónimos,etc., y que se pueden leer, así como el ánimo de mi profesora y de mis compañeros de Curso para continuar escribiendo) y, sobre todo, Alguien, del cual no puedes escaparte (y si no, que se lo pregunten a Jonás) (Jo.1, 1-3) que me lo fueron sugiriendo.

Realmente yo estaba muy cómodo en mi casa haciéndome una Enciclopedia del Arte Universal a través de Internet. Ya llevaba 23 tomos cuando empecé esta apasionante aventura de hablar del LOGOS, pero antes que mi comodidad y mis aficiones está EL HONOR DE DIOS Y SU NUEVA LLAMADA.

Tuve que darle una respuesta desde mi libertad. Mi opción fue ponerlo a funcionar. Los intereses, dependerán de la libertad de cada uno. El fruto lo recogerá Dios.

Entonces, ya en Su presencia, podremos entender realmente, sin trabas ni limitaciones de ninguna clase, lo que suponía SER SACRAMENTO DE DIOS, VISIBILIDAD DE DIOS, INSTRUMENTO DE DIOS, ante las personas que nos rodeaban.

Y esto es muy serio. Ser cristiano y vivir en Gracia es mucho más que vivir como amigos de Dios. Es llevar la dinámica de Dios dentro de nosotros y ponerla en funcionamiento dentro de nuestros ambientes. Y eso es una responsabilidad tremenda. Y de ello deberemos dar cuenta a Dios.

Pero tiene también algo de encantador: saber que cualquier persona como nosotros, con nuestros pecados, fallos y caídas, con nuestras limitaciones y desde nuestra humanidad, vamos caminando por la calle llevando en nosotros ese tesoro escondido, grande, tremendo, infinito,... en esta vasija de barro tan frágil que es nuestro cuerpo.

Jesús lo decía muy claro: “el Reino de Dios es semejante a un mercader que busca perlas preciosas y cuando encuentra una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene, y la compra.“ (Mt. 13, 45-46)
Y, ¿cuáles son esas perlas? ¿Cuáles son nuestras perlas? Concretamente las nuestras. Lo que cada uno tiene y que es personal e intransferible. Pues es Dios mismo que vive en mí, que se hace visible a través de mí, que se recrea, que se siente Dios dentro de mi existencia y de mi propia aspiración humana.

Y eso nos tiene que llenar de esperanza.

Porque cuando una persona, haciendo uso de su libertad, acepta llevar consigo la Vida de Dios, o sea, llevar a Dios con él, está viviendo la GRACIA HABITUAL.
Y cuando una persona desea mantener a Dios en su corazón, pero tiene pruebas, tentaciones, momentos difíciles, Dios no lo abandona porque está dentro de nosotros. (¿Cómo nos va a abandonar?) Él siempre nos envía auxilios momentáneos, esas ayudas concretas para cada momento difícil, que son las GRACIAS ACTUALES.

Y siempre que nuestros fallos nos aparten de nuestro Creador y tengamos la humildad de reconocer nuestras culpas por el alejamiento de Dios, tenemos ese camino de vuelta que es el Sacramento de la Reconciliación.

Y lo grandioso, INFINITAMENTE MÁS QUE LA EXPLOSIÓN DE UNA NOVA EN EL UNIVERSO, es que somos su presencia real, auténtica y verdadera en este mundo a través de los Sacramentos, los cuales nos transforman en Sacramento de Dios para los demás.

Ese es el gran desafío que tenemos y nuestro gran compromiso. Esa es nuestra gran llamada a la libertad.

Y todas estas vivencias que he intentado exponer es lo mínimo que podemos decir de la Gracia, porque la Gracia es eso y muchísimo más.

Y Dios es eso e infinitamente más.

Ahora solamente queda nuestro abandono en Sus manos para ir creciendo en la Gracia ante Dios y ante los hombres.



Esa es LA VIDA DE LOS SACRAMENTOS.
Esa es la Vida que les invito a vivir y compartir. Que Dios nos ayude y bendiga.

1 comentario:

colectiu dijo...

Interesante exposición, tío Maset, de un tema tan delicado e importante como es la GRACIA. En eso, en nuestro Colectiu, tenemos unanimidad. Enhorabuena.
Comentan algunos de nuestros miembros la alegría que supone poder reafirmar las promesas del Bautismo la noche de Pascua de Resurrección. Es el primer - y quizás, único sacramento - que, por norma general, se nos administra siendo muy pequeños y sin darnos cuenta de ello. Y es el sacramento en el que recibimos de una forma, digamos general, toda la GRACIA de Dios en germen, para que la vayamos madurando.
Tres miembros del Colectiu lamentan el poco caso que hacen los padrinos de algunos bautizados en intentar ayudar a los padres a educar en la fe a los ahijados. Opinión que es compartida por la mayoría.

Hablando de humildad, una muchacha de nuestro grupo, maestra de Primaria en activo, quiere que preguntemos al tío Maset qué hacer en el colegio donde trabaja, envenenado por "maestros" enemigos de la fe, cuando, entre otras cosas, por haber dado abierto testimonio de ser católica,le han llamado la atención, que se guarde su fe para fuera del colegio, y le han vuelto la espalda varios compañeros. ¿Hablar con ellos? ¿Aguantar? Por lo menos, ya reza por esos compañeros.

Unos apuntes sobre la Eucaristía: Muchos de nosotros hemos coincidido en el hecho de que cada vez que, en la Santa Misa, se realiza la Consagración del pan y vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo,nos quedamos admirados y anonadados ante la manera tan sencilla y, a la vez, infinitamente valiosa ,en que Dios se hace presente entre nosotros. Hermoso y casi increíble. Tenemos pensado llamar a unos amigos nuestros que son adoradores nocturnos, para que nos hablen de su visión sobre la Eucaristía y el porqué de ser adorador.

Saludos a los que leen este texto.
Tío Maset, un abrazo y adelante.