domingo, 11 de octubre de 2009

Soy rebelde

Sí, amigos. Así, a simple vista parece que suena mal, pero es así. He sido un rebelde y sigo siendo un rebelde en constante progreso.

Cuanto más profundizo en el Evangelio, cuanto más profundizo en la persona de Jesús de Nazaret, más rebelde e inconformista soy. Me ha venido a la mente el pasaje de la expulsión de los vendedores del templo: “…haciendo de cuerdas un azote, los arrojó a todos del templo,…’Quitad de aquí todo eso y no hagáis de la casa de mi Padre casa de contratación’. Se acordaron los discípulos que está escrito; ‘El celo de tu casa me consume’… Los judíos le dijeron: ¿Qué señal das para obrar así? Respondió Jesús y dijo: ‘Destruid este templo y en tres días lo levantaré’… Pero Él hablaba del templo de su cuerpo”. (Jn 2, 13-22).

Esto es lo que a los cristianos que tenemos a Dios en el eje y centro de nuestra vida nos ocurre en mayor o menor profundidad cuando queremos vivir el Evangelio y hacer presente, dentro de nuestros límites, pero con la ayuda del Espíritu, el Reino de Dios en nuestros ambientes, en nuestra sociedad, porque vemos claro que Jesús es el auténtico Señor del Universo y de la Historia.

Y ante las injusticias sociales, ante los ataques más o menos velados a Jesús, intentando ningunearlo y pretendiendo hacer fracasar su Pasión y Resurrección, a través de los ataques dirigidos a la Iglesia, me hace ser rebelde e inconformista. Aun sabiendo mis límites, me encuentro en el deber de aportar mi esfuerzo para contrarestar todo esto de alguna manera.

Se ataca a la Iglesia porque es una firme defensora de la vida y habla por esos niños y niñas que mediante leyes inicuas, absurdas e injustas que favorecen el aborto, pretenden enmendar la plana a Dios, Señor de la vida y de la muerte, pretendiendo asumir funciones que solamente son divinas, porque el ‘No matarás’ es una Ley de derecho divino.

Ante eso y otras muchas cosas se lucha. El próximo día 17 de octubre hay convocada una macro manifestación en Madrid a favor de la vida y mediante mails o directamente debemos hablar con cuantos podamos para apoyar esta protesta masiva para que la Ley que favorece el aborto sea retirada y defender esas criaturas que quieren matar sin miramiento alguno negándoles el valor más preciado que tenemos: la vida. Y quien dice eso dice otras cosas.

Nos queda el apoyo de Jesús que nos dijo: ‘Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella’. (Mt. 16, 13-20). Y hemos de poner todo nuestro empeño en colaborar con Dios para que, con su ayuda, pueda hacerse realidad esta promesa. Con la oración, sí, desde luego. Pero también con hechos. Para eso, entre otras muchas cosas, nos ha plantado Dios en este mundo. Y aquí debemos florecer para que Él recoja los frutos.

Cuando Jesús vino a perfeccionarlo todo y su doctrina chocó frontalmente con lo legalmente establecido que miraba más las formas que el fondo de las cosas y de las personas. La expulsión de los mercaderes del templo es un claro ejemplo de ello, como tantos otros hay en el Evangelio, y eso es porque también Él era un inconformista y nos enseñó a colocar las cosas en su justo punto. También a nosotros ‘El celo de las cosas de Dios nos consumen’ y hemos de estar dispuestos a cuanto podamos y debamos hacer.


Jesucristo vino a cumplir la voluntad del Padre y marcarnos un estilo de vida de cara a nuestra colaboración con Él para trabajar en la mejora de las estructuras para nuestro propio bien. Y aquí no hay parvedad: ‘Conozco tus obras y que no eres ni frío ni caliente. Ojalá fueras frío o caliente; mas porque eres tibio y no eres caliente ni frío, estoy para vomitarte de mi boca’. (Ap. 3 15-16). Me parece que está suficientemente claro y no necesita ninguna aclaración.

Creo que, en este sentido, todos somos en mayor o menor grado, rebeldes en constante progreso y evolución y sin dar cabida al desánimo, aunque nuestra naturaleza nos predisponga, en ocasiones, a ello. Dios nos ayuda. ¿Qué más podemos pedir?

Que se alegren los que se acogen a ti, y su gozo sea eterno;
protégelos , y se llenarán de júbilo los que te aman.
Porque Tú, Señor, bendices al justo,
y como un escudo lo protege tu favor’.

(Sal. 5, 12-13)


Que Dios nos bendiga y hasta siempre en la Comunión.

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